"TRANSFORMOLOGY" - (Una teoría sobre el valor de la vivencia)
Martín Wolf-Felder.

En recuerdo de Michel Boulet y Anne Levallois.

La vida psicoanalítica actual se enfrenta a la tarea de rescatar la base biológica que la hizo posible. Nos referimos a la Erlebnis (vivencia) del nacimiento, como impresión informativa del genoma.
Porque el suceso de nacer, anterior al de desear, implicaría un con-centrar de la excitación somática que habilitaría un inmediato des-centrar en ese sujeto-objeto neonatal que auto-estima-ría el valor de la vivencia anímica de su circunstancia de necesidad somática como "in-citación" o "peligro".

El concentrar primordial actuaría como disparador del origen mismo de la vivencia anímica derivada de la presión ejercida por la necesidad, a partir de ese apremio catabólico "osmótico" que se produce entre la vida de cada célula y la vida de cada espacio intercelular. Califico de "osmótico" ese apremio catabólico para recoger así el término que utiliza Guattari (chaosmose) cuando se refiere a lo que es "acontecimiento" en Deleuze, que también es "suceso" en Prigogine.

Lacan, sin teorizar la vivencia, lee a Deleuze en 1967 y curiosamente, aún no a Prigogine, a quien tampoco menciona diez años después, cuando este matemático obtiene el premio Nóbel de química y su concepto de "suceso" se hace público.

Es por la teoría del "caos" que Prigogine hace la crítica del estructuralismo de Lacan. Prigogine dice que al "manipular" la naturaleza para hacer ciencia, el investigador debe adoptar una actitud de "escucha poética". Una escucha que nos hace evocar en Freud esa suerte de atención "parejamente flotante" en el "manejo" de lo complejo de la naturaleza de la información verbal humana. Esta atención, al ser de "valor" parejamente flotante, remitiría a su vez a esa hipótesis de Freud según la cual, el neonato "valora" (autoestima) (wertet) su vivencia como "peligro".

Es que Prigogine pone el nacimiento humano como ejemplo de "suceso" que lo transforma todo. Al nacer, miles de millones de micro formas somáticas de sufrir pasan a "centrar-se" y al mismo tiempo generan, debido a los valores circunstanciales de O2 y CO2 en la sangre circulante, una primera y única forma de "valor vital". Una forma primordial de "ex-citación" de la "necesidad somática" que deviene "in-citación anímica" o "peligro" y luego valor equivalente a su "forma opuesta", es decir, valor de "satisfacción anímica" en cuanto vivencia que según Ortega y Gasset sería de "salvación" y para la biología de "valor vital".

Deleuze, desde fuera del psicoanálisis -según Lacan- habla del psicoanálisis como ciencia del acontecimiento en relación al "proceso anímico primario", proceso que Lacan prefiere leer sólo como acotado a la psicosis en Freud.
Si bien la práctica analítica tiene que ver sobre todo con formas de lenguaje y muy poco con valores de vivencia, ello no significa que esas formas no expresen valor. Porque en psicoanálisis tanto la relación del par práctica-teoría como la del par forma-valor, no son lineales ni simples. Epistemología y método requieren que el devenir dialéctico del par "forma-valor" se teorice desde la dialéctica, cantidad-calidad en Hegel, formas del valor en Marx, relatividad dimensional de lo figurativo en Freud o relatividad en la teoría de Einstein.
Si no se relaciona la forma con el valor, tampoco se relacionará la práctica de escucha de la forma con la teoría del valor de la vivencia. En este caso la concepción material del "valor" de la "vivencia" primordial no quedaría claramente definida como ex-presión de un centrar somático generador de lo anímico propiamente dicho, por im-presión de la presión vital de carga de CO2 -anhídrido carbónico, bióxido o dióxido de carbono-, que es expresión de la falta de O2.
Porque en el suceso de nacer ocurre una verdadera tras-forma-ción, por síntesis de una in-forma-ción múltiple que se replica en la vivencia. Es una tras-forma-ción en valor, resultado de la sumatoria de los valores de una infinidad de micro forma-s de in-forma-r. Esta macro in-forma-ción llega y lo cambia todo porque condensa, concentra o centra el valor. Sería el "valor de vivir", como proposición, el que centraría así un sujeto-objeto que vivencia, autoestima, im-prime y ex-presa.

