Entorno al rol del
"espejo" (I)
Winnicott, Lacan, dos perspectivas.
Myrta Casas de Pereda. (II)
"¿Qué es un espejo? Es el único objeto inventado que es natural".
Los espejos.
Clarice Lispector
En el año 1967 Winnicott publica "El papel
de espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño". La tesis
central señala que "en el desarrollo emocional individual el precursor del
espejo es el rostro de la madre". "Precursor del espejo..."es un modo
de expresar la influencia, por él reconocida, del texto de Lacan primero oral de 1936
(Mariembad XIV Congreso IPA) y luego escrito en 1949 (XVI Congreso IPA Zurich), "El
estadio del espejo como formador de la función del yo, tal como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica".
De este modo Winnicott asume el espejo como un elemento significativo en la
estructuración subjetiva; es decir hace suyo el espejo como concepto, para el desarrollo
de sus ideas.
Ambos textos muestran sin duda puntos de
convergencia, que cada autor organiza en marcos teóricos divergentes.
Se trata de la utilización de una idea conceptual, virtual (en cierto modo una metáfora)
en dos perspectivas, que difieren desde el comienzo mismo en sus objetivos: en Winnicott
se trata de pensar el desarrollo emocional, en Lacan es una reflexión acerca de la
constitución de una función, la función del yo.
Winnicott lo toma para enriquecer sus aportes sobre
la Transicionalidad y en particular en la configuración del objeto subjetivo.
Lacan ubica en esa virtualidad, siempre presente en la experiencia analítica, el
interjuego del yo y los ideales, la identificación narcisista que comprende la
agresividad. Y donde el yo no resulta ser un sujeto de conocimiento objetivo, sino un
objeto libidinal narcisista, que implica a la pulsion y sus destinos.
En ambos está implícita la relevancia e ineludibilidad del otro que constituye en
Winnicott la madre medioambiente como concepto, y en Lacan, la mirada y el compromiso
libidinal del otro inauguran un derrotero estructural sostenido por lo simbólico
Voy a puntuar solamente, priorizando lo nodal de cada autor, desde mi propia decantación constituida a lo largo de muchos años de lectura de estos dos autores señeros en la historia del psicoanálisis.
EL ESTADIO DEL ESPEJO EN LACAN
Con este texto Lacan realiza un verdadero punto de
inflexión en la conceptualización psicoanalítica del momento (Psicología del Yo), pues
promueve el descentramiento del yo y la salida del lugar de privilegio de una supuesta
autonomía del sujeto.
Lector riguroso de Freud, intenta con este texto, devolver al psicoanálisis el radical
descentramiento freudiano de la división conciente-inconsciente y perfila el anudamiento
real, simbólico e imaginario, que realizará años después. El yo para Freud (1914) se
forma por identificación y su constitución implica "un nuevo acto psíquico"(2).
Lacan retoma especialmente este aporte freudiano y hace de dicha frase la metáfora de un
común denominador en la estructuración subjetiva, tomando lo que denominó en ese
momento, el estadio del espejo(III).
Nos muestra la constitución del yo a través de la imagen, propia y ajena, en una
relación especular y a diferencia de Freud, donde el yo surgía de dentro hacia fuera,
Lacan invierte el sentido causal para ubicarlo de fuera hacia adentro.
El reconocimiento que realiza el niño en el espejo, señala la radical exterioridad de la
imagen en la configuración de un yo que de entrada es exteroceptivo y donde el Otro
funciona como espejo. La prematurez empuja de entrada al ser humano a la disyuntiva entre
la socialización o la muerte (Narciso). Hay una fuerte diacronía en juego, pues la
anticipación está presente en la fascinación por la imagen del otro, donde lo que
"no puedo realizar ahora", "lo veo realizar en el otro". El bebé
sonríe a la sonrisa de la madre, contemplada y reperada en la mirada, donde anida un
elemento esencial de este punto de inflexión teórica: la evidencia del investimento
libidinal, del que lo mira mirarse, que conduce al júbilo del niño ante el espejo
"La libido es la condición misma de la identificación simbólica" señala
Lacan en 1936, en uno de los textos contemporáneos al Looking glass phase (5).
El niño a través de la mirada está "todo entero, allí afuera"(Philippe
Julien)(4), donde la imagen, formando parte de la causalidad psíquica, forma e informa,
pues comienza el proceso identificatorio en la alienación originante.
