"Visibles historias invisibles".
Raquel Lubartowski Nogara.

El presente trabajo propone el estudio de los efectos que sobre "Subjetividad y vida cotidiana", produjo la implantación de las Categorías ABC instaladas como uno de los múltiples dispositivos del terrorismo de Estado, impuestos durante la dictadura cívico-militar uruguaya.
Los objetivos del mismo intentan situar las consecuencias que sobre la subjetividad produjeron las Categorías ABC y a partir de allí circunscribir el "modelo" de personalidad que la dictadura intentó promover y la post-dictadura afianzar mediante la articulación de un "pacto denegatorio" cuya vigencia es aún hoy férreamente sostenida por aquellos y aquellas que directa y/o indirectamente desarrollaron, promovieron o justificaron el estado de impunidad y desmemoria.

Subjetividad y vida cotidiana son dos conceptos que parecen estar "naturalmente" ligados o contiguos. Por vida cotidiana entendemos el espacio social próximo "catectizado", libidinalmente investido por el/la sujeto. En la cotidianeidad tienen lugar y se desarrollan las vivencias e identificaciones fundantes, es un ámbito de circulación de significantes y flujos de significaciones que resultarán estructurantes de la vida psíquica individual situada en la dimensión familiar-social.
La vida cotidiana constituye asimismo, el sitio imaginario donde se produce el encuentro con otras subjetividades que pueblan de informaciones sobre los entornos de objetos y personas y así colocan en una posición de sentido al "otro", la "otra",en tanto son captados por el psiquismo individual como sujetos diferenciados por la alteridad y semejantes en tanto también y simultáneamente los otros son portadores de su propia subjetividad identitaria.
La vida cotidiana provee lazos sociales variados y "enunciados identificatorios" (1) básicos para la constitución y desarrollo de la subjetividad singular y simultáneamente del "nos-otros" que participa y es parte constitutiva de la individualidad conformando así el complejo nudo de ser al mismo tiempo sujeto social y sujeto psíquico.
Por lo antedicho en el espacio cotidiano del día a día se conjugan las diferencias y las igualdades, es el sitio de encuentro con otras subjetividades y por ende, allí se hace posible y pensable el "otro/a" como portador de su propia subjetividad, creándose de esta manera la dimensión intersubjetiva. En tanto los lazos sociales van conjugando el entramado intersubjetivo, los enunciados identificatorios tornan posible la trasmisión histórica intergeneracional que a su vez constituye el soporte de la vida social y colectiva. Sin el tejido entre subjetividad y vida cotidiana que se realiza a lo largo de toda la vida, las viscisitudes históricas carecerían de un sostén que posibilite la continuidad subjetiva y, por tanto habría una constante riesgo de fragmentación de las identidades sociales e individuales.
Vida cotidiana y subjetividad no son lugares estancos ni unívocos sino que poseen modulaciones variadas sujetas a la temporalidad y el azar que genera contradicciones o resignificaciones de los acontecimientos reales. Las resignificaciones de acontecimientos, recuerdos o percepciones de lo real ponen de manifiesto la forma en que se produce una mutua interpenetración entre la cotidianeidad y el sujeto singular denotando las maneras de implicación del/la sujeto; la vida cotidiana como espacio fundante de la socialización es al mismo tiempo singularizado por las peculiaridades de cada uno/a, por la transmisión de "versiones históricas" (2) intergeneracionales, y por la peculiaridad con que cada sujeto se apropia de éstos elementos y configura su identidad.

En la trama social-singular se desarrollan vínculos afectivos de variada gama y signo que circulan en la familia de origen y extensa, en la diversidad de lazos sociales y laborales que además de sus sentidos socio-económicos poseen un plus de significaciones que están ligadas a la subjetividad de cada uno/a. Desde este punto de vista las vicisitudes de los vínculos -incluídos los vínculos laborales y aquellos que se generan en el ámbito político- tendrán resonancias relacionadas a las vivencias subjetivas de cada uno/a. Más adelante veremos como las problemáticas actuales de desempleo conforman un drama social familiar y al mismo tiempo desencadenan en cada sujeto en particular una erosión narcisista que desarrolla vivencias subjetivas de desamparo y de ser rechazado.
Por último señalaremos que en el entramado social-singular se desarrolla la función historizante del "yo" peculiar, de cada uno/a,el cual conjugando las diferentes "versiones" provenientes de los distintos espacios del/la sujeto, construye a través del tiempo histórico y de la temporalidad del "yo" el patrimonio psico-social colectivo. Un sueño o acto fallido no modifican aquello que conocemos por "realidad" pero le abren a nuevas significaciones.

