Mujer, si puedes tu con Dios hablar...
Psic. Irene Barros.

A las mujeres se le han atribuido desde siempre particulares dotes para la comunicación con las divinidades, o con Dios ya sea que se trate de religiones politeístas o monoteístas, más cerca que el hombre del conocimiento intuitivo, se la ve como detentando poderes de visión, de adivinación y de interpretación de oráculos. De ahí que considere que para ser buenos analistas hay que tener por lo menos alguna disposición femenina. Las mujeres parecían manejarse bien tanto con lo divino como con lo cotidiano ya que se encargaban también de lo doméstico, privado. Es en este ir y venir entre los dioses y lo familiar, entre ideales de justicia y libertad y los modelos femeninos imperantes, que se forjaron historias de heroínas, a veces mitos y a veces leyendas.Enigmáticas figuras femeninas, poderosas muchas veces, se han erigido en la historia de la humanidad ejerciendo en los hombres un influjo que llega hasta la adoración. Es la otra cara del sometimiento de la mujer a una dominación de género que no tiene explicación ni en lo anatómico, ni en lo intelectual. Aunque este dominio ha incidido sí en la postergación de las mujeres en lo académico, en lo socio-político y por supuesto, en lo económico.
Muchos de los personajes femeninos que abundan en la literatura y constituyen nuestros mitos preferidos, son trágicos. La tragedia de Antígona, una de las más bellas, nos muestra distintas expresiones del conflicto de la mujer con el "ordenamiento". Al reflexionar sobre esto, debemos tomar en cuenta que las tragedias fueron escritas y representadas exclusivamente por hombres. ¿Porqué los griegos siempre en la búsqueda del "justo medio" elegían personajes femeninos cuando del tema de la justicia se trataba?.
En "Electra", también encontramos el conflicto entre el amor filial, el fraternal, la justicia, las leyes divinas oponiéndose a las del amor familiar... y el exilio.
Ismene y Antígona son dos de las posibles versiones del ser femenino, pero no las únicas. Electra y Crisótemis constituyen otro par aparentemente opuesto y la propia Clitemnestra lleva adelante su justicia de madre y esposa traicionada en contra de toda disposición sobrehumana.
En "Antígona", Ismene plegada totalmente a las leyes de la ciudad, muy cívica entonces, manifiesta su absoluto sometimiento a las órdenes del tirano Creonte, que prohibe dar sepultura al cadáver de su hermano Polinices. Ella sostiene y justifica esta posición de sometimiento a la ley del hombre porque se trataría de algo "natural" de la condición femenina. Le dice a su hermana: "hemos nacido mujeres lo que significa que no debemos luchar contra hombres". Aquí usa el verbo "frecuentemente trascendente", ‘phyo', lo que implica que es más bien por naturaleza (Physis), que por convención hecha por hombres, por lo que las mujeres no deben intentar rivalizar con los hombres".1
Es esta una obra donde se pone en tela de juicio las leyes dictadas por los hombres, que se oponen muchas veces a las leyes divinas y a la justicia de los sentimientos más nobles, como lo es el amor de hermanos. En esencia se transforma en una tragedia donde pugnan el hombre y la mujer como representantes de distintos órdenes y donde queda en evidencia la arbitrariedad de una ley implacable. Antígona se opone a esta ley en un cuestionamiento revolucionario, aún a costa de su vida. Pero esta mujer tan ‘poco cívica', es paradójicamente tildada de "mujer masculina", porque según Creonte y el Coro, sólo un hombre pudo haber enterrado a Polínices.
Como decíamos antes, los hombres griegos, ciudadanos, escribían obras para hombre, con personajes femeninos encargados de expresar las contradicciones sociales y políticas, con la fortaleza para arriesgarse a perder la seguridad y hasta la vida en aras del amor y los ideales. Estos personajes eran representados por hombres vestidos de mujer, travestidos, enmascarados. De ahí todo lo que conocemos sobre la etimología y los orígenes de los términos rol, persona, protagonista, agonía, etc., tan usados por nosotros, los "psi". Tiene la presentación de una paradoja: mujeres escritas por hombres, actuadas por hombres vestidos de mujer. ¿Cómo se sale de las paradojas?. Tal vez con la preposición "ni", ni esto, ni aquello. O mantenemos esto y aquello. ¿Será que los roles para los griegos no eran tan definidos en sus atributos en relación a uno y otro género? Es en su uso social que surge la imposibilidad de protagonizar diferentes aspectos de la vida cotidiana, ni femenino, ni masculinos, sino humano. Se ha confundido el rol y la máscara que lo representa con lo que hay debajo, hombre o mujer.
Las mujeres trágicas no podían elegir otro destino, ya estaba designado y esta era la tragedia ...Las mujeres de todas las épocas, ¿pueden hacerlo?.