En esta alienación del sujeto en el otro, el infans se identifica y se experimenta y
comienza entonces la circulación del deseo (6): hacerse reconocer, hacerse desear, y
desear el deseo del Otro. Imagen, palabra, alimento y cuidados, no expresan sino, el
derrotero de la pulsion, en sus distintas modalidades, oral, anal, mirada y voz, a lo que
agregamos el contacto, que va dando cuenta de la inscripción representacional inconciente
de ese sujeto sostenido en el deseo del Otro. Recordemos con Freud 1915 que solo sabremos
de la pulsión por su representación Vorstellungrepresentantz.
He señalado antes (1 pág. 238), que "la imagen unida a la experiencia con
el objeto anuda la materialidad de lo sensorial al efecto de escritura inconciente". Se
trata de la historización subjetiva en proceso de estructuración psíquica.
En este contexto altamente libidinal, es donde acontece un gesto fuertemente significado: el niño vuelve su rostro hacia la mirada de la madre que lo mira mirarse en el espejo. Allí radica la posibilidad de la matriz simbólica del yo: " lo que se manipula en el triunfo del hecho de asumir la imagen del cuerpo en el espejo, es ese objeto evanescente entre todos por no aparecer sino al margen: el intercambio de las miradas, manifiesto en el hecho de que el niño se vuelva hacia aquel que lo asiste, aunque solo fuese por asistir a su juego"(7). Gesto significado y significante, que da cuenta de esa experiencia con el otro y el Otro. "Metáfora viva"(IV) de un intercambio simbólico que se escribe con el cuerpo y se inscribe al mismo tiempo como significante.
Lacan enfatiza la importancia de la captura especular, imaginaria, donde se produce la unificación de un yo primordial, un yo ideal, que tiene en contracara el reconocimiento de ser precedido por la imagen del otro. El yo es sólo articulado en tanto la discriminación "no yo" cobra consistencia en lo que Lacan denomina una "dialéctica temporal...drama interno que se precipita de la insuficiencia a la anticipación", y donde solo a posteriori de la ilusión de identificación emerge la fantasía de cuerpo fragmentado. Punto nodal de articulación que emerge a través del "jubiloso ajetreo" del niño ante el espejo, siempre y cuando haya mediado la mirada de ese Otro que lo desea vivo. Se plasma así la matriz simbólica, el ideal del yo, que en un juego eterno de alternancia con el yo ideal impregnan el avatar identificatorio donde la imagen siempre es relevante.
El espejo es una metáfora, una suerte de virtualidad permanente que se revela en la transferencia analítica, donde no es imprescindible la lámina de cristal azogado, sino donde cuenta la imagen del otro visto como semejante con la mirada de reconocimiento que emerge sin saberlo desde su deseo inconsciente (Otro). El espejo imaginariza bien esta peripecia estructural, "de la insuficiencia a la anticipación" y señala la impronta del a posteriori para toda operación psíquica (con lo cual se produce el consecuente estallido del tiempo cronológico).
Lacan otorga un lugar importante a ese imaginario engrosado donde acontece la especularidad sostenida por el investimento libidinal del Otro que lo asiste en su mirar. Allí está en juego el deseo de la madre, es decir, la castración materna, su estructura inconsciente, presente en su modo de amar al hijo.
Freud también se ocupa del Otro sin sistematizarlo,
pues describe con elocuencia el deseo de los padres en torno a "his majesty the
baby".
En esta encrucijada que rearma Lacan desde el "nuevo acto psíquico"
y el narcisismo primario del investimento yoico, puntúa la radical importancia de la
agresividad: "la relación evidente de la libido narcisista con la función
enajenadora del yo, con la agresividad que se desprende de ella en toda relación con el
otro, aunque fuese la de la ayuda mas samaritana"(Lacan)(8).
La tensión entre la imagen que se le presenta y su insuficiencia motora (solo
puede patalear un poco), instala la rivalidad con la imagen, la tensión agresiva con el
semejante.
