Etica del cuerpo y cuerpo del análisis.1
Actualidad de las lógicas identificatorias
Alejandro Raggio.

Decir que vivimos en una época en la cual se han desdibujado los grandes metarrelatos y las cosmovisiones unificadoras, en la cual los valores propios de la modernidad han sucumbido y que desrealizados navegamos en un mar "posmoderno" vaciado de sentido, en cierta forma, es no decir demasiado. No pasan de malas descripciones de perfiles parciales de un momento histórico que por su intrínseca complejidad requiere consideraciones más serias y precisas que las del oportunismo neo-hegeliano y el nihilismo cómplice de fin de siglo2. Significa al mismo tiempo, ocultar las transformaciones y continuidades del capitalismo en la actualidad, sus pretensiones de universalidad, así como los complejos procesos sociales y lógicas de subjetivación que éste está promoviendo.

Queda aquí discutida y cuestionada, cualquier ligereza que pretenda disolver la naturaleza de las actuales mutaciones subjetivas en generalizaciones analíticas que fácilmente escamotean las interfases claves en el análisis de estas mutaciones3. En otros términos, no habrá análisis posible de las actuales subjetividades, si no se compone con el análisis de sus soportes sociales e institucionales en su estado actual. Por otra parte, el requerimiento analítico anterior implica, la ubicación de unidades de análisis específicas a los procesos de subjetivación.

Si bien la labor referida trasciende las posibilidades de esta comunicación, queda situada, a modo de ensayo, una perspectiva posible de lo que se quiere decir. En ese sentido ubico en lo que sigue a los procesos identificatorios, tomando como analizador, la problemática del cuerpo en la actualidad.

La ubicación de este nivel micrológico de análisis, no debe entenderse referido a una supuesta dinámica "intrapsíquica", ni al metafísico problema de la identidad, correlatos metapsicológicos de la ficción individual. La alusión al sujeto es así tangencial, ya que, lo que se busca jerarquizar son procesos de subjetivación que no encuentran lugar en el apretado espacio del psiquismo individual.

En referencia al cuerpo, tampoco buscaré analizar el orden de la "imago corporal". La "imago", en tanto orden representacional, nos sigue ubicando en un plano dualista: el cuerpo tendría, desde esta lógica, un orden de representación a nivel psíquico, lo que presupone, que ambos niveles están, a priori, considerados por separado.

¿De que hablamos cuando hablamos del cuerpo? ¿Se trata apenas de una materia física? ¿Suministradora de energía a una supuesta organización psíquica de la cual está totalmente discriminada? ¿Será posible pensar un cuerpo fuera de la dualidad metafísica (alma-cuerpo)? El número de preguntas que podemos formular y la calidad de las mismas, indican que el tema del cuerpo es un tema que requiere ante todo una formulación problemática capaz de permitir una percepción de su compleja composición.


La metafísica occidental

Sin duda la problemática del cuerpo está atravesada por toda una tradición metafísica, propia de nuestro mundo occidental y cristiano, que supone una diferencia de naturaleza entre alma y cuerpo. Podemos decir también que, salidas transaccionales como la de las influencias recíprocas, no sólo están lejos de resolver el problema, sino que no dicen absolutamente nada. El problema no puede ser pensado como un problema de relaciones, conexiones, interacciones, ya que todas esas "arquitecturas" conceptuales -de hecho- parten del supuesto de la separación original. La crítica del dualismo debe necesariamente conducir a un trabajo más allá de sus dominios.

Sabemos que la metafísica no es patrimonio de la filosofía, sino que, se encuentra, en mayor o menor grado en cualquier campo de conocimientos, incluido el nuestro. La sutil, pero efectiva medicalización del psicoanálisis, a través del problema de la "normalidad" y del "equilibrio mental", introduce toda una perspectiva psicopatológica, que sólo puede funcionar con la referencia de un modelo de cuerpo y de psique entelequial.

Nadie sabe lo que un cuerpo puede, decía Spinoza. Desde su perspectiva, el problema era el cuerpo y sus pasiones. Por eso su mirada no estaba colocada en el cuerpo orgánico y organizado. La reflexión ética había situado al cuerpo en el plano de su producción, en tanto, materia subjetiva. Sutilmente el binarismo alma-cuerpo era descolocado, dando lugar a una concepción radicalmente diferente de cuerpo.

