Orígenes y evolución del psiquismo según Heinz Kohut. (I)
Julieta Lagomarsino.(II)

"La penetración psicológica en estados mentales, sobretodo en las experiencias que marcan los comienzos mismos de una línea específica del desarrollo, siempre es precaria y no cabe duda que nuestras reconstrucciones están aquí particularmente expuestas al peligro de distorsión adultomórfica.

Estas consideraciones deberían bastar para hacernos desistir incluso de emprender ese viaje, de no ser por una serie de circunstancias que nos ofrecen una ayuda inesperada"

Heinz Kohut.
( "La restauración del sí mismo")

 

Sentada en el sillón de mi consultorio miró el perfil de una mujer etrusca que se reproduce en la hoja de un almanaque.
Mujer sin tiempo, hermosa, se mantiene joven como el fresco donde fuera pintada. De rasgos fuertes, pelirroja, si su mirada se encontrara con la mía, ¿podría inmiscuirme en su mundo interior? Habitante muda de mi consultorio, comparto con ella los interrogantes sobre los "Orígenes del psiquismo"
¿Existen? ¿Cuán remotos son si pudiéramos darles un momento primordial? ¿Desde el deseo de nuestros padres?

 

CONSIDERACIONES PRELIMINARES:

Al abordar esta temática, lo primero que querría cuestionarme junto con Uds. es lo relativo al término "ORIGENES", que según la Real Academia es el principio, nacimiento, manantial, raíz y causa de una cosa. "Tiene que ver con el lugar donde se ha nacido, o de donde proviene, motivo o causa de algo, punto de intersección de los ejes coordenados". "ORIGEN" término sagrado y profano ligado a la moral y a sectas heréticas que parecen compartir alguna suerte de creencia...
Desde los orígenes del pensamiento filosófico, los problemas humanos fueron modelados según modelos y los vínculos humanos y personificado los elementos de la naturaleza,   que lógicamente debían precedido.
Y hoy, ¿seguimos preguntándonos sobre los orígenes del mundo, del conocimiento, del hombre y su psiquismo, en una búsqueda sin tregua, que parece sin fin pero que ha servido de alguna manera, para construirnos, investigando, todo el andamiaje teórico sobre el cual trabajamos?...
Búsqueda, investigación histórica, sustento para sustento de la teoría, todo parece conducir a cierta forma de creencia y causalidades: elucubrar desde el óvulo fecundado o antes hasta un idealizado estado de adultez. ¿Será que estamos buscando en el origen y evolución de nuestro Self la utopía de ser dueños de nuestro propio destino? ¿Formará parte de este propósito, nuestro encuentro de hoy?

 

II) EL CONCEPTO DE SELF

"SELF", en inglés deriva del antiguo "seolf" y "silf", proveniente del alemán "Selb", actualmente, "Selbst". Términos ligados al concepto de identidad también usables como prefijos, determinantes del sentido de la palabra a la que anteceden, por ej. Selbstanalyse: autoanálisis .
Las traducciones posibles al castellano: sí mismo, uno, uno mismo, auto. En castellano y en francés las palabras "Si" ó "soi" precisan de "mismo" ó de "même" para implicar el sentido de identidad que tiene el término en inglés o en alemán.


