Crónica de un Proceso de Investigación: una experiencia
interdisciplinaria.
Nelson de León.
Virginia Rial.
Fabiana Davyt
Desde 1994, se viene desarrollando un proceso de investigación acerca
de lo que hemos llamado institucionalización de la locura, o sea, trabajando con aquellas
personas e instituciones que forman parte del campo de producción de la enfermedad
mental: pacientes psiquiátricos, familiares, vecinos, profesionales de la salud mental y
estructuras de atención a nivel público.
Esta tarea se viene realizando a través de los Proyectos de investigación:
"Cronificación y reinserción social del paciente psiquiátrico", y
"Condiciones de producción y cronificación de la enfermedad mental ".(1)
Como fenómeno producido en el campo de la salud mental, se entiende que "la enfermedad mental se produce en la intersección y como resultado de una tensión particular entre fuerzas que provienen de dimensiones institucionales sanitarias (el manicomio y los niveles de atención), jurídicos (legislación sobre condiciones de tratamiento, juicio de incapacidad, etc.), familiares y barriales, a través de mecanismos de depositación y exclusión".(2) Las posibilidades de visibilidad en la construcción de este problema a investigar, están determinadas por los puentes interdisciplinarios que se puedan transitar.
La articulación de la investigación con la docencia y últimamente con la extensión universitaria, ha permitido la realización de diversos trabajos de indagación y profundización sobre la problemática, por parte de estudiantes avanzados de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. La coordinación con diversas disciplinas como la antropología o la estadística y la implementación en este tiempo de una perspectiva interdisciplinaria han posibilitado la complementariedad y el desarrollo de métodos cualitativos y cuantitativos.
En el comienzo partimos de dos interrogantes fundamentales: ¿qué es
la enfermedad mental ?, y ¿qué es la cronificación de la enfermedad mental?.
La primera interrogante alude a las condiciones sanitarias que nombran y definen la
enfermedad, y la segunda caracteriza a aquellas personas que se "deterioran" a
causa del padecimiento mental.
Nuevas preguntas se enunciaron acerca del relacionamiento entre lo llamado locura y
enfermedad mental, ¿cómo se ha expresado históricamente la locura?, ¿cuáles son las
condiciones de su institucionalización como enfermedad mental?
En principio fue necesario realizar una tarea exploratoria en instituciones de atención,
recabar información y tomar contacto con el campo, de forma tal que nos permitiera
definir la cronificación y establecer sus relaciones de dependencia y determinación con
lo diagnosticado como enfermedad mental. Se realizó una exploración bibliográfica
nacional e internacional, que permitió visualizar las condiciones de surgimiento de la
enfermedad mental en Europa y en nuestro país.
En la etapa exploratoria, (realizada en el Hospital Vilardebó), se pudo constatar que las
personas, a través de largas internaciones, van perdiendo intereses y nexos con lo
extra-mural. Disminuye el interés por salir, tener proyectos afuera y en ocasiones,
quienes lo podrían hacer no cuentan con familiares referentes.(3)
Definimos entonces conceptualmente el proceso de cronificación como la progresiva
pérdida de autonomía en el desempeño social del paciente psiquiátrico, en relación a
lo familiar, lo laboral, lo recreativo y la inserción institucional; y nos propusimos
estudiar la asociación con los diagnósticos realizados, las internaciones, los
electrochoques, y el tiempo de evolución desde la primer consulta.
Para operacionalizar esta definición de cronificación, construimos un Índice de
Cronicidad (4) que nos permitió ordenar la información de los sujetos (5) y trazar
algunas emergencias descriptivas. En tal sentido, observamos el proceso de pérdida de
desempeño social, con alto porcentaje de desocupación, trabajo precario, y la
disminución de acción e intereses en los aspectos explorados. Las asociaciones indagadas
estadísticamente establecieron que el proceso de cronificación es dependiente del tiempo
transcurrido desde la primer consulta y no tiene asociación con el tipo específico de
diagnóstico realizado, mientras que no es significativa la asociación respecto a las
internaciones y los electrochoques.(6)
Se coloca entonces el problema eludiendo la especificidad de la enfermedad mental,
ubicándose en la condición general de paciente.
La necesidad de desarrollar herramientas cualitativas complementarias, que otorgaran visibilidad sobre la producción de la enfermedad mental en contextos familiares y barriales, más allá de la estructura sanitaria, propicia la coordinación interdisciplinaria y la construcción conjunta, entre la psicología y la antropología, de nuevas estrategias metodológicas para el abordaje.
