Tatuaje y resistencia al olvido.
Un intento de pensar el cuerpo en la modernidad líquida.
Gonzalo Corbo.

 

Introducción.

El propósito de este trabajo es reflexionar desde la perspectiva psicoanalítica acerca del cuerpo en la "modernidad líquida" (Bauman, 2003), entendiendo que éste constituye un interesante analizador de las relaciones que entablan los sujetos entre sí y de los efectos que ellas conllevan.
Si el psicoanálisis nació desde la escucha del malestar del sujeto fundamentalmente expresado en el cuerpo de las histéricas, propongo pensar otras experiencias que involucran al cuerpo (tatuajes, piercings, cirugías estéticas) que parecen dar cuenta de novedosas articulaciones y posiciones de un sujeto en la cultura actual.
En particular, se trata de reflexionar como a través de algunas intervenciones en el cuerpo, por ejemplo, la práctica del tatuaje, el sujeto intenta construir un sentido de identidad, de pertenencia y una respuesta frente a la fugacidad e instantaneidad de las experiencias que les toca vivir. Dimensión temporal que presenta un vértigo inédito y confiere a los vínculos un carácter siempre cambiante. Por este motivo sostenemos que en las instituciones, la familia, los modos de socialización, la consideración de la figura del adolescente o el niño ya no se trata de lo mismo y seguimos buscando nuevas formulaciones que nos permitan entender que es ser sujeto en la actualidad.
De esta manera, el cuerpo, reducto más íntimo del sentido de la identidad del sujeto se convierte en testimonio privilegiado, en documento complejo a saber leer e interpretar del impacto de la cultura en todos nosotros.


Cuerpo y modernidad líquida.

¿Cómo pensar el cuerpo en la modernidad líquida? Entiendo que la interrogante obliga a subrayar algunas de las características centrales de este período que nos permitan hallar las coordenadas para entender desde dónde se construye un cuerpo en éste, nuestro tiempo.
Bauman (2003) utiliza la metáfora de lo sólido y lo líquido para establecer las diferencias entre un tiempo donde las instituciones tenían permanencia, predictibilidad y fijeza, esto es lo sólido y un tiempo actual, líquido, en constante cambio y movimiento, caracterizado por la disolución del vínculo capital-trabajo de la modernidad pesada, estableciendo un nuevo orden social que transforma la vida de los sujetos y reformula sus instituciones.
Las viejas sociedades disciplinarias dieron paso a una nueva configuración donde lo que aparece como menos evidente e identificable son las codificaciones estables que orientan al sujeto en su posición con respecto a los otros más cercanos y la sociedad en su conjunto.
En lo personal, quiero detenerme en algunas consideraciones que realiza este autor sobre lo mencionado anteriormente Cito: "Como resultado, la nuestra es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente sobre los hombros del individuo". Y agrega: "La licuefacción [nótese la metáfora de transformación de lo sólido en líquido] debe aplicarse ahora a las pautas de dependencia e interacción….Estas pautas son maleables hasta un punto jamás experimentado ni imaginado por las generaciones anteriores." (Bauman;2003:13)
El antropólogo André Le Bretón en un reportaje realizado por Elisabeth Gilles (2009) nos brinda algunas claves para entender la encrucijada en la que se encuentra el individuo actual en relación a su cuerpo. De la lectura de su entrevista podemos entrever dos estrategias frente a lo que implica tener un cuerpo en este tiempo: una que intenta despreciarlo (sus representantes más radicales, pertenecientes a la cibercultura lo consideran un lastre porque envejece y enferma) y por otra parte, los representantes más notorios de la otra estrategia que intentan exaltarlo. En esta segunda posición destacamos que hoy más que nunca el cuerpo se nos aparece como un material a bricolar para ponerlo a la altura de los designios y anhelos del sujeto. Y Le Bretón es aun más enfático: "El cuerpo es un objeto imperfecto, un borrador por corregir ¿Qué hace la cirugía estética? Se intenta cambiar el cuerpo para luego cambiar la vida" (Le Bretón;2009:32)
Asistimos así a deslizamientos semánticos interesantes porque muestran el viraje del individuo (que debe estar sano) al consumidor de productos dietéticos, balanceados (que debe estar en forma), que ciertamente, no es lo mismo.
En síntesis, nos dice Le Bretón (2009:32) para ambas estrategias "se hace del cuerpo un socio que se mima o un adversario que se combate para darle la forma deseada".


