Cuando de lo que se trata es de anestesiar.
"Nuestra fuerza de corazón ha de probarse aceptando el reto
de la Esfinge, y no esquivando su interrogación formidable."
Próspero en "Ariel" de J.E.Rodó.
La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un ateneo
clínico en un hospital público de nuestro medio y escuchar allí la
exposición de un caso clínico a cargo del psiquiatra tratante. Escuché de sus
labios algo que -creo- da la justa medida de lo que esta en juego cuando lo que
opera es el DSM.
El psiquiatra en cuestión, interpelado por el auditorio en función del
interés que manifestaba en que su paciente tomara la medicación (cosa que el
mismo se negaba a hacer a la vez que pedía "un lugar para hablar"),
interrumpe una pregunta y espeta al público: "es que le diagnostiqué
trastorno de ansiedad no especificado y si no lo medico incurro en iatrogenia".
¿Que concepción de sujeto implica esta afirmación? ¿Qué es lo que en el
mismo se pretende cloroformizar? Y por otro lado, ¿qué concepción de salud
propone este modelo?
Lo que aparece en el tapete son los medios mismos que psiquiatras y
psicoanalistas emplean para recuperar la salud del sufriente, paradojas de
abordaje terapéutico que me hacen pensar en el imposible de un diálogo entre
ambos.
Basado en este esquema del que habla Roudinesco: signo-diagnóstico-tratamiento,
el DSM y los profesionales que lo practican hacen del hombre alguien a quien hay
que adormecer. Intento de cura que no hace más que alejar al sujeto de su
sufrimiento a un costo elevado, a saber: el borramiento de la subjetividad. Más
importante aún que la crítica muy válida que se hace del manual en tanto
reproductor de una economía de consumo sostenida y pregonada por la industria
de los laboratorios (1), "el imperialismo clasificatorio del DSM"
ahuyenta del hombre toda posibilidad de cuestionamiento de su implicancia en el
sufrimiento que lo aqueja; la paulatina separación entre psicoanálisis y
psiquiatría que las reformulaciones del manual fueron ejerciendo, terminaron
por dejar afuera la interrogación por el sentido del síntoma. El sujeto
freudiano-contrariamente- es propuesto como un sujeto de conflicto, de angustia,
un sujeto que vacila entre lo indestructible de sus pasiones y lo inacabado de
sus duelos, entre sus dramas y los trastornos de su sexualidad, entre la locura
y la muerte.
Mientras en Francia se interroga la eficacia del manual, en nuestro medio tiene
un lugar cada vez más hegemónico, nuestros psiquiatras hablan su idioma. Tal
vez Roudinesco tenga razón: Freud murió en Norteamérica, ¿estaremos por
estos lares en esa trocha?
Sin duda todo condice con la armonía médica que es pretendida desde un
discurso que considera al hombre Uno con el universo. Conflicto versus armonía,
esto parece ser lo que en nuestro campo hace disciplina. Para algunos de
nosotros- herederos del patrimonio freudiano- es mediante el conflicto que
podemos llegar a cierta armonía, es en la interrogación de nuestras marcas que
algo de nuestra posición subjetiva con respecto a lo que nos avasalla pueda
cambiar. Erixímaco, el médico en "el banquete de Platón"nos
señala que Heráclito consideraba la unidad como la concordia lograda por
oposición de los contrarios, según Heráclito, los hombres deberían tratar de
comprender la coherencia subyacente en las cosas. Esta coherencia está
expresada en el Logos, el elemento ordenador de todas ellas; de esta
forma ciertas realidades sólo son comprensibles si se reconocen sus opuestos,
esto es para nosotros, si se reconoce el conflicto inherente a la subjetividad
sin intentar adormecerla. La unidad nos dice Erixímaco se compone oponiéndose
a sí misma, como sucede en la armonía del arco y en la de la lira. Nos agrega
Lacan (2): "La visión heraclitiana del conflicto como reador en sí
mismo no se puede sostener en forma alguna en opinión de ciertas inteligencias,
o de ciertas escuelas." Cabe preguntarse cuando existirá en estas
escuelas una evaluación de su proceder, cuestionamiento que escape a la
conveniencia de la que es hoy una de las mayores empresas mundiales; los
laboratorios; dejando así lugar para la "interrogación formidable"
que la esfinge propone al hombre trágico.
Notas:
1. Para dicho manual cada "desorden"tiene indicada una medicación específica.
2.En su seminario sobre la transferencia de 1960-61 edit. Paidós, Pág. 89.