Homosexual - Heterosexual . Crítica de un par conceptual.1
Raquel Capurro

- ¿De qué les sirve tener un nombre ?preguntó el moscardón
-A ellos no les sirve de nada, respondió Alicia, pero supongo que le es útil a quienes dan los nombres.

(Lewis Caroll, "Del otro lado del espejo",1871)

Los animales se dividen en : a) pertenecientes al Emperador, b)embalsamados c) amaestrados d) lechones e) sirenas (…)
(J. L. Borges "Otras inquisiciones", 1971, citado por M. Foucault en el prefacio a "Las palabras y las cosas")

La palabra "crítica " resulta ser una clave de la filosofía de las Luces, de la Aufklärung del siglo XVIII, piedra angular de nuestra modernidad. En ese movimiento Jacques Lacan y Michel Foucault encontraron - cada uno por su lado y ambos de forma explícita - un antecedente filosófico a la actitud que sostiene sus respectivas elaboraciones.

Para Foucault la posibilidad de una actitud crítica 2 aparece ligada al hecho de que ya no puede reflexionarse sobre la ciencia por fuera de su historia la que , al mismo tiempo, es la historia de la racionalidad. Más aún, esa historia no puede captársela por fuera del diseño que la actualidad confiere a nuestras preguntas.

Consideramos que las elucubraciones de Freud sobre su práctica y todas las que luego se han inscripto en el campo freudiano están concernido por este planteo.

Aunque los términos "homosexual - heterosexual" no se originaron en el ámbito del psicoanálisis fueron, sin embargo, tempranamente incorporados por Freud a sus elaboraciones teóricas para calificar no sólo al sujeto según su elección de objeto sino también a las identificaciones y movimientos de la libido y esto en las más diversas estructuras subjetivas. Si bien las palabras sufrieron en ese trasvasamiento una serie de modificaciones, estas no implicaron la crítica de ciertos a priori sobre la sexualidad que se daban por supuestos. La removedora propuesta que desde los Tres ensayos…Freud no cesa de articular con su teoría pulsional no deja de pagar tributo a su época. En este punto la arqueología de estos términos debiera renovar nuestra lectura de Freud

El análisis histórico implica una toma de posición inicial: la de considerar que estos conceptos no nombran invariables esencias sino que son construcciones históricas. En este caso, estamos sosteniendo que las relaciones con un partenaire del mismo sexo han tomado a lo largo de la historia y de las culturas, formas y funciones muy diversas. Sería engañoso recubrirlas con un sólo término que recién aparece en Occidente a fines del siglo XIX. Los argumentos desplegados por ejemplo, por un David Halperin acerca de las ventajas heurísticas de la posición constructivista, pueden convencer al que duda en este punto, de lo que se gana adoptando esta estrategia en la redoblada atención a que nos obliga en el análisis de las particularidades culturales3.

Un paso más subtiende este trabajo al hipotetizar que los términos de homo y hetero funcionan como un par. ¿Qué argumentos justifican esta proposición ?

Historia de las palabras y arqueología social

Porque las palabras tienen su historia…

Fue a lo largo del siglo XIX, en Francia y Alemania, que la psiquiatría alcanzó su auge como movimiento de clasificación y nominación. En el apresuramiento taxonómico de la época el término "homosexual" se acuñó tardíamente. Más aún el de "heterosexual". En realidad este par de términos vino a engarzarse y coronar la producción histórica de "la irresistible ascensión del perverso" - como irónicamente lo subraya Vernon Rosario. Dos movimientos - médico uno y literario el otro- cumplieron la función de ser los portadores de esa promoción.4

De a uno estos dos neologismos grecolatinos accedieron pues a la vía pública. "Homosexual" tuvo un fugaz inicio panfletario cuando apareció en 1872 en las calles de Leipzig. Su autor, un tal Kertbeny, era un defensor de los derechos de los homosexuales5. Fue Krafft-Ebing quien le dio ciudadanía psiquiátrica, al emplearlo en la segunda edición de su Psychopatia sexualis (Stuttgart, 1887). Poco a poco "homosexual" se impuso y remplazó a las palabras en curso hasta ese momento : uranista, sodomita, invertido. Este desplazamiento será un hecho consumado hacia 1907. Durante un tiempo se lo leyó acompañado de otro más complejo :"sensaciones sexuales contrarias" usado por Karl Westphal en un artículo de 1887, artículo que M. Foucault considera inaugural de una época.

"Heterosexual", por su parte, llega ocho años después" ( en 1880). Pareciera ocupar un lugar de mero complemento taxonómico para clasificar a la gente sobre la base de la identidad anatómica del partenaire en el acto sexual. Sin embargo el estudio de Jonathan Ned Katz, "The invention of heterosexuality" va a mostrarnos, como intentaré desarrollar más adelante, la complejidad de un puzzle que estos términos permitían armar.

En efecto esta clasificación no es una mera regulación de los actos sexuales, como fueron las nominaciones anteriores, sino que pretende ser una clasificación de las personas - en términos de normalidad o anormalidad - según su comportamiento sexual. En este nuevo contexto el "hetero" adviene como la regla del "homo". El apareamiento terminológico cobra un alcance conceptual.

Podría objetarse sin embargo que si esto fuera así hetero debiera haber precedido a homo y esto no fue así. Al retomar su tesis de 1934, Lo normal y lo patológico, Canguilhem se vio llevado a añadir un capítulo a su libro en donde hace una serie de señalamientos históricos sobre los términos "normal y patológico" en su pasaje al lenguaje popular.6 Sus consideraciones nos parecen responder a la objeción que estudiamos. Dice Canguilhem :

Lo anormal como a-normal es posterior a la definición de normal. Sin embargo, es la precedencia histórica del anormal futuro la que suscitó la intención normativa. Lo normal es el efecto obtenido por la ejecución del proyecto normativo, es la norma exhibida en el hecho.