Rastreando en la obra de FREUD, encontramos la noción de "sí mismo" (Selbst) en 1910 cuando, en el contexto de la primera tópica y de la primera teoría de las pulsiones se refiere a: "... la idea de un organismo que busca preservarse de la muerte, a la idea global y no determinada del sujeto, individuo y quizá persona".
Con la introducción del narcisismo, el objeto de la libido es el Yo y el Sí Mismo pertenece al nivel conceptual de la elección de objeto, es el objeto de amor del Yo. En una segunda acepción el Sí mismo queda definido como "un conjunto restringido de representaciones que conforman para el sujeto un modelo arcaico de sí y que funciona como objeto actual del amor del yo". El Sí mismo, adquiere este sentido en la elección narcisista del objeto. La identificación con el objeto produce un conjunto de representaciones que el sujeto tiene de sí, este modelo será buscado en el objeto y revestido de libido narcisista. Lo amado en el objeto será el modelo; el Sí mismo, lo que uno mismo fue.
La tercera acepción corresponde a la construcción activa y permanente de un modelo actual de sí mismo, resultante de una elección que incluiría aspectos del Yo y aspectos que no corresponden al Yo del individuo.
Las nociones de Sí mismo y de Yo no son superponibles, ya que se refieren a grupos de representaciones con distinto contenido.
Las representaciones con que se construye el modelo incluirán los aspectos de sí valorados narcisísticamente. El "yo" no engloba rasgos que intervienen en el modelo, el físico o la edad, por ejemplo que no son estrictamente parte del yo.
La cuarta acepción surge de la introducción del concepto de "ideal del yo" que forma parte de la noción de "sí mismo" ya que sin ser "yo" está investido del libido narcisista y "aparece como modelo, una representación o conjunto de representaciones que, a diferencia de los modelos anteriores, se conforma a partir de lo que el sujeto no posea en el momento actual."
Las insuficiencias de la primera tópica, del modelo de "yo como sujeto y objeto" provocaron que fuera sustituida por la segunda, en esta se conservaran ciertas denominaciones: "yo", "ideal del yo" pero el concepto de sí mismo se eclipsará hasta desaparecer.

MELANIE KLEIN, intentando aclarar las diferencias entre yo y self, dice: "el yo es la parte organizada del self, constantemente influida por las pulsiones (instintos) pero teniéndolos bajo control por medio de la represión; por otra parte, dirige todas las actividades y establece y mantiene la relación con el mundo exterior. El self envuelve la totalidad de la personalidad que incluye no solamente el yo sino la vida de los instintos que Freud ha llamado el ello."
Cuando habla los distintos aspectos del self hace también referencia a los objetos internos y a entidades como el superyo que se viven como objetos internalizados.
Para ella el yo existe en forma rudimentaria desde el nacimiento pero la noción de self implica la capacidad de sentirse uno mismo como totalidad animada. Está ligada entonces a la elaboración de la posición depresiva. Una buena estructuración del self implica la posibilidad de reconocerse en sus distintas relaciones de objeto y mecanismos defensivos así como la disminución de la identificación proyectiva patológica y la tolerancia de ansiedades depresivas y persecutorias.

PARA LA PSICOLOGIA DEL YO la primera investidura tiene lugar sobre una representación indiferenciada self-objeto. Las investiduras diferenciadas se realizan a medida que se discriminan las representaciones del self y los objetos.
En 1950 HARTMANN propone definir el narcisismo, "no como la catexis libidinal del yo, sino como la del self" y utilizar "representación del self" como opuesto a "representación de objeto". Entiende por "yo" la instancia psíquica que entra en oposición con las otras instancias y por "self" la persona o el individuo en contraposición al objeto, incluyendo su cuerpo, su organización psíquica y sus partes.

 

HEINZ KOHUT Y SU CONCEPTO DE SELF

Para aproximarnos a la formulación del modelo teórico de Kohut el concepto de "self" debe concebirse como una abstracción psicoanalítica, siendo un contenido del aparato psíquico. Este contenido es, en realidad un conjunto de representaciones distribuidas en el aparato psíquico, pero no es ninguna de sus instancias, ni constituyen la introducción de una nueva instancia. Es decir, que a partir de la segunda tópica freudiana, Kohut ubica el "self" como un conjunto de representaciones que dan cuenta del si mismo. Por lo tanto, el Self en una estructura interna de la mente que se conceptualiza a un nivel próximo a la experiencia, es decir, en la situación analítica surge y se expresa como una abstracción psíquica cercana a la realidad.
Dice Kohut "... el Self, de modo bastante análogo a las representaciones de objeto, es un contenido del aparato psíquico pero no es ninguno de sus constituyentes, es decir, ninguna de sus instancias"