Durante la segunda guerra mundial Norbert Wiener comienza a preocuparse por el "control" y la "comunicación" en relación a la defensa logística y necesita calcular el disparo de un misil para que pueda impactar en un blanco móvil cuyo piloto ya intentó una acción evasiva ante un disparo anterior. Wiener tiene presente a Heisenberg y su principio de incertidumbre pero no lo suficiente a Freud y su principio de transferencia que es idéntico y anterior al de Heisenberg y a la propia física cuántica. Este detalle sería efecto del corporativismo presente en los ámbitos de la investigación científica dónde, de modo diverso, se replica o figura lo mismo al expresarlo con un sinónimo acorde al universo de la lengua de cada ciencia concreta. El sapiens olvida que es un animal informado por la información de un planeta –el suyo-, perteneciente al animado sistema solar. Su ansia de investigar, según Freud y Ortega, estaría guiada por la necesidad de evitar la repetición del peligro vital neonatal y así volver a salvarse. Deseamos creer y crear y ser el centro o lo central porque cuando neonatos, para seguir viviendo, necesitamos ser centro anímico del soma y centro de atracción de valores de atención.

Ser centro de atención para poder seguir vivos llamando la atención del otro individuo o auxiliador, estaría estipulado o "in-forma-do" por el genoma desde nuestra "forma" seudo-prematura de nacer. El "poder vivir" desde el propio nacer, sería eso que en realidad se suele llamar "poder" (42). Es decir, un poder complementario definido por los hechos biológicos como "vital" y "trasferido"; el poder escritural que siempre le concede el otro porque ambos lo tienen así inscripto en sus genomas: el Sujeto-objeto-reclamâtor-reclamâtrix emite-llama o atrae y el Sujeto – objeto – reclamâtor - reclamâtrix recibe-atiende. Un objeto no sujeto recibe el atributo de atraer cuando desde el sujeto-objeto se le transfiere lo objetal. Se trata de lo mismo que el analista transfiere al analizante en Freud y treinta años después en Heisenberg, de lo que el sujeto transfiere al objeto al iluminarlo para observarlo. Pero previo a la transferencia anímica que recibe o da un sujeto-objeto, el soma ya le habría transferido a éste la animación que lo transformara en vivencia inicial de sujeto-objeto que nace así por y como transferencia en sí. Quizá se trate sobre todo del hecho de que al nacer hay esa necesidad inmediata del oxígeno aéreo, por un instante insatisfecha al cesar el oxígeno de los hematíes del flujo sanguíneo materno. De allí que la carga de anhídrido carbónico (CO2) sería correlativa de la falta de carga de oxígeno (O2). La carga de anhidrido carbónico excita como expresión de la necesidad o falta de oxígeno y haría a la vivencia de "peligro". Pero esa carga que excita sería la que precisamente animaría, a partir de la proposición implícita de sobre-vivir que se encuentra en esa primera vivencia por la cual habría una necesaria "proposición" bio – axio – lógica – psicoanalítica - teórica de sobrevivir.

La excitación devendría así aquello a lo que alude su sinónimo de animación, en lo que pasó de soma a ánima, a raíz de esa transferencia interna primordial que funda la proposición del sujeto-objeto. Aquella centralización o aquel centrar productor de la vivencia, sería por ello productor del ánima. El centro de animación o proposición. Y no sólo del "control" y la conexión o "comunicación" como dice Wiener. También del "des-control", cuyas causas no son ese feed-back o retroalimentación o el "atascamiento de vías" como dice también él con Rosenblueth, sino razones más complejas que atañen a aquel transferir que centra, descentra y figura el ánima que "valora" la "inversión" que verá Freud en los sueños y antes que él, Marx, Hegel, Shakespeare, Heráclito, Salomón y mucho antes Moisés, el salvado, luego salvador. En este sentido la cultura insiste al forjar su paradigma en Jesús, su nacer, su salvación y su salvar pro-clamando una atención por la cual se llama, clama, re-clama, ora y ruega: rito, lengua y habla.