En esta primacía del yo ideal, el yo nace a una modalidad paranoica de conocimiento: "la
relación de exclusión que estructura desde ese momento en el sujeto, la relación dual
de yo a yo" (Lacan) (9).Situación intrínseca al transitivismo que forma parte
de la ya señalada matriz del yo. El yo no puede no ser sino especular, narcisista y
paranoico, lo cual no implica desde luego que el sujeto lo sea. Se trata de la tensión
agresiva natural que instaura la agresividad como parte estructural del psiquismo. Lo
comprobamos en esa manifiesta tendencia a eliminar el rival especular, propia de todo
vínculo "fratis": competencia, hostilidad, deseo del deseo del otro solo
para si, en el entronizamiento narcisista del yo. La imagen es pues, encrucijada tanto del
poder de fascinación como de amenaza de fragmentación. El yo nace a una agresividad
ambivalente que Lacan ejemplifica, tomando el relato de San Agustín. El niño, aun antes
de hablar, es absorbido por el espectáculo de su hermano mamando del seno de su madre,
imagen de una frustración primordial que desencadena una mirada envenenada, constituyendo
"las coordenadas de la agresividad original"(10).
El transitivismo y la alienación, son referidos a los hallazgos de Charlotte Bühler acerca del transitivismo normal, donde el niño que pega, dice haber sido pegado y el que ve caer, llora. Identificación con el otro que vive con toda la gama de prestancias y de ostentación que derivarán de allí en más, ya sea en el esclavo identificado con el déspota, o el actor con el espectador, o el seducido con el seductor. (Lacan )(10)
Verdadera encrucijada estructural, donde la relación erótica
libidinal, se plasma en una imagen que lo enajena de si mismo, dando origen a esa suerte
de organización pasional que se llama yo.
Y cada vez en la experiencia analítica, se recrea, se renueva, se resignifica, la
dialéctica entre yo ideal e ideal del yo, lo cual implica siempre una pérdida (que Lacan
nombra destete) (11). En la infancia la experiencia de la pérdida atraviesa la
cotidianeidad y se objetiva en interminables actos lúdicos de juegos de
presencia-ausencia.
PAPEL DE ESPEJO DE LA MADRE Winnicott (V)
En la perspectiva del desarrollo emocional, Winnicott otorga un rol primordial al ambiente o madre medioambiente del que el niño aún no ha sido separado. El procesamiento de la separación, yo - no yo, constituye un "momento" esencial para la vida psíquica del niño y es precisamente en la medida que comienza a responder a los ofrecimientos ambientales, que se cumplen los distintos significados de la palabra integración; de ello también depende la constitución del objeto, objetivamente percibido.
En una de las diversas formulaciones realizadas al
respecto por Winnicott entre los años 60´ y 70´ señala que "el primer espejo
es el rostro de la madre, y que una de las funciones de la madre, de ambos padres y de la
familia es proporcionar un espejo, figurativamente hablando, en el cual el niño
pueda verse. El niño no puede usar a los padres y a la familia como espejo, a
menos que rija este principio de permisividad para que él o ella sean ellos mismos,
aceptados totalmente sin evaluación ni presión para que cambien"(13) (subrayado
personal). Lo constitutivo para el niño que configura la respuesta parental, sería
entonces el modo de hacer presente el deseo inconciente sobre el hijo para "que
él o ella sean ellos mismos" es decir sin intrusiones, capturas apropiadoras o
indiferencia.
Pero sabemos que Winnicott no nombra el deseo inconciente, solo sus efectos.
El término "figurativamente" nos habilita a pensar en una suerte de
metáfora donde se requiere ser mirado con una mirada de aceptación. Eso no se da sin
mediación de una estructura aceptablemente saludable, donde no tercien grandiosidades
narcisistas propias (maternas) y al mismo tiempo (porque le es consustancial) ser amado
sin restricciones en el contexto simbólico marcado por la prohibición.
No se trata entonces de una devolución linear especular sino de una función que realiza
el otro.
En esta trama de alienación, Winnicott(12) va a describir la primera de sus paradojas fundamentales que consiste, pues es verdaderamente consistente, en la posibilidad de que el niño pueda "crear el objeto cuando le es presentado". En esta frase de apariencia sencilla hay ideas implícitas tratadas de modo aseverativo que plantean una suerte de puesta en escena de la experiencia con el objeto. Pienso que allí está en juego la creación del fantasma.
Creo que la posibilidad de crear, imaginar,
fantasear, alucinar un objeto, es ya un acontecimiento psíquico complejo, que reclama en
la perspectiva metapsicológica, una representación psíquica. Inscripciones, escrituras
que pueden emerger como Representaciones meta que conllevan la realización del
deseo (Freud 1895-1900).