El Self tiene una localización psíquica que puede aparecer como representación conciente, preconciente e inconciente, que incluso puede aparecer a veces como contradictorias.
Un aporte personal de Kohut que ha sido ampliamente discutido es el referente a la postulación de una doble línea libidinal, narcisista y objetal; la primera es aquella que inviste al "self" y a sus objetos. Es importante recalcar que la línea correspondiente al narcisismo no excluye los objetos sino que por el contrario los destaca primordialmente ya que de las relaciones del sujeto con los objetos tempranos derivará el logro o no de la cohesividad del "self."
En cuanto al origen del "self", Kohut plantea que toda persona constaría de un "self", "virtual" que se consolidará como un "self" nuclear en base a la respuesta empática de los "self" nucleares de los objetos-self primarios, los cuales pueden diferenciarse en: objeto-"self" que cumple una función especular y objeto-"self" omnipotente idealizado.
La experiencia de un "self" nuclear cohesivo determina el sentimiento de identidad perdurable. Los dos polos del "self" están determinados por: a) las ambiciones gestadas en el período de predominio "self" grandioso arcaico y b) los ideales gestados en el período de la imago parental idealizada. El sentido de identidad constante a lo largo del tiempo, atributo del "self" sano se establece tempranamente como resultado del constante gradiente de tensión promotor de acción, entre los dos elementos constitutivos del "self" nuclear. En términos económicos entonces, si la tensión entre las ambiciones y los ideales está adecuadamente equilibrada, habrá suficiente energía disponible para la producción sana en los diferentes campos de acción de la vida.
La fortaleza cohesiva del "self" dependerá de dos momentos: un primer momento en el cual hay un proceso de inclusión y exclusión selectivo de estructuras a través de un mecanismo específico que Kohut denominó "internalización trasmutadora" y un segundo momento que puede ser compensatorio de las fallas del primero.

OTTO KERNBERG pone el acento en la utilización ambigua que hace Freud del término alemán "Ich" para denominar a la vez al yo "estructura mental y agencia psíquica" y al self "más personal, subjetivo y experiencial".
Propone sustituir "self" en cuanto "persona o entidad psicosocial, conductual e interaccional" por "carácter " y emplear el término "self" para referirse a "la suma total de representaciones del self en íntimo contacto con la suma total de representaciones objetales... una estructura intrapsíquica que se origina en el yo y está claramente enclavada en el yo." Self y yo quedan indisolublemente unidos y las investiduras libidinales de los objetos externos, de sus representaciones y del self en continuidad y reforzándose mutuamente.

A partir de estas concepciones el autor puede relacionar las distintas situaciones psicopatológicas por un lado y "el fracaso para alcanzar niveles normales de integración de las relaciones objetales internalizadas y del self por otro."

Las ideas de WINNICOTT en relación al origen y desarrollo del self son aspectos centrales de su teoría. Resulta difícil para los estudiosos del autor definir lo que significa este concepto ya que el sentido cambia según el contexto en que aparezca.
Winnicott concibe al yo como organización que antecede a la aparición del self, entendido este como el sentido de identidad que adviene con la percatación de sí. El yo está para él ligado al desarrollo neurofisiológico, a la memoria, la percepción y la cognición que permiten una orientación en el mundo exterior. El self, en cambio "es la persona que soy, y que sólo yo soy, que posee una totalidad basada en los procesos de maduración."

 

III) DESDE UN SELF TRANSFORMADO Y CONSOLIDADO, EN UNA REGRESION FICTICIA, CON SUS AVATARES Y CONSECUENCIAS.

Había una vez...
Un self humano ideal, maduro creativo, sabio, con sentido del humor, empático y conciente de su finitud...
Luego de un tratamiento psicoanalítico, había obtenido una serie de logros complejos y autónomos: su Yo había dominado con éxito las cargas narcisistas y las había utilizado poniéndolas al servicio de metas elevadas.
Este, su narcisismo equilibrado le había hecho superar las "heridas narcisistas" que cualquiera sufre. El logro de una genitalidad placentera y la capacidad para un amor de objeto no ambivalente hacían que se sintiera dueño una vida satisfactoria y productiva.
Pero hubo una vez en que esa misma persona estaba cuestionándose su valía para alcanzar sus metas, no se sentía amado, e, incapaz de responder a las demandas de los otros; caía ya en la inmovilidad ó pasaba por penosos estados de malestar físicos. En suma, su sistema del Sí mismo, sufría, dolorosamente expuesto y vulnerable a la enfermedad.