Desde la Antropología, se aborda la problemática relacionada con la salud y la enfermedad como una construcción social y cultural del hombre, ya que el estudio de este proceso debe tener en cuenta no sólo los aspectos biológicos sino que es un "espacio estratégico" donde se articulan procesos culturales, sociales, psicológicos, económicos, políticos, ideológicos.
La "mirada antropológica" trata de dar cuenta de las prácticas cotidianas y comportamientos de actores sociales concretos en contextos específicos; en el caso de la salud, este abordaje permite captar la pluralidad de los discursos del paciente y del profesional, sus universos socioculturales, sus comportamientos y actitudes para luego reconstruir esa visión, posibilitando la recuperación de los saberes y las prácticas de los conjuntos sociales. A través de la diversidad del discurso se expresa la inscripción de cada uno en la estructura sociocultural, y cada uno interpreta y reelabora las significaciones que tiene para nosotros el mundo en que vivimos.
La cultura es un modo de expresar fenómenos sociales, un sistema de clasificación que otorga sentido a las acciones y prácticas de los sujetos; "no hay comportamiento individual que no lleve la marca de lo social, y a su vez no hay modelo sociocultural que no pueda encarnarse y medirse en un comportamiento individual". (7) La cultura atraviesa lo sanitario de manera constante; por ello es necesario, en el abordaje de la dimensión social y cultural del proceso salud/enfermedad/atención, un conocimiento en profundidad de las conductas en el marco de la familia y la comunidad, o sea, de las percepciones y representaciones culturales de tal proceso en el imaginario social. El valor social de la salud supone estudiar lo que ella significa para los actores sociales.
La Salud mental también es una construcción social, donde los trastornos se convierten en enfermedad cuando el individuo les asigna el significado de síntoma, y en esta asignación cada cultura pone en juego las producciones simbólicas que determinan los valores de la salud/enfermedad mental; hay una legitimación de la enfermedad ya que el modelo médico cumple funciones curativo/preventivas, pero además funciones de control y de normatización más allá de funciones "estrictamente" médicas.
El equipo de Antropología y Salud, del área de Antropología Social, FHCE (8), se inicia a partir del proyecto DT Antropología y Salud: "Madres e hijos de un barrio de Montevideo: Ciudad Vieja", en 1988 (9). Dentro de este marco, hemos participado en diversos proyectos que enfocan el fenómeno salud/enfermedad desde un punto de vista antropológico.
Coordinación entre Psicología y Antropología Social
A principios de 1999 se realiza una coordinación interdisciplinaria entre el Área de Psicología Social de la Facultad de Psicología, a través del proceso de la investigación "Cronificación y reinserción social del paciente psiquiátrico"(10), y el Departamento de Antropología Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Así es que en ese año, en el marco de la pasantía "Instituciones y procesos de psiquiatrización"(11), trabajan cuatro equipos de estudiantes (12) en las zonas de Malvín Norte, Pocitos-Punta Carretas, Ciudad Vieja y Pueblo Ituzaingó (departamento de San José, zona de influencia de la Colonia Etchepare).
De esta experiencia emergen algunas hipótesis primarias: no hay una universalización en la construcción de la locura a nivel del imaginario colectivo sino que se construye entre márgenes que van desde la aceptación/integración hasta la exclusión/estigmatización/rechazo.
Sin pretender delimitar territorialmente las concepciones y modalidades de relacionamiento de aquellos "irregulares" que quedan ubicados como locos o enfermos mentales, pudimos observar que en algunas zonas hay una visualización explícita de la persona como paciente: no son locos, ni alcohólicos, sino enfermos mentales. En tanto, en otros lugares alguien "irregular" podría ser tolerado -no encerrado o tratado-, incluso es alguien a quien se puede recurrir en busca de ayuda o que provoca cierta admiración. En otros lugares lo que llama la atención, es que "lo diferente" no aparece en el discurso (o si aparece, "viene de otro lado").
A través del discurso de la gente hicimos una caracterización primaria de los barrios. Para ejemplificarlo, transcribimos algunos testimonios de los entrevistados cuando se indagó acerca de la existencia o no de personas o comportamientos extraños en el barrio:
Zona Punta Carretas ("acá no pasa nada, y si pasa , no somos nosotros")
En la zona de Punta Carretas, los testimonios más habituales tienen que ver con la "tranquilidad", como contrapuesta a lo que pueda ser extraño:
Yo no he visto nada, este me parece un barrio super tranquilo
No, acá no hay conductas que llamen la atención, es todo muy tranquilo.
