Basándome en la labor con una serie de pacientes
que podrían catalogarse de bulímicos pretendo trabajar algunos conceptos bionianos
útiles para pensar a dicha patología. En terminología bioniana podría decirse que lo
que sigue constituye una serie de abstracciones tomadas de experiencias emocionales con
diferentes pacientes que sufrían trastornos alimentarios; elucidaciones teóricas que
serán diferentes para cada realización.
En su libro Aprendiendo de la experiencia, Bion se aboca a desarrollar su
conceptualización acerca de la función-alfa. Para nominarla, busca un término que no
presente significados previos, evitando así las "asociaciones fantasmas" que
otro concepto pudiera suscitar. Plantea que la función-alfa consistiría en tomar
emociones e impresiones sensoriales para transformarlas en elementos-alfa, adecuados para
ser almacenados y producir pensamientos tanto concientes como inconscientes: "La
función-alfa es necesaria para el pensar y el razonamiento consciente y para relegar el
pensar a lo inconsciente cuando es necesario liberar a la conciencia de la carga del
pensamiento mediante el aprendizaje de una habilidad" (Bion 1963 a, pag. 27). Se
trata de un proceso de transformación, en el que una cosa en sí misma de la realidad es
representada, permaneciendo un punto en común, al que Bion llama invariante, entre la
representación y el fenómeno de la realidad (Bion 1965).
La falla en la función-alfa ocasiona como resultado la producción de elementos-beta. Los
mismos son definidos como una cosa en sí misma (noumeno en el sentido kantiano),
impresiones sensoriales o emociones inmodificadas, no pasibles de ser asociadas o
utilizados como pensamientos propiamente dichos. No constituyen recuerdos sino hechos
"no digeridos", siendo calificados en algunos pasajes como
"protopensamientos". En Elementos de Psicoanálisis se refiere a los
elementos-beta de la siguiente forma: "...Tienen al mismo tiempo la calidad de un
objeto inanimado y la de un objeto psíquico sin ningún tipo de diferenciación entre los
dos. Los pensamientos son cosas, las cosas son pensamientos; y tienen
personalidad..." (Bion 1963 b, pag. 43).
Los elementos-beta son evacuados a través de la identificación proyectiva y la
producción de acting outs, no siendo pasibles de ser manipulados como palabras o ideas.
Siguiendo esta línea me propongo pensar al atracón como una forma de evacuación de
elementos-beta, como un modo que encuentra la psique de librarse de un incremento de
estímulos que le resulta intolerable. Experiencias emocionales intensas que no pueden ser
convertidas en pensamiento conciente o inconsciente por trastornos en la función alfa,
permanecen como elementos-beta, constituyendo el atracón un modo de evacuarlos. Por
consiguiente, el acto bulímico sería una actividad que se encontraría en sustitución
de la producción de pensamientos o, tal vez, como una forma diferente de pensar. Es
altamente frecuente que una experiencia afectiva intensa desencadene en estos pacientes un
atracón, sin mediar la producción de representaciones. Tomando la tabla propuesta por
Bion podría ubicarse al atracón en la categoría A6, como un acción en la que
participan elementos beta.
Otra de las hipótesis que pretendo desarrollar en el presente artículo es la idea de que
la modalidad bulímica no consiste exclusivamente en la producción de atracones y
conductas purgativas, sino que constituye un modo de tramitación de experiencias
emocionales. Esto es pasible de ser observado durante la sesión analítica, en donde
el paciente, en muchos casos, repite con su discurso la misma modalidad de tramitación de
experiencias que presenta durante el atracón; su hablar suele tornarse en una acción
puramente evacuatoria en el que el analista oficia de continente de elementos beta que le
son inoculados mediante identificación proyectiva. El discurso se torna "...más una
acción destinada a ¢liberar a la psique de un acrecentamiento de
estímulos¢ que un lenguaje" (Bion 1963, pag. 45). La descarga
inmediata, ya sea a través de una acción motora (atracón, acting out) o de un discurso
evacuativo, sustituye a la producción representacional.
