" Evocar la falta. La angustia y el deseo del enseñante"
Ana María Fernández Caraballo y Raumar Rodríguez Giménez (organizadores),Psicolibros-Waslala, abril 2011, Montevideo.

por Paola Behetti - Marcelo Novas

Estudiar las relaciones posibles entre las nociones de cuerpo y enseñanza, desde una posición que permita considerar la imbricación cuerpo- lenguaje de la que toda enseñanza depende, es uno de los objetivos que asume un grupo de investigación de la UdelaR, y del cual deriva el trabajo que se proponen los autores de este libro. Ni psicoanálisis aplicado a la enseñanza ni psicopedagogía, afectación teórica de un marco de referencia en la investigación que sostiene una teoría del sujeto que procede de la tradición instaurada por el psicoanálisis y por el análisis del discurso francés. Este libro es producto del Grupo de Trabajo “Cuerpo y enseñanza” perteneciente a la Línea de Investigación “Estudio de lo didáctico como acontecimiento discursivo e intersubjetividad” que dirige el Prof. Luis E. Behares, y que sostienen desde 2006, investigadores del Departamento de Investigación del Instituto Superior de Educación Física (ISEF) y del Departamento de Enseñanza y Aprendizaje del Instituto de Educación (FHCE).

Explicitadas las condiciones de producción, en la Presentación se encuentran las preguntas que ofician de ejes transversales al asunto que tratan en la presente publicación: “¿por qué estudiar la angustia en relación con el cuerpo y con la enseñanza? Y, por otra parte, ¿por qué elegir en particular el Seminario sobre la angustia de Lacan, como fuente conceptual para enmarcar las reflexiones al respecto? En palabras de uno de los organizadores: “Cualquier objeto en su dimensión fenoménica, para ser tratado desde una posible delimitación, precisa la introducción de la teoría”. Desde el umheimlich freudiano, la angustia es un afecto del sujeto, y un efecto del movimiento que instaura el deseo. Además, el esfuerzo de formalización que lleva adelante Lacan en el curso de sus seminarios encuentra un nombre en el objeto petit a ; y en el esquema del ramo invertido, un artificio que sirve de recurso metafórico en su enseñanza para mostrar algo de lo que acontece estructuralmente con la emergencia de la angustia. Los artículos que componen el presente volumen, en la diversidad de sesgos por los que cada uno de los autores transita, aportan una valiosa reflexión sobre la posición de enseñante, como posición ante los diferentes registros del saber, y a punto de partida de la noción de angustia en psicoanálisis.

La dimensión ideológica implícita en las producciones discursivas sobre el cuerpo motiva a Raumar Rodriguez, a indagar sus efectos en relación cuerpo-enseñanza. La paradoja que su trabajo explora refiere al modo dual en que el discurso pedagógico concibe al cuerpo en la escuela. Ya porque lo excluye o ya porque lo presenta mediante una objetivación empírica funcional al ideal de cientificismo de la época moderna, y al auge del higienismo como dispositivo de control de poblaciones que rebrota en nuestro tiempo, y que el discurso pedagógico abraza fervientemente. La distinción entre lo pedagógico y lo didáctico delimita una zona de opacidad, sugestivo pero evidente “claroscuro” que oficia de punto de articulación en la relación cuerpo-educación-enseñanza. Rodríguez promueve el desarrollo de una posición conceptual que no se pretenda totalizadora y unificadora del cuerpo. De esta manera, la propuesta intenta socavar las diferentes psicologizaciones de la enseñanza y del aprendizaje, de un supuesto saber del cuerpo, que desconoce su historicidad. La crítica se sostiene en una distinción muy afinada y certera, poner en duda lo que significa el cuerpo, es suponer que ahí no hay un saber pleno y que este no remite exclusivamente a la conciencia de su existencia como objeto. No por ello se trata de denegar su materialidad biológica, sino de pesquisar que donde se suspenden los supuestos científicos, el cuerpo aparece como amenaza. Este artículo se detiene en considerar una materialidad que de cuenta de la existencia histórica, de reconocerse en esa materialidad como un “volver a conocerse, conocerse en un segundo tiempo”.