Porque se trata precisamente de esa inversión biológica fundante tanto de la variación de los ácidos nucleicos genéticos como del ánima. Pues tal es la transformación que sucede entre la excitación somática descentrada y la incitación anímica centrada que expresa a su vez necesidad o proposición, seguida de la satisfacción equivalente de esa misma necesidad o proposición. Es que por inversión la satisfacción sería la réplica –o figuración no duplicada por inversión-, de la ex-citación somática que ha devenido incitación o animación o ánimo o proposición o cantidad de valor psíquico.
Por el hecho mismo de con-centrar, la excitación somática emitida devendría al invertirse, un replicante des-centrar animado o dúplex Sujeto-Objeto que autoestima o vivencia el valor "peligro" vital de esa falta o necesidad o incitación recibida o proposición para su satisfacción. Esta satisfacción, una vez alcanzada, ha de ser el contra-par inverso de "salvación" de la falta o necesidad o "peligro" o incitación recibida o proposición anteriores.

Pues lo que trabajan Wiener y Rosenblueth en neurofisiología es aquello que ya investigara Freud medio siglo antes en la clínica de pacientes con afasia y/o parafasia para producir su crítica de las teorías centralistas de Broca y Wernicke. Freud hubo de abandonar estas teorías al descubrir en su práctica de atención médica que, entre aferencia y eferencia cerebral se encontraba todo un "aparato del lenguaje" –que luego, en su teoría psicológica, llamaría "aparato anímico" (seelischer Apparat)-, cuya función no sería solamente centrar. La función anímica de "atención" del mismo sería la del Csmensor defensor de la auto-estima del Sujeto-Objeto de la proposición de vivir, que modifica lo que sucede dentro de cada quien, porque por estima o ánimo (formas del valor) o "proposición", la "atención" no sólo se "centra", también se "des-centra", "transfiere" e "invierte" para "figurar" lo que no está o para dar otra forma, por "réplica", a lo que sí está.

Es que por transferencia de y entre "formas" de lenguaje y "valores" de vivencia se modifica tanto lo que sucede dentro de un individuo emisor-receptor como lo que sucede a la vez entre dos o más. De ahí la incidencia del valor de la "atención" propiamente dicha. Más tarde, cuando Freud aborda la investigación de aquel paciente parafásico ahora transformado en analizante, calificará la atención del analista como flotante, para señalar que el valor de la misma no debiera incidir, fijarse y/o hundirse, precipitándose así en algo momentáneo del discurso.
Quiero decir que lo que Wiener refiere como "no lineal", corresponde a lo que Freud había descubierto en neuropatología, durante su tránsito hacia el psicoanálisis y su concepción del proceso primario en el cual, invertir (feed-back) no está aislado de centrar, des-centrar y figurar, pues mantiene con ellos una relación de relatividad compleja. Porque además "figurar" en Freud es "imaginar", "representar", "escenificar" o "replicar" en la medida en que todo producir humano es "figurar" la "información" por medio de "réplicas" que varían la forma y / o valor (y / o estima y / o auto-estima).

La complejidad es el resultado de la réplica dialéctica del vivir somático (falta de O2 /residuo de CO2) como valor ex-citación que se transforma en valor in-citación y deviene a su vez valor animación como resultado de su transformación en par inverso equivalente: pasaje de forma necesidad a forma satisfacción. Se trata de dos formas o figuras del mismo valor que definen a la vida misma como lo que crea figura completa o incompleta (Wittgenstein) de la forma del valor (Marx). Porque suele decirse que uno se "propone" o figura lo completo y después "Dios" dispone proveer lo incompleto. No en vano las ideologías y/o creencias religiosas y/o filosóficas prometen lo faltante. El valor de ánimo se provee a través del deseo desde la diferencia entre las dos primeras vivencias de satisfacción: salvación respiratoria y plenitud nutricional digestiva.