Entiendo pertinente no quedar atrapados en el fuerte imaginario del término crear, que en
general y de modos no siempre directos concierne a un acto ex-nihilo, creación de
la vida ...
He propuesto antes que "Crear un objeto que ya está allí sería un instante de
unión, fusión con el otro, (el semejante, el pecho), una experiencia placentera que
implica la vida misma (yo-no-yo).Esa afirmación es el si pero es al mismo tiempo
ilusión de unidad, de no separación, de no discriminación, de no pérdida, de no
símbolo. Es una señal de experiencia."(1 pág. 240)
Se trata de un acto sujeto a un condicional "cuando le es presentado", lo
que señala fuertemente una presencia que comprende una amplia gama de elementos. Desde el
lado del sujeto pensamos que "si necesita crear el objeto, es porque ya no lo
tiene (el encuentro del objeto es siempre un re-encuentro) como señala Freud, lo
crea o en todo caso lo recrea como expresión de deseo, que es demanda y que implica
pregunta acerca de lo enigmático de la respuesta del otro" (1 pág. 246).
Demanda, deseos, muy próximos de la pulsion que partiendo del cuerpo propio se dirige al
otro y desde allí retorna según sus cuatro elementos constitutivos, fuerza, objeto, fin
y meta. En este tránsito pulsional entre lo propio y lo ajeno acontece el área
transicional winnicottiana, con el carácter peculiar de espacio paradojal al estilo de
una cinta de moebius (1 pág. 261), donde lo interno y lo externo se transitan sin
anoticiarse de ello; pero es precisamente en el reflexivo del movimiento pulsional, que
vuelve con la impronta del deseo del otro que posibilitó dicha circulación.
Es pertinente evocar aquí la propuesta freudiana acerca de la contingencia del objeto
para la pulsion, reuniéndolo con la idea de Winnicott acerca de "no importan
tanto el objeto utilizado sino su utilización" Winnicott (12). Entiendo que
aquí residen las raíces conceptuales del desarrollo ulterior sobre el "uso"
del objeto.
También considero necesario desde estos aportes
reunirnos nuevamente con el espacio tiempo de la metáfora viva como un espacio de
simbolización aconteciendo. Es un modo de subrayar que en la paradoja winnicottiana toma
cuerpo la espiral topológica de un espacio y un tiempo de signos en acto de una
presentación (Darstellung) que pauta una escritura.
También el infinitivo y el participio ("crear" y "presentado") hablan
de un tiempo especial que evoca la espiral del a posteriori.
Por todo lo expuesto, entiendo fundamentado proponer que cuando Winnicott dice crear el objeto está muy próximo de la formulación freudiana acerca de fantasear el objeto tal como lo describe en relación a la acción específica y la gratificación alucinatoria.
Winnicott reconoce la importancia de utilizar la fantasía como una señal del tránsito saludable por el espacio transicional: "se requiere cierto tiempo en un "ambiente previsible normal", para que el niño pueda recibir ayuda de alguien capaz de adaptarse de un modo extremadamente sensible, mientras él va adquiriendo la capacidad de utilizar la fantasía, de valerse de la realidad interior y los sueños y de manipular juguetes."(14).
Mucho del transitivismo ya anotado desde Lacan se
halla renovado, ahora en Winnicott, a lo largo de experiencias "donde el bebé usa
el objeto y siente que se trata de un objeto subjetivo creado por él "(22
pág. 148). En realidad el uso del objeto y la creación del objeto constituyen dos
conceptos diferentes que Winnicott va modelando a lo largo de sus reflexiones. En un
momento dado reúne en secuencia la idea de crear el objeto (objeto subjetivo), usar el
objeto (el objeto ha dejado de ser subjetivo) y destruir el objeto (15). Aparecen los tres
elementos como tres fases (que las entiendo en un orden lógico mas que cronológico): en
la primera "el sujeto conserva el objeto y constituye la idealización",
en la segunda "el sujeto usa el objeto" y en la tercera "destruye
el objeto". Pero Winnicott también señala que "denigrar, ensuciar y
destruir está en la raíz de la relación de objeto". Por lo tanto la segunda y
tercera fase son consustanciales y no podríamos ubicar una antes que la otra "antes
bien podríamos proponer que la primera y la segunda son, en realidad, subsidiarias de la
tercera"(1 pag. 276).