Y... en el "entre tanto"? Su tratamiento se centró en el diagnóstico de "trastorno narcisista de la personalidad" atendiendo a los avatares de un self que, desde sus orígenes transita acompañado por el narcisismo, narcisismo que patologiza, o se adapta, se transforma y tal vez... pueda ayudar a alcanzar la sabiduría de ese ser humano ideal, utópico, con el que Kohut soñara.

 

REPASEMOS, ENTONCES

En lo concerniente a la patología narcisista (los trastornos narcisistas de la personalidad observados), se pueden hacer las siguientes caracterizaciones: por alguna razón el "Self" nuclear no se consolida normalmente en las etapas consignadas, sea por faltas en el primer momento cuando necesita que las apetencias infantiles tempranas de ser admirado, aprobado, o de experimentar la fusión y ser idealizado por el objeto "self" se ven frustradas y permanecen como apetencias en la vida adulta. Por no haber podido satisfacer estas necesidades arcaicas adecuadamente o por haber sido expuesto a frustraciones extremas o abruptas, el sujeto conservará internamente el deseo y la fantasía de fusión con un objeto "self" y sus necesidades tempranas permanecerán organizadas (fijadas) a nivel inconciente en una constelación específica que Kohut llamó "self-grandioso". El sujeto tenderá a establecer relaciones interpersonales en base a los designios del "self" grandioso, por lo cual aquellas personas sobre las que cargue el afecto tendrán a no ser percibidas como "objetos verdaderos" (es decir independientes y autónomos) sino como objetos-"self". O sea, como objetos arcaicos, narcisisticamente caracterizados y pre-estructurales. Sobre estos objetos el sujeto esperará ejercer el control que habitualmente ejerce sobre el cuerpo y la mente propios.

El "self" grandioso puede permanecer totalmente reprimido a nivel conciente y entonces el sujeto presentar una apariencia totalmente opuesta a sus apetencias infantiles de grandiosidad. Estos son los casos que Kohut describe como portadores de una escisión horizontal de la personalidad. En estos el "self" grandioso totalmente reprimido, emerge solamente a través de la facilitación operada por el proceso del análisis; habitualmente sus manifestaciones permanecen inconcientes. El sujeto tiene de si mismo a nivel conciente, un conjunto de representaciones pobres y desvalorizadas y le acompaña un sentimiento predominante de vergüenza, resultante de la presión ejercida por los contenidos del "self" grandioso reprimido, inaceptables para el yo-realidad.

Otra forma de presentación de los trastornos narcisistas de la personalidad es en cambio, lo que Kohut llama una "escisión vertical de la personalidad" de modo que si, bien el grueso del "self" grandioso permanece inconciente, hay, paralelamente, a nivel conciente, representaciones grandiosas de si, que permiten al sujeto ofrecer una apariencia de suficiencia, poder, y una aparente prescindencia de los objetos.

 

En la búsqueda de un self integrado

Diagnóstico y tratamiento de los trastornos narcisistas de la personalidad

Kohut enfatiza como forma privilegiada de diagnóstico para estos pacientes, las características transferenciales que se establecen durante el análisis, transferencia que va a reeditar en el vinculo con el terapeuta las vicisitudes de la relación con sus objetos arcaicos.

La no comprensión de las necesidades del paciente narcisista, que se expresan en formas transferenciales específicas, pueden desencadenar la irrupción de la cólera narcisista. Es importante destacar que la agresividad, que puede tomar características violentas en estos pacientes, es entendida por Kohut como reactiva a las frustraciones y no como expresión de la pulsión de muerte.

De manera similar, las actuaciones perversas, frecuentes en estos pacientes, así como conductas transgresoras de ciertas normas sociales, son entendidas como intentos de restaurar el equilibrio narcisista básico que es fácilmente quebrado por la susceptibilidad a todo lo que sea sentido como falta de empatía, desconocimiento de sus necesidades, desilusiones, abandono, etcétera.