Tiempo y espacio.

Tal como señala Araujo (2008:26) "Pareciera que queremos eternizar la juventud y paralizar el pasaje del tiempo en nuestros cuerpos, a través del jogging, de la musculación….¡Para algunos la obsesión es detener el tiempo!"
Bauman propone que la historia del tiempo comienza con la modernidad, constituyendo tiempo y espacio categorías trascendentales e interdependientes a la hora de aprehender el objeto de conocimiento.
Mientras que la modernidad sólida se caracteriza por el volumen, el espacio, el acero y el concreto como los signos visibles de la riqueza que ese sistema podía generar, la modernidad liviana, la del software en contraposición del hardware, la de la instantaneidad como nueva sensación omnipresente "augura la devaluación del espacio." Y agrega: "El término ‘instantaneidad` parece referirse a un movimiento rápido y a un lapso muy breve, pero en realidad denota la ausencia del tiempo como factor del acontecimiento." (Bauman: 2003:127)
Esta relevante transformación en las relaciones de los sujetos pautadas por la perentoriedad y la distorsión o al menos el cambio en el sentido de la continuidad en tanto proyecto, genera la vivencia de la vida como momentos, "puntos sin dimensiones" confiriendo a la elusividad una característica apreciada y necesaria para la adaptación del sujeto a la sociedad actual.
Por último, en el capítulo dedicado al espacio-tiempo Bauman sintetiza el estado actual de las cosas y el núcleo de la articulación con el tema del cuerpo que pretendo realizar. Cito: "el advenimiento de las instantaneidad lleva a la cultura y a la ética humanas a un territorio inexplorado, donde la mayoría de los hábitos aprendidos para enfrentar la vida han perdido toda utilidad y sentido" (Bauman;2003:137)
Así, en este tiempo de sustituciones permanentes lo que Lewkowicz (1996) llama "tiempo alterado" aparece en contrapartida en algunos sujetos, la necesidad de llevar marcas en la piel (destaco aquí el tatuaje como elemento simbólico, en tanto escritura), huellas duraderas que le confieran al sujeto el sentimiento de cohesión que la instantaneidad jaquea


Psicoanálisis y cuerpo.

El psicoanálisis nació leyendo en el síntoma histérico la expresión simbólica de un deseo reprimido. Freud teorizó con el Inconciente un nuevo territorio al que atribuía el carácter de "missing- link" (Correspondencia Freud-Groddeck; 5/6/1917) entre lo psíquico y lo somático. Esta otra escena, capaz de reinventar una anatomía que contradice el saber médico, era producto del afecto que en su estrangulamiento, vía conversión, deviene síntoma y que por lo general conmemoraba en aquellas mujeres inmortalizadas en los "Estudios sobre la Histeria" (1895), eventos importantes o anodinos a la vista de otros, pero sin dudas, inolvidables aunque paradójicamente reprimidos para estas personas.
Y sin embargo, Freud no hizo una metapsicología del cuerpo, no dedicó ningún apartado especial a este tema que es igualmente un elemento ineludible a la hora de pensar la constitución psíquica.
En Tres Ensayos (1905) destacó que el cuerpo es fuente de excitaciones, que lo somático alcanza a través de las representaciones lo psíquico y con los conceptos de zona erógena y autoerotismo, teorizando el lugar del placer en la regulación del aparato anímico.
En "La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis" (1911) Freud nos ilustra que en el cuerpo, cada órgano es un campo de batalla donde no es posible servir a dos amos a la vez. Si la visión sirve para ver la sensualidad del objeto, en contrapartida le será vedado el uso del ojo para valerse en la realidad. El mismo movimiento defensivo será descripto para las parálisis histéricas: la mano que quiere agredir estará impedida de ejecutar movimientos. Noción de conflicto presentada en su dualidad que condensa en el síntoma representaciones simbólicas del deseo y la defensa.
Con la Introducción del concepto de Narcisismo (1914), el cuerpo fue cada vez mas asociado al  yo, al punto de constituir el núcleo, el momento inicial de su constitución (a lo que Lacan le agregará que será imprescindible la mediación del otro que hace de soporte con su imagen para que la identificación primaria pueda establecerse en el estadio del Espejo (1949) y asistir así al "nacimiento del yo").
En "El Yo y el Ello" (1923) Freud profundiza lo esbozado anteriormente y señala que ante todo el Yo es una esencia-cuerpo y constituye la proyección de lo somático en lo psíquico, pudiendo nosotros relacionarlo con el concepto de sí-mismo en tanto aspecto nodular de la identidad.