La reflexión psicoanalítica genera un movimiento parecido: en ella el cuerpo erógeno es imposible de reducir à su expresión física. Se constituye como una compleja combinación de componentes biológicos y relacionales inseparables por naturaleza. Más allá de cierta metafísica instintivista e infelices traducciones, la pulsión (trieb) freudiana no es apenas un concepto límite entre lo corporal y lo psicológico -como humildemente afirmaba el pionero- ya es una cierta negación de la separación de los términos en cuestión.

Si el cuerpo no se reduce a su dimensión física o biológica, ¿qué otras dimensiones están en juego y como se componen en la constitución de eso que denominamos cuerpo?

El cuerpo, sus posibilidades y bloqueos son producidos en una trama social y política inmanente al devenir histórico. No habrá cuerpo fuera de esa trama: cuerpo del placer, cuerpo organizado, cuerpo disciplinado, cuerpo de la culpa, pero siempre, cuerpo político. O sea, cuerpo producido en relaciones de poder que son relaciones políticas. Las relaciones sociales en las cuales la biología humana se inserta4, conforman un régimen de afecciones del cual el cuerpo es emergente. El cuerpo erógeno es producto de las relaciones con otros cuerpos, su propia existencia se sustenta solamente en relaciones. Y una vez producido se torna inseparable del cuerpo biológico, son lo mismo. Así ubicado el problema, nos sitúa, en el plano de una ética del cuerpo.

Ahora bien, esas relaciones que componen el cuerpo, no son relaciones naturales, o sea relaciones dadas de una vez para siempre, son relaciones producidas. Las formas que esas relaciones adoptan históricamente varían de acuerdo a las formaciones económico-sociales y a las estrategias políticas emergentes de las mismas.

No es la misma cosa el cuerpo de un yuruba de Africa occidental que el cuerpo de una histérica de la Viena del fin del siglo pasado. El cuerpo histérico, con el cual Freud inaugura la impresionante aventura psicoanalítica, era un cuerpo producido en una moral victoriana y en una determinada realidad social. No era apenas un cuerpo reprimido. La represión sexual era una de las formas de producir un cierto tipo de cuerpo.

 

Cuerpo, narcisismo e identificaciones

La problemática del cuerpo, en tanto inseparable de la dimensión psicológica, de las formaciones subjetivas actuales y de los modos específicos de subjetivacón, requiere ser considerada en referencia a la noción de individuo. El cuerpo, tal cual, se acostumbra a presentar es cuerpo individual, imaginariamente separado de otros cuerpos por el limite de la piel.

De hecho, toda la problemática del narcisismo en la actualidad está estrechamente ligada a un reenvío del individuo sobre sí mismo y sobre su imaginado cuerpo individual.

Cuerpo radicalmente individual, que paradojalmente sólo logra sostenerse por el efecto estético en el registro colectivo e imaginario de la sociedad de masas.

La fragilidad de las estructuras familiares y sus soportes afectivo-relacionales, la pérdida vincular y las lógicas estéticas actuales, proyectan el narcisismo en una especularidad de masas, en la cual logra -casi siempre fallidamente- sostener sus sentidos. La anomia y la soledad acompañante son los efectos inevitables de esta radicalización narcisista.

Lo interesante es que la idea de individuo está negada en la misma noción de inconsciente que el psicoanálisis introduce. Las formaciones inconscientes, al aparecer como emergentes de una trama vincular e histórica niegan el imaginario individual y su pretendida irreductibilidad.

En la propuesta freudiana la idea fuerte es la de un inconciente que lejos está de constituir sustancia alguna, porque es proceso de trabajo, trabajo que genera sus formaciones específicas5. Aún más: la idea de inconciente que Freud despliega en "Psicología de las masas", es la de un inconsciente que es proceso de trabajo colectivo, un entramado de procesos identificatorios inconscientes encarnados en comunidades afectivas e inmanentes a formaciones siempre colectivas.