Extraño acá no se ve nada, es todo muy tranquilo.
Es un barrio tan común, es un barrio coherente.
En este barrio no hay locos...
No, yo no veo nada extraño ni nadie, a no ser la gente extranjera. Aquí locos no se ven.
En otros barrios sí he visto, (gente) hablando sola, gesticulando, pero por acá no.
Sin embargo, esta tranquilidad viene a ser perturbada por "los otros", los que
vienen de otros barrios; lo "malo" se coloca afuera. Y este corte con el
"antes" y el "ahora" del barrio está dado por el Shopping:
Los sábados es espantoso, con la feria viene todo tipo de gente,
está lleno de borrachos.
Hay grupitos, principalmente los sábados, después de la feria, con botellas de vino,
drogados
Gente rara, con el Shopping hay pasaje de mucha gente.
Sí, la gente que ha traído el Shopping, malvivientes, aquí nadie robaba, y ahora está
lleno de gente vagando
por la calle, como ves en otras zonas, que no sabés de qué viven. Antes del Shopping era
más tranquilo, hay mucha gente que no es de acá y anda dando vueltas por la zona..
Zona Ciudad Vieja ("robos, alcohol, drogas...")
El denominador común de las respuestas son los robos, el alcohol, las drogas, la violencia:
Acá hay mucha delincuencia.
Por aquí lo que más llama la atención es la gran cantidad de robos.
Chicas de buena familia que andan en la calle, con cajas de vino, con los vaqueros rotos,
parando autos y pidiendo dinero para comprarse para tomar...
Después de las 7 de la tarde no sabés lo que es esto, es un zoológico. Como
delincuentes y demás, drogadictos.
Medio bravo, pero sobre todo los niños que están de intrusos en los edificios. Parecen
adultos. Y están en toda la onda del tema de robos, drogas.
A diferencia de Punta Carretas, en Ciudad Vieja lo "extraño" está en el propio barrio, y, aunque las respuestas corresponden a la pregunta de si "ve algo raro en el barrio", de alguna manera esta "rareza" está como asumida, es una característica del barrio que lo clasifica como barrio "estigmatizado" incluso para los que viven en él. Y hay ciertas estrategias adaptativas frente a un entorno "adverso":
Te tenés que acostumbrar, vivir con eso, con los ladrones, que los
ves pasar a diario, a los borrachos, a los drogadictos..
Hay todo tipo de vida, un sub mundo: prostitutas, gente que vive de ellas, drogas, gente
que se vende. Tenés que saber quiénes son para que tus hijos no se junten con ellos.
Acá lo que ves te lo tenés que callar, como lo que oís: ver, oír y callar
es una regla que hay que respetar. Si estás un determinado tiempo viviendo en la
zona y la gente ya te conoce, te protegen.
Algunos necesitan justificar que viven en el barrio; la lejanía espacial de ciertos lugares dentro del barrio marca una distancia más social que física:
En esta zona somos pocos los habitantes de clase media, que vivimos
en la rambla, los demás son casas, pensiones, de nivel bajo.
Los que vivimos en la rambla tratamos de no andar por estas calles (Sarandí)
Otros justifican lo que pasa en este barrio "pasa en todos los barrios", y se refuerza la afirmación comparándolo con barrios "distinguidos":
¿Que estén en malos pasos, en la droga y esas cosas? En todos los
barrios. Hay en el barrio Pocitos, Carrasco, qué se yo, es en todas partes.
Es como en todo los barrios. Mi madre vivió en Carrasco y en todos los barrios hay
chorros, borrachos y drogadictos, eso es normal en cualquier parte de Uruguay.
Zona Malvín Norte ("influencia de la iglesia, para bien o para mal")
En este barrio el referente común es la iglesia carismática, institución que de alguna manera genera sentido en tanto se remiten a ella tanto feligreses como personas que no asisten a ella.
Observación: hombre de aproximadamente 30 años, aspecto
desprolijo, fumando en la plaza, cabello bastante más largo de los hombros, con una
corona hecha con plantas en la cabeza
Un señor... enfrente a la parroquia, se pone a insultar, empieza, que la iglesia es el
diablo, no sé porqué se la agarró con la iglesia, es porque está alcoholizado.
Una persona lo quiso atacar (al cura), una persona que no estaba en sus cabales. De esas
personas hay muchas en la parroquia, muchas veces hay personas que caen al suelo y gritan.