La investigación que intenta articular psicología clínica psicoanalítica y vida cotidiana es, necesariamente compleja porque se sitúa en la imbricación de diversos planos: subjetividad singular y colectiva , anudamiento de lo individual y social jugados en el campo de las significaciones que los actos o datos objetivables y/o acontecimientos históricos promueven en el espacio consciente e inconsciente de cada sujeto/a peculiar. Por ésta razón el método clínico psicoanalítico trata de analizar las diferentes resonancias que para un mismo sujeto/a posee un determinado acontecimiento histórico situado o revivido en diferentes momentos de su vida subjetiva y complementando lo anterior el método clínico intenta aprehender las diferencias -muchas veces inconciliables- que un mismo acontecimiento histórico promueve en distintos sujetos implicados en el mismo.
Cuando en plena dictadura un joven Profesor se presenta a la consulta diciendo "No le puedo decir mi nombre porque soy nadie, soy Categoría C y fui destituído" expresa conjuntamente el drama de su identidad -"Soy nadie"- el estado de indefensión social -fui destituído"- y la denuncia de uno de los aparatos de Terrorismo de Estado que se instalaron en la vida cotidiana de los uruguayos - clasificación de ciudadanos en categorías ABC.-
Por tanto la historia subjetiva si bien se construye con materiales y hebras de la realidad y se sostiene en lazos sociales que la tornan pensable y comunicable a través de la palabra, no siempre resulta coincidente con las constataciones de la realidad histórica compartible y compartida por los diversos sujetos sociales.
Las diferentes "versiones" subjetivas recabadas en las situaciones clínicas, no destituyen ni cuestionan los datos que proporcionan las investigaciónes de las disciplinas históricas,sino que proveen una apertura hacia el contexto intersubjetivo que se juega en la vida de cada uno de nosotros/as. Por tanto las viñetas clínicas y testimonios que se incluirán tratan de trasmitir pequeños relatos, vivencias, memorias impregnadas de subjetividad, singularidad de género, historias personales donde resuenan afectos y desafectos, ideas y sentimientos que se juegan en el plano de la implicación personal y colectiva y que, muchas veces impregnan las acciones que cada uno/a emprende en los ámbitos cotidianos y sociales.

Ha pasado una larga y compleja década desde la aprobación de la llamada "Ley de Caducidad" y en éste período, los contextos sociales y culturales han variado notablemente con relación a aquellos que singularizaron el tramo pre y post-caducidad. El surgimiento de nuevas subjetividades y ensamblajes familiares, así como la emergencia de des-vínculos sociales y laborales anudados a vivencias de injuria narcisista, fragilidad, indefensión y miedo a las pérdidas referenciales, trazan un panorama psico-social que denota la impronta de los procedimientos de Terrorismo de Estado que se incrustaron en las historias subjetivas personales y por tanto, en los múltiples lazos sociales. La trasmisión -consciente e inconsciente-, generacional e intergeneracional de tales procedimientos produjo y aún produce efectos muchas veces "invisibles" fuera del marco clínico, porque los mismos se jugaron en el plano de lo singular-personal. El desconocimiento de la existencia de categorías ABC o su escasa relevancia en los análisis acerca del Terrorismo de Estado, puede explicarse no sólo porque "subjetividad" se traduce por "fragilidad" o por falta de "objetividad" sino también porque el procedimiento estuvo pensado y articulado para socavar aquellos aspectos identitarios que tienen directa relación con la autoestima, en especial la estabilidad laboral y la posibilidad de ser adecuadamente evaluado y deseado como trabajador.