Aunque otros analistas han aportado conceptos importantes para comprender mejor el cuerpo, el malestar y la constitución psíquica del sujeto, por razones de espacio solo nombraré a la escuela psicosomática de Marty (1992), los aportes de Aulagnier (1977) y McDougall (1998) que en sentido relativamente convergente elaboraron teorizaciones que permiten comprender aquellos malestares diferentes del síntoma tal cual lo teorizaba Freud en tanto expresión simbólica de un deseo reprimido sino como evacuación de contenidos que a falta de representaciones que puedan darle sentido, son depositados en el cuerpo. Este déficit simbólico estaría determinando la utilización del cuerpo como continente de sensaciones inmanejables, en un estado pre-representacional a la espera de su traducción a representaciones que se puedan inscribir de manera diferente en el psiquismo.
Esto nos pone en el camino de pensar diferentes modos de inscripción y en cómo las características de los contenidos que deben ser regulados en el aparato anímico determinan diferentes respuestas y maneras de articular la experiencia.


Tatuajes

Tatuar procede del inglés tatoo, voz tomada de los indígenas de Tahití para designar el acto de dibujar.
Aunque su origen se remonta al inicio de los tiempos, su extensión y lugar en los diferentes ritos estudiados, nos hace pensar en la necesidad que tuvieron diferentes culturas de marcar el cuerpo como elemento fundamental para expresar su posición sociosimbólica.

 