La heterosexualidad es el nombre dado a un cierto artificio en la relación hombre - mujer, artificio que forma parte de un proyecto disciplinario de las sexualidades que lo precede y suscita7. Como proyecto social la heterosexualidad determina a la homosexualidad aunque el término aparezca un poco después para funcionar, entonces sí, como la norma/l por fin explicitada. Leo Bersani escribe al respecto :

La identidad homosexual es de hecho una creación heterosexual. Constituye un eslabón importante en una estrategia más general de clasificaciones que apuntan a volver totalmente inteligibles y por ende susceptibles de manipulación a las actividades eróticas de los cuerpos humanos.8

La novedad de los términos respecto a otras épocas consiste en que van a funcionar como atributos del ser del sujeto : se es homo u heterosexual. Este último adscribe al sujeto a la normalidad y el otro, junto con otras perversiones, etc., al campo de los anormales, de lo patológico.

El gesto por el cual, los psiquiatras, en la década del 70 y bajo las presiones políticas del movimiento gay, en USA, retiran a la homosexualidad del registro de las patologías mentales hace imprescindible la crítica de dicho gesto. Si esa palabra es suprimida de un catálogo de las patologías ¿qué consecuencias trae esa exclusión sobre el término que esgrimía la norma ? vale decir la heterosexualidad. Advertimos en este punto la lógica de la investigación de los llamados Gay and lesbian studies que, centrados en un primer tiempo en la cuestión homosexual se vieron llevados en el movimiento mismo de la investigación a interrogar un campo mucho más amplio constituido por las diversas modalidades de la sexualidad humana.

Si, siguiendo a Foucault, consideramos que la sexualidad es un fenómeno discursivo del mundo moderno, se impone tomar las cosas con mayor amplitud, pues cada uno de sus términos forma parte de una red de saber respecto a la cual parece pertinente retomar la respuesta que L. Caroll pone en boca de Alicia : "los nombres sirven a quienes los dan" ¿ al servicio de que proyecto, pues ? de qué poder?

Arqueología de un proyecto social

Según M. Foucault 9 la aparición de este proyecto social y político puede localizarse hacia mediados del siglo XVIII. Recién entonces aparece la sexualidad como creación discursiva y como uno de los recursos que permite la puesta en juego de un dispositivo político de normalización social. Ese dispositivo hoy está en crisis .

La Revolución francesa produjo con la caída del Antiguo Régimen la abolición de su aparato legal. Se precisaban nuevas leyes para un nuevo tiempo. Muy pronto, el surgimiento de las llamadas "clases peligrosas" que siguieron a las convulsiones sociales de la revolución industrial, exigieron del poder político la puesta en marcha de un orden social que aprovechara a los intereses de la burguesía. Una nueva relación poder - saber - verdad se puso de este modo en funcionamiento. La primera operación del saber que Foucault pone en evidencia fue la del desplazamiento de la noción de ley en provecho de la noción de norma. Esta operación requirió de todo un acompañamiento conceptual y práctico para el que se necesitaron nuevos especialistas ¿Quiénes? aquello que podían ser considerados expertos de la relación entre lo normal y lo patológico, los médicos. Aparece así la figura del perito.

Homo y heterosexual van a funcionar en referencia a ese eje constituido por lo normal-anormal. En su seminario sobre Los anormales 10 Foucault señala la importante extensión del término "anormales": abarca a locos, débiles, perversos… todo el que escapa al imperativo de normalización tiene allí su lugar. Pero ese paquete exigía luego nuevas clasificaciones. Los homosexuales encuentran su lugar entre los perversos, lugar que requiere de un sólo rasgo fundado en el sexo anatómico de las personas en el acto sexual.

Se dejarán caer numerosas distinciones operadas por discursos anteriores respecto a los contactos sexuales con el mismo sexo que habían establecido diferencias radicales entre activos y pasivos, roles sexuales normales o anormales (o convencionales y no convencionales) estilos masculino y femenino, pederastia y lesbianismo : todos estos comportamientos pasaron a ser clasificados de la misma manera y colocados bajo la misma enseña. 11

Estas clasificaciones de las anormalidades suponen una teoría de los "instintos" - del instinto sexual sobre todo- nuevo concepto que , según Foucault, desplaza el interés que hasta entonces había acaparado a los psiquiatras en torno a los delirios para clasificar las formas de locura. Como lo han mostrado otros trabajos, por ejemplo el de Yan Dowbiggin 12, la elaboración psiquiátrica de la teoría de la degeneración cumplió en ese momento con el cometido de otorgar un exigido fundamento de las clasificaciones psiquiátricas de la época. De este modo en su encuentro con los expertos de la justicia el saber médico no quedaba desprovisto de la dignidad teórica requerida por la coyuntura.

A partir de esa época, homo y hetero operan como atributos identitarios rápidamente cargado de un alcance peyorativo e injuriante uno, reasegurador respecto a las nuevas formas históricas que va tomando la relación entre hombres y mujeres, el otro.

De esta diferencia surge el interés de analizar por separado el sesgo particular del proyecto común que cada uno de ellos sostiene.