Testimonio 1. En un Seminario de Psicología Clínica Contemporánea una joven participante muestra una gran perplejidad cuando se aborda el tema de las Categorías Ciudadanas y se maneja la hipótesis que la implantación de las Categorías que clasificaron a los ciudadanos uruguayos en A,B o C contribuyeron a crear condiciones subjetivas que facilitaron y facilitan el armado de contextos propicios a la instalación de las diferentes lógicas de exclusión -marginalidad socio-económica, de género, etárea, de clase y ocupación. Cuando el grupo del Seminario, que estaba integrado por jóvenes psicólogos y psicólogas de Montevideo y el Interior del país se abre a la discusión del tema, todos los integrantes manifiestan que habían silenciad su propia perplejidad porque les producía pudor y vergüenza no poseer información de ningún tipo acerca de la existencia del procedimiento, si bien muchos de ellos pertenecen a familias afectadas por la dictadura. En una reunión siguiente del Seminario, la participante que ofició de emergente del grupo, aporta un conjunto de datos recabados en su entorno familiar y allí constata que varios miembros de su familia inmediata habían padecido destituciones y/o desplazamientos laborales por poseer categorías B y/o C.


La red ABC.

Para algunos politólogos la dictadura de nuestro país tuvo signos peculiares, "a la uruguaya" como gustaba decir A.Fujimori emulando a J.M Bordaberry. En el marco de un estilo "sobrio" se buscó legitimar y legalizar, desde el golpe de estado hasta la impunidad de la que siniestramente aún hoy "gozan" los culpables de violación de los derechos humanos. Recordemos que el golpe de estado fue progresivo y contó con instrumentos debatidos y aprobados en instancias parlamentarias. "Es conveniente recordar que entre el 14 y 15 de abril de 1972, invocando el artículo 253 de la Constitución, la Asamblea General otorga al Ejecutivo la potestad de declarar Estado de Guerra interno. Con éste instrumento la vida entera del país pasa a ser regida por la lógica de las FFAA"(3).
Desde el comienzo la "nueva lógica" incluyó e implantó todos los procedimientos del terrorismo de Estado, pero agregó uno que peculiarizó "el proceso", según la fórmula lingüística preferida por el Estado dictatorial uruguayo: la dictadura instaló un dispositivo policial que otorgó categorías A, B, C a los habitantes del país. Antes de pasar a la descripción del dispositivo y su funcionamiento plantearé un par de elementos que connotaron el mismo y que fueron componentes de singular importancia en el campo de la subjetividad:
En primer lugar importa señalar que a la represión política y ciudadana en sus formas reales de prisión, torturas, exilio y luego desapariciones se le suma una férrea y eficaz destitución simbólica mediante un conjunto de operativos de prensa y propaganda que estuvieron signados por la prohibición de expresión del pensamiento y la prohibición de palabras, que directa o indirectamente pudieran "asociarse" o aludir a la dictadura como tal y/o a las acciones de crítica o resistencia a la misma. La dictadura no podía nombrarse "dictadura" y quienes tuvieron a su cargo los operativos de censura que se instrumentó en todos los niveles y estratificaciones de la vida socio-cultural del país, generaron prohibiciones e instrumentos de suma eficacia y alto impacto en gran parte de la sociedad. La censura manifiesta y activa fue acompañada y complementada en los primeros tramos del régimen dictatorial por una autocensura tan eficaz como la anterior porque cercenaba la posibilidad de pensamiento y creatividad. Importa destacar que poco a poco la censura y autocensura sería paciente y creativamente deconstruída por las múltiples formas de resistencia cultural de artistas, docentes y ciudadanos, no obstante lo cual la destitución simbólica marcaría las subjetividades de aquellas generaciones de niños y jóvenes que fueron sujetos-sujetados a una realidad histórica específica que no podía ser pensada ni nombrada como tal. La violencia simbólica que se instaló de ésta forma impidió que subjetivamente, los actos de terrorismo de estado pudieran ser ubicados en una red de significaciones compartidas con el entorno social y trasmisibles intergeneracionalmente. La destitución simbólica limitó en forma muy intensa las posibilidades individuales de sostén y desarrollo de una de las funciones básicas del "yo" -intelección de lo real en tanto histórico- y generó un campo propicio para el surgimiento de mecanismos colectivos denegatorios de la realidad social.

Viñeta 1.