Cuando Winnicott afirma que "crear el pecho una y otra vez constituye las primeras
etapas del uso de la ilusión imprescindible en la constitución de esa experiencia" (12
pág. 58) se aproxima a la intelección de la emergencia del fantasma, que convoca la
dupla ilusión-desilusión, en un imprescindible juego dialéctico, verdadera zona de
experiencia, puesto que es esencial el deseo del otro para habilitar la ilusión y la
desilusión.
Por todo ello, me parece necesario ubicar estas ideas en un contexto dinámico, donde
pensamos la creación del objeto junto a la emergencia del objeto percibido objetivamente,
como par que se dialectíza en la experiencia: fusión, unión y separación, con un
perfil de reiteración imprescindible que reclama el movimiento de la pérdida de objeto.
El yo es correlativo al no yo lo cual alude a la posibilidad del uso del objeto y allí el
no muestra la negatividad de la separación que vuelve consistente la
discriminación fantasía realidad.
Winnicott es elocuente al otorgar a la función materna un rol esencial en esta peripecia;
así cuando "el niño al mirar la cara de la madre se ve a si mismo..."
"la madre lo mira y lo que ella parece se relaciona con lo que ve en él..."
(22).
Rol contenido en la idea de una "madre
suficientemente buena" que, emergiendo de su "enfermedad maternal
primaria", mira a su niño con una mirada de reconocimiento y amor. No alcanza el
amor, se precisa el reconocimiento (que implica separación), y éste emerge en la mirada,
en su tono de voz, o en el calor de los brazos que lo acunan, pero especialmente en la
mirada y la voz donde aparece sin saberlo, a mi modo de ver, su deseo inconsciente.
Para ello se requiere la estructuración psíquica mas o menos saludable de la madre que
le permita, no reflejar "su propio estado de ánimo", como señala
Winnicott, o "peor aún, la rigidez de sus propias defensas" (22)
. En este caso el niño mira y no se ve a si mismo, con lo cual de allí en más se
atrofia su capacidad creadora y buscará, denodadamente, conseguir que el ambiente le
devuelva algo de sí. Cuando en su mirar, ve el rostro de la madre, es que se ha perdido
su rol de espejo; va a percibir la depresión de la madre, su distancia o su indiferencia.
Expresa así predominios libidinales u hostiles que aparecen en el rostro de la madre y
que no son voluntariamente controlables.
Se produce un cortocircuito que saltea la alienación imprescindible, la constitución del
yo en la separación no yo y solo se asiste a la imagen de otro ajeno que se cristaliza
como hostil y persecutorio. Winnicott insiste en que para que acontezca la deseada
separación no yo, "los principales cambios se producen en la separación de la
madre, como rasgo ambiental percibido de manera objetiva" (22).
La constitución del objeto subjetivo y su
transitoriedad, depende del ejercicio de esta función simbólica, madre
suficientemente buena, capaz de continuar el despegue paulatino de su bebé, ya
iniciado en el reconocimiento de su total indefensión.
Sin el reconocimiento simbólico no hay vida posible y ello debe estar presente en lo
especular. La díada madre bebé, que Winnicott plantea como unidad, es sin duda un tiempo
lógico de la estructuración psíquica que se precisa investir, tolerar y acompañar,
reconociéndolo en su transitoriedad. Si una madre asiste a su bebé con un fantasma de
posesión y pertenencia absoluta, no habrá lugar para el desarrollo de la enfermedad
maternal primaria, transitoria por definición.
Winnicott enriquece la conceptualización del objeto subjetivo en diversos textos, a través de sus experiencias clínicas al tiempo que pormenoriza la función del espacio transicional, tanto en su perfil normal de desarrollo, como en el abanico de trastornos donde el niño establecerá diversas estrategias para predecir estados de ánimo maternos. En el perfil psicopatológico, describe las vivencias de amenaza, de caos, de retiradas hacia adentro, y la emergencia defensas autistas.
Extiende el papel de la madre a la familia toda y señala el acontecer identificatorio, a lo largo del desarrollo, que le permitirá depender cada vez menos de esa devolución. El rol de la familia es contexto esencial para el desarrollo del individuo.
