Consideraciones sobre la guerra y la muerte. (1)
Irene Barros.

Salto, 23 de setiembre de 2001.

A sesenta y dos años de la muerte de Sigmund Freud, a 12 días de la caída de las Torres gemelas de Nueva York.

Hace ya mucho tiempo que la humanidad viene siendo sometida una y otra vez a la experiencia de la guerra. Sigmund Freud, el creador del Psicoanálisis, innegable revolucionario del pensamiento y de la ciencia, aún para quienes estén en desacuerdo, sufrió las dos grandes guerras mundiales. Ante la inminencia de la segunda, el 4 de junio de 1938 abandona Viena. El 2 de setiembre de 1939 se desata la guerra, el 23 de setiembre, hoy hace 62 años, Freud muere en Inglaterra. De no haber elegido el exilio (más bien fue convencido por su familia y allegados y recibió la ayuda e influencia de Marie Bonaparte), su muerte hubiera ocurrido probablemente en un campo de concentración, donde perecieron dos de sus hermanas.
A quienes estamos en el campo del psicoanálisis, y a quienes no están también, nos parecen importantes las fechas, o determinadas cronologías nos resultan relevantes.
El escribía al comienzo de la obra que se menciona en el título de este artículo y en la nota al pie, lo siguiente: "Envueltos en el torbellino de este tiempo de guerra, condenados a una información unilateral, sin la suficiente distancia respecto de las grandes transformaciones que ya se han consumado o empiezan a consumarse y sin vislumbrar el futuro que va plasmándose, caemos en desorientación sobre el significado de las impresiones que nos asedian y sobre el valor de los juicios que formamos." Acudo al texto de Freud, para mí de una vigencia pasmosa, aunque mi juicio se encuentra sacudido por los acontecimientos que tuvieron lugar el martes 11 de setiembre, que coincide con la fecha del asesinato de Salvador Allende en Chile, con la intervención directa de EE. UU. mediante operativos de inteligencia .

¿Por qué la guerra?, es una pregunta que Freud se hace repetidamente, y es el nombre que le da a una carta abierta (1933) que le envía a Einstein, otro gran revolucionario de la ciencia que defendía a ultranza su posición de pacifista. Los grandes hombres de la humanidad no podían compartir los ideales bélicos, rechazaban profundamente el sojuzgamiento de un pueblo sobre otro, de una religión sobre otra, de una raza sobre otra. Trataban de responderse sobre las razones que conducen a los hombres a destruir a otros hombres. Freud señala en el ensayo mencionado: "Por cierto, se ha dicho que las guerras no podrán cesar mientras los pueblos vivan en condiciones de existencia tan diversas, mientras difiera tanto el valor que cada uno de ellos atribuye a la vida del individuo y mientras los odios que los dividen sigan siendo unas fuerzas con tanto imperio en lo anímico." Continúa más adelante: "Los pueblos están más o menos representados por los Estados que ellos forman; y estos Estados, por los gobiernos que los rigen. El ciudadano particular puede comprobar con horror en esta guerra algo que en ocasiones ya había creído entrever en épocas de paz: que el Estado prohíbe al individuo recurrir a la injusticia, no porque quiera eliminarla, sino porque pretende monopolizarla como a la sal y al tabaco."

Cuando pretendemos aproximarnos a un análisis de los acontecimientos, paradójicamente debemos tratar de alejarnos, tomar cierta distancia, pero no demasiado, ya que únicamente es desde nosotros mismos como instrumento, desde nuestra implicación, que podemos reflexionar, analizar, los sentimientos, los hechos, las relaciones, de lo que hoy vivimos.
Es por eso, pero no sólo por eso, que vuelvo a textos de Freud, donde lo encontramos profundamente inmerso en los acontecimientos de su época, como ahora lo estamos nosotros en la nuestra. También podemos ver en los movimientos teóricos, el impacto de los movimientos históricos, políticos, sociales.

