Trauma, subjetividades y profesiones imposibles.
Irene Barros

 

"Sería interesante que intentáramos ver cómo se produce, a través de la historia, la constitución de un sujeto que no está dado definitivamente, que no es aquello a partir de lo cual la verdad se da en la historia, sino de un sujeto que se constituyó en el interior mismo de ésta y que, a cada instante, es fundado y vuelto a fundar por ella".
M. Foucault (1986:16)

"Las prácticas privadas de rememoración que, por hallarse fuera del ámbito público, pueden conservar una independencia relativa del discurso dominante, brindan a los sujetos el material con el cual re-construir la experiencia. Sin embargo cuando la experiencia es de "catástrofe social", la búsqueda de sentido parece una empresa imposible, pudiéndose sostener solamente si se comparte con aquellos que son atravesados por la misma experiencia".
Bettina Calvi (2006:129)


1.
¿El país de las últimas cosas? 1

Apenas comenzado el año que pondrá final a la primera década del siglo XXI, un terremoto 34 veces más intenso que la bomba de Hiroshima en Japón deshizo Puerto Príncipe, capital de Haití. No uso la expresión "pobre" para referirme a este país, aunque la pobreza de la mayoría de sus habitantes es más que terrible, es obscena, sin ser ellos los obscenos sino nuestro sistema que admite aún tales avasallamientos a la vida y dignidad en este planeta. Esta realidad, imposible de captar desde la hiperrealidad (2) de la que se sustrae y en la que tratamos de seguirla, hipercomunicados, día a día desde todos los medios de los que disponemos, nos afecta desde la intrincada trama de relaciones económicas, políticas, sociales; desde el poder –hoy más que nunca resulta evidente que gobierno y poder no necesariamente van juntos- que produce, en parte, historia, una parte de la historia. Catástrofe y oportunidad: el desastre destruye la vida de muchos y crea condiciones que aprovecharán otros, unos pocos. Idea esta desarrollada por Naomi Klein en "La doctrina del shock" (3), al referirse a las estrategias y tácticas del capitalismo para desembarcar en los lugares desestabilizados por desastres, aprovechando la confusión y vulnerabilidad para apoderarse de sus recursos. Las imágenes hablan por sí mismas, las palabras se quedan cortas. Me acerco con el programa Google Earth todo lo que me permite la tecnología doméstica y veo que está actualizado, ¿pero cuál realidad estoy viendo?, ¿qué aparece en mi ventana virtual? Un mapa sofisticado que aparenta ser más real que la realidad: nada quedó en pie, la fotografía muestra sólo escombros, el Palacio de Gobierno de Puerto Príncipe desapareció. Muy conveniente para algunos: Haití es un país lleno de pobres, pero es un país rico, tiene uno de los yacimientos de oro más importantes del planeta. Lleno de paradojas, nuestro mundo está expuesto, lo contemplamos, no es posible eludir las imágenes del abuso de poder y devastación. Esta realidad que parece muy lejana y que afecta a personas aparentemente tan distintas a nosotros, es seguida a cada instante, nos impacta, forma parte de nuestro paisaje cotidiano. El cybermundo ha transformado al lejano en cercano(4) y este condensa en su tragedia los miedos e inseguridades de nuestra época: consecuencias del cambio climático, guerras, ocupaciones, saqueos, escasez de recursos, enfermedades. "Pero, ¿es eso a lo que llamamos vida?", pregunta Paul Auster en "El país de las últimas cosas" lugar de ficción al que Haití se está pareciendo demasiado, "Dejemos que todo se derrumbe y, luego, veamos qué queda. Tal vez sea ésta la cuestión más interesante de todas: saber qué ocurriría si no quedara nada y si, aun así, sobreviviríamos". (5) La tentación de ver qué queda luego del desastre, cuando no quede nada para llevarse. Sin embargo, no se hicieron esperar los equipos de rescate de todo el mundo. El tiempo y el espacio se trastocaron, estallaron, el instante definía la vida y la muerte en los sepulcros de escombro. El tiempo allá abajo y el tiempo de la búsqueda desesperada en la superficie, sonidos, señales, plegarias, esperanza, dolor. Las catástrofes naturales constituyen lo que se denominan eventos disruptivos (M. Benyakar, 1999); cuando son de enorme magnitud requerirán de un despliegue inmediato y organizado de recursos para recuperar a los damnificados. Los cuerpos afectados ya no serán los mismos, habrá cuerpos mutilados, otros desaparecidos, muertos, saqueados, robados, violados.
Los efectos de esta situación disruptiva pueden ser diversos, de acuerdo al impacto subjetivo, los recursos psico-simbólicos y socio-psíquicos, la posibilidad de metabolizar la experiencia, articular los procesos otorgando sentido a lo acontecido. "La verdadera desesperación puede convivir con el ingenio más asombroso; surgen la entropía y el florecimiento. Como quedan tan pocas cosas, ya no se tira casi nada y han encontrado aplicaciones para materiales que antes se despreciaban como basura. Todo esto tiene que ver con una nueva forma de pensar. La escasez conduce la mente hacia nuevas soluciones y uno se descubre dispuesto a abrigar ideas que antes nunca se le hubieran ocurrido".(6)