El proceso de análisis de estos pacientes, nos dice Kohut, implica que el analista permita que se le ubique en el lugar del objeto-"self", para poder, a partir de allí, transitar con el paciente el camino de transformación del narcisismo infantil que ha permanecido inmodificado.

El proceso analítico con un terapeuta empático permitirá al paciente hacer concientes las ambiciones e ideales grandiosos obturados por la represión, someterse a las frustraciones necesarias para alcanzar una armonía con el yo-realidad, y lograr los atributos del "self" sano: capacidad de empatía, sentido del humor, creatividad y capacidad de goce de las situaciones vitales (felicidad o pequeñas alegrías limitadas), en la sabia aceptación de la finitud de la vida.

 

IV) EDIPO, CASTRACION Y FINAL

Puede aparecer como la "gran falta" en este apretado resumen de la teoría de Kohut, la mención al complejo de Edipo y la castración, puntos importantísimos a tratar por Kohut si surgen desde la transferencia y la regresión.
Para decirlo con las palabras que emplea en "Como cura el análisis": ..."estoy batallando en general contra dos ortodoxias: la que decreta que toda cura descansa en el análisis del Complejo de Edipo y la que legisla que toda cura descansa en el análisis de las depresiones y furias de la primera infancia."

El niño sano de padres sanos ingresa jubilosamente en la fase edípica. El júbilo que experimenta no se debe solo a que responde con orgullo a sus realizaciones evolutivas, vale decir, a su nueva y creciente capacidad para el afecto y la autoafirmación, sino también a que esas realizaciones suyas suscitan un halo de orgullo y alegría empáticas en sus objetos/sí-mismo de la fase edípica. A raíz de este júbilo y de este orgullo por sus realizaciones, la actitud tierna del niño no se desintegra en hechos sexuales fragmentarios, su autoafirmación no se transforma en hostilidad destructiva y no siente un intenso temor frente a sus padres. Unicamente si éstos no funcionan adecuadamente como objetos/sí-mismo edípicos vivenciará el niño altos grados de angustia.

No nos estamos centrando estrechamente en un aspecto particular de la conducta parental que pueda caracterizarse en términos de bondad o rigor, sino que estamos investigando el ambiente emocional que caracteriza, durante la fase edípica, la matriz de relaciones entre el sí-mismo y el objeto/sí-mismo. Al hacerlo, debemos guiarnos por la premisa de que, con referencia al examen del papel de los padres durante ciertas fases decisivas del desarrollo del niño (y la fase edípica debe ser evaluada, por autonomasia, como una fase de desarrollo), es "menos importante determinar lo que hacen los padres y más importante determinar lo que ellos son", como ya lo dije en otra oportunidad. Por cierto, lo que los padres son –por ejemplo, las formas en que su personalidad realza, restringe o distorsiona sus funciones como objetos/sí-mismo del niño edípico– tendrá que ser examinado a través de su conducta; la diferenciación fundamental entre objetos/si-mismo parentales adecuados e inadecuados no provendrá, en muchos casos (o quizás en la mayoría), de fallas empáticas groseras, como respuestas sádicas o sexuales manifiestas, sino de respuestas nocivas expresadas de manera sutil, aunque repetida.