En los historiales clínicos freudianos, aún inagotables lectura tras lectura, podemos ver, además de una mente inquieta y auténticamente investigadora, a un hombre que escucha a partir de lo que él considera es el "deber ser femenino". Este aspecto ya ha sido mejor desarrollado por otros autores, hombre y mujeres: Lacan, Cottet, Emilce Dio Bleichmar, Ana María Fernández, Anne Levallois, Mabel Burín, para citar a algunos de ellos, Dora; por ejemplo, mantiene su vigencia casi un siglo después, ya que permanentemente apelamos a ella en la transmisión psicoanalítica. Pero hoy podemos referirnos a la implicación de Freud en su investigación a partir de los casos historiados, gracias a los Estudios sobre Género que aportan una óptica que no era la de aquel contexto histórico social (Ana M. Fernández, 1993). Freud logra hacer rupturas importantes en cuanto a la regulación sexual de su época y a la concepción de enfermedad. Con la histeria aparece el deseo insatisfecho y la sexualidad reprimida que coloca a la mujer en un lugar diferente, para aquella época. Hoy esto cobra otra significación y tratamos de entender por qué Ida Bauer fue Dora, histérica, seductora, causando molestias a su familia con sus denuncias, haciendo síntomas en su insistente pregunta: ¿qué es una mujer?. y su hermano Otto, por su parte , se convirtió en un dirigente socialista. Es cierto que cerca de Dora existieron mujeres como Rosa Luxemburgo. Pero eran excepciones.
Las histerias comenzaron a ser licencias femeninas durante el final del siglo pasado y éste que transcurre. No dejaron de perturbar, pero había cierto consenso en dejar que el desajuste de las mujeres a lo para ellas asignado encontrara algún carril. ¿Qué nos ocurre hoy en relación al discurso y a la práctica del Psicoanálisis?. El psicoanálisis construye una ficción a partir de la clínica, es decir, del texto que se elabora con el discurso de los pacientes. No cuestionamos la validez del dispositivo psicoanalítico por el hecho de usar el término ficción. Creemos que se justifica en tanto se forja siempre como una novela en torno a la vida privada, con personajes que a veces no son ni heroicos, ni trágicos, pero que pueden terminar siendo, al menos dramáticos. En esta trama que el sujeto, hombre o mujer, está inserto, el analista puede colocarse en un lugar de espectador- participante en un tiempo, y de facilitador para que este sujeto tome conciencia de la captura en una estructura de ficción, en otro. Es decir, valiéndonos de un artificio, de una ficción, el sujeto en análisis puede advertir esa otra ficción con libreto socialmente prefijado de la que ya formaba parte. A condición de que el analista se lo permita.
En esta ficción, que no es ficticia porque puede tener efecto de verdad, las relaciones de género operan con un lenguaje particular. ¿Es en ésta ficción escrita también por hombres?. Y qué hay de las protagonistas, mujeres enmascaradas, escondiendo sus deseos hasta de sí mismas. Cuando este ocultamiento no da resultado, se hace síntoma y llega a veces a los consultorios o a todo espacio disponible donde por momentos no necesitan enmascararse más.
Es así como Lidia se acerca a la consulta, embarazada, casi de dos meses antes de la fecha de parto. Tiene 37 años y hasta el momento de casarse trabajaba fuera de su casa. Luego el esposo manifiesta descontento por el hecho de que su mujer "salga a trabajar", y ella pasa a realizar tareas de confección en su domicilio, manteniendo una relativa independencia económica. Cuando nace el bebé ella deja esta actividad, dedicándose exclusivamente a su cuidado. Unos meses después nos dice:"A las 7.30 de la mañana ya estaba con todas las pilas cargadas. Estoy a Valium. No he consultado a un psiquiatra. Me lo dieron esta semana mi tía y mi prima. Es brutal como toman medicamentos. Y dosis grandes!. Yo estoy tomando una cuarta pastilla de Valium 10. Es para que me sede, y no para que me dope. Sé que ese tipo de medicamentos generan adicción, pero cuando yo me altero me empieza a atacar el dolor de cabeza... Es que no me acostumbro... no lo sé sobrellevar. No me acostumbro a vivir así... "
Luego de un breve silencio se la insta a seguir hablando: "vivir atendiendo pura y
exclusivamente las necesidades de ella (se refiere a su hijita). No lo puedo aceptar..., no llena todo....Tengo una furia interior ...que a veces tengo que contenerme y la sacudo...Nunca le pegaría, pero por dentro tengo mucha bronca...Estoy viviendo un período muy estresante de mi vida, problemas económicos, no tengo tiempo para las cosas que yo quisiera hacer ...Eso es lo que a mí me tiene mal. No puedo estar todo el día en lo mismo...".
Es cierto que se trabaja en el análisis a nivel de los conflictos intrapsíquicos, su historia, sueños, fantasías, deseos inconscientes. Pero si trabajamos con la subjetividad, ¿podemos permitirnos dejar de escuchar aquí la expresión de un "sufrimiento de género", o de "dimensión sacrificial?" (E. Carril, 1992)2 ¿Se puede analizar hoy sin tomar en cuenta este aspecto del conflicto, es decir, sesgando la escucha de modo que no participe en nuestra tarea de "bucear en el inconsciente", "cucharear en lo real", esto demasiado cotidiano?.
