La Cultura Masoquista
de Ana Grynbaum, casa editorial HUM, Montevideo, 2011.

por Marcelo Novas

En 1986, en The Freudian Body: Psychoanalysis and Art (hay traducción al español realizada por Marta Iturriza en El cuerpo freudiano, Psicoanálisis y arte, el cuenco de plata-ediciones literales, Bs.As, 2011), Leo Bersani planteaba: “En la sexualidad, la satisfacción es inherente a la dolorosa necesidad de encontrar satisfacción. No se trata por lo tanto de decidir si la crueldad-o, más específicamente ahora, el masoquismo como 'fundamento' de todas las formas de crueldad- opera o no independientemente de las zonas erógenas, o incluso de la búsqueda de las 'influencias recíprocas' a las que la crueldad y el desarrollo sexual estarían sujetos de alguna manera. Más bien, la sexualidad-al menos en el modo en que está constituída- podría ser pensada como una tautología del masoquismo.” Esta radicalización de la propuesta freudiana del principio del placer que realiza Bersani en esa generalización que afecta a la sexualidad toda no es lo que ocupará las líneas siguientes, sino el tratamiento de un conjunto más específico, aquel que Ana Grynbaum se dedica a analizar en su obra La cultura masoquista. Los sujetos que practican su erotismo de este modo, también llaman cultura BDSM a sus prácticas, lo que liga y yuxtapone tres pares específicos, bondage y disciplina, BD, dominación y sumisión, DS, y por último, SM, sadismo y masoquismo. Quizá debamos detenernos en este último par, seguramente el más conocido, probablemente el más atravesado por diversos discursos y saberes. No desatendamos la advertencia que la autora realiza en la página 14 de su texto, donde nos recuerda sobre 'los eventuales equívocos' que ocurrirán en tanto apelemos al uso de estos términos. Por ejemplo, podemos comenzar con la palabra 'masoquismo' la misma fue propuesta por el psiquiatra Richard von Kraft-Ebing en su conocida obra Psychopathia Sexualis en 1886 para caracterizar un tipo específico de erotismo, para lo cual utilizó como paradigma la obra y la vida de Leopold Sacher-Masoch. Desde este momento, el apellido del abuelo materno del escritor, (y que pasó a formar parte de su apellido paterno), de una forma que merecería todo un apartado, comenzó a nombrar y caracterizar cierto erotismo asociado al dolor, y a su vez a ser enmarcado dentro de lo que se conocía como patologías sexuales: aparecía así el 'masoquismo'. Esta situación resultó altamente desagradable para Leopold Sacher-Masoch, manifestando su malestar en diversos momentos de su vida, lo cual no evitó que se identificara su producción, y quizá peor aún, a él mismo con este tipo de 'patología'.Últimamente, un intenso movimiento editorial indica que esa posición está siendo revisada, la obra de Sacher-Masoch está siendo reeditada y su producción trabajada, de modo de poder abordar la propuesta de este autor en toda su dimensión, sin ser sesgada su lectura desde la mirada de la normalidad o anormalidad erótica. Quizá este extremo explique en un punto el porqué de este colectivo a apelar al acrónimo BDSM para designarse, dejando de lado otros términos más pesados y cargados semánticamente, movimiento que entendemos es tributario de una lectura foucaultiana y que ya propone una política en torno al tema. El psicoanálisis no fue ajeno a este movimiento de determinación; podemos por ejemplo recordar el abordaje que propone Freud en Pulsiones y destino de pulsión en 1915 y allí sadismo y masoquismo presentan una reversibilidad que parecería indicar que estas posiciones podrían ser entendidas como intensidades y modos de la pulsión sexual que podían mutar o subrogarse desde cierta reversibilidad; siendo justos con Freud debemos decir que este revisa su posición en relación a este punto en El problema económico del masoquismo en 1924, pero será Deleuze quien establezca claramente en sus textos de 1961 y 1967 que sadismo y masoquismo responden a diferentes regímenes y que su lógica no es reversible: ya no setratará de saber quien es el agente y quién el objeto. Este último punto es central en lo que refiere a una lectura desde el psicoanálisis, y si bien Grynbaum nos advierte que su texto está propuesto 'para dialogar con aquellos que no han sido bautizados en las aguas del lacanismo o del masoquismo', sí es cierto que las marcas del psicoanálisis balizan su trabajo como ella declara. Entonces, la discusión sobre el estatuto del objeto o cuáles son las posiciones y sobre todo, como juega el poder en las mismas son cuestiones que el texto propone pensar desde la problematización de dichos supuestos. La autora nos muestra como para la sensibilidad BDSM la escena, la mirada y el juego van a tramarse de forma tal que el resultado que se produzca de dicho encuentro estará sujeto a un tenso equilibrio, donde si bien el límite está estipulado, el riesgo de su atravesamiento es un componente ineludible. Esto no puede dejar de evocarnos la lectura que hace Jean Allouch en El sexo del Amo, publicado en 2001, donde propone articular la propuesta foucaltiana de la intensificación del placer al leerla como un plus de goce, es decir, una de las formas de presentación del objeto 'a' según lo propone Lacan (la misma Grynbaum nos lleva hasta este punto en la llamada 121 de su libro). Esto último nos lleva directamente a la angustia como concepto, pero quizá aún más, a la angustia como metáfora e incluso como acontecimiento. Lacan proponía que la angustia es el único afecto que no engaña, probablemente por ello le dedicó todo un año de su enseñanza a su abordaje, utilizando el trabajo dedicado a ella para formalizar su propuesta sobre el objeto 'a', pero asimismo para pensar como tratar este afecto en la cotidianidad clínica, pues bien sabemos que no hay análisis sin angustia. Bien, en las prácticas BDSM hay que tratar y trabajar la angustia, específicamente a la manera de la espera, lo que señala y propone todo un abordaje de lo temporal y lo corporal; como los cuerpos se ubican y participan en torno a ello indica un trabajo, en ese punto las analogías con el psicoanálisis no demoran en aparecer. Superar la dialéctica del Amo y del esclavo, evitando coagular posiciones transferenciales o incluso actuar algunos roles es una tarea constante en la medida que un análisis se lleva a cabo.

El trabajo de Ana Grynbaum nos ubica en esa posición paradójica donde a cada momento se abren posibilidades diversas y en relación a cuáles sean las elecciones efectuadas, una nueva configuración aparecerá para relanzar la puesta en juego y por ende las posiciones ocupadas hasta ese momento. Es un gran mérito que el recorrido que propone la autora pueda ser seguido con amenidad, gracias a una escritura cuya fluidez no es frecuente de ser encontrada en el universo de los ensayos. Sí lamento que el cuerpo de notas no aparezca a pie de página, y sí lo haga al final del texto, dado que su volumen e importancia- no son solamente referencias bibliográficas- son centrales para seguir los planteos de la autora y no pueden obviarse o diferirse, pero esto último no es una crítica, solamente una declaración de preferencias.