La invención del homosexual

La invención de la homosexualidad (y al fin de cuentas la de la heterosexualidad) tuvo que esperar en primer lugar el descubrimiento y definición de la sexualidad, en el siglo XVIII, como la de un conjunto fisiológico y psicológico completo que gobierna las funciones genitales del individuo. Ese conjunto a su vez se lo identificó con una parte del cerebro y del sistema nervioso con sus propias reglas de desarrollo ; tuvo que esperar , en segundo lugar, al siglo XIX, a su interpretación de la sexualidad como un "instinto" o una "pulsión" específica, una fuerza que forma nuestra vida consciente según su propia e inatacable lógica , y que determina, en consecuencia, al menos una parte del carácter y personalidad de cada uno de nosotros.13

Esta invención se produce con un término - homosexual- que borra las diferencias entre los amores masculinos y los femeninos, pero que además se desarrolla como historia y preocupación fundamentalmente en torno a la homosexualidad masculina. Por esta razón histórica vamos a limitar nuestras consideraciones a la homosexualidad masculina dejando para otra instancia el desarrollo de las particularidades de las relaciones amorosas entre mujeres.14

Tres lenguas, tres espacios culturales distintos, Francia, Alemania e Inglaterra, producen en una misma época al "perverso homosexual".

L'homosexuel - l'homosexuelle

V. Rosario distingue, en Francia , dos momentos fecundos en esa fabricación, uno lo sitúa hacia 1850 y el otro hacia 1880. Hacia 1850 surge - como antecedente inmediato del homosexual- una nueva figura, la del invertido y/o uranista cuya aparición proviene de una unificación de clasificaciones anteriores, más atentas a nombrar los matices clínicos, por ejemplo : pederastas, sodomitas, histéric/os/as, "blandos", tribadas y masturbadores, que quedarán subsumidos luego en la categoría de los invertidos.

El uranismo como inversión se define como "la de un alma femenina encerrada en un cuerpo masculino" y oblitera la diferencia de aquellos que se expresan en términos de "el amor por el mismo sexo". El término homosexual va a borrar aún más estos matices que planteaban la cuestión de la feminización y/o masculinización como trenzada de distintas formas con la elección del partenaire del "mismo sexo". Se opta por un rasero común.

Hacia 1880 con Morel primero y luego con Magnan la psiquiatría presenta una sustentación retórica de las clasificaciones, y en particular de la de homosexual : se trata de postular que la inversión del sentido genital remitiría a una enfermedad explicable mediante la teoría de la locura hereditaria. El círculo se cierra : el invertido primero y el homosexual luego son anormales, degenerados, término que retomará Freud en el primero de los Tres ensayos…

The homosexual

Si en Francia ya desde fines de siglo varios homosexuales trazan con sus escritos caminos públicos que muestran y esconden, mediante "ficciones objetivadas" 15 sus propias subjetividades - por ejemplo A. Gide y M. Proust- fue quizá en Inglaterra donde se hizo más intenso, agudo y dramático este recorrido. Quizá porque en Francia las Antiguas leyes represivas no habían sido reemplazadas por otras mientras que sí existían tanto en Inglaterra como en Alemania.

Los estudios literarios, la traducción de la poesía de Miguel Angel y de Benvenuto Cellini, así como sus propios ensayos hicieron de John Addington Symonds (1840-1893) una figura determinante de su generación y de las que le siguieron. En estrecha relación epistolar con Walt Whitman a propósito de Leaves of Grass, Symonds, homosexual también él, hace circular textos en poquísimos ejemplares para que escapen a la censura. Así por ejemplo su ensayo , Un problema de ética griega.

La persecución circulante que culmina en el proceso a Oscar Wilde en el que Lord Douglas no dejará de decir "soy el amor que no osa decir su nombre" lleva a la emigración de Havelock Ellis (1859- 1939) que bajo la influencia de Symonds había escrito Estudios sobre la psicología del sexo. En Alemania edita Das konträre Geschlechtgefühl, primera publicación científica en abandonar la teoría de la degeneración para explicar la homosexualidad y abandonar también la idea privilegiada por Krafft-Ebing de la masturbación como su antecedente supuesto. Havelock Ellis será el primero en señalar la diferencia entre los roles sexuales - cuestiones ligadas al género- y el objeto sexual. También es el que introduce el término transexual, que será retomado luego después de su caída en desuso. Freud se apoya explícitamente en muchas elaboraciones de Havelock Ellis. No nos extenderemos en el caso de O. Wilde salvo para decir que se vuelve paradigmático para su época, punto de referencia obligado de sus contemporáneos y de quienes le siguen. Pero miremos ahora más detenidamente los acontecimientos que se produjeron en Alemania. Al fin y al cabo fue en esa lengua que se acuñaron los términos de homo y heterosexual.

Der Homosexuell - die Homosexuelle

Para el Código Penal alemán,hasta 1969 y en virtud del artículo 175, la homosexualidad constituía allí un delito. Esta ley se acompañó en su historia de la intensificación segregativa y represiva durante el período nazi : triángulo rosa, 50 000 condenados y 10 000 deportados en campos de concentración- y desencadenó, desde muy temprano, una activa militancia política en pro de su derogación.

Ya antes de 1850 un médico y abogado de Hanover, homosexual también, Karl Ulrichs, emprende un movimiento de publicaciones que firma con el seudónimo de Numa Numantius. Es el creador del término uranismo y sus compuestos. Bajo la protección de Afrodita-Urania describe y reivindica a quienes se consideran "almas femeninas encerradas en cuerpos masculinos". Sus tesis marcan por la reacción que suscitan un importante punto de clivaje. André Raffalovich en Francia, discute las tesis de Ulrichs y propone diferencias ente lo que llama "la unisexualidad viril y congénita" de la "inversión adquirida y afeminada". Mientras tanto Ulrichs se dirige a un congreso de juristas reunido en Baviera para reclamar públicamente la despenalización de los homosexuales. La agresiva reacción del público le obliga a abandonar el estrado diciendo : " Estoy orgulloso de tener el valor de dar el primer golpe a la hidra del desprecio público". Mientras Ulrichs se exilia en Italia sus textos interesan a Karl Westphal, editor de los "Archivos de psiquiatría y enfermedades nerviosas". Presenta los textos de Ulrichs como la descripción de un síntoma :" la sensación sexual contraria" -die conträre Sexualempfindung-

Fue en Berlín que las elaboraciones teóricas y la resistencia política cuajaron en un verdadero movimiento cuyas diferencias internas - teóricas y políticas- siguen siendo objeto actual de debates en el campo mismo del movimiento gay.