¿Qué estaba escribiendo Freud cuando se desata la Primera Guerra, antes, durante y después? Fue el período de los "Escritos de Metapsicología", precedido por su "Introducción del Narcisismo". Produce casi junto con "De guerra y de muerte", "Lo Inconsciente", "La Represión", "Pulsiones y destinos de pulsión., "Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños". Pero dentro de esta serie de escritos metapsicológicos hay un trabajo cuya idea, de acuerdo a lo que aparece en la nota de James Strachey, introductoria a la obra, fue comunicada a Ernest Jones en enero de 1914, unos meses antes de que estallara la guerra, luego es expuesto en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 30 de diciembre. Según la nota introductoria un primer borrador es escrito en febrero de 1915, siendo enviado a Abraham, devolviéndole este profusos comentarios y su aporte sobre la relación de la melancolía con la etapa oral de la libido. El trabajo fue completado finalmente en mayo de 1915, poco después de sus "Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte". Estas dos obras, pues, aparecen vinculadas a un proceso político y social del momento.

En la segunda parte de sus "Consideraciones…", llamada "Nuestra actitud hacia la muerte", no olvidemos que en la primera siempre se está refiriendo a la situación de guerra que están viviendo, dice así: "La muerte propia no se puede concebir; tan pronto intentamos hacerlo podemos notar que en verdad sobrevivimos como observadores. Así pudo aventurarse en la escuela psicoanalítica esta tesis: En el fondo, nadie cree en su propia muerte, o, lo que viene a ser lo mismo, en el inconsciente cada uno de nosotros está convencido de su inmortalidad". Un poco más adelante señala: "Es por cierto demasiado triste que en la vida haya de suceder lo que en el ajedrez, donde una movida en falso puede forzarnos a dar por perdida la partida; y encima con esta diferencia: no podemos iniciar una segunda partida, una revancha. En el ámbito de la ficción hallamos esa multitud de vidas de que necesitamos. Morimos identificados con un héroe, pero le sobrevivimos y estamos prontos a morir una segunda vez con otro, igualmente incólumes.
Es evidente que la guerra ha de barrer con este tratamiento convencional de la muerte. Esta ya no se deja desmentir {verleugnen}; es preciso creer en ella. Los hombres mueren realmente; y ya no individuo por individuo, sino multitudes de ellos, a menudo decenas de miles un solo día. Ya no es una contingencia. Por cierto todavía parece contingente que un determinado proyectil alcance a uno o a otro; pero al que se salvó quizá lo alcance un segundo proyectil, y la acumulación pone fin a la impresión de lo contingente. [...] Ya dije que a mi juicio el desconcierto y la parálisis de nuestra productividad, que ahora sufrimos, están comandados esencialmente por la circunstancia de que no podemos conservar la relación que hasta ahora mantuvimos con la muerte, y todavía no hemos hallado una nueva".

Si Freud afirmaba en 1915, en el contexto del fragor de la Primera Guerra, que ante esa realidad no podían conservar la relación que hasta ahora se había mantenido con la muerte, y que todavía no se había hallado una nueva, podemos retomar hoy esa pregunta, a sesenta y dos años exactos de su muerte y a pocos días del atentado sobre las Torres Gemelas donde en segundos murieron miles de personas, ¿cual es, o cual va a ser nuestra relación con la muerte? Freud se refería a la ficción como posibilidad del ser humano de morir con el héroe, morir identificados con él, morir una y otra vez con los personajes. En su época no existía la televisión, el cine tenía pocos años y no estaban bombardeados de imágenes como actualmente nosotros lo estamos. Con el acceso inmediato a las imágenes de lo que ocurre aquí y ahora, con la visión permanente, fragmentada o recortada, de catástrofes, guerras, atentados, asesinatos, accidentes, miseria…, que no son ficción, o que no lo son totalmente, ya que la información es monopolizada por los medios y son quienes determinan su mayor, menor o ninguna coincidencia con los hechos reales ¿cuál es, repito, nuestra relación con la muerte hoy?