Aprender a escribir pone al cuerpo en escena y resulta una de las primeras demandas que el sistema escolar nos exige. Sin embargo, este pasaje no se reduce al manejo del código alfabético. María Leonor de los Santos nos acerca La iniciación en la escritura: entre la angustia y el deseo , donde aborda la escritura como producto de la cultura, como invención humana, recorriendo algunos aspectos planteados por la filosofía antigua, así como su relación y discontinuidad con la oralidad. La dimensión tecnológica, la historia del escribir y las funciones de registro, de regulación y control social, y de comunicación que tiene la escritura en nuestra cultura, configuran un campo de producción ideológica y simbólica que no escapa a los paradigmas instaurados por la modernidad. Por otra parte, De los Santos explora el modo en que tanto Freud como Lacan, aunque con distintos rumbos, han abordado en psicoanálisis la lectura de marcas y de huellas. La hipótesis lacaniana del inconsciente estructurado como un lenguaje, es decir al modo de un lenguaje revela su estructura por lo escrito, y configura una de las vías que sigue J. Allouch en Letra por letra. Traducir transcribir transliterar publicado en español por Edelp en 1993, y más recientemente por Epeele. Una manera de leer donde hay una preeminencia de lo textual al que pueden relacionarse estas tres operaciones, que implican cifrado y descifrado. Volviendo a la iniciación en la escritura, la autora retoma algunos desarrollos de F. Doltó en La causa de los niños, que permiten pensar la irreversibilidad de lo adquirido, puntos sin retorno que indican el aprendizaje logrado, para mostrar cono el instante de espera, momento previo sin el cual no hay aprendizaje posible, será el lugar de emergencia de la angustia.

Ana Torrón apela al mito de Procusto para dar cuenta de las dificultades que puede encontrarse quien pretenda llevar adelante la premisa que instala la tradición moderna “enseñar todo a todos”, programa que podemos ubicar en Didáctica Magna de J.A.Comenio y cuyo horizonte sostiene la fantasía de una igualación más que nada homogeneizante, y poco conducente. Aquí el punto trabajado no es la democratización del saber, sino la aspiración de transmitir un saber pleno y sin fisuras, único, que puede y sin dudas actúa, al modo de un velo ante un fenómeno ineludible como la angustia. Por eso la autora se plantea interrogar el ideal de igualdad, no con la idea de propender a lo elitista o exclusivista, sino como un trabajo con la diversidad, y para hacerlo se apoya en 'Das unheimliche', texto que los franceses tradujeron como 'L'inquiétante étrangeté' y J.L.Etcheverry propuso traducir al español como Lo ominoso y que se encuentra en el decimoséptimo volumen de las Obras completas de S. Freud, publicado por Amorrortu. Este texto de Freud se ocupa de mostrarnos como lo más angustiante puede provenir de una imagen que desconocemos en primera instancia para luego encontrarla surgiendo de ese conjunto de representaciones que nos pertenecen, logrando efectos de desestabilización que son los que efectivamente busca evitar cierta concepción de la transmisión, tanto en educación como en psicoanálisis. Mas el planteo de Ana Torrón no queda aquí, apelando a la lectura que Lacan hace de los planteos freudianos, propone entender el surgimiento de la angustia no como manifestación de una ausencia, o de un vacío, sino como la imposibilidad de esa falta, la imposibilidad de ese lugar que puede ser habitado. Pero para que esto sea posible, ese lugar debe ser señalado, ubicado, habilitado por un Otro (respetando la propuesta de Lacan de pensar dos posiciones de la alteridad, que el francés llama 'Autre' y 'autre') y cuando esto no sucede, falta la falta, y es allí que surge la angustia. Por lo tanto, Torrón se pregunta quién será el Teseo que termine con un Procusto que en su afán de medianía obtura y detiene.