Siguiendo la huella de Ulrichs, es decir concibiendo la homosexualidad bajo la óptica de la inversión, Magnus Hirschfeld (1897) funda el "Comité científico humanitario". El Comité está compuesto de hombres y mujeres que llevan adelante una lucha común bajo la bandera de un tercer sexo16. El modelo de Hirschfeld promueve una cierta relación entre géneros diferentes. El invertido estaría en los bordes de su género habitado por el otro porque habría un pasaje posible de un género a otro - cross-gender- y esto permite a las lesbianas ocupar un lugar en las luchas comunes. Se trata de una minoría homo que se organiza para defender sus derechos. El lugar acordado a las mujeres resulta excepcional en una época de momentos duros del feminismo en lucha por los derechos cívicos, y de radical denegación de la existencia de las lesbianas. No se las ignora, dice V. Rosario, sino que de ellas no se quiere saber nada. La minoría del comité se sitúa respecto a una mayoría homófoba que los discrimina y que llevará luego el nombre de heterosexual.

El otro movimiento berlinés fue el de la Comunidad de los Especiales, fundado por Benedict Friedländer. Sólo integrado por hombres, el movimiento postula que la homosexualidad es el estadio más perfecto de la identificación viril y que la satisfacción sexual se encuentra por ello en un objeto del mismo género. Para ellos un homosexual es un hombre que desea a un hombre. Su punto de inserción estaría en el corazón de su género y a la máxima distancia del género opuesto. Se comprenderá que le resulten más factibles las alianzas con heterosexuales que con las mujeres, lesbianas o no. El separatismo de los géneros es máximo, y a la vez la discontinuidad homo-hetero se atenúa.

Estos dos modelos teóricos determinan diferencias políticas importantes, que, como ya señalamos, sobrevivirán a la persecución nazi.

Antes de poner un punto a este breve recorrido histórico resulta imprescindible recortar en la complejidad de la Viena finisecular la intervención de aquel por medio de quien culmina la fabricación psiquiátrica del homosexual , Richard Krafft-Ebing.

Profesor de psiquiatría a los 32 años, Krafft-Ebing (1840-1902) se vuelve célebre con la publicación de su Psychopathia sexualis en 1886. A pesar de un aparente esoterismo rápidamente se convierte en un best-seller, el clásico europeo sobre las perversiones. Iniciado su profesorado en Estrasburgo será en Viena donde conocerá su apogeo.

Sobre su obra, - modificada luego por A. Moll- hagamos tres señalamientos que tocan al punto que nos interesa:

- su definición del instinto sexual como un instinto "natural", con una meta, la procreación, que le vale el nombre de "instinto de procreación".

- su definición de la patología sexual : "Hay fenómeno patológico cuando los órganos y funciones son dispares; el miembro viril está destinado a ser introducido en la vagina, si el acto no armoniza con esta conformación de las partes genitales surge allí disparidad que hace aparecer no solamente la anormalidad del caso sino su patología."17

- su lectura de la homosexualidad como "el estigma funcional de una degeneración".

Según Katz, "los perturbadores y fascinantes ejemplos dados por Krafft-Ebing, de un sexo dicho enfermo, comenzaron poco a poco a dar una idea distinta acerca de otro sexo percibido ahora como sano". Tanto el "instinto sexual patológico" como "el instinto sexual contrario" son los términos mayores que usa para referirse a un deseo desligado de la procreación. Su opuesto, "el instinto sexual", es por definición, reproductivo. "Homosexual significa entonces un deseo por el mismo sexo, patológico porque no reproductivo"18. Para Katz, Krafft-Ebing ofrece al mundo moderno dos formas claramente diferenciadas del erotismo, una buena y normal, la otra mala y anormal, una división que hubiera podido imponerse durante el siglo XX como visión intemporal y científica del universo sexual. Pero existió Freud.

El paso de Freud

Hubo pues un acontecimiento Freud. Es decir advenimiento y ruptura, puesta en obra de un nuevo método para acoger y tratar a la subjetividad. El paso de Freud es un paso que cambia la relación con el saber, pero la radicalidad del cambio no implica la ausencia de las huellas discursivas de su época que se inscriben también en la frescura de sus descubrimientos. Freud acompañó de manera más o menos crítica las elaboraciones de la sexología naciente, sus clasificaciones y terminología, también apoyó los movimientos políticos de los homosexuales. Su relación con Krafft-Ebing es un indicador de los precios que pagó por su contemporaneidad. Cuando Freud volvió de París y realizó, el 21 de abril de 1896, su conferencia sobre "La etiología de la histeria masculina", Krafft-Ebing allí presente, hizo un cáustico comentario : "es un cuento de hadas científico". Un año después el profesor firmaba un documento en el que recomendaba la candidatura del joven Freud como profesor adjunto de su cátedra. Propuesto al ministro Freud no recibe los votos suficientes. El antisemitismo ya pesaba en los ambientes políticos y culturales vieneses y Freud no será designado profesor hasta 1902, año de la muerte de Krafft-Ebing.