En la relación excitación-satisfacción también se aprecia ese feed-back del que ya Goethe (17) (18) y Feuerbach (05) se servían para sus metáforas orgánicas de "inspiración-espiración" y "sístole-diástole" para referirse a "la fórmula eterna de la vida" o a la dialéctica de la vida anímica.

No fue el timón, timonel o cyber de Wiener, sino la dialéctica milenaria lo que éste y Rosenblueth vieron en el feed-back fisiológico y en las afinidades bio-moleculares de los ácidos nucleicos. Fue la dialéctica lo que les permitió valorar la complejidad del trabajo de atención del centro Csmensor catalizador del aparato anímico de Freud. Hablar hoy de un sistema de atención situado en el cerebro o en el sistema nervioso rinde homenaje a Freud. Pero el problema que deberíamos dilucidar después de Wiener y Rosenblueth sería el de la dialéctica como centro del aparato anímico y centro a su vez del individuo cuyo soma sensomotor no erógeno, igualmente se autorregularía con o sin aquel.

Yo diría que si hubiera centro o sistema, éste tendría que ver con esa complejidad o "relatividad" vital que existe entre centrar, descentrar, figurar, invertir, identificar, copiar y transferir mediante forma-valor. Es decir entre importar y exportar importancias por auto-estima (del sujeto-objeto Csmensor), en concordancia con la figura-meta del deseo inconsciente y por medio de la auto-atención preconsciente (del sujeto Csmensor) para satisfacer necesidades y evitar peligros.

Sería un trabajo complejo entre "co-digos" o pares de lenguajes: entre el "co-digo" de la díada inconsciente-preconsciente, a la que llamamos "doble", porque forma parte de cada quien y el "co-digo" de la díada preconsciente-consciente, a la que llamamos "diplo" porque, por estar en relación con el otro, necesita hacer gala de "diplo-macia". Un trabajo de las representaciones anímicas y sus representantes en el lenguaje social por estar ambos –las representaciones y sus representantes- siempre a favor y / o en contra de la realización de la representación-meta cifrada o del Csmensor. Diálogo del par "deseo-defensa" que, por inversión, figura tanto lo completo como lo incompleto de la representación-meta que el deseo quiere ver realizada. Diálogo interno íntimo y diálogo externo social del sujeto-objeto con sus pares reclamâtor-ingannâtor o reclamâtrix-ingannâtrix, en relación con la dialéctica forma-valor y con la dialéctica identificación-transferencia de cada uno.

Se trataría de esa misma lucha borrosa que sólo se percibiría nítidamente en el ámbito social de las clases, grupos y sectores, cuando centra intereses particulares circunstanciales, frente al descentrar del cambio vital que ese mismo todo de clases-grupos-sectores pugna por centrar en un Estado de derecho legal mantenido sin cambios, común –o no- a todos los partidos.

Diría que tanto en el espacio molecular como en el celular, tisular, orgánico, somático, anímico, social y ambiental se trata de lenguaje o intercambio vital a favor de "vivir en sí" o de "figurar vivir". En el alma es intercambio entre representaciones anímicas y en la sociedad entre representantes de aquéllas, pues se evidencia que en el sapiens no se trata de la vida del soma sino de la vida del ánima, que es quien hasta lo replique, si es que pudiera suponerse una resonancia somática del clamar registrada dentro del contexto que cifra el texto de la primera vivencia de satisfacción respiratoria como deseo clave.

Porque los representantes formales del lenguaje son formas que tienen que ver con la información que hace que lo ideológico de la semiósfera forme-deforme-uniforme-uniformice, al conformar formación político-religiosa. Es la formación anímica de un centro organizativo Csmensor que atiende, censa, censura, elige y cataliza el vivir; un centro al cual Freud denomina "aparato del lenguaje" en aras de procesar una teoría compleja, no lineal, en lugar de aquellas otras teorías más bien centro-mecánico-lineales de Broca y Wernicke. Freud descubre que es la dialéctica anímica la que recoge o copia la dialéctica somática de centrar y des-centrar o se identifica con ésta.