Una joven paciente nacida en 1971 en el marco de una familia común de clase media acude a psicoterapia por padecer múltiples fobias que limitaban considerablemente su desempeño laboral-social. En el transcurso de su trabajo de psicoterapia recuerda con insistencia y a través de diferentes lenguajes -sueños, actos fallidos y lapsus- el impacto que le produjo "enterarse" cuando ingresa al Liceo Público en 1984 que en Uruguay había un estado dictatorial en el que se había desarrollado su vida familiar y social de infancia. Sus padres pertenecían a la mayoría silenciosa y las informaciones que su entorno cotidiano brindaba -Colegio, Instituciones deportivas y de socialización regulada- provenían exclusivamente de los medios de información públicos. Ella siente que le ha sido "robada la historia" y si bien no puede culpabilizar a los padres por su "ignorancia" de manera continuada destaca la sensación de haber realizado la construcción de su identidad en un mundo irreal y falso. Refiere el faltante de sentido como un daño irreparable y aunque se vuelca plenamente a militar gremial y políticamente, no logra articular sin sufrimiento, su infancia e ingreso a la adolescencia con su vida adulta que, para ella constituyen dos historias inconciliables.

Viñeta 2.

Una joven con importantes trastornos depresivos refiere como inicio de sus problemas el momento en que su madre es detenida en el interior de su domicilio, mediante un operativo de las Fuerzas Conjuntas. En ése momento la paciente tenía siete años y su madre la estaba bañando. Refiere que sintió un "temblor frío" que aún hoy, cuando se pone "nerviosa" le recorre todo el cuerpo. La situación generada desencadena en ése entonces, terrores nocturnos, angustia de pérdida y miedos a relacionarse con adultos. Refiere con especial énfasis la ausencia de explicaciones lógicas que pudieran situar el episodio en una dimensión de razones compartibles. Recuerda con cierta piedad y reproche la explicación que le brinda su abuela la cual le dice que a su madre la han llevado para hacerle "una radiografía", pero ella ya entonces comprende, "sabe" que se "trataba de otra cosa". Cuando su madre es liberada tampoco encuentra una estructura de discurso - especialmente en la escuela donde comienza una secuencia imparable de disminución del rendimiento- que brindara un sostén "real" a su vivencia traumática generadora de terror. La forma que "encuentra" su psique de metabolizar el trauma vivido es mediante la aparición de crisis semejantes a trastornos epilépticos sin base neurológica alguna.

En segundo lugar importa rescatar que cuando algunos sectores de la sociedad, comenzaron a recibir noticias, indicios o datos de personas "detenidas-desaparecidas" si bien accedían a informaciones que circulaban fuera del aparato de desinformación y por tanto contaban con un margen de veracidad, el psiquismo individual de familiares, compañeros, amigos etc. no contaba con representaciones subjetivas individuales y/o colectivas -imaginario social- que pudieran proporcionar sostén, que hicieran "pensable" la detención-desaparición. Es importante tener en cuenta que la representación subjetiva del acto o situación de "pérdida" constituye un eslabón ineludible a los procesos de integración psíquica y por tanto a los trabajos de duelo. Sin representaciones subjetivas se genera un encriptamiento de la pérdida con el consiguiente sufrimiento psíquico individual y colectivo.
El proceso de duelo requiere de la historización en la misma medida que las sociedades requieren de la memoria para autoconstruirse y no fragmentar su identidad. Para que la historización pueda producirse sin fragmentaciones es necesaria la puesta en representación de las informaciones que el sujeto, la sujeto recibe a través de y mediadas por las diferentes formas de socialidad.

Testimonio 2.

Una amiga periodista y fotógrafa del semanario "Marcha" me relata en frecuentes "consultas" su necesidad casi compulsiva de tomar fotografías de aquellos lugares donde se habría producido la desaparición de la hija de otra amiga - la detención-desaparición es ejecutada en la ciudad de Buenos Aires- a la que acompaña en sus viajes de búsqueda a la ciudad Argentina -años 1975 a 1978- Se pregunta por qué razón surge su necesidad "obsesiva" de registrar en imágenes aquello que en ése momento resultaba totalmente impensable. El conjunto de fotografías que acopia muestran calles, esquinas, y sobre todo fachadas de pensiones y azoteas. En varias oportunidades reflexiona acerca de la necesidad que en más de una ocasión le genera problemas, y sostiene que busca imágenes que puedan representar una realidad que de otra forma siempre quedará desconocida.

Por último señalemos que la escasa información que se filtraba en algunos ámbitos de vida cotidiana, -Familia, Liceos, Universidad, Clubes deportivos, - era trasmitida inmersa en contextos de miedo y/o incertidumbre y, por tanto propiciaba la denegación tanto individual como colectiva.