En general, la mejor manera que tenemos para resolver la decisiva cuestión de si ese comportamiento creará una atmósfera traumática o sana para el desarrollo del niño –en la esfera del afecto, del amor sexual y de las pulsiones sexuales, tanto como en la esfera de la autoafirmación, la agresión y la actividad destructiva– es centrar nuestra atención no en el contenido sino en la forma de la conducta de los padres.
¿Debemos entonces esperar que los padres sean casi perfectos para no dañar el desarrollo emocional de sus hijos? Por cierto que no. La salud emocional del niño edípico no depende de la existencia de progenitores que jamás envidien a las generaciones más jóvenes o que nunca, en períodos de perturbación temporaria del sí-mismo, respondan con un cierto grado de sexualidad al afecto del hijo. En la medida en que estas respuestas imperfectas son sólo disturbios ocasionales de una actitud básica de afecto y orgullo empáticos apropiados, pueden considerárselas pertenecientes a las fallas óptimas que, al igual que las fallas análogas del analista durante la terapia, generan internalizaciones y construyen la estructura interior. No obstante, si estas fallas de los objetos/sí-mismo edípicos se vuelven crónicas, si en lugar de provenir del desequilibrio ocasional de un padre o madre, provienen de una seria patología del sí-mismo, entonces si el niño vivenciará una indebida angustia durante el período que estamos estudiando.
Esta angustia patológica se presentará en dos formas: como angustia edípica primaria y secundaria. La angustia primaria del período edípico, que a mi juicio es la más básica de los dos tipos, surge como reacción a la falta de empatía de los padres, vale decir, a las imperfecciones de una matriz de objetos/sí-mismo que no sustenta al niño. La angustia secundaria, que suele tener manifestaciones más conspicuas pese a su carácter derivado, surge cuando luego de la desintegración del sí-mismo edípico sano, que se caracteriza por actitudes afectuosas y autoafirmativas, cobra primacía en el niño el sí-mismo edípico sano, que se caracteriza por actitudes afectuosas y autoafirmativas, cobra primacía en el niño el sí-mismo edípico fragmentado, que se caracteriza por fantasías e impulsos sexuales y destructivos. La evaluación que hace la psicología del sí-mismo acerca de la posición e importancia de la angustia de castración presenta un neto contraste con la posición psicoanalítica tradicional: a diferencia de esta última, que asigna a la angustia de castración un papel causal-motivacional en su esquema explicativo de la neurosis, se supone que para nosotros la angustia de castración es simplemente un fenómeno secundario, vale decir, un síntoma. No obstante, la red de factores causales-motivacionales es más compleja. En otras palabras, no se describe adecuadamente la relación entre las neurosis edípicas y la angustia de castración tal como la entiende la psicología del sí-mismo diciendo que no es esta última la que provoca la neurosis, sino que es un trastorno del sí-mismo el que provoca la angustia de castración.

Quisiera añadir que el axioma según el cual en la niñez la angustia de castración debe considerarse patológica no implica, per se, que ella sea infrecuente en este período de la vida. Pero aunque alguien mantuviera que está presente en todos los casos, yo replicaría que la frecuencia de su aparición nada nos dice respecto de la salud del individuo.

 

Y PARA TERMINAR,
Le leo a la mujercita etrusca que me ayudara a comunicarme hoy con Uds., unas palabras de Oscar Wilde sobre "la verdadera sabiduría":
"Todo lo sabes. En vano busco que tierras labrar o cuales sembrar. La tierra está negra de zarzas y cizaña. Y no quiere ser regada ni por lágrimas ni por lluvias"
Todo lo sabes. Yo me siento y espero, con ojos ciegos y manos ociosas, hasta que se alce el último velo y se abra por primera vez la puerta.
Todo lo sabes. Yo no puedo ver. Confío que no viviré en vano.
Y sé que nos encontraremos de nuevo en alguna divina eternidad"

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NOTAS

(I) Trabajo presentado en las terceras jornadas del Ateneo de Estudios Psicoanalíticos. Rosario. Junio 1998. 

(II) Psic. Julieta Lagomarsino Giuria. Montevideo, Uruguay.

 

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

 

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2. FREUD, ANNA.  El Yo y los mecanismos de defensa. (1937.) PAIDOS, Bs.As. 1950.

3. FREUD, SIGMUND. Introducción al narcisismo. (1914) T.XIV. Amorrortu Editores, Bs.As. 1978.

4. FREUD, SIGMUND. Pulsiones y destinos de pulsión (1915) T.XIV. Amorrortu Editores, Bs.As. 1978.

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8. KERNBERG, OTTO. La teoría de las relaciones objétales y el psicoanálisis clínico. Ed. Psidós, Bs.As. 1988.

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10. KOHUT, HEINZ. Análisis del self. Amorrortu editores. BsAs. 1977.

11. KOHUT, HEINZ. La restauración del si mismo. Editorial Paidós. Bs.As. 1980.

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