El hecho de que el sujeto se relaciona con objetos
subjetivos, forma parte para Winnicott de la transicionalidad que es en realidad una
situación esencialmente plástica, en movimientos, anterógrados y retrógrados, de ida y
vuelta, donde es esencial un Otro, que esté allí (su deseo inconciente) en el momento en
que es creado por el niño.
El objeto subjetivo entonces es propio y ajeno a la vez; Es la imagen que aparece en el
rostro de la madre, que lo mira mirar, es su imagen la que la madre le da, con esa
impronta de la singularidad que la habita y que le permite al sujeto inconciente
"disponer" del objeto subjetivo.
No podría constituirse en objeto subjetivo sino fuera porque el otro esta allí y le
ofrece su deseo inconsciente sin saberlo. Es la función simbólica materna, la de M.S.B.,
que habilita la presencia y la ausencia, sin una y la otra no hay objeto ni pérdida que
permita nombrar al objeto como tal, es decir, iniciar el juego representacional y el
despliegue del fantasma.
Señala Winnicott, "..el niño no podría inventar el aspecto preciso de la oreja
izquierda de su madre. Y sin embargo, debemos decir que la oreja izquierda de su madre con
la que está jugando el niño es un objeto subjetivo; el niño tendió su mano y creó esa
oreja particular que estaba allí para ser descubierta."(16)
La posibilidad de pasar ese estado inicial, donde el bebé "aún no ha separado lo
DISTINTO DE MÍ de lo que es PARTE DE MÍ " a poder percibir un objeto
objetivamente "no puede ser atribuido a tendencias heredadas"sino
solamente"a la experiencia del bebé con respecto a la conducta adaptativa de la
madre"(17)
También subraya un elemento muy freudiano en sus
reflexiones: "No sabría cómo proseguir sin afirmar que hay aquí, en algún
punto, un elemento de engaño que es inherente al desarrollo de la capacidad de
relacionarse con objetos".(16)
También en Lacan como en Freud, el engaño es ineludible. La madre al ubicar al niño
como falo (transitoriamente, lo que equivale a mi modo de ver, a la enfermedad maternal
primaria), engaña su deseo y al mismo tiempo, engaña al niño. Engaño destinado a
redundar en cualquier formación del inconsciente. El sujeto cuando habla, no sabe lo que
expresa.
Lo especular que concierne a lo dual y narcisista
(objeto subjetivo) es también matriz de anticipación simbólica porque instaura el
ideal. Yo-ideal-yo se suceden y se imbrican y nunca mas abandonan el yo en su
funcionamiento.
Aunque todos deseamos que prevalezca el ideal del yo sobre el yo ideal, este último se
actualiza en la sesión analítica todo el tiempo al lo largo del análisis. El paciente
crea un analista según sus ideales e ilusiones, que tiene mucho del yo ideal, y que
implica ese supuesto saber que va a develar una verdad escondida y traumática.
Verdadera trama dinámica de fantasmas binarios y triádicos que transcurren en esas
habituales resignificaciones entre objetos subjetivos y objetos percibidos objetivamente.
Winnicott afirma que es necesario pensar que "en un bebé coexisten alguna
capacidad de objetividad con la incapacidad general de objetivar, según un movimiento de
avance y retroceso en esta área del desarrollo".(18)
En el acontecer transferencial, importa la imagen del paciente que habita en el analista, y que el paciente puede paulatinamente ir reconociendo como propia para poderla modificar. André Green (3) nos habla acerca de que "la creación de un campo transicional, exige que el analista pueda ser tocado por la mirada del paciente para que este pueda investir aquello que , en él , puede ser tocado por el analista".
La transicionalidad, reúne el tiempo mítico de un soy eso con el no soy ahí, es solo mi imagen que me constituye. Transitivismo que abarca también para Winnicott un espacio tiempo de engaño y alucinación: "otra clase de transición tiene que ver con el pasaje de un objeto subjetivo a otro que es objetivamente percibido o externo. Al principio, cualquier objeto que entabla relación con el bebé es creado por éste - Es como una alucinación. Se da cierto engaño y un objeto que está a mano se superpone con una alucinación. Como es obvio, aquí tiene suprema importancia la forma en que se conduce la madre o su sustituto".(19)
Reitero aquí lo ya subrayado antes en torno al
"figurativamente" y al "uso" del objeto, porque entiendo, nos ayuda a
pensar esta experiencia que en Winnicott aparece en una dimensión diacrónica y
progresiva mientras que en mi perspectiva planteo la concatenación de diacronía y
sincronía. Winnicott reconoce la importancia de lo anterógrado y lo retrógrado.