-Los Tres ensayos…

Se ha dicho que junto con la Interpretación de los sueños, los Tres ensayos …son el manifiesto de Freud. Sin embargo, mientras una pasa rápidamente al gran público la otra produce resistencias de las que Freud no cesa de quejarse hasta la última edición de 1920. Hoy en día sigue siendo uno de los textos más discutidos y citados por los autores de los gay and lesbian studies.

Ya que no será posible recorrer la utilización a lo largo de la obra de Freud de los términos estudiados justifiquemos un procedimiento minimalista. El de quedarnos, casi, en las primeras páginas del primer ensayo. Esta obra de Freud es un verdadero patchwork, compuesto por un aparato de notas que casi duplica al texto original y que se fueron agregando a lo largo de los años de modo tal que permiten seguir los puntos mayores de la evolución teórica de Freud concerniendo a la sexualidad. Este disparatado conjunto lejos de considerarlo como un fracaso de un supuesto proyecto inicial, hacer una doctrina coherente de lo sexual, cosa que Freud nunca pretendió 19, nos permite leerlo como un logro estilístico que dice de la naturaleza misma de lo sexual. Con justeza, Leo Bersani subraya que en esta obra el estilo de Freud opera como metáfora de lo sexual 20. Claro que esta lectura formal no es óbice para señalar también los puntos en que las contradicciones afloran y el saber genera su propio opuesto, aquello que no se sabe.

Freud no escribe sin saber algunos de los límites que ha de respetar por consideración con los consensos científicos de su época. No puede llevar su posición de outsider al punto de quedar fuera de la comunidad de racionalidad de los intelectuales y sobre todo de los médicos de su tiempo. Una de sus últimas cartas a Fliess escrita el 23. 07.1904, en medio del asunto del plagio Weiniger-Swoboda, Freud dice lo siguiente :

En este momento acabo de terminar los "Tres ensayos" en donde evito, en la medida de lo posible la tópica de la bisexualidad. Hay dos puntos en donde no pude hacerlo : para explicar la inversión sexual - sobre este punto voy tan lejos como lo permite la literatura (Krafft-Ebing y sus predecesores Kiernan, Chevalier y otros) y cuando se trata de la corriente homosexual en los neuróticos 21.

¿Podremos rastrear estos límites aunque sea en las primeras páginas del primer ensayo ?

•    Fijémonos en el título del primer ensayo: Die sexuellen Abirrungen, traducido al español, por Etcheverry como "Aberraciones sexuales". El término alemán "die Abirrungen", indica un leve paso al costado respecto al término científico esperado (die Verirrung) con el que comparte la raíz. Más literario, die Abirrungen se ajusta quizá mejor al género literario elegido por Freud - el de un ensayo- elemento a tener en cuenta.

•    También es verdad de que, como el mismo Freud lo señala en la primera nota, él va a tomar el vocabulario que la sexología naciente está poniendo en circulación : "invertido" primero, raras veces aparece "homosexual" que se volverá corriente bajo la pluma de Freud recién hacia 1909. La Concordancia señala que este vocablo aparece 316 veces en sus obras mientras que heterosexual sólo se encuentra 29 veces. Una asimetría a explicar.

•    ¿Qué hace Freud al introducir los términos de invertido y homosexual? Podríamos decir que un doble movimiento : uno de de-suposición de los saberes ligados a dichos términos y otro de construcción de un saber que se atará también con ellos. Habrá pues en este punto cambios de sentido y no de términos. Basta para hacerlo evidente comparar la definición ya citada acerca del instinto dada por Krafft-Ebing con la de Freud texto que en allí rompe también con la terminología y aporta una sorprendente : TRIEB. No es para nada excesivo sostener que un nuevo paradigma se está abriendo camino. Y tampoco agregar : habrá de pagar derecho de piso. Pero ¿qué consecuencias pudo traer el atar homosexual al Trieb freudiano ?

•    El francés permite un juego interesante : cuando uno dice "le pas de savoir" puede querer decir " el paso de un saber" o puede tener un sentido puramente negativo "el no saber". Proponemos leer en este último sentido todos los giros mediante los cuales Freud de-supone la verdad de una serie de saberes circulantes. Así funcionaría, por ejemplo, el término "supuesto" que insiste bajo su pluma ya sea para referirse a la opinión popular o al saber científico, o a la relación con la norma, - angenommenen Norm- Hay giros en los que claramente señala que los términos u opiniones tal como están en circulación, los cita y no los hace propios . Por ejemplo : "Mann heisst solche Personene Konträrsexuale oder besser Invertierte(….). Es la utilización del "se dice que …""se llama a …" Antes de jugar sus cartas pone incluso a cuenta de la opinión popular la definición del instinto formulada por Krafft-Ebing y destaca la escandalosa sorpresa que para todos esos saberes representa el hecho de la inversión. Dada la definición del instinto , allí aparece algo inesperado.

•    Preparado el escenario textual Freud entra a jugar fuerte. "Introduzcamos dos términos…" La primera gran novedad -que Lacan retomará con amplitud rescatándola de su borramiento en la traducción inglesa de Strachey - es la del término Trieb. A él, como a un significante mayor, van a enlazarse al menos dos más, ya en la primera edición y en la primera página : la del objeto - das Sexualobjekt) y la del carácter aleatorio de la relación entre la pulsión y el objeto. Tampoco se supondrá un lazo fijo de la pulsión con su meta (das Sexualziel). Al contrario. Freud fija así nuevos parámetros para un saber. Con este punto de partida saca una primera conclusión : la relación a la supuesta norma ha de ser interrogada. Va a abordar entonces la cuestión de la inversión como la de una desviación respecto a un objeto que ya no considera fijo. Lo paradójico para el lector de hoy en día es ver a la figura del "normal" entrando por la ventana allí donde fue echado por la puerta 22. El nuevo saber va a comportar esta paradoja, se trenza con aquello que parece dejar fuera. "Normal" no es un concepto freudiano, pero, a la vez que lo critica- Freud trabaja con él. Esto no será sin consecuencias.