No obstante, la perspectiva freudiana de las masas (formaciones colectivas) y su naturaleza metapsicológica han sido sutilmente reducidas a una simple preocupación del psicoanálisis por lo social y las masas reconducidas al sitio preciso del cual Freud propuso sacarlas: el ámbito empírico de las multitudes. Simultáneamente, la problemática de las identificaciones fue encerrada en el universo imaginario del sujeto y separada de la dimensión social en la que la había ubicado la reflexión freudiana6.

Unido a lo anterior el problema metafísico de la identidad, muchas veces, sustituye el problema de los procesos de identificación. La identidad no es otra cosa que la cristalización del proceso identificatorio, su detención y clausura en el punto donde sutilmente se instala la ficción moderna del "individuo".

Empieza a quedar claro porque retomar un tópico extensamente trabajado por el psicoanálisis y sobre el cual -normalmente- gran parte de la comunidad psicoanalítica acostumbra a complacerse con los saberes ya existentes.

El texto aludido, no constituye ningún psicoanálisis aplicado a lo social y menos aún, las desventuras de un pretendido Freud clínico con preocupaciones sociales, es una inocultable obra de metapsicología. "Psicología de las masas y análisis del yo", es el único texto en el cual el pionero le dedica un capítulo exclusivo a la problemática de las identificaciones7.

En él, Freud introduce un tercer tipo de identificación, en el cual la misma "prescinde completamente de la relación de objeto", y que según él, es el tipo de identificación que corresponde las formaciones colectivas en general. De hecho, este tipo de identificación, funciona a partir de "un punto de coincidencia" y se establece mediante "una importante comunidad afectiva", la cual se da "en el modo de vínculo con el conductor"8. Es necesario saber, que para Freud, el conductor no necesariamente debe ser una persona, puede ser "una idea" o "un deseo del cual una multitud pudiese participar"9.

Si insistimos en desenterrar estas ideas, un tanto olvidadas o ignoradas no es apenas por un acto de justicia, es también, por el hecho de que las actuales lógicas identificatorias en la sociedad de masas, parecen tener una naturaleza difícilmente explicable por la lógica sujeto-objeto. Estas parecen responder a mecanismos colectivos generalmente situados en un registro social y mass-mediático, en los cuales los "puntos de coincidencia" (conductores) simbólicos e imaginarios, llevan a verdaderas "comunidades", en las que se tramitan. Estas comunidades se sostienen en alteridades virtuales y especulares que no dejan de reenviar a los sujetos sobre sí mismos y sobre sus cuerpos cada vez más imaginarios.

Las lógicas especulares de masas, promovidas por el capitalismo de consumo, son verdaderos dispositivos de identificación colectiva, que producen tipos subjetivos específicos, que son, por otra parte, los que irrumpen en nuestros consultorios y que encontramos en diversos tipos de intervenciones clínicas.

 

El cuerpo de la clínica

Como nos sostenemos en una ética del pensamiento, en la cual, el pensamiento es parte de la realidad en la cual se despliega, es su crítica y transformación, no vamos alimentar juegos disociativos entre teoría y práctica. Decía un poco recordado enunciado filosófico que de lo que se trata es de transformar el mundo, no interpretarlo.

Estamos convencidos que toda esta inquietud por la función social del psicoanálisis y por la actualización de su producción conceptual, no se sostiene sin una reconsideración de sus implementaciones prácticas.

La investigación de la naturaleza social y colectiva de las formaciones inconscientes, requiere una práctica que deje de orbitar alrededor de la ficción moderna del individuo y su imaginaria privacidad. El dispositivo dual de trabajo analítico, compulsivamente utilizado, es una actuación de esta ficción individualista, reproduce en acto el imaginario de la privacidad individual y burguesa.

Nuestra hipótesis es la siguiente: si la naturaleza del sufrimiento es producto de una fuerte disociación de la vida vincular y de la traslación de la existencia a una lógica de masas totalmente desafectivizada, el requerimiento es la producción de espacios de análisis colectivos en los cuales recuperar un sostén vincular real, y en el cual, a su vez, sostener su análisis. Por otra parte la emergencia y visualización de la naturaleza social de estas formas subjetivas requiere implementaciones técnicas de carácter colectivo y agenciamientos analíticos que superen la privacidad clásica de la situación analítica.