Esta dialéctica se expresa al animar lo social y económico que hay en construir, de-construir y re-construir. Se trata de ese aspecto anímico íntimo que da forma a lo inter-humano porque recibe su forma desde el soma y la intimidad genética de la doble espiral del ADN que genera vida al replicar (descentrar y centrar). El capital se produce, acumula e intercambia como lenguaje, cual expresión simbólica de la lógica humana de necesidades múltiples (con satisfacción), vinculadas al re-clamar y de deseo único (sin satisfacción), vinculado al clamar. Es que la gramática humana sería una secuela o réplica de una logística homínida de supervivencia, réplica a su vez de esa permeabilidad celular de bacterias y protozoos que refieren a lo anaerobio, matriz evolutiva de la inversión CO2-O2 y quizá de toda inversión.

Desde aquella vida más primordial del planeta, como moléculas proteicas autorreguladas, anaerobias, productoras de oxígeno que da origen a la atmósfera, se llega a esa inversión vital que ciencia y teoría permitirían abonar: el pasaje de producción de O2 a producción de CO2. El mismo CO2 que en el animal sapiens-reclamâtrix-reclamâtor ex-cita primero el soma y enseguida in-cita el ánima que luego siempre habrá de clamar y re-clamar. Y es por intermedio de este reclamar anímico que ese CO2 producirá más y más capital y más y más de sí mismo (como CO2), hasta recalentar la atmósfera y generar un peligro común que hoy obliga a invertir en "clamar y re-clamar salvar". Una visión lineal diría que de seguir así la producción de CO2, volveríamos a respirar CO2 como nuestros ancestros monocelulares de los cuales partiera el O2 que constituyera la atmósfera que hiciera posible la evolución vital natural hasta llegar a los reclamâtor-reclamâtrix que ahora somos.
De ahí que la dialéctica industrialismo-ambientalismo produciría su síntesis haciendo rodar la vida por medio de la información y la informática, con el objeto de evitar el círculo cíclico de la producción bélica que hace a la supervivencia del reclamar por medio de un trabajo sin fin de construcción y de-construcción. Hoy más que nunca se transparenta el trabajo que, como información y lenguaje, remite al re-clamar en tanto réplica de ese clamar primordial individual específico relacionado con la permeabilidad celular. Por eso parece tan evidente que la información, heredera del re-clamar social y del clamar glótico individual, produzca cada vez más valor y ocupe un lugar creciente en esa bolsa de valores que parece traducir lo que fuera aquella primera célula necesitada de un determinado valor de oxígeno para vivir.

Por eso es preciso leer a Marx desde la óptica de Menger, Freud, Einstein, Heisenberg, Wiener y Prigogine para arribar al concepto económico de la función anímica de la "atención" en relación con la identificación de importancias, con importar, replicar, subjetivar, transferir y objetivar mediante catálisis censoria sensomotora central del Censor o Csmensor defensor de la auto-estima del sujeto-objeto. Lacan precisamente, descentra su atención de la atención médica para centrarla en Freud y en su atención "flotante". A partir de de Saussure, Jakobson, Levi-Strauss y otros, Lacan gesta una epistemología que, junto a Freud, parece volver a figurar, es decir refigurar, un psicoanalista en transferencia como co-catalizador de forma y valor que, como tal, permitiera así también apreciar lo social.

Veamos un ejemplo sencillo. El 11-09-1973 de Chile llamó y centró la atención latinoamericana. El 11-09-2001 de EEUU llamó la atención mundial. La forma y el valor que tuvo el segundo hicieron que fuera más informado que el primero y que también por ello formara más, al des-centrar y llamar la atención previamente centrada en sucesos menos informados: valor anímico de atención. Quiero decir que no se trata de economía general sino de la economía anímica de la proposición del llamar la atención para vivir. Pues lo que el genoma le informa al soma y éste replica en el aparato del lenguaje anímico, es lo que sobre todo debe primar desde el nacimiento aéreo: el par "llamar y atender".