DISPOSITIVO ABC.

La red ABC que atrapó la vida cotidiana y social-laboral de los uruguayos se imbrica en los contextos señalados y también en el cercenamiento absoluto de la vida político-gremial.
Uruguay según consignan diversos informes y estudios, fue el país que tuvo la mayor tasa de presos políticos y también fue el único en el continente que diseñó y aplicó el dispositivo policial de otorgar categorías ciudadanas a un conjunto importante de sus habitantes. Si bien el dispositivo ABC afectaba directamente a empleados públicos de todas las reparticiones del Estado, -desde la Enseñanza hasta Bancos Oficiales- y Organismos privados relacionados con el Estado, su funcionamiento se irradió al conjunto de la población laboral del país.
Su puesta en funcionamiento ocurrió en el año 1976 y provino de un decreto que tenía como objetivo enunciado lograr "una depuración política e ideológica" DE TODAS LAS PERSONAS QUE TRABAJABAN EN LA ADMISNISTRACIÓN PÚBLICA. Este universo de peso en la conformación laboral del país, se expandió al conjunto de las familias uruguayas ya que todos los habitantes del país éramos potencialmente clasificados según antecedentes policiales cuya lógica interna se desconocía y era guardada como secreto de estado.
Las categorías implicaban una pérdida progresiva de derechos ciudadanos que si bien inicialmente involucraban el área laboral, fueron afectando diversos sectores de la vida cotidiana, llegando incluso a la violación sistemática de correspondencia.
La categoría A consagraba el derecho al ingreso y/o permanencia laboral, permitía participar en actividades públicas -por ej. Actividades científicas- tramitar sin sobresaltos el pasaporte y lograr, muchas veces, ascensos laborales significativos. Esta operativa que incluyó a todos los organismos del Estado y adyacentes, produjo hechos que distorsionaron profundamente la vida cotidiana en los distintos trabajos.

Testimonio 3 (Personal).

En la Universidad de la República por entonces intervenida, ingresaron sin concurso un número importante de docentes directamente en Gr.III, mientras que otros docentes legítimos no fueron recontratados y/o perdieron sus cargos.
La categoría B constituía una suerte de limbo civil; era el reino de la incertidumbre ya que la permanencia y/o ascenso laboral estaba acechado por cualquier "falta" que se pudiera cometer. Para los B la posibilidad de obtener pasaporte era dudosa y quedaba sujeta a los interrogatorios que se realizaban en el Ministerio del Interior y/o Jefatura. Las personas categoría B no podían firmar contratos de arrendamiento con garantía de la Contaduría y si participaban de alguna actividad pública ésta podía verse afectada por su causa.
Categoría C era equiparable a la muerte civil y laboral; categoría C era sinónimo de destitución y de pérdidas laborales e imposibilidad de obtener Pasaporte.

Lo importante del sistema de categorías no radicaba solamente en la adjudicación de las mismas sino en la forma en que funcionó este inusual procedimiento de control social.
Las razones que sustentaban la asignación de cada categoría eran misterios que sólo conocían los adjudicadores en base a "antecedentes" que no estaban, por supuesto, en conocimiento de los adjudicatarios. Esta irracionalidad intencionada dotaba de gran poder a los que tenían la función de realizar la clasificación y posterior depuración y también a un conjunto de "intermediarios" que pronto surgieron y que medraban de diversas formas con los damnificados.
La imprecisión y arbitrariedad era parte del sistema de categorías y determinaba que cualquier "causa" o "conducta" pudiera ser suficiente y/o insuficiente por lo que el ciudadano o la ciudadana no podían tener marcos referenciales precisos.

Testimonio 4.

Un colega relata que durante el período dictatorial tenía un trabajo en el MSP donde poseía categoría C y en su segundo trabajo, en Enseñanza Secundaria su categoría era A. Señala no sólo la arbitrariedad que ocasionada en causas desconocidas sino los efectos que le producía poseer ambas categorías contradictorias. En el MSP trabajaba con pacientes en sala de operaciones, o sea con personas anestesiadas por tanto el riesgo de incidencia ideológica era mínimo comparado con el riesgo potencial que, para la dictadura, significaba ser Profesor en Secundaria. Sin embargo poseer categoría C en uno de sus trabajos le producía una incertidumbre laboral tan intensa que él mismo ejercía en sus clases de Secundaria un fuerte control y autocensura.