Lidia llega a decir que se siente "atrapada", "entrampada". Desde su maternidad el marido le exige cosas como antes no lo hacía. No reconoce las noches sin dormir, su agotamiento...Esta paciente tuvo distintos momentos o modos de asumir su sufrimiento durante su tratamiento, pasando desde un desconocimiento manifiesto del motivo de consulta ("no sé para que vengo pero lo necesito"), a los conflictos que surgían con la maternidad y los problemas con el esposo que se había vuelto más dominante e irascible. Desde la sumisión y aceptación de esta situación, a la rabia y la oposición, hubo un período de depresión. Luego consigue "recuperarse" y sobreponerse al temor de dejar a su niña durante tres horas en una guardería, para poder comenzar a disponer de tiempo para sí misma y los proyectos de trabajo interrumpidos desde su matrimonio, que en la actualidad comenzó a desarrollar.
Lidia continúa su análisis. Desde la escucha analítica, se permitió que se abriera un espacio para la propia interrogación de una mujer que era infeliz con el lugar que había ocupado sin darse cuenta. Fue como aliviar la carga de una imposición considerada legítima, por no saberse de dónde provenía, ni por qué. Ser mujer, valorada y a la vez desvalorizada, era acatarla. No hacerlo implicaba el riesgo de quedar sin referentes para su subjetividad femenina. En este caso había proyectos y una estructura psíquica que posibilitaba esta salida. Aquí es donde interviene la diferencia de estructuraciones y patologías que actualmente se está revisando. (E. Dio Bleichmar, Irene Meler, etc.)
En lo familiar la mujer continúa decodificando, mediatizando la comunicación entre padre e hijos. Organizan la vida familiar en los mínimos requerimientos, son madres solícitas, esposas amantes y ganan lugares en la esfera pública, ya que los ideales que hoy se imponen son esos. Además de esbeltas, ágiles y graciosas, agregamos exitosas, eficientes e independientes. Esa empresa imposible, de ajuste a un modelo inalcanzable, a no ser en la ficción, deja como alternativa muchas veces la culpa y la depresión, porque si algo sale mal, y esto se escucha en la clínica, son las principales responsables. Hoy se consumen psicofármacos como opción a la desesperación y la desesperanza. Sin generalizar lo que siempre tiene su particular significación, es posible reconocer como mensaje que si la mujer puede con Dios hablar, lo puede todo...
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Notas.

1  Pomeroy, Sarah. "Diosas, rameras, esposas y esclavas". Ed. AKAL; Universitaria, Madrid.España. 1987. Pág.119.
2   Sufrimiento de género es usado aquí resaltando un sufrimiento inherente a la condición de la mujer que produce una constelación de malestar, depresión, disconformidad con su situación. Situación que en general, en el momento de la consulta es percibida como "sin salida". El término "dimensión sacrificial" es usado por E. Carril en 1992 en la nota "El masoquismo femenino, ¿Es o se hace?" publicado en revista de AUDEPP en "JORNADAS DE HOMENAJE A MARIE LANGER, Pág. 34.

Bibliografía citada y consultada

1) ARMSTRONG, Nancy, "Deseo y ficción doméstica. Una historia política de la novela", Ediciones Cátedra. Universitad de Valencia. Instituto de la Mujer, España, 1987.
2) BARROS, Irene, "El masoquismo, ¿un problema económico femenino o una cuestión fálica?" en Revista de AUDEPP, en homenaje a Marie Langer, Montevideo, 1992, pág. 33.
3) CARRIL, Elina. "El masoquismo femenino, ¿es o se hace?" en Revista de AUDEPP, en homenaje a Marie Langer, Montevideo, 1992, pág. 34.
4) BURIN, Mabel, "Género y Psicoanálisis: subjetividades femeninas vulnerables" en "GENERO, PSICOANALISIS, SUBJETIVIDAD", Mabel Burin, Emilce Dio Bleichmer, compiladoras, Buenos Aires. Argentina. 1996.
5) DIAZ, Olga, "Oremos a una mujer", Montevideo, 1993, Inédito.
6)CHODOROW, Nancy, "El ejercicio de la maternidad", Barcelona, Gedisa, 1884.
7) DIO BLEICHMAR, Emilce, "El feminismo espontáneo de la histeria", Editorial Adotraf, Madrid 1986.
-"Los pies de la ley en el deseo femenino" en "las mujeres en la imaginación colectiva", Buenos Aires, Paidós, 1992, Compilación de Ana.M. Fernández.
8) FERNANDEZ, Ana María, "La mujer de la ilusión", Buenos Aires, Paidós 1993
-"De eso no se escucha: el género en psicoanálisis" en "GENERO, PSICOANALISIS, SUBJETIVIDAD", Burín M, Dio Bleichmer, E. Comp. Buenos Aires, 1996.
9) FREUD, Sigmund, "Análisis fragmentario de una histeria", 1905, O.Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981.
10) HAJER, Doris, CASAS, Madelón, y otros
"(LA) Mujer
en la cultura", en Revista de AUDEPP,
(EL) Malestar
En homenaje a Marie Langer, Montevideo, 1992, pág. 14.
11) POMEROY, Sarah; "Diosas, rameras, esposas y esclavas", Mujeres en la Antigüedad Clásica, Edit. AKAL, Universitaria, 1987.
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