Tatuaje y Psicoanálisis

¿Cómo pensar el tatuaje desde el psicoanálisis? ¿Qué lugar tiene en la economía psíquica del sujeto?
Lopez (2002) destaca que "La relación con el tatuaje por momentos también parece recrear una transicionalidad winnicottiana. No se ubica ni adentro, ni afuera, como aquel espacio donde se desarrolla el juego, la creatividad, siendo a veces un intento de acomodación y apropiación a una realidad temida"
De esta manera el cuerpo del adolescente (momento evolutivo en el que por lo general el sujeto se realiza el primer tatuaje) busca ser reorganizado a través de marcas, recreando ritos ancestrales que invocan un cierto aire atávico, quedando siempre en la singularidad de cada sujeto la eficacia simbólica que el tatuaje o cualquier otra marca pueda proveer en términos de transformación subjetiva.
Sin descuidar el sentido de identidad que puede otorgar la realización de un tatuaje (especialmente a través de la pertenencia a un grupo donde sus miembros comparten esta práctica), como señala Reisfeld (2004:72) esto mostraría "una de las contradicciones inherentes al empleo actual del tatuaje: se lo busca como un medio de individuación y, al mismo tiempo, opera dentro de lo que Blos describe como ´defensas de uniformismo´."
En los casos de personas con tatuajes múltiples, Reisfeld (2004:120) sostiene que "la piel es tratada en el tatuaje como una superficie o pantalla donde proyectar una amplia gama de fantasías, afectos o situaciones conflictivas fundamentalmente inconcientes", sugiriendo la hipótesis de un déficit representacional que utilizaría al tatuaje como una segunda piel, creando una nueva envoltura que oficia como "banco de memoria" y tendría como función historizar la vida del sujeto.
En algunos casos, cuando el cuerpo es progresivamente y profusamente tatuado "subyacen fantasías de resurrección o auto-engendramiento" (Reisfeld;2004:121).
Otro aspecto que debe ser considerado es la cuestión del dolor en tanto en algunos casos "procurarse un dolor físico y puntual puede ser mucho más tolerable que verse desbordado por un dolor mental inconmensurable" (Reisfeld;2004:144).
Pero en términos generales, sin llegar a los extremos anteriormente explicitados, adherimos a las ideas de Guerra (2006:53) quien destaca el papel de prevalencia de la experiencia sensorial en la construcción de la subjetividad en la actualidad, siendo el tatuaje ya no representación de la ausencia del objeto sino presentación entendida esta como una manera de inscripción intermedia entre la huella del objeto perdido y la presencia real del objeto, presencia garantizada por el uso de la piel "como ámbito confiable de permanencia" .

 

El tatuaje y la cultura

"Miami Ink", serie-reality de televisión emitida por la cadena TLC desde el año 2005 describe las peripecias de un grupo de profesionales tatuadores (¿artistas?) y las historias de sus clientes quienes relatan las motivaciones para la realización y elección del diseño en el tatuaje, así como explicitan sus estados de ánimo y expectativas acerca del tatoo.
Generalmente se trata de historias desdichadas, la mayoría de las veces, remiten a muertes o separaciones de personas queridas aunque también aparece el interés por realizar un tatuaje motivado por la voluntad de dejar una marca permanente que permita recordar momentos decisivos en la vida de los sujetos (nacimiento de un hijo, matrimonio, etc).
Por supuesto hay personas que intentan tatuarse por motivaciones que –aparentemente- están vinculadas a un interés fundamentalmente estético.
Aunque no podemos desconocer la cuota de manipulación que supone el casting de un programa de televisión para elegir a los candidatos más adecuados a fines de realizar un programa que obtenga rating, no deja de llamar la atención la necesidad de elaboración de duelos a través de la inscripción en el cuerpo de buena parte de los participantes, como si otras vías de elaboración estuvieran obstaculizadas y precisaran de un plus para que algo pueda así inscribirse.
En relación a las marcas como ritos, Zizek (2001) establece que en la lógica del corte del cuerpo podemos distinguir cuatro etapas. En primer lugar la que corresponde a las sociedades tribales que giran alrededor del espacio socio-simbólico que el sujeto conquista a través de los diversos rituales. En una segunda etapa, "la lógica judía: un corte para poner fin a todos los cortes", de allí la prohibición para la religión judía de otra marca en el cuerpo con otra cosa que no sea la circuncisión. (Levítico 19:28)
En el tercer tiempo, el corte como signo de la Alianza ya no es necesario. Dice San Pablo: "..La verdadera circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en la letra" (Romanos II:26-29).
Por último, se establece la etapa posmoderna -pudiendo extender esta fase hasta la hipermodernidad- del corte "neotribal".
Así en la actualidad, el corte, la modificación corporal y el tatuaje pasan a convertirse en algunos casos, en espectáculo, exceso que puede refrendarse en el libro de Record Guiness (donde existe una categoría que especifica quien es el hombre más tatuado y que porcentaje de su cuerpo está cubierto por dibujos), rareza y show mediático que quita eficacia simbólica al tatuaje para hipertrofiar la dimensión imaginaria.
A partir del ternario Real, Simbólico e Imaginario conceptualizado por Lacan, Zizek -citado en Gatto (2003)- agrega que "ciertas prácticas ejercidas por los/las sujetos sobre su cuerpo tales como el tatuaje, las cirugías estéticas, las perforaciones en la carne deben ser puestas en relación con la declinación del Otro o el achatamiento del orden Simbólico….se llega a la conclusión que ante la declinación del orden Simbólico, lo Imaginario cae sobre lo Real [del cuerpo]".
Por esto se entiende que ante el debilitamiento de la institución del matrimonio algunas parejas prefieran tatuarse las alianzas en lugar de ir al registro civil o en otros casos –nosotros- vemos a jóvenes que en lugar de afiliarse a la institución deportiva de las que son hinchas prefieren mostrar su compromiso y "ofrecer" su cuerpo como lienzo y el dolor consecuente tatuándose las insignias del club de sus amores.
¿El tatuaje es una moda? ¿La permanencia del tatuaje en el cuerpo no desvirtúa cualquier utilización pasajera que obedezca a las lógicas del consumo masivo?
Es temerario dar cuenta de todas las razones y sentidos que pueden adquirir los tatuajes para las personas, sin duda, al igual que otras expresiones culturales estos pueden encarnar intereses estrictamente estéticos o en otros casos, se pueden visualizar "la existencia de rasgos contra-hegemónicos en algunas prácticas juveniles ligadas a las cartografías del cuerpo-sujeto" (Ganter;2008:6). El mismo autor propone pensar en el tatuaje del código de barras (en lo personal, la primera vi ese diseño fue en la película "12 monos", 1995, dirigida por Terry Gilliam y protagonizada por Bruce Willis), un ejemplo logrado de desterritorialización de los signos para hacerlos trabajar en un sentido invertido al de su uso convencional, revelando la sujeciones a las que el individuo se encuentra sometido: el cuerpo-cosa y el cuerpo-serie que se mercantiliza como un objeto más.
En suma –nos dice Ganter (2008:7) citando a Ferrer- "quien se tatúa hoy ´por moda´ lo que subvierte no son los códigos del tatuaje, sino mas bien los de la moda, puesto que hace estallar lo que le es más inherente: su transitoriedad y su capacidad de reemplazarlo por otra, que se instale en su lugar. El tatuaje al fijar la moda, la mata y ese réquiem es ritual"