Sobre este punto, Bion nos advierte que los elementos beta pueden ser descargados en el
analista a modo de pantalla beta, perturbando momentáneamente su capacidad para pensar:
"...Una comparación de la pantalla de elementos beta con los confusos estados
semejantes a sueños muestra que la pantalla de elementos beta es coherente y tiene un
propósito. Una interpretación de que el paciente estaba produciendo una corriente de
material que tenía por objeto destruir la potencia psicoanalítica del analista no
parecía fuera de lugar..." (Bion 1963, pag. 43). Frente a la irradiación de
elementos-beta, tal vez la alternativa se encuentre en la capacidad del mismo de recibir
estos contenidos, soportarlos, y devolvérselos al paciente de forma modificada y por lo
tanto tolerable. Tarea no siempre fácil de lograr, debido al ataque a la función-alfa
del analista (y por ende a su capacidad de pensar) que la pantalla beta representa. Acerca
de la misma agrega: "...tiene una cualidad que le permite provocar el tipo de
respuesta que el paciente desea, o alternativamente, una respuesta del analista
fuertemente cargada de contratransferencia" (Bion 1963, pag. 44). Estar advertido
contra el peligro de las contra-actuaciones es fundamental para quien se aboque al trabajo
con este tipo de pacientes, así como la disposición a ser continente de elementos
tóxicos que en muchos casos torna fatigosa la tarea.
La alternativa al atracón consistiría en que del encuentro de la psique con un
elemento-beta se produjese la transformación del mismo en un elemento-alfa y, por ende,
la posibilidad de un trabajo de pensamiento, y no la descarga evacuatoria inmediata del
mismo como modo de disminuir la tensión.
Cabría preguntarse acerca de la causa en las fallas en la función-alfa observable en
esta clase de pacientes, acerca del origen de la incapacidad de pensar. En este punto Bion
destaca la interacción de tres factores, integrando tanto los aspectos constitucionales o
innatos del bebé con los factores maternos o ambientales. Del lado del bebé sitúa la
envidia (tal como la desarrolla Melanie Klein en Envidia y Gratitud) y la
intolerancia a la frustración (pensada como constitucional y dependiendo de la pulsión
de muerte). Por otra parte, del lado de la madre establece lo que llama reverie, o
"ensoñación". Propone pensar al mismo como un factor de la función-alfa de la
madre; lo define como "...aquel estado anímico que está abierto a la recepción de
cualquier ¢objeto¢ del objeto amado y es por
lo tanto capaz de recibir la identificaciones proyectivas del lactante, ya sea sentidas
por el lactante como buenas o malas" (Bion 1963, pag. 159). A través de la
ensoñación la madre le devolvería al bebé los sentimientos que el mismo proyecta en
ésta, pero de forma procesada o "digerida" y, por ende, siendo más tolerables
para el mismo. La madre oficiaría de continente en el que serían introducidos contenidos
emocionales del bebé, elementos-beta, que metabolizaría y reintegraría de forma
modificada. Constituye un canal de comunicación de emociones, de amor y de odio (L y H),
un "órgano de recepción" de los afectos que experimenta el niño. El bebé, a
través de la identificación proyectiva le hace experimentar a la madre los sentimientos
que él no puede tolerar, luego de su estadía en el pecho, los mismos serían
reintroyectados pero como contenidos tolerables y adecuados para ser utilizados como
elementos-alfa.
Otra de las ideas que pretendo desarrollar se refiere a que trastornos alimentarios y
trastornos en el aparato del pensar suelen estar estrechamente relacionados. En el
capítulo XX de Aprendiendo de la Experiencia Bion vincula el desarrollo del
pensamiento a experiencias tempranas de alimentación. A través de lo que denomina
"relación comensal" investiga el desarrollo del aparato para pensar. Plantea a
la misma como una relación entre la boca y el pecho como objetos parciales: "...el
lactante proyecta una parte de su psique, a saber, sus sentimientos malos, en un pecho
bueno. Luego, a su tiempo, éstos son extraídos re-introyectados. Durante su estadía en
el pecho bueno se siente que han sido modificados en forma tal que el objeto que se
reintroyecta se ha vuelto tolerable para la psique del lactante..." (Bion 1963, pag.
112). El continente y el contenido son unidos e impregnados por la emoción,
produciéndose un vínculo de beneficio mutuo que genera un crecimiento en ambas partes.
Posteriormente sostiene que "...la actividad que he descrito aquí como compartida
por dos individuos se vuelve introyectada por el lactante en tal forma que el aparato
continente contenido se instala en el lactante como parte del aparato de la
función-alfa" (Bion 1963, pag. 123) El vínculo comensal posibilitará lo que Bion
llama un vínculo de conocimiento, K, que no desarrollaré en el presente artículo.
Podría aventurarse que el fracaso en el vínculo comensal, en esa relación temprana
entre boca y pecho como objetos parciales, se relacionaría con el origen tanto de
trastornos en la alimentación como en el aparato para pensar.