Juan Michel Fariña (2) escribe sobre la ficción del cine "new age", de lo sobrenatural y el superhéroe: "Se trata siempre en última instancia de seres humanos. Personas comunes que viven en un mundo de acechanzas y cuya fragilidad los guionistas conocen y explotan a la perfección. Es la incertidumbre económica, incluso la de un país próspero como los Estados Unidos, en el que una porción de la población vive condenada a pobreza perpetua. Pero también la angustia que deviene del exceso de bienes materiales, cuando su resultado es la ausencia de todo ideal por fuera del dinero y el consumo. Pero sobre todo es la angustia ante la muerte. La muerte que puede advenir a la vuelta de cualquier esquina, por un mendrugo de pan, o por la adrenalina de un asesinato serial. Pero también la otra muerte, no la del déficit de la marginalidad, sino la que emana del superávit de la ciencia, cuando esta identifica un virus o un gen mutado, pero se reconoce impotente ante él. Frente a semejante vulnerabilidad, el escenario ficcional deviene una fórmula tranquilizadora. Una suerte de religión universal que permite relativizar la angustia, para volver sobre ella enfrentándola con energías renovadas."

Ante el fenómeno de globalización de la información, Internet mediante, y el manejo de las cadenas de televisión internacionales, que podrían parecerse a los guionistas del cine "new age", ¿no nos queda el recurso fantástico de tratar lo que está aconteciendo hoy como la ficción mejor montada? Estamos viendo casi una repetición de lo que el cine norteamericano nos ha mostrado muchas veces. Sólo que ahora nos dicen que es verdad. El héroe americano surge con una frase contundente que divide las aguas: "o están con nosotros, o están con el terrorismo". Desaparece la posibilidad de pensar en una tercera posibilidad, o de pensar en las responsabilidades. La única salida es la guerra ¿contra quien? Bush nos da la respuesta tranquilizadora: no es contra pueblos hambreados, contra pueblos que han sufrido la política de intervención imperialista de Estados Unidos, es contra el terrorismo. Y ya tenemos el guión completo. No sabemos el final, aunque tal vez quienes lo hicieron creen que lo saben.

De las obras de Freud mencionadas y de las citadas podemos tomar elementos para entender ciertos aspectos en juego en lo que hoy está ocurriendo, donde el otro aparece como enemigo necesario para mantener tal vez cierta unidad, diferenciarse de él, creando y sosteniendo la ilusión de ser los representantes de los valores e ideales occidentales, para E.E. U.U. los únicos posibles y universales, incuestionablemente. Pero ese otro es una alteridad radical que amenaza la existencia del imperio cuyo emblema eran las dos descomunales Torres Gemelas. ¿Por qué no apuntaron a la Estatua de la Libertad? ¿O a West Point, donde ya no iban a ser mayoría de civiles quienes murieran? ¿Por qué no apuntaron a Silicon Valley, el maximun del desarrollo tecnológico? Tal vez el avión que no culminó su misión se dirigía a alguno de estos lugares. El Pentágono, que resultó dañado no destaca tanto en esta estética del horror, aunque junto con las Torres representa algo que tal vez los otros lugares no representaban tan claramente: el poder, la acumulación de poder fundamentalmente económico, expresión de la miseria y sojuzgamiento de la otra parte del mundo, el tercero.