En lo social, llamar la atención tiene como objetivo des-centrar la atención de otros centros que la con-centran. No es el trabajo colectivo de la hormiga que obra, sino el trabajo individual del sapiens que llama. Destruir la Moneda en Santiago de Chile en 1973 fue un centro que llamó la atención, pero destruir el World Trade Center de Nueva York en 2001, fue un centro que llamó más la atención, al des-centrar la atención todavía dirigida hacia la fecha "once nueve" que estaba centrada en Chile y a-traerla para centrarla en EEUU. Y viniendo al Uruguay, la atención sobre ese mismo "once nueve" pero de 2006 no estuvo tan centrada ni en los acontecimientos de Nueva York de 2001, ni en los de Santiago de 1973, porque ese día el centro de atención de los uruguayos se desplazó o des-centró hacia otro centro de forma afín, pero con mayor valor de prontitud o inmediatez, porque ese día la Justicia dictaminó el primer procesamiento de militares criminales.
No es casual que en cada quien la atención se concentre o descentre según las circunstancias. Quizá se deba a que en su origen la atención tiene que ver con el contraste que existe entre las dos primeras vivencias de satisfacción, ambas precisamente como producto de centrar lo descentrado. Me refiero a que la atención de una colectividad también se procesa por estar llamada a concentrarse. Se trataría de una función plástica anímica que tanto puede llamarse como evitarse porque censa y censura y en consecuencia genera a su vez la necesidad de invertir y / o figurar formas que no llamen la atención.

Es lo que Freud descubre en el lenguaje gestual y/o verbal de la vigilia y en el figurativo del dormir. Las palabras concentran o sintetizan morfemas descentrados de otras palabras, así como las figuras concentran rasgos descentrados de otras figuras. Se trata de compuestos o síntesis de elementos. Esa síntesis es la que, como en la química, se produce en lo anímico, en el lenguaje y en lo social que se va a analizar. En 1899 Freud la llama químicade las sílabas cuando la analiza en el discurso de sus analizantes. En 1808-9 Goethe hablaba de afinidades electivas para referirse a lo que analizaba en lo anímico de la relación interpersonal y en 1819-20 le llama fórmula eterna de la vida a la dialéctica. Entre Goethe y Freud, Feuerbach piensa que Dios sería como una autoconciencia inconsciente del sapiens y que la vida anímica de éste sería lo que Herbart denomina "real" en las fases "pasiva" y "activa" de la "atención" y que funcionaría como una suerte de "sístole-diástole" dialéctica, en el sentido de Hegel. Digo esto porque da pie a pensar que es eso lo que se puede leer en el par Verdichtung-Verschiebung de Freud como "centrar-des-centrar".

La línea ideológica producida por Goethe, Herbart, Hegel, Feuerbach, Marx y Freud en los siglos XIX y XX, esboza una tétrada psíquica (ánimo, atención, lenguaje y centrar-descentrar) de forma y valor, que sería el aporte que se podría hacer a una teoría coherente del síndrome de despersonalización. Permitiría enfocar en teoría, la reflexión hacia un más allá de las ideas de persona, yo o sujeto del inconsciente. Ya no sería cuestión de articular dramaturgia, máscara y escena para remitir el psicoanálisis al teatro en la historia de las ideas, sino de ver la cultura como obra del creer y a éste como únicamente psíquico. De esa forma, serían creencias tanto "la persona", como "el yo", "el sujeto del inconsciente" o "el sí-mismo". Es lo que enseña la semiología psiquiátrica y psicológica, desde el centrar-descentrar del proceso primario.