2. Vicios, privados de virtudes públicas. (7)

En medio de esta tragedia, la violencia hacia la mujer que ya era un problema desde antes, estalla en la forma de raptos y violaciones hacia niñas y mujeres refugiadas en los campamentos. La ayuda humanitaria deberá enfocarse ahora no sólo a la alimentación, cuidados sanitarios y techo, sino a la preservación y protección de la integridad de mujeres y niños frente a la realidad de los ataques sexuales que están padeciendo. Muchos niños haitianos han perdido todo, han quedado solos deambulando por campamentos, expuestos a ser capturados. No hay intimidad del cuerpo, no hay lugar en donde estar seguro. Niñas y mujeres comenzaron a buscar armas, cualquier elemento que se consiga para mantenerse fuera de este peligro, cuchillos, machetes, restos de los escombros. La hipervigilancia será la mejor forma de sobrevivir.
Desde los diferentes aportes de quienes han desarrollado la temática de trauma y subjetividad señalamos que las catástrofes naturales si bien son devastadoras, lo son de una manera diferente para el psiquismo que los efectos de aquellas catástrofes morales que tienen lugar en el cuerpo, los ataques sexuales, y sobre todo cuando tienen lugar en el seno de la intimidad familiar. Hay autores que han afirmado que para nosotros, sujetos de nuestra época, la mayor guerra está teniendo lugar en el seno de las familias (Virginia Goldner, 2004 "Cuando el amor hiere"), refiriéndose al incesto paterno-filial. ¿Cómo pensamos y abordamos estas situaciones hoy desde la clínica, desde una clínica psicoanalítica? ¿Es posible investigar el alcance de nuestras herramientas teórico-conceptuales, de nuestras técnicas de intervención? La teoría del trauma sufrió diversas modificaciones a lo largo de la obra freudiana, fue renegada, coexistiendo su negación, con la presencia constante de su constatación. Esto llevó a que la teoría reprodujera la violencia en afirmaciones de sesgo patriarcal que llevaban a una normalización forzada del lado del padre erigido como garante de la ley, como corte y separación del sombrío y húmedo mundo materno; el padre es quien salvará de la perdición en la completud narcisista, aportará la palabra, introducirá a la cultura. La madre, en cambio, tendrá que aceptar la renuncia a su criatura. Autores como S. Bleichmar han propuesto revisar profundamente las conceptualizaciones derivadas de estos supuestos cargados de ideología sexista. La clínica muestra subjetividades arrasadas, desubjetivaciones masivas producidas por experiencias de abuso ejercidas por el padre o por hombres que deberían desempeñar esa función. La ley y el corte no necesariamente está a cargo del padre, muchas veces es la madre quien debe hacer esto posible, quien denuncia, quien frena los desbordes de un padre que deja de serlo. Cuando la madre está ausente, o mira para otro lado, la prohibición del incesto no tiene lugar. El abuso incestuoso, atentará directamente sobre el anclaje de la subjetividad, alterará el orden del tiempo (el orden entre las generaciones, generando un linaje aberrante) llegando a borrar fragmentos de memoria, el vínculo con el otro, los signos de percepción, la construcción de la realidad y del sentimiento de sí; porque hará una intrusión salvaje en el primer objeto de catectización para el yo que dará los indicios de la relación con los objetos de la realidad: el cuerpo propio. Y lo hará amparado en una relación necesaria y fundante: la de los primeros objetos que no-son-yo, significativos para el sujeto porque aseguran la supervivencia psíquica y física, el padre, la madre. Si quienes deben proteger y amparar dañan; si quienes son demandados en una clave de ternura responden con el lenguaje de la pasión sexual (Ferenczi, 1932), se produce una pérdida casi total de confianza en el semejante (de hecho altera la representación del semejante) y en el mundo, en el propio sujeto que, de no ser creído, escuchado y protegido cuando tiene posibilidad de hablar de lo sucedido, pondrá en duda la realidad de sus percepciones y vivencias y pondrá en duda quién es él. En el futuro, parte de la realidad se irá construyendo a partir de mutilaciones parciales de la experiencia del cuerpo y del mundo. Dice Silvia Bleichmar: "La conservación de la vida y la preservación de la identidad permiten en tiempos más o menos normales, aún con leves diferencias, un equilibrio que sostiene la unidad psíquica, lo cual se fractura en situaciones extremas". (8)