El montaje de la clasificación ABC complementó el panóptico militar mediante la implementación y puesta en funcionamiento de una escala óptica, policial, cotidiana.
Los ciudadanos y ciudadanas éramos visibles ante todos los ciudadanos y ciudadanas y ésta visibilidad generó una red de relacionamiento cargada de sospechas ya que el funcionamiento del sistema ABC estuvo fuertemente sostenido en la delación.
El sistema ABC posibilitaba la circulación en dos sentidos: de A se podía "pasar a B" por causas desconocidas y de B se podía "caer" en C si mediaba algún tipo de delación por actividades reales o supuestas. También el sistema admitía la circulación opuesta: de C se podía blanquear mediante la retractación pública, muchas veces realizada en diarios de gran circulación, con las consiguientes secuelas de daños subjetivos irreparables para quien o quienes debían a toda costa conservar su trabajo.

Viñeta 3.

Una paciente que está en pleno proceso psicoterapeútico iniciado a consecuencia de un divorcio complicado - ex marido debe exiliarse en forma intempestiva- queda sola y a su cargo dos hijos de tres y cinco años sin otro sostén económico que su trabajo en el Hospital de Clínicas donde es una profesional de la Salud muy estimada por sus compañeros.

Sus compromisos con la militancia no son demasiado marcados aunque adhiere a diversas formas privadas de resistencia a la dictadura. En el momento de ser confirmada en su cargo se le plantea que para obtener la continuidad laboral y no cesar debe publicar una solicitada con fotografía donde ratifique su "fe democrática" y así "limpiar" su Categoría C.
El estado de indefensión psíquica que se produce en la paciente es sólo comparable a una situación de "accidente" ya que si opta por publicar la solicitada se pierde a sí misma en cuanto continuidad identitaria, y si no realiza lo exigido pierde su única fuente laboral y por tanto el sostén de sus hijos y el suyo propio. Opta por un exilio forzado, sin pasaporte y con consecuencias psicosomáticas graves..

El perfil del ABC no fue heroico y, por tanto, no resulta idealizable, concierne a personas comunes, a todos nosotros, a los ciudadanos y ciudadanas "de a pie" como diría el Periodista Hugo Alfaro.
El sistema de categorías instaló una dinámica que alteró profundamente las configuraciones sociales mediante la distorsión de las relaciones en los ámbitos laboral-familiar-barrial. La sensación de indefensión ante el vecino, compañero de trabajo, paciente-terapeuta, docente-alumno, cundía rápidamente ante la gran cantidad de destituciones y/o desplazamientos laborales.
A diferencia del modelo nazi el sistema de categorías potencializó la delación sobre todo porque admitía la circulación en doble vía lo cual permitía el ejercicio de un poder "perverso" y minúsculo, de "gauchadas" y de "hacer la vista gorda" ante una categoría B.
Cabe insistir en ésta característica ya que si bien se perdieron miles de puestos de trabajo, -desde un rol protagónico en la Comedia Nacional hasta la Dirección de una Revista Cultural- otros miles de puestos de trabajo o ascensos se consiguieron por personas que tenían como único mérito su categoría A.
Las categorías ciudadanas se constituyeron en un territorio minadoen el que se dirimieron historias ideológicas y también personales, familiares e institucionales, artísticas e intelectuales.
Las categorías propiciaban el estallido de rivalidades muchas veces larvadas, enfrentamientos y hasta venganzas personales. El sistema de categorías ensombreció la vida cotidiana porque se instaló en el corazón de la comunidad y desde allí afectaba una de las zonas más sensibles: el derecho a la estabilidad laboral y a la transparencia de los vínculos del trabajo.

Viñeta 4.

La máquina de aprontarse para vivir.