•    ¿Qué sucede con el término de "inversión" ? Subrayemos dos lugares de corte doctrinal con la doxa científica :

- Corte con el supuesto carácter innato, en nombre de la no necesariedad del lazo pulsión- objeto. Este punto determinará la ruptura de Freud con el movimiento berlinés de Hischfeld, que al parecer abandona allí su vinculación con el psicoanálisis. La afirmación del carácter innato de la inversión permitía del punto de vista político una convincente defensa de los derechos de los homosexuales en nombre de la naturaleza. Este es un punto de discusión doctrinal y política que sigue vigente en el movimiento gay.

- El otro punto de corte toca a la teoría de la degeneración, a Magnan a quien no le ahorra su fuerte crítica. En este punto Freud abre su elaboración a la consideración de aquello que pasa en otras culturas y señala el pasaje posible de consideraciones centradas en una perspectiva patológica a otras a realizar del punto de vista antropológico.

Si, con Eve Kosovsky 23, se compara la teoría de Freud con la que está elaborando los movimientos berlineses, se puede decir que Freud está construyendo un modelo de grados, de series, en el que subrayará las continuidades entre los géneros y la presencia invisible del término que no se hace fenoménicamente visible. Es un modelo universalizante. Freud avanza una cierta concepción de la homosexualidad, que integrará como adjetivación a su teoría de la libido. La heterosexualidad no es casi nombrada, podríamos decir que es el partenaire silencioso del modelo que Freud está construyendo. En 1915 Freud resiste explícitamente a "separar a los homosexuales (…) como un grupo de naturaleza particular" y en esa misma nota problematiza la supuesta normalidad de la atracción heterosexual : "En el sentido del psicoanálisis, ni siquiera el interés sexual exclusivo del hombre por la mujer es algo obvio, sino un problema que requiere esclarecimiento(…)" 24.

Freud también toma en consideración y discute la doctrina de Ulrichs que define la inversión como "un cerebro femenino en un cuerpo masculino". Su objeción es rotunda e inesperada, y se dirige también a Krafft-Ebing : no sabemos que podría ser un cerebro masculino o femenino, ni siquiera "centros" masculinos o femeninos. La operación de Freud consiste en introducir en el lugar de estos dos términos mayores del decir sobre la sexualidad, femenino y masculino, una incógnita, una equis. Difícil de sostener esta incógnita se deslizará a veces hacia una no convincente resolución que identificaría pasivo con femenino y activo con masculino.

A partir de 1910, y con el Leonardo como antecedente inmediato Freud comienza a establecer relaciones entre la homosexualidad y las primeras identificaciones, así como con las elecciones de objeto. Edipo y Narcisismo serán la urdimbre que permitirán a Freud leer las operaciones subjetivas ligadas a las identificaciones y a las elecciones de objeto.

En este camino, la ruptura inicial marcada por la primera página de los Tres ensayos se verá atenuada por una teoría del desarrollo libidinal. De un cuerpo cuyas zonas erógenas no se circunscriben más a los genitales, de una sexualidad que no hace de la procreación su meta ni de la penetración vaginal el acto adecuado, Freud se desliza a aceptar una teleología, mediante la cual se introduce inevitablemente una jerarquía que la palabra "preliminar" vendrá a sellar. Fijación y exclusividad son las operaciones que transforman a la homosexualidad en un "síntoma mórbido". Como señala Bersani, mediante ese enojoso sesgo Freud abre también para el homosexual una historización posible de su sexualidad.

Freud construye entonces para esa historia particular una serie de salidas típicas. "El proceso infantil se prosigue hasta su salida en la perversión, en la neurosis o en la vida sexual normal". La normalidad se reintroduce pues como horizonte teórico de series donde cada uno puede inscribirse, ya que "todos somos un poco histéricos" y "la disposición a las perversiones no es una particularidad rara, sino un fragmento de la constitución normal". Las categorías de neurosis, psicosis y perversión que el discurso médico está instalando vienen a trenzarse con la teorización analítica incipiente y toman a la homo y heterosexualidad como una de sus hebras.

No ha de olvidarse sin embargo, como sucede en demasiados textos de los Gays and lesbian studies, que Freud avanza por la vía de las llamadas neurosis y de la resolución de sus síntomas. Los síntomas que ya al final del primer ensayo adquieren su estatuto analítico : son la práctica sexual de los neuróticos.

En este Ensayo, neurosis y perversión aparecen ligadas, mientras que queda en blanco la cuestión de la sexualidad en las psicosis. Vía Jung, pronto se la planteará a Freud en el caso de Schreber el alcance de esa categoría que comienza a debordarse a sí misma, la de la homosexualidad. Dora, Leonardo, Schreber, el hombre de las ratas, la joven homosexual, y cada uno de los casos abordados por Freud van a evidenciar su funcionamiento heterogéneo y por ende problemático.

A pesar de estos atasques teóricos estamos en otro planeta, distinto al que culmina con un Krafft-Ebing. En 1915, año en el que introduce el primado fálico, Freud modifica un párrafo de los Tres ensayos para mejorar la definición de la pulsión como Repräsentanz, "representante de una fuente somática que corre en forma continua", y en 1924, en una de sus notas finales a este texto, subraya : "La doctrina de las pulsiones es el fragmento más importante, y también el más incompleto de la teoría psicoanalítica". Es el tiempo en que el estatuto del objeto pulsional irá cobrando en su obra un aspecto cada vez más problemático.