 

Los sentimientos de "despersonalización", "desencarnación", "desanimación" y "desrealización" serían vivencias que expresarían una oscilación del valor en la dialéctica del par "centrar-descentrar". Me refiero a esa plasticidad que se manifestaría a través del corrimiento sinonímico entre valor y ánimo. La retracción del ánimo para concentrarse en un punto puede verse expresada por la atención como tal. Al centrar la atención sobre sí, esta se retrae del soma erógeno, como se aprecia en la clínica psiquiátrica del síndrome (semiológico) de Cotard o vuelve a prestarla en forma no armónica al trastornar el esquema corporal, como en el síndrome de despersonalización. Quizá fuera lo inverso, lo que sucedería en la desanimación" de los síndromes depresivos neuróticos, en los cuales las molestias somáticas o "equivalentes depresivos somáticos" expresarían un des-centrar del ánimo para con-centrarse sobre ciertas zonas así hipererogenizadas, desde otras así hipoerogenizadas.

En la adolescencia se puede tener una vivencia de desapego con el cuerpo propio que genera una interrogante que suele formularse como "¿y este cuerpo aquí conmigo, qué es, qué hace?".
La pregunta parece emerger de un centro muy reducido que condensaría sobre sí todo lo anímico. Un centro, quizá circunstancial en cuanto concentrador del ánimo como valor en un momento dado, ya que el referente del valor en sí sería la primera vivencia de necesidad como forma, por el hecho de ser antagonizada por la primera vivencia de satisfacción equivalente, que pasa a ser forma de valor.

Algo de esto podría verse también en el fenómeno del desplazamiento de la mano de obra, en relación al del capital, cuyo origen está en la acumulación de esa misma mano de obra realizada. Porque también se dice que nadie es profeta en su tierra, por el hecho de que no se le da el valor que sí obtiene en otro lado. Habría así un centrar-descentrar en el valorar del trabajo a los ojos de ese otro que lo ha despojado de valor. Se suele descentrar el valor de otro o de un trabajo ajeno por necesidad económica de diferenciar. El deseo de salvación-plenitud, matrizado en la diferencia vivencial entre la salvación respiratoria y la plenitud digestivo-nutricional, guiaría la atención hacia la identificación de valor o importancia, en el sentido de lo que importa importar y/o exportar para lograr des-con-centrar la atención y dirigirla a analizar lo dialéctico en la "forma-valor" ajena, con el objeto de identificar importancias y a continuación descentrar-desplazar la atención desde allí para dirigirla a concentrarse luego en la dialéctica "forma-valor" propia. Se trata de una atención pre-consciente que no discrimina lo propio de lo ajeno en sí, pues sería el "descentrar-centrar" que catalizaría -también como par dialéctico y desde el Csmensor-, la animación hacia una homeostasis sólo vital en lo anímico.

Ese feed-back centrar-descentrar sería una plasticidad "de-fin-ida" por su fin del sobrevivir anímico. El mismo feed-back gestaría el auto-mantener de la auto-animación desde la minusvalía propia, por medio de "plusvalía" ajena. Es que el Hilflosigkeit o "desvalimiento" del nacer sería más bien una minus-valía propia, ya que el neonato cuenta con el valor de su clamar y con-mover que, le permitiría llamar, atraer o mover una plus-valía ajena de "atención", inversa y biológicamente proporcional y todavía lejana como la loba. La cuestión es de circunstancias de "amor" o de aquellas que por efecto de su falta o equivalencia puedan fundar –insisto en esto-, junto con Rómulo y Remo, el anagrama de tal clave de amor.

En resumen, la "Transformology" sería una transdisciplina en evolución hacia una disciplina que se definiría por estudiar la transformación de la información en toda transferencia discursiva, sin privilegiar ninguna forma como podrían ser la mercantil, la psicosexual, la lingüística, la cibernética o la semiótica, ya que la "Transformology" investigaría el "centrar-descentrar-invertir-figurar" de la variación formal del valor en el ocurrir o suceder imprevisto de la dialéctica "elemento-compuesto", "parte-todo", o "local-global".

 

 

Referencias:

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Martín Wolf-Felder; llamarlaatencion@hotmail.com tel.708.99.29 Montevideo, enero 2007, para www.querencia.psico.edu.uy Revista de Investigación Psicoanalítica de la Universidad de la República Oriental del Uruguay /Revue de Recherches Psychanalytiques de l’Université de la République Orientale de l’Uruguay