M. está en su segundo año de psicoterapia psicoanalítica. Su comienzo se origina en "Constantes fracasos amorosos y de los otros, personales" Es una mujer joven, muy inteligente, activa y con gran sentido del humor: se define a sí misma como un buen partido con "lugar propio, bueno, propio no, alquilado".
En su vida amorosa repite una suerte de rutina: los viernes "liga" y sale con "alguien", los sábados se deprime y encierra, los domingos se "llena de herpes" y trata de borrar las huellas de su angustia pasando por "la máquina de aprontarse para vivir". Los lunes por la tarde recomienza el ciclo vital, en varios Liceos donde es una destacada docente del área científica.
Proviene de una familia "tipo" de un departamento del Interior del País. Es una familia tradicional donde la madre, maestra, lleva las riendas. El padre empleado Municipal "juega en la reserva". Su hermano es dos años menor y está radicado en Montevideo. Es un profesional que ha logrado una buena posición económica y estabilidad afectiva. M rivaliza con él y no puede dejar de controlar su vida y logros.
M es una activa militante de un Partido de izquierdas, "con gamulán y botas de cuero" según su propia definición. Su hermano, también militante de izquierdas, pertenece a otro partido, "de camisita y corbata".
Su compromiso con la resistencia a la dictadura la lleva a asumir acciones de riesgo personal. En el comienzo de una sesión me comunica que se le ha destituído de todos sus cargos docentes debido a su categoría C y a su negativa a firmar la "fe democrática".
La destitución estaba dentro de un universo de posibilidades "reales" que han sido previamente imaginadas por lo cual si bien le impacta el hecho en sí no la conmueve ni le produce los síntomas habituales. Comunica que ya "puso en funcionamiento la máquina de aprontarse para vivir".
La máquina de referencia es una idea, enunciado materno, que surge con frecuencia en su discurso, especialmente en situaciones críticas. Sus fracasos afectivos, laborales o de otra índole le pertenecen plenamente en cambio sus logros son producto de la "máquina" materna. Desde la infancia la madre imprime una dura disciplina "hay que prender la máquina" ante toda actividad: "había que estudiar, había que jugar, había que hacer danza, había que nadar, había que tener cumpleaños, había que tener amigos…había que… y todo en función de aprontarse para vivir, como si la vida viniera después".
Cuando es destituída, mediante la fuerte ayuda de compañeros y amigos consigue trabajos alternativos por lo que, en lugar de "destituída" se siente "restituída". El sentimiento de restitución fundado y sostenido en la solidaridad le facilita establecer "una relación de pareja que dura más de veinticuatro horas". Su compañero también ha sido "destituído" de la Enseñanza Secundaria.
La destitución laboral le incrementa su compromiso con la militancia lo cual le permite manifestar dos temores básicos: teme "la máquina de la tortura" y también por mi seguridad en tanto el ámbito terapeútico puede resultar "contaminado" si le ocurre "algo".
En una sesión luego de reformular "el contrato terapeútico" donde establecemos ciertas reglas de protección surge una encrucijada que le desencadena un monto inusual de angustia; con la destitución pierde la garantía de Contaduría y tiene que renovar el contrato de alquiler de su departamento en el que ella y su pareja decidieron convivir. Le pide a su hermano que le firme una nueva garantía y éste, en principio, accede. Pasadas una horas y a punto de firmar el nuevo contrato, el hermano la llama por teléfono y le comunica que lo pensó mejor y que prefiere darle dinero para un depósito en lugar de firmar porque la garantía podía resultar "políticamente peligrosa".
Si bien M reconoce que desde el punto de vista real y hasta "legal" la solución brindada por el hermano es mejor que su demanda, el incidente resuena en su subjetividad de una forma muy intensa y ligada a vivencias muy tempranas de indefensión. De niña padece meningitis y es aislada para evitar el contagio. Se salva "por la máquina materna" que renuncia a su cargo de maestra para cuidarla. M refiere que la madre se ha "autodestituído" tomando como excusa la enfermedad de su hija.
Varios episodios de la "realidad" desestabilizan el encuadre terapéutico: el allanamiento del consultorio donde trabajábamos, la prisión de una colega que formaba parte del equipo de psicoterapeutas y la aparición, en la costas de Rocha de cadáveres que son objeto de fabulaciones oficiales inverosímiles.
En coincidencia con el cambio intempestivo de consultorio, la paciente resuelve su problema de vivienda iniciando una convivencia de pareja. Mientras tanto su padre, afectado por la incertidumbre laboral, procura conseguir para su hija un pasaporte que le facilitara la salida del país.
M rechaza la alternativa paterna que, según entiende, procura "salvarla de la máquina de la tortura" pero que le produciría un quiebre "imbancable". No se imagina a sí misma "huyendo". Se salva de una "ratonera" armada luego de un allanamiento realizado en la vivienda de su compañero y a partir del episodio ambos pasan a la clandestinidad.
Acordamos continuar la psicoterapia bajo ciertas reglas que vamos construyendo en el día a día, en la cotidianeidad de nuestro trabajo.
Luego de una continuada serie de faltas sin aviso, recibo una llamada telefónica mediante la cual alguien me comunica su detención.