Con sus soluciones paradójicas y sus atascaderos estos ensayos son a la vez un paso de ruptura y un paso en la construcción de un nuevo saber que cambiará todo abordaje de la sexualidad a lo largo del siglo XX. Veamos ahora de que modo , según la hipótesis de Jonathan Ned Katz, también la heterosexualidad hace su coming out, de la mano de Freud, aunque permanezca en su obra entre bambalina.

La invención del heterosexual

Al dar este título a su libro Katz hace una propuesta que tiene su interés heurístico : la de darle al término heterosexual el alcance de "una forma específica de organización de los sexos y sus placeres. " Y esto sobre la base de que " la procreación, la diferencia sexual y el placer sexual han sido producidos y combinados en diferentes sistemas sociales radicalmente distintos". 25

El término "heterosexual" adviene como una proclamación del papel del placer sensual como elemento esencial en la intimidad entre hombres y mujeres. Esto circunscribe históricamente su aparición al momento en el que la sexualidad toma libertades respecto a la procreación. Centrándose en un análisis de la clase media en USA, Katz distingue el pasaje, en la Nueva Inglaterra de fines del siglo XIX, de una sexualidad pudibunda y más bien secreta, subordinada a los ideales de procreación, a actitudes abiertas al placer encontrado en la sexualidad entre varón y mujer, placer que encontrará formas públicas de exponerse a través de nuevos comportamientos y modificaciones en las atribuciones de género.

Pero para hacer esta aparición pública la heterosexualidad tuvo que ser primero bautizada científicamente para ser avalada como normal y éticamente justificada. Esto no se hizo sin tensiones que justifican para Katz la utilización de la expresión coming out para señalar este pasaje a la vida pública de un nuevo estilo de relación. Desde 1920 este discurso hace su aparición pero será necesario esperar los años sesenta para que, al menos en el llamado primer mundo, veamos a las mujeres tomar un lugar decididamente nuevo. . Ahora bien, anota Katz :

Desde el comienzo, este ideal muestra una tensión fundamental. La afirmación heterosexual encuentra una tensión de base entre los placeres de la carne y la nostalgia del puro espíritu. Lo sexual, en este ideal hetero aparece desde su inicio como un turbafiestas. 26

Para Katz, fue Freud quien aportó la garantía científica que , a comienzos de siglo, necesitaban las nuevas generaciones de los llamados a partir de entonces " heterosexuales". En efecto, fue Freud quien produjo el corte respecto a una teorización del instinto sexual que vemos culminar en Krafft-Ebing. Las pulsiones sexuales, la libido freudiana, forman parte del nuevo paradigma de la sexualidad que otorga al placer un lugar central y complejo, mediante el borramiento de la especificidad del objeto. El cuerpo se convierte en un campo de zonas cuya erogeneidad abre posibilidades que dejan de estar ligadas a la procreación como a su justificación ética.

Sin embargo, y es la crítica de Katz que de algún modo coincide con nuestro propia lectura, esta apertura de la sexualidad al placer se ve atemperada por la introducción acrítica del proyecto social vehiculizado por las normas sociales de su época.

La heterosexualidad adviene con un mellizo conceptual, la homosexualidad, que permitirá una curiosa operación : el erotismo hetero se independizará de su relación a la procreación, en términos de normalidad, a costa de un desplazamiento sobre la homosexualidad de la anormalidad y del peso de la segregación social. Este precio en su exceso sostiene y a la vez hace claudicar esta nueva forma histórica de las sexualidades. Con la lectura freudiana la disparidad entre hetero y homo convierte a este último en el fantasma que asedia los textos modernos y las prácticas sexuales de toda una parte del siglo XX.

¿Por qué Freud fue víctima de la teoría teleológica ? Al fundar al hetero y al homo en la dramática edípica, ¿por qué analizó los movimientos subjetivos del hetero en términos de capacidad para resolver perturbaciones y al homo como quedado fijado y detenido? No hay otra lectura posible de esta diversidad de soluciones eróticas ? ¿Acaso hemos de leer allí, como lo hace D. Halperin, una señal de la homofobia del propio Freud ? 27 ¿O quizá - como lo sugiere Katz- el término "normal" se impuso en el texto freudiano para calificar la atracción sexual entre hombre y mujer como un equivalente del término "natural" que habría venido a remplazar y sostener así una nueva ética ? M. Foucault pone en evidencia este pasaje y las consecuencias de la subordinación cultural a los imperativos de las normas.

En todo caso, si, damos entrada en nuestra lectura a las producciones de los gays and lesbian studies, así como a la obra de Foucault, no puede obviarse el análisis crítico de las teorizaciones de la sexualidad formuladas en el siglo XIX y que, a través de Freud, constituyen nuestro patrimonio cultural.

Eve Kosofsky no deja de advertir sin embargo de la complejidad de esta tarea y de la etapa en que nos encontramos : "la de estudiar las incoherencias que durante siglos han estado operando en las elaboraciones de nuestra cultura." Se trata -añade más adelante- " de un campo de incoherencia discursiva inextricable, altamente estructurado en un punto de su organización social" 28. Las clasificaciones producidas en el siglo pasado comprometieron a un saber y desencadenaron también una serie de luchas políticas. Bajo estas categorías, "homosexuales", e "invertidos" de ambos sexos describieron sus experiencias y sus luchas. Sería excesivo creer que ya existe un modelo alternativo aunque la producción teórica ha sido y es muy importante -por ejemplo la queer theorie- y que un nuevo vocabulario- gays, lesbianas, etc. - se viene imponiendo desde los años 80.