Un día yo vi una persona con unos gestos espantosos, parecía una fiera, puesta casi como
en cuatro patas (feligresa de la iglesia)
El que va a la Iglesia no se enloquece... son misas muy especiales; yo tuve oportunidad de
hablar con él (el cura) en un momento muy difícil; para una personas descontrolada sirve
como apoyo.
Es un lugar (la iglesia) que atrae mucho a gente que tiene diferentes problemas; yo he
estado en contacto con personas con problemas mentales, es como un imán que tiene el
lugar que por diferentes razones esas personas se sienten cómodas, llamadas a buscar algo
diferente.
Hay un vínculo con el padre y los concejales a efectos de mover la cuestión barrial.
Se concibe la locura como falta de control de la persona sobre sí mismo, como posibilidad de ocasionar daño a los demás o a sí mismo; en tanto a la enfermedad mental se hace referencia también como enfermedad de los nervios, como los síntomas, los diagnósticos y con una fuerte relación con el consumo de psicofármacos (medicación controlada).
Pueblo Ituzaingó ("los locos integrados como pacientes")
Los enfermos mentales en Pueblo Ituzaingó están de alguna manera, integrados a la vida del pueblo; los "extraños" no son ellos.
¿Qué salga de lo común acá? Han habido poetas había uno que murió, que le sacábamos las letras y hacíamos música, fue un personaje que se destacaba acá en el pueblo, pero otra cosa....
O "no pasa nada", o lo extra-ordinario se normaliza y se instala en lo cotidiano. Esto podría ser también una estrategia de "adaptación" al entorno.
No, siempre se ven las mismas caras en el barrio.
Está todo normal, gracias a dios, está todo tranquilo.
La vida acá es bastante tranquila, son pueblos tranquilos, los chicos van a la escuela,
pueden andar solos.
Acá de repente es muy común ver orinar en la plaza, son cosas cotidianas, de todos los
días.
Cuando nacés y te criás acá estás en contacto con la Colonia, nada te llama la
atención, como que tenés una barrera que no te llega nada.
Paradójicamente quienes trabajan dentro de la institución sí visualizan a los
"locos" como un problema, particularmente el hecho de que puedan salir y tratar
de integrarse a la vida cotidiana.
Los ves haciendo cosas fuera de lo normal; yo no puedo llevar a mis hijos a que vean todas esas cosas, te viven pidiendo plata, tabaco. Si queremos llevar a los gurises capaz que hay 7, 8 enfermos mentales, entonces no es el ambiente. Han traído la locura a los pueblos, la quieren implantar en los pueblos (enfermero de la Colonia Etchepare)
Para continuar este proceso de investigación, y luego de analizar lo recogido en el trabajo de campo realizado en los barrios, visualizamos otras modalidades en las cuales transita y se expresa "el loco" (además de su versión como enfermo mental): la religión y la producción artística. Así es que para las pasantías 2000/2001 nos hemos propuesto una búsqueda de ámbitos de intercambio cultural donde se visualizara la locura, entendiendo el proceso de apropiación de la misma como un proceso social. Uno de nuestros objetivos es investigar las concepciones "populares" y la construcción de significados acerca de la locura y la enfermedad mental y los comportamientos y símbolos que las sustentan.
Además del interés particular del equipo en el tema locura/producción artística, del análisis de las entrevistas y observaciones realizadas en la Ciudad Vieja surge una visión particular que la gente tiene en relación al tema arte y locura, que se expresa en estos términos:
Sarandí era la calle de los locos, ahora quedan dos o
tres; era otro tipo de locos que leían y disertaban (vecino).
Hay familias que porque el hijo quiere dedicarse a pintar o a la música, o a divagar como
yo, les exigen que sean abogados o médicos. Las mismas familias los obligan a llegar a
eso (la locura) (caricaturista)
La locura es una forma de expresarse, de muchas maneras, hay gente que la expresa en su
arte o en su pensamiento (vecino)
Estoy convencida que cantidad de pintores salidos de Bellas Artes con Bienales ganadas en
diferentes partes del mundo, que no están bien de la cabeza. Incluso en Argentina hay un
escultor que le encanta comer y pintar a la vez. Ese para mí es un tipo que está loco
(encargado galería de arte)
Me muevo fuera de los esquemas, como algo loco (artista plástico)
Yo hago un esfuerzo por comunicarme a través de la pintura, me parece muy sutil como
lenguaje; trabajé de una manera interesante en mi encierro. Es imponente el mundo ese, no
sé si me da miedo o no (artista plástico)
Siempre he fantaseado posibles relacionamientos con esa gente (locos), y siempre son de
carácter romántico, como de película (vecino).