Viñeta 5.

Un golpe en la nuca.
En 1977 recibo en consulta a un adulto joven que se muestra muy ansioso y desorientado.
"Vine a consultarla porque me dijeron que puedo confiar en Ud. me lo dijo una compañera de trabajo, ella cree que necesito tratamiento…no le voy a dar nombres, tampoco le voy a decir quién soy porque la puedo comprometer".
"Soy nadie, soy C, por eso no le digo mi nombre…perdí mi trabajo y si perdés el trabajo te perdés a vos mismo…tus amigos…todo…Cuando lo supe sentí un golpe en la nuca…no pude saber por qué, capaz que fue por una relación que tuve….capaz que firmé algo….no sé….no sé".
C. es profesor de Secundaria y se sentía totalmente desestabilizado, con pérdida de referencias afectivas e identitarias y un fuerte menoscabo narcisista que le produce la convicción que su destitución se debía a la "falta de nivel" de sus clases, si bien los informes evaluatorios le otorgan puntajes muy altos. Hurga en sus recuerdos y trata de discernir las causas de su destitución. Como no logra articular una causalidad medianamente lógica, recurre a razonamientos teñidos de incertidumbre persecutoria.
Está muy confundido porque C se autodefine como un "neutro" que realiza todo "dentro de la ley" por lo que intenta encontrar causas legales a su situación de destitución laboral no encontrando más que un vacío que llena de temores e ideas inconexas.
El exilio se le plantea como la única alternativa pero su situación le hace pensar que sólo puede optar por Brasil o Argentina "una muerte segura".
Trabajamos durante dos meses centrando la intervención psicoterapeútica en el resguardo de su capacidad de pensamiento, lo cual le permite conectarse con una cooperativa armada por docentes destituídos, con los que manifiesta no estar de acuerdo, pero que le brindan elementos de la realidad que le ayudan a encontrar una "causalidad compartida". En el 80 consulta nuevamente para dar inicio a una psicoterapia.

 

Conclusiones.

Mediante las categorías ABC se implantó un dispositivo de desestabilización de la vida comunitaria y cotidiana que afectó directamente el área laboral e irradió sus efectos al conjunto de la sociedad. La desestabilización se torna patente y efectiva mediante las diferentes formas de desregulación laboral.
El dispositivo ABC se correspondía con el modelo socio-económico neoliberal instalado durante la dictadura. Promovió la creación de condiciones subjetivas que facilitaron y facilitan la naturalización subjetiva de las lógicas de exclusión que comenzaron a aplicarse en el territorio político gremial y continuaron en la vida cotidiana ; en la actualidad afectan en forma cruenta al conjunto de la sociedad. "El otro" "la otra", el semejante se transforma en "objeto" de exclusión porque el modelo neoliberal ha promovido la paulatina sustitución de la solidaridad por la sobrevivencia, especialmente la sobrevivencia laboral-social.
El miedo y la incertidumbre minaron de manera profunda las referencias identitarias, promoviendo el surgimiento de una figura de "ciudadano, ciudadana frágil".
Junto a las desregulaciones laborales y profundamente entramadas a las mismas se da inicio, mediante las categorías ABC, a un proceso de desregulación ética.

 

Referencias.

 

(1) (2) Conceptos que pertenecen a los postulados de la Psicoanalista Piera Aulagnier, desarrollados a lo largo su obra, especialmente en los libros "La violencia de la Interpretación" y "El aprendiz de Historiador y el Maestro Brujo".
(3) "Uruguay nunca más" Informe sobre la violación a los Derechos Humanos, (1972-1985).SERPAJ; Segunda Edición,1989
(4) El concepto de "objeto encriptado" corresponde a una elaboración de René Kaës.

El trabajo precedente formó parte del Seminario del CLAEH, "Historia reciente y memoria" año 2000.