Cuando de lo que se trata es de anestesiar.
Lic. Adrián Villalba Francia

 

"Nuestra fuerza de corazón ha de probarse aceptando el reto

de la Esfinge, y no esquivando su interrogación formidable."

Próspero en "Ariel" de J.E.Rodó.

 

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un ateneo clínico en un hospital público de nuestro medio y escuchar allí la exposición de un caso clínico a cargo del psiquiatra tratante. Escuché de sus labios algo que -creo- da la justa medida de lo que esta en juego cuando lo que opera es el DSM.
El psiquiatra en cuestión, interpelado por el auditorio en función del interés que manifestaba en que su paciente tomara la medicación (cosa que el mismo se negaba a hacer a la vez que pedía "un lugar para hablar"), interrumpe una pregunta y espeta al público: "es que le diagnostiqué trastorno de ansiedad no especificado y si no lo medico incurro en iatrogenia". ¿Que concepción de sujeto implica esta afirmación? ¿Qué es lo que en el mismo se pretende cloroformizar? Y por otro lado, ¿qué concepción de salud propone este modelo?
Lo que aparece en el tapete son los medios mismos que psiquiatras y psicoanalistas emplean para recuperar la salud del sufriente, paradojas de abordaje terapéutico que me hacen pensar en el imposible de un diálogo entre ambos.
Basado en este esquema del que habla Roudinesco: signo-diagnóstico-tratamiento, el DSM y los profesionales que lo practican hacen del hombre alguien a quien hay que adormecer. Intento de cura que no hace más que alejar al sujeto de su sufrimiento a un costo elevado, a saber: el borramiento de la subjetividad. Más importante aún que la crítica muy válida que se hace del manual en tanto reproductor de una economía de consumo sostenida y pregonada por la industria de los laboratorios (1), "el imperialismo clasificatorio del DSM" ahuyenta del hombre toda posibilidad de cuestionamiento de su implicancia en el sufrimiento que lo aqueja; la paulatina separación entre psicoanálisis y psiquiatría que las reformulaciones del manual fueron ejerciendo, terminaron por dejar afuera la interrogación por el sentido del síntoma. El sujeto freudiano-contrariamente- es propuesto como un sujeto de conflicto, de angustia, un sujeto que vacila entre lo indestructible de sus pasiones y lo inacabado de sus duelos, entre sus dramas y los trastornos de su sexualidad, entre la locura y la muerte.
Mientras en Francia se interroga la eficacia del manual, en nuestro medio tiene un lugar cada vez más hegemónico, nuestros psiquiatras hablan su idioma. Tal vez Roudinesco tenga razón: Freud murió en Norteamérica, ¿estaremos por estos lares en esa trocha?
Sin duda todo condice con la armonía médica que es pretendida desde un discurso que considera al hombre Uno con el universo. Conflicto versus armonía, esto parece ser lo que en nuestro campo hace disciplina. Para algunos de nosotros- herederos del patrimonio freudiano- es mediante el conflicto que podemos llegar a cierta armonía, es en la interrogación de nuestras marcas que algo de nuestra posición subjetiva con respecto a lo que nos avasalla pueda cambiar. Erixímaco, el médico en "el banquete de Platón"nos señala que Heráclito consideraba la unidad como la concordia lograda por oposición de los contrarios, según Heráclito, los hombres deberían tratar de comprender la coherencia subyacente en las cosas. Esta coherencia está expresada en el Logos, el elemento ordenador de todas ellas; de esta forma ciertas realidades sólo son comprensibles si se reconocen sus opuestos, esto es para nosotros, si se reconoce el conflicto inherente a la subjetividad sin intentar adormecerla. La unidad nos dice Erixímaco se compone oponiéndose a sí misma, como sucede en la armonía del arco y en la de la lira. Nos agrega Lacan (2): "La visión heraclitiana del conflicto como reador en sí mismo no se puede sostener en forma alguna en opinión de ciertas inteligencias, o de ciertas escuelas." Cabe preguntarse cuando existirá en estas escuelas una evaluación de su proceder, cuestionamiento que escape a la conveniencia de la que es hoy una de las mayores empresas mundiales; los laboratorios; dejando así lugar para la "interrogación formidable" que la esfinge propone al hombre trágico.

Notas:

1. Para dicho manual cada "desorden"tiene indicada una medicación específica.

2.En su seminario sobre la transferencia de 1960-61 edit. Paidós, Pág. 89.