Lo "razonable" se establece como consenso en la interacción social: lo esperable del otro. Lo que se sale de la norma, de los "esquemas", como forma de expresión, ingresa en la categoría del arte y la locura.
"Por eso amo el arte. Y es allí, por lo menos, todo es libertad en ese mundo de ficciones. Se cumplen todos los deseos, se hace todo, se es rey y pueblo a la vez, activo y pasivo, víctima y sacerdote. No hay límites: la humanidad para uno es un pelele con cascabeles que se hacen sonar al final de la frase como un titiritero con la punta del pie..."(G. Flaubert, Carta a Louise Colet, 15-16 de mayor de 1852). (13)
Esta particular modalidad de entender y comunicar la vida, escapa a las lógicas establecidas por la razón. El proceso creativo implica una fuga de "la realidad".
"La poesía está íntimamente conectada con la realidad, pero no el pequeño segmento de realidad que llamamos por lo común la realidad, que es la realidad visible. Como decía Paul Klee: el arte y la poesía tienen por fundamento volver visible lo invisible. Lo visible es sólo un ejemplo de lo real. ¿Dónde está el resto de la realidad? En el infinito, la realidad no tiene límites, y la poesía lo que procura es quebrar la visión consuetudinaria de la realidad". (14)
Tomamos a la religión como un fenómeno cultural que atraviesa el campo de la salud mental; en cuanto a los puntos de contacto entre la locura con la religión, en el caso particular de Malvín Norte vimos que la gente establece cierta relación entre la iglesia y personas con trastornos mentales. Además, la afluencia masiva de fieles los días de misa carismática ("siempre el templo está lleno") amerita un estudio más detenido de esta institución en particular.
Muchas veces uno encuentra gente que está en aflicción, en
decaimiento (en la iglesia)
(Por una muerte en la familia) yo buscaba algo que consolara mi corazón que estaba tan
triste.
...una persona que no estaba en sus cabales. De esas hay muchas en la parroquia, muchas
veces hay personas que caen al suelo y gritan. Van pensando que van a pasar
desapercibidas, pero hay una fuerza que vos no sabés de dónde viene que la persona se
descontrola, a veces se precisan 6 o7 personas para sacarla.
La iglesia, para una persona descontrolada sirve como apoyo.
Yo he estado en contacto con muchas personas con problemas mentales, es como un imán que
tiene la iglesia que por diferentes razones esas personas se sienten cómodas ahí o
llamadas a buscar algo diferente.
La impregnación en el barrio de los códigos de significación de lo "extraño" y las posibilidades de interacción se relativizan y resignifican en función de lo religioso, extendiéndose los umbrales de tolerancia. Estos "contextos" religiosos adquieren mayor relevancia en la ritualización, como en los templos umbandistas.
En un contexto religioso "el ritual produce cura en la medida en que permite un cambio en la perspectiva subjetiva por la cual paciente y comunidad perciben el contexto de su aflicción. El ritual tiene un papel transformador manipulando símbolos en un contexto extraordinario". (15) "Así, por medio de un uso específico del espacio y de su propio cuerpo, el médium propone una serie de acciones tendientes a lograr que el otro salga de su propio sistema de referencia (el cotidiano, profano) para reterritorializarse en uno nuevo, pasando a una realidad distinta de la que participa en su existencia cotidiana".(16)
Hay una inserción de los individuos en un contexto nuevo de
experiencia, donde se produce un sentimiento colectivo compartido tanto por el
consultante, como por el agente que practica el ritual y sus seguidores.(17)
El antropólogo brasileño Renato Ortiz, haciendo un análisis del reconocimiento social
de la religión umbandista en la sociedad brasileña, dice que: "La idea de que el
fenómeno del trance se reduciría a manifestaciones histéricas perduraron bastante
tiempo en las ciencias sociales. De esta forma la imagen de la locura penetra en el
significado religioso, y el trance aparece entonces como una forma de anormalidad, una
señal patológica de manifestaciones como lo sagrado. Fue necesario esperar la revisión
de las teorías psiquiátricas y la difusión de nuevas ideas respecto a la posesión,
para que se concretase una transformación de esta imagen negativa de la religión. Se
opera una curiosa inversión: de forma patológica, la posesión pasa a ser encarada como
medio de vencer la enfermedad mental, como terapia. De esta manera, un adepto como
Francisco Louza (Umbanda y psicoanálisis, Ed. Espiritualista, RJ, 1971) escribirá que la
Umbanda es la creencia apropiada para la resolución de los problemas mentales, porque es
la única religión que acepta en su cuadro social y mediúnico personas que
presentan disturbios neuróticos. No sólo lo aceptan sino que equilibran los poderes
psíquicos con lo físico, dando a cada uno la posibilidad de una vida normal en la
sociedad, en el hogar y en el trabajo.(18).