Freud en "Análisis terminable e interminable" (1937) planteó lo que para él eran las tres profesiones imposibles: gobernar, educar, psicoanalizar. En el capítulo VII parte de una referencia al artículo de Ferenczi sobre el problema de la terminación de los análisis, tema que es preciso abordar en relación a la revisión teórico-técnica de las praxis de "corte psicoanalítico" y sus intervenciones en situaciones de riesgo, en situaciones donde no se tratará ya de hacer conciente lo inconciente sino de habilitar puentes representacionales, restablecer la confianza del sujeto, no reproduciendo el silencio y la negación de hechos amparándose en supuestos teóricos saturados de ideología dominante. Es notable el punto crucial que desencadena el mayor conflicto de las relaciones entre Freud y Ferenczi, y es su artículo sobre el abuso sexual de niños, conflicto en el que se entrelazaban las relaciones de poder y jerarquías institucionales, transferencias desbocadas e inanalizables por ellos, metidos de lleno en su asunto, sujetos de su época. Freud señala en esta obra lo siguiente: "parece que la de psicoanalista fuera la tercera de esas profesiones "imposibles" en las cuales se está de antemano seguro que los resultados serán insatisfactorios. Las otras dos conocidas desde hace mucho más tiempo son las de la educación y del gobierno" (9). Él dice esto seguido a una reflexión importante en esta obra tardía, de las últimas: "Y, finalmente, no debemos olvidar que la relación psicoanalítica está basada en un amor a la verdad –esto es, en el reconocimiento de la realidad- y que esto excluye cualquier clase de impostura y engaño" (10). Es preciso detenernos en estas ideas, en la cuestión de la verdad y el reconocimiento de la realidad. En la clínica psicoanalítica, y en las articulaciones con disciplinas como la sociología clínica, pensamos los sujetos históricos en permanente movimiento, sacudidos por realidades y muchas veces traspasados por hiperrealidades que resultan imposibles de registrar y metabolizar. ¿Cómo se construye la realidad? ¿Qué relación tienen nuestros cuerpos, hipermodernos, con las realidades que en permanente cambio nos ubican en planos virtuales, hiperreales, omniscientes, hiperconectivos, aislados, complejos, sufrientes, hedonistas, atemporales, veloces, hiperactivos, asépticos, protegidos, inseguros, desvalidos, desamparados, omnipotentes…¿afuncionales? ¿Qué vínculos y redes entretejemos en estas relaciones que han mutado drásticamente en las últimas dos décadas? ¿Cómo trabajamos con las subjetividades actuales y las nuevas realidades, siendo también nosotros sujetos producidos en esta época, tomados por los mismos problemas? ("Mundos superpuestos", J. Puget y Wender, 1982). Freud habla de tres profesiones imposibles y podemos decir hoy que no hay profesión que sea posible sin reconocer que no hay campos de conocimiento que puedan completarse a sí mismos. La complejidad, "el tejido bien junto", (11) de las realidades a abordar y de las subjetividades con las que trabajamos no puede ser posible desde una pretensión de abarcabilidad, porque los "objetos humanos", los sujetos, fluyen, sus realidades se mueven vertiginosamente, sus cuerpos son pautados y modelados en distintas temporalidades que se amalgaman unas veces y colisionan otras: el tiempo subjetivo, el tiempo social, el tiempo cultural (12). Las subjetividades, el subjectum, lo que subyace, la dimensión inconsciente y lo que en movimiento va emergiendo, produciéndose a cada instante en el devenir angustiado y gozoso de cada época, no pueden ser abordados en su totalidad porque nuestro objeto es el sujeto y nosotros, sujetos, para abordarlas, tenemos que objetivar nuestra propia subjetividad. Y esto es siempre incompleto, provisorio. La complejidad (Morin, 1998) reclama entonces de la articulación de diferentes disciplinas y de métodos que no excluyan la subjetividad del campo. Los fines de la actividad analítica deben ser pensados tomando en cuenta, siguiendo a Castoriadis, que "el sujeto no es una isla, y su formación es tributaria en exceso de su socialización mediante las instituciones. El proyecto psicoanalítico, si es aceptado, induce de esta manera una norma para juzgar las instituciones, según obstaculicen o faciliten el acceso de los sujetos a su autonomía y según sean o no capaces de conciliar dicha autonomía con la autonomía de la colectividad". (13) Este autor pone el acento en esa articulación de las llamadas "profesiones imposibles", en tanto y en cuanto el proyecto de autonomía articule la subjetividad con el proyecto de autonomía colectiva, porque es "psique socializada". Requerirá en nuestras clínicas, más que vigilancia epistemológica (Bachelard), acecho epistemológico. Porque si la verdad en psicoanálisis es una cuestión de amor, es entonces por amor a la verdad que debemos afinar nuestros instrumentos, no mirar hacia otro lado. Se impone entonces, que investiguemos conceptualizaciones de nuestras teorías en su articulación con la clínica, desde la perspectiva de una subjetividad, o subjetividades producidas socio-históricamente; historia e historias, que no son exclusividad del inconsciente, pero que están multideterminadas. Por lo tanto en los procesos de subjetivación está presente el deseo, la dimensión inconsciente, pero no se desestima al yo como efecto engañoso, siempre bajo sospecha. Esta última idea, siguiendo a una autora que hemos citado más arriba (S. Bleichmar, 2007) nos habla de producciones del sujeto que "no son simplemente el modo engañoso de encubrimiento de lo inconsciente que habría que desechar para buscar detrás "la verdad" inconsciente, sino producciones psíquicas de pleno derecho que coexisten o se ensamblan, o se ven determinadas en parte, por otras mociones que deben ser sacadas a la luz" (14)