Podemos intentar sobreponernos a la velocidad de las imágenes, a la impresión de ver cómo vertiginosamente irrumpe en el paisaje virtual de la pantalla, algo que ocurre en el aquí y ahora de forma inesperada. Al principio creemos que es ficción, es decir, no creemos que lo que estamos viendo en la pantalla corresponda con un hecho de la realidad. Es parte de la realidad, o fragmentos de la realidad porque se ve lo que es enfocado, lo que es el objetivo, hablando en términos de fotografía y filmografía. En ese campo visual recortado, de pronto algo enorme desaparece. Emblema también de algo más enorme: el poder. Cuando se produce la desaparición de las torres, se produce la captura de la mirada, podemos decir que el sujeto desaparece? Paul Virilio, habla de la velocidad (3) y de la estética de la desaparición. "La velocidad hace ver. Ella no permite simplemente llegar más rápido a destino, sino que hace ver y concebir. La velocidad cambia la visión del mundo. La televisión y los multimedia rompen los planos aproximados del tiempo y del espacio. Entonces la velocidad hace ver el mundo de otra manera, y es a partir del siglo XX que esta visión del mundo cambia y el espacio público se vuelve una imagen pública mediante la fotografía, la cinematografía y la televisión. […] La estética de la aparición es la propia de la escultura y de la pintura. Las formas emergentes de sus sustratos- el mármol para una estatua de Miguel Ángel, la tela para una pintura de Leonardo da Vinci, y la persistencia de la base es la esencia de la imagen. […] Pasando por la invención de la foto instantánea que permitirá el fotograma cinematográfico, la estética será puesta en movimiento. Las cosas existirán en la medida que desaparezcan. El film es una estética de la desaparición, puesta en escena por las secuencias".

De la desaparición de las Torres de Nueva York surgen las grandes interrogantes del futuro próximo de la humanidad, ya que de tener lugar una Tercera Gran Guerra, creo que esta suposición no es descabellada ni corresponde a una visión apocalíptica, el mundo estará durante varios años sometido a una situación sin precedentes, y la incertidumbre actual excede el no saber de donde vinieron los actos terroristas, o cómo responderá E.E. U.U. La gran incertidumbre es no saber qué nuevo orden se originará después de este caos y qué parafernalia de armas nucleares, bacteriológicas, etc. han desarrollado y hasta donde se atreverán a llegar los grandes actores de este horror en su ambición por probar qué sistema prevalecerá sobre el otro. Es claro que las personas no intervenimos en este juego de poder y destrucción, ni siquiera para considerar nuestra supervivencia. Para terminar, como hoy hace fecha de la muerte de Freud, retomo sus reflexiones: "La inclinación a no computar la muerte en el cálculo de la vida trae por consecuencia muchas otras renuncias y exclusiones. Y no obstante la divisa de la Hansa decía "Navigare necesse est, vivere non necesse!": Navegar es necesario, vivir no lo es".

 

Deseo aclarar que estas son opiniones personales, que no comprometen a nadie más que a la autora. Lo que Freud afirmó en su época, fue también bajo su total responsabilidad.

Psic. Irene Barros. Prof. Asistente del Área de Psicoanálisis, Facultad de Psicología, Universidad de la República.

 

 

Notas:

 

1 Se toma como referencia los dos ensayos que Sigmund Freud escribió en 1915, en marzo y abril, seis meses después de que estallara la Primera Guerra Mundial (Nota introductoria de la obra de James Strachey, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1ª. Edición en castellano, 1979.; traducción directa del alemán de José Luis Etcheverry.) El título de los dos ensayos es "De guerra y muerte. Temas de actualidad." En otras traducciones aparece como "Sobre la guerra y la muerte" o "Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte."

2 Michel Fariña, Juan Jorge, "Angustias del más acá. El cine "new age" y el ideal moral contemporáneo". Publicación mensual informativa de la U.B.A. Facultad de Psicología, marzo de 2001, pág. 7. J. Michel Fariña es Profesor Titular Regular de la asignatura "Psicología, Etica y Derechos Humanos".

3 Virilio, Paul, "Cibermundo, la política de lo peor", traducción del francés de la Soc. Argene Benedetti Sala, Fichas CEUP, curso Introducción a la Sociología e Historia Social del Uruguay. Encargada del curso: Dra. Ana María Araújo. No aparece fecha en la publicación.