En la religión y la expresión artística se encuentran otras líneas
de producción para lo "excesivamente extraño", "anormal", más allá
de la versión como enfermedad mental.
Algunos trazos nos permiten acercarnos a este campo y sobre le cual nos proponemos
continuar encontrando matices y profundizando sus condiciones de visibilidad.
Bibliografía:
1
2 De León, N. "¿ Por qué no hablar con la locura ?". En: Psicólogos y psicología entre dos siglos. Consultas, demandas e intervenciones, V Jornadas de Psicología Universitaria, Ed. Tack, Montevideo, setiembre de 2000.
3 Ver De León, N. Fernández, J. "La locura y sus instituciones. Historia, violencia y subjetividad". III Jornadas de Psicología Universitaria. Ed. Multiplicidades, Montevideo, noviembre 1996.
4 La instrumentación de este índice y su ponderación fue realizada en el proyecto de iniciación a la investigación, actualmente se está trabajando en su validación y fiabilidad.
5 Se trabajó con mayores de 55 años, de ambos sexos, con diferentes diagnósticos y tiempos de evolución.7 S. Romero. "La trasmisión o el fluir continuo de la cultura", Revista Uruguaya de Psicoanálisis, Nº 73, 1991.
8
. Equipo coordinado por la Dra. Sonnia Romero Gorski.9. Responsable del proyecto: Dra. S. Romero Gorski. Colaboradores: Celia Arbón, Wanda Cabella, Fabiana Davyt, Blanca Emeric, Departamento de Antropología Social, FHCE.
10. A cargo del docente Lic. Nelson de León, participando desde entonces como investigadoras asociadas Fabiana Davyt y Virginia Rial, integrantes del equipo de Antropología y Salud del Depto. de Antropología Social, FHCE.
11. Correspondiente a la Opción Pasantías en Investigación del Curso de Psicología Social de Tercer Ciclo.
12. Equipo Pueblo Ituzaingó: Verónica Bugna, Virginia Silveira, Duncant González, Laura Gallo. Equipo Malvín Norte: Ana Errandonea, María Noel Gazzano, Jacqueline González y Liliana Osorio. Equipo Ciudad Vieja: Verónica Franco, Diana Galárraga, Margarita Braida, Laura Rivero, Ruth Bernheim. Equipo Pocitos- Punta Carretas: Anabel Pereyra, Verónica Pulis, Marcelo Repetto, Oscar Rorra, Fabiana Valerio
. 13. Pierre Bourdieu. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo Literario. Ed. Anagrama, España, 199514. Reportaje a Roberto Juarroz. Revista Graffiti, Nº 47, Montevideo, noviembre 1994.
15. Paulo Cesar Alves (org.). Saúde e doença. Um olhar antropológico. Ed. Fiocruz, Brasil 1998.
16. S. Romero Gorski, Wanda Cabella, Fabiana Davyt: "Lugares de producción de sentido en la frontera Rivera-Livramento". En: Ediciones del V Centenario. Vol I: Estudios Antropológicos. UDELAR, Montevideo, 1992.
17. Lévi-Strauss relaciona el fenómeno mágico con una
"red de creencias y lazos socioculturales en la que está inserto. Esto es, los casos
de magia sólo pueden darse cuando se dan determinados supuestos psicosociales, resumidos
en la creencia sociocultural en la posibilidad real de tales hechos, creencia que es
compartida por los agentes. El discurso es fundamental.
Hay un papel mediador del sistema lingüístico, y la manipulación simbólica pone en
relación al sistema lingüístico con otro "sistema" más general:
el universo simbólico del que discurso y gestos forman parte". Gazeta de
Antropología. Nº 11, Granada, 1995
18. Ortiz, Renato. A morte branca do feiticeiro negro. Umbanda e Sociedade Brasileira. Ed Brasiliense, 2ª ed., 1991