A continuación, me centraré en otro de los grandes aportes de Bion a la teoría
psicoanalítica: la diferenciación entre parte psicótica y no psicótica de la
personalidad. En su trabajo Desarrollo del Pensamiento Esquizofrénico presentado
en el Congreso Psicoanalítico de Ginebra de 1955, establece la distinción entre un parte
no psicótica de la personalidad centrada en la represión y una psicótica en la que
predomina la identificación proyectiva y la escisión (Bion 1955). En esta última, la
expulsión prevalece por sobre el pensamiento y los ataques a la capacidad simbólica son
altamente frecuentes. Si bien Bion plantea la distinción sobre la base de su experiencia
en el trabajo con pacientes esquizofrénicos aclara que es un concepto de importancia en
el análisis de neuróticos graves: "...El ataque destructivo del paciente a su yo y
la substitución de la identificación proyectiva por la represión e introyección deben
ser elaboradas. Considero que esto es también verdad en el neurótico severo, en quien
creo que hay una personalidad psicótica oculta por la neurosis tanto como la personalidad
neurótica está oculta por la psicosis en el psicótico, y que tiene que se descubierta y
tratada..." (Bion 1957, pag. 90). Desde esta perspectiva puede conceptualizarse al atracón
como producido por la parte psicótica de la personalidad, parte caracterizada por la
intolerancia a la frustración, el ataque a la capacidad de pensar y la voracidad. Parte
con la que necesariamente debemos lidiar a la hora de enfrentarnos a este tipo de
pacientes y que, en caso de no ser trabajada, posiblemente dificulte el empeño
terapéutico.
Para finalizar, es necesario remarcar que los desarrollos teóricos presentados en este
artículo no pretenden anteponerse a lo único, y singular por excelencia, que despliega
cada sesión psicoanalítica. Advertir sobre el peligro que presenta cualquier teoría de
convertirse en un obstáculo que bloquee la emergencia de lo nuevo, en un escudo
reasegurador frente a lo desconocido. Constituye la deformación o mal uso que cualquier
sistema de hipótesis puede encontrar.
Bion mismo, le dedicó a esta forma de utilización de la teoría (más frecuente de lo
que solemos creer) un lugar en su tabla. La columna 2 está dedicada, precisamente, a
"...la teoría usada como una barrera para protegerse de lo desconocido..."
(Bion 1963b, pag. 38). Ya H. P. Lovecraft, desde el ámbito de la literatura fantástica,
nos enseñaba que el miedo a lo desconocido representa la emoción más intensa y antigua
del hombre; con Bion, podemos constatar la fuerza que posee la tendencia a defendernos de
él.
En el capítulo XXVII de Aprendiendo de la Experiencia, toma en préstamo el
concepto de retículo planteado por Elliott Jaques, para mostrarnos la importancia de que
el analista funcione como un continente integrado pero no rígido. Se torna vital el que
pueda mantenerse sin perder la receptividad a una nueva emoción proveniente del paciente,
siendo capaz de sostener la tolerancia a la duda y la noción de infinito. Más de una
década después, en sus seminarios dictados en Brasil, continuaba afirmando que: "Si
el psicoanalista ha de lograr interpretar lo que dice el analizado, debe poseer una gran
capacidad para tolerar las manifestaciones de aquél sin lanzarse a la prematura
conclusión de que ya conoce la interpretación correcta" (Bion 1974, pag. 53).
Se trata, en definitiva, de cuidarnos siempre de que el uso de los sistemas teóricos
aprendidos no nos impida estar abiertos a lo nuevo que nos depara la tarea clínica, y
posibilite que, antes de cada encuentro, haya dos personas asustadas (Bion 1974),
permitiéndonos la postura esencial al análisis de recibir a cada nuevo paciente en cada
nueva sesión "sin memoria y sin deseo" (Bion 1969).
BIBLIOGRAFÍA
BION; W. R. (1955): "Desarrollo del Pensamiento Esquizofrénico", En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
--------------------- (1957): "Diferenciación de las Personalidades Psicóticas y no Psicóticas", En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
--------------------- (1959): "Ataques al Vínculo", En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
--------------------- (1962): "Una teoría del Pensamiento", En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
--------------------- (1963a): Aprendiendo de la Experiencia. Paidós, Bs. As., 1980.
--------------------- (1963b): Elementos de Psicoanálisis . Ediciones Hormé, Bs. As., 1988.
--------------------- (1965): Transformaciones. Centro Editor de América Latina, Bs. As.
--------------------- (1974): Seminarios de Psicoanálisis. Paidós, Bs. As., 1991.