 

Citas

1 Auster, Paul, "El país de las últimas cosas", Barcelona, Anagrama, 1994
2 Baudrillard, J, "La guerra del golfo no ha tenido lugar", Barcelona, Anagrama, 1991.
3 Klein, Naomi, "La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre", Buenos Aires, Paidós, 2007.
4 Virilio, Paul, "El cybermundo y la política de lo peor", Editorial Eudeba, Bs. As.
5 Auster, Paul, "El país de las últimas cosas", Barcelona, Anagrama, 1994, p.41
6 Idem al anterior.
7 En referencia a la película "Vicios privados, públicas virtudes", de Miklós Jancsó, 1975.
8 Bleichmar, Silvia, "La subjetividad en riesgo", Buenos Aires, Topía, 2007, p. 59
9 Freud, Sigmund(1937), "Análisis terminable e interminable", Madrid, Biblioteca Nueva, 1981. p. 3361.
10 Idem al anterior.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Auster, Paul, "El país de las últimas cosas", Barcelona, Anagrama, 1994.
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Bleichmar, Silvia, "La subjetividad en riesgo", Buenos Aires, Topía, 2007
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Calvi, Bettina, "Abuso sexual en la infancia", Buenos Aires, Lugar Editorial, 2005. Tesis doctoral dirigida por Silvia Bleichmar.
Castoriadis, C. "El avance de la insignificancia", Buenos Aires, Eudeba, 1997
Ferenczi, Sandor (1932), Confusión de lenguas entre adultos y el niño (El lenguaje de la ternura y el lenguaje de la pasión [sexual] en Masson, Jeffrey Moussaieff (1985), El asalto a la verdad. La renuncia de Freud a la teoría de la seducción, España, Seix Barral, apéndice C, p.p. 268-279.
Freud, Sigmund(1937), "Análisis terminable e interminable", Madrid, Biblioteca Nueva, 1981.
Hajer, Doris (2008), ¿Cuál familia, qué subjetividad? Feminismo y psicoanálisis, en "Letras abiertas del Psicoanálisis", comp. Bettini, M., Bruno, G., Carrasco, O., Novas, M., Montevideo, Psicolibros Waslala, p.p. 77-86.
Morin, Edgar (1998), "Introducción al pensamiento complejo", México, Gedisa.
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Peredo Leigue, Antonio, "Haití. Los beneficiarios del terremoto", Enero20, 2010, La Paz, Bolivia.


As. Irene Barros
Área de Psicoanálisis

Clínica Psicoanalítica de la Unión
Irenebarros1@gmail.com