Para el psicoanálisis esto implica un tiempo de crítica. Sin embargo, uno podría pensar además que la enseñanza de Jacques Lacan permitiría sacar del pantano algunas cuestiones y liberar así a la práctica analítica de algunas de sus hipotecas. Para quienes sostenemos que su trabajo abrió camino a un nuevo paradigma ¿no sería este uno de los terrenos privilegiados en los que tiene que ponerse a prueba su consistencia ?

Una cuestión se nos plantea al avanzar en esa dirección y prestando atención a la discontinuidad Freud - Lacan, al desplazamiento doctrinal de uno por el otro : ¿Acaso la pregunta que pareció pertinente plantearle a Freud puede planteársele en los mismos términos a Lacan ? Quiero decir : puede ser heurísticamente interesante rastrear el trato que da Lacan a las categorías de homo y hetero? Usadas ampliamente por él al comienzo de su enseñanza, las vemos llegar a los años 70 vaciadas de sentido. Esta operación que se puede leer por ejemplo como culminando en "L'étourdit" alcanza a la materialidad misma del significante que deriva por ejemplo, normal a norme mâle (norma macho). Homosexualidad pasa a escribirla con dos mm, ya no remite a "homo", igual, sino a "hombre", "homme", etc. Esta desregulación del sentido y del significante, gira en torno a la producción de un largo trabajo de zapa sobre las elaboraciones heredadas de Freud acerca en de la sexualidad que culminará en una nueva fórmula : "no hay relación sexual".

Para que esa formulación deje de ser enigmática, la enseñanza de J. Lacan requiere ser leída a partir de ese punto de llegada. Su movimiento respecto a Freud fue zigzagueante : por un lado con RSI retomó y reformuló Edipo y Narcisismo, sin dejar al mismo tiempo de producir una profunda heterogeneidad con el cuerpo freudiano. La invención del objeto a es uno de esos puntos que lleva a reconsiderar las teorizaciones freudianas de las pulsiones para entender las eróticas que el "no hay relación sexual" habilita pensar.

 


Notas:

1 Este trabajo retoma algunas de las líneas de nuestro seminario desarrollado en Montevideo y Asunción durante el año 2000, bajo este título. Fue objeto también de una presentación en "Assises de l'enseignement" de l'école lacanienne de psychanalyse, en su reunión de octubre del 2000 en París
2 M. Foucault, Dits et écrits, t. IV, "La vie : l'expérience et la science", y " Qu'est-ce que Les Lumières ?" París, Gallimard, 1999. Traducidos al español.
3 Halperin, David , Cent ans d'homosexualité, París, EPEL, 2000.
4 Vernon Rosario, L'irrésistible ascencion du pervers, París, EPEL, 2000.
5 Este es el origen que hemos encontrado como más reiterado. Ma Jo Bonnet, sin embargo, (en Les relations amoureuses entre les femmes, París, ed. Odile Jacob 1995), lo atribuye a un tal Karoly Maria Benkerte, de origen húngaro, que habría empleado esta palabra, en 1869, en una carta abierta al ministro de justicia alemán, reclamando la abolición del famoso artículo 143, sobre el que nos explayaremos más adelante.
6 Subraya, por ejemplo, Canguilhem que el término "normal" pasa a la lengua popular del siglo XIX para designar al prototipo escolar y al estado de salud orgánica. En ambos casos se vincula a los movimientos reformistas de cuño positivista : reforma hospitalaria y reforma pedagógica. Cf., Lo normal y lo patológico, México, siglo XXI, 6ta ed, 1984.
7 Se observará que coherentemente restringimos también este término en el espacio y el tiempo. No vale para hablar intemporalmente de la relación hombre-mujer.
8 Leo Bersani Homos, Bs. As., ed. Manantial, 1999.
9 M. Foucault, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, siglo XXI, México.
10 M. Foucault, Los anormales, México, FCE, 2000.
11 D. Halperin, op. cit. p. 31
12 Y. Dowbiggin, La folie héréditaire, París, EPEL, 1993.
13 Ibid, p. 44.
14 Cf. por ejemplo art. de Ma Jo Bonnet en Grafías de Eros, "La emancipación amorosa de las mujeres", Bs. As., Edelp, 2000.
15 Feliz expresión de D. Halperin
16 Documento de época : Rosa von Pranheim, Yo soy mi propia mujer, ed. Tusquet.
17 R. Krafft-Ebing, Psychopathia sexualis, III, p. 168, París, ed. Agora-Pocket, 1998.
18 J. Ned Katz, The invention of heterosexuality, cap. 2.
19 Cf al respecto los prefacios a la 2da y 3a edición
20 Leo Bersani, Estética y sexualidad
21 Correspondencia Freud-Fliess. El subrayado es nuestro y la expresión en alemán que antecede es esta : dort gehe ich so weit als die Literatur es gestattet)
22 Me refiero a ello cuando leemos ya en el primer ensayo expresiones como "el acto sexual normal", "lo normal", y más paradójico aún "el objeto sexual normal", etc.
23 Eve Kososky Sedwick, The epistemology of de closet, USA, University of California Press, 1990, cap. 2.
24 Freud, Tres ensayos…, T.VII. Amorrortu, Nota de 1915, p. 132.
25 J. Ned Katz, The invention of the heterosexuality, p. 14.
26 Ibid, p. 28
27 Halperin, San Foucault, Cuadernos de Litoral, Córdoba, 2001.
28 Op. cit., cap. 2