Joaquín Venturini aborda la angustia en la enseñanza a partir de lo que son los planteos de Martín Heidegger y Jacques Lacan, y para ello se propone trabajar las relaciones entre el ser, el ente y la nada por un lado, y la angustia por el otro. Para ello encuentra que detenerse en definir y diferenciar 'ser' de 'ente' y de 'nada', resulta una discriminación fundamental en la medida que para Heidegger la angustia es el temple de ánimo que coloca al hombre en su existencia ante la nada misma, como Venturini nos indica que dice el alemán en ¿Qué es metafísica? escrito en 1929. La nada, para el filósofo teutón es la existencia de un ser preontológico a partir del cual es posible que un espacio a ocupar se genere, y la angustia será un efecto a partir de dicho movimiento que implica el encuentro del ser con la falta. De esta manera dos lugares parecen establecerse, un lugar que refiere a la plenitud, otro que desde la ausencia permite la movilidad, y quizá esto no sea tan diferente a la propuesta de Lacan de pensar la subjetivación como la operación que pone en relación dos campos, un campo que refiere al objeto y otro que nos remite al sujeto, el punto que no podemos obviar es que en esta operación, cuyo resultado es que cada uno de los campos aparecerá afectado por la falta: del lado objetivo, el Otro se mostrará deseante, y por lo tanto carente de algo, del lado subjetivo, el sujeto estará determinado por ese rasgo que señalará lo ideal a obtener. Esta operación tiene como resultado un resto, un producto de la misma, que Lacan no duda en llamar objeto petit a, objeto que para este psicoanalista francés no es especularizable, razón por la cual su presentación siempre es alusiva, esquiva, angustiante. Pero Venturini nos recuerda que para Lacan la angustia es un afecto, señal de lo real, y que esta señal es en el cuerpo, señal que como ya se ha indicado, actúa cuando esa falta que permite el movimiento, falta. Establecidos estos puntos, el autor pasará a ocuparse de la angustia en lo referente al acontecimiento discursivo, y para ello se apoyará en los aportes de Pêcheux, Chevallard y Behares, es así que Venturini opone la concepción de lo discursivo como una estructura cerrada, sistemática, integrada por signos, a una estructura abierta que incorpore lo inconsciente como dimensión, esa alteridad que radicalmente nos habita, y para ello propone pensar con la noción de 'estructuralidad' tal como Jacques Derrida aborda en la conferencia de 1966 en el College International de la Universidad John Hopkins. Por último, Venturini no quiere caer en el reduccionismo de homologar la nada heideggeriana, con el real lacaniano, para lo que tomará en cuenta los planteos de François Balmés, y tratrá de abordar la angustia entre el sistema y la estructuralidad, entendiendo que en lo didáctico la angustia será esa dimensión presente e inevitable de lo que como obstáculo manifiesta las dificultades de integrar lo opaco de un discurso con anhelos de totalidad.

Cuestionar la pretendida objetividad de los protocolos de evaluación utilizados en la formación de los docentes, como instrumento que contribuye a reducir la mirada a lo que se ve en el escenario del aula, es el punto de partida en De visiones y miradas. Una aproximación a la práctica docente de Marianella Lorenzo. Distingue mirar de ver, se pregunta si puede educarse la mirada, qué lugar hacer a la incompletad del saber que ella proporciona y a las trampas de lo visible. En el desarrollo de como se articulan ver-mirada-deseo, introduce una primera distinción con la experiencia de Evgen Bavcar, para quien “La ceguera no es el problema del ciego, sino sobre todo de los videntes. La cuestión no cómo un ciego toma fotos, sino cuál es su deseo de imágenes”. Asunto que también encuentra eco en análisis que plantea el último libro del semiólogo R. Barthes, La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, dónde se expone un aparato lector de imágenes con la distinción entre studium y punctum, haciendo depender a este último del sujeto, como punto específico dónde este encuentra su escisión. En este sentido, el artículo explora en el campo de la filosofía con algunos referentes contemporáneos de los que se sirve Lacan en la década del sesenta para trabajar la esquizia del ojo y la mirada, que significa que hay algo más que la visión. Lorenzo se ocupa de mostrar como se trata de lo pulsional puesto en juego, pero no como la trascendencia sartreana, sino como deseo. La condición de no especular que formaliza Lacan en el objeto petit a, pone a la mirada como un objeto causa de deseo. Distancia con el planteamiento freudiano en torno a la angustia, mientras el miedo surge ante un objeto específico, para Lacan no hay tal localización, la angustia es suscitada cuando falta la falta.