 

Consideraciones finales.

El achatamiento del orden simbólico ha dejado al sujeto en estado de orfandad en relación a un sistema de referencias y valoraciones o al menos, con la sensación que ya no son válidas las experiencias, los ideales o los puntos de vista de las generaciones precedentes, caducos ante la marcha victoriosa de la ciencia y las nuevas tecnologías que aportan una perspectiva cada vez más hegemónica de nuestra manera de ver el mundo.
En este contexto, la modernidad líquida cambió nuestra manera de vivir el tiempo. El vértigo y la fugacidad imprimen el sello dominante a la experiencia subjetiva, lo que parece generar en algunos sujetos la imperiosa necesidad de detener el tiempo, o al menos, atenuar sus efectos en el cuerpo a través de diversas prácticas en él, núcleo de la identidad del sujeto.
Por eso destacamos en nuestra reflexión la primacía de lo sensorial, el procesamiento a través de las marcas en el cuerpo, especialmente en el caso del tatuaje, el cual funciona en algunos casos como soporte biográfico que estabiliza, metaboliza, "da cuerpo" a lo evanescente para hacerlo testimonio de la impronta de los otros en la vida de los sujetos.
Freud (1900:569) proponía que la manera de operar del psicoanálisis consistía en posibilitar el trámite de lo anímico para que luego pueda ser olvidado. Personalmente, pienso que para algunos sujetos sometidos a las condiciones de la hipermodernidad se trata de no olvidar como trámite para permitir una identidad, en este caso, tatuarse para resistir al olvido que jaquea la identidad.

 

Bibliografía.

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