No estamos diciendo que debamos sustituir una técnica por otra, aparentemente más efectiva. El problema no es técnico, es fundamentalmente metodológico. En términos generales lo que buscamos es generar espacios de análisis inmanentes a las realidades en las cuales se interviene. Esto supone jerarquizar la idea de método y de estrategia, mas que la de técnica. Por otra parte la noción de estrategia en psicoanálisis, incluye la posibilidad de combinar10 técnicas individuales, grupales, familiares, etc.. O sea, de disponer de las herramientas técnicas de acuerdo a los requerimientos del proceso de análisis.

Los actuales modos subjetivos y sus tipos particulares de sufrimiento, el empobrecimiento vincular y afectivo, ubican el requerimiento de un sostén analítico más real y cotidiano que un mítico y distante analista, que cada vez tiene más dificultades para sostenerse el mismo. Un sostén colectivo, capaz de operar en lo real, proporcionando la red vincular, en la cual la vida y el deseo insisten en apoyarse y producirse.


BIBLIOGRAFIA:

BAREMBLITT, G. y otros: "A clínica como ela é" - SaúdeLoucura Nº 5, HUCITEC, Sao Paulo 1997.

DE BRASI,J.C.: La Explosión del Sujeto, Multiplicidades, Montevideo 1996.

DELEUZE,G.: Spinoza: filosofía práctica, Tusquets, Barcelona 1984.

FREUD,S.: Psicologia de las masas y análisis del yo(1921).

LIPOVETSKY,G., "Posmodernidad: el individuo contemporáneo", entrevista en "Zona Erógena" Nº27, Bs.As. diciembre 1995.

MARX,K.: Introducción general a la crítica de la economía política (1857).

FLEIG,M. (Org.): Psicanálise e sintoma social, UNISINOS, Sao Leopoldo 1993.

PICHON-RIVIERE,E.: El proceso grupal, Nueva Visión, Bs.As. 1983.

SCHERZER,A.: ¿Quién cura a quien? Múltiples abordajes psicoterapéuticos,

SPINOZA; B.: Etica.


Notas:

1 Este trabajo es una versión brevemente ampliada del presentado en XII Congreso Brasileiro de Psicanálise, realizado en Porto Alegre, Brasil en setiembre de 1998.
2 Me refiero específicamente a quienes, amparados en Hegel, preconizan el "fin de la historia" y a aquellos otros que desde una supuesta "condición posmoderna" se regodean en un limbo vaciado de sentido.
3 El ejemplo más relevante lo constituye la extrapolación y aplicación al campo psicológico, de categorías de análisis propias del "materialismo contemplativo" contemporáneo, de procedencia fundamentalmente francesa.
4 Y de las cuales es también producto histórico; el trabajo produjo la mano.
5  El traumarbeit (trabajo del sueño) constituye un claro ejemplo de lo que queremos decir.
6 Un profundo análisis de estas cuestiones se encuentra en el libro de Juan Carlos De Brasi, La Explosión del Sujeto, Multiplicidades, Montevideo 1996.
7 Paradojalmente, el mismo fue siempre considerado, por la versión oficial y profesionalista del psicoanálisis, una "obra social", separable por naturaleza de una "obra clínica". Se debe agregar que, una vez hecha la disociación, la pretendida obra clínica paso a ser la verdaderamente importante. En los hechos era la que podía funcionar, de manera adecuada, en la lógica de producción en serie de psicoanalistas, dentro de un orden corporativo que se mantiene hasta hoy.
8 FREUD,S.: Psicología de las masas y análisis del yo, O.C. T.XVIII, Amorrortu Ed., Bs.As. 1979, pág.101.
9 Ibid, pág. 95.
10 Quiero destacar la idea de abordajes combinados, o de psicoterapia combinada. Estas estrategias proceden de las investigaciones abiertas por E.Pichón-Rivière y continuadas en el Río de la Plata por muchos. Destaco especialmente los trabajos de Alejandro Scherzer en el Uruguay.