Ana María Fernandez nos trae Del alma o el objeto caído, precisamente en una publicación que surge de un grupo de trabajo sobre 'Cuerpo y enseñanza', diciéndonos que su propuesta se centrará eminentemente en dos tratamientos de esta noción por parte de Lacan, el que propone en su octavo seminario público cuando trabaja sobre la metamorfosis del alma, y cuando apela al objeto 'a' para tratar al alma como un objeto caído, en su décimo seminario, lo que quizá ya comienza a mostrarnos de que forma la oposición alma-cuerpo será tratada. Lacan en su seminario La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas se enfrenta a esta dimensión central de la experiencia analítica y apela al diálogo platónico “Symposium” para tratar el asunto, Ana Fernández, atenta a la lectura de Lacan recurre asimismo a Platón para mostrarnos como las conceptualizaciones sobre el alma recorren la obra de Platón, mas su interés quedará centrado en el mito del alma alada, preguntándose que elementos de dicho mito convienen para trabajar el deseo y el amor. El alma, en el texto platónico, es el hombre o sujeto, y como tal tiene una existencia previa al cuerpo, como nos recuerda Foucault en su seminario de 1981-82, será esa alma-sujeto la que se deberá cuidar, ocuparse de ella, tarea a la que se dedica Sócrates en la segunda mitad de su vida, además de la búsqueda de la verdad, pero esa búsqueda de la verdad será apasionada, y aquí es donde el amor se relaciona con la verdad. “Banquete” y“Fedro” son los dos diálogos donde Platón se ocupa del amor, siendo en este último diálogo donde aparece el mito del ser alado del alma. Amor y verdad se relacionan directamente con el concepto de transferencia en psicoanálisis, y por ello el interés de Lacan en el tratamiento de dichas nociones. Aquí Fernández nos trae el trabajo de J. Allouch Contra la eternidad. Ogawa, Mallarmé, Lacan para recordarnos que en la transferencia el cuerpo es un obstáculo para el amor, llegando a extremar su posición en la propuesta de un neologismo,'transamor' como forma de referirnos al amor de transferencia. Ahora bien, la autora nos había señalado que se ocuparía de dos formas de abordar el alma en la obra de Lacan, y para ello, para pensar el alma del lado de la falta, pregunta a la que llega luego de trabajar los planteos de Allouch antes mencionados, se ocupará de otro mito, en este caso el mito del encuentro entre Eros y Psique, tal como Lacan lo trabaja en su décimo seminario, sobre todo a partir del cuadro de Iacopo Zucchi 'Psique sorprende a Eros', cuadro que parece tener la virtud de evocar lo fálico en su vertiente presente, imaginaria, en la figura de Psique, así como en lo que refiere a la presencia de una ausencia, presencia del falo de Eros velada por el florero y las flores. Pero considerar solamente lo imaginario y lo simbólico, dejaría en un segundo plano lo real, cuestión que no está planteada, y para ello es que la relación entre el alma y el objeto 'a' será considerada desde la parcialidad del objeto desde lo que Lacan propone en la sesión del 6 de marzo de 1963, al situar el alma como un residuo, precisamente como un objeto caído.