Pensemos en la importancia de la resignificación del a posteriori donde cuenta de
modo radical los límites que la función materna imprime a través de frustraciones
tolerables y que suelen ser referentes directos o indirectos de la función paterna, que
incluye la presencia del padre en la madre.
Adueñarse de ese otro, cuyo Otro, habilita a vivir,
tenerlo y perderlo, dejarlo, usarlo, experimentarlo, en esos juegos diversos y reiterados
de Fort-Da, constituye una experiencia objetal inherente a un sujeto de pleno
derecho, deseante y dividido ,que puede por ello mismo, fantasear. El fantasma requiere un
espacio tiempo de experiencias y juego que habilita cada vez la discriminación
fantasía-realidad, del objeto subjetivo al objeto percibido objetivamente.
El uso del objeto (20), trabajo esencial a mi modo de ver en la teorización
winnicottiana, señala claramente la necesidad de la agresividad que una y otra vez
reitera el ataque y destrucción del objeto que debe sobrevivir para constituir sujeto
(self verdadero).
Cuando Winnicott(21) afirma que el paciente necesita encontrar su persona y así poder
existir y sentirse real, insiste en una formulación, que da trabajo: "sentirse
real es encontrar una forma de existir como uno mismo y de relacionarse con los
objetos como uno mismo y de tener una persona dentro de la cual poder retirarse
para el relajamiento"(subrayado personal).
Yo sé que esto concita una adhesión muy fuerte en el lector, entiendo también que
Winnicott propone un deseo de autenticidad, desde luego ampliamente compartible, pero al
que tal vez solo se puede acceder luego de un esforzado y doloroso periplo de renuncias
narcisistas y de elaboración de límites. No sé si podremos ser nunca "uno
mismo", pues se trata se una ilusión de cierta unificación imposible, dada
nuestra radical división, conciente-inconciente. Lo verdadero, muchas veces, es
precisamente lo reprimido, lo que constituye la estructura del sujeto, también lo que lo
aqueja y lo enferma y es ese núcleo de verdad inconsciente el que debemos escuchar para
ofrecer una sustitución, transformación posible.
Winnicott privilegia el devolver lo que es del otro , en la mirada, o en la gestualidad del rostro, porque también forma parte del posicionamiento analítico, donde confía trabajar "lo bastante bien" para que "el paciente (encuentre) encontrará su persona y (pueda) podrá existir y sentirse real"(21). O también "La psicoterapia en general es un devolver al paciente a largo plazo, lo que éste trae"(21 pág 154). El paciente trae lo que puede porque lo no sabido de su inconsciente no puede venir mas que como formaciones del inconsciente, sueños, lapsus, actos fallidos o síntoma. Y su vivir sintomático que trae al vínculo analítico, le es ajeno a su yo. Devolver lo que trae sería actuar verdaderamente como un espejo, y si bien es necesario apropiarse de la propia imagen que implica su perspectiva sintomática, la posibilidad de cambio psíquico, pasa por caminos bastante mas complejos.
Si "el analista es un fenómeno subjetivo del paciente"(20) es indudable que Winnicott apela a la construccióndeconstrucción de los enclaves y posicionamientos narcisistas que señalan un perfil dinámico en sus ideas con un profundo grado de abstracción. Por ello pienso que el uso y la destrucción del objeto forman parte consustancial del proceso de simbolización que implica la disponibilidad representacional inconciente
Lacan trabaja el entretejido de la vivencia con la metapsicología, Winnicott se detiene en la transicionalidad donde describe la experiencia con el objeto. Pero ambos señalan que este espacio tiempo de lo especular y lo transicional se recrea cada vez que acontece el acto psicoanalítico centrado en la transferencia. Y allí ambos autores coinciden.
BIBLIOGRAFÍA
1 Myrta Casas de Pereda, En el Camino de la Simbolización. Producción del sujeto Psíquico,. Paidós Buenos Aires, 1999.
2 S. Freud 1914, Introducción al Narcisismo en Obras Completas, Buenos Aires Amorrortu Tomo XIV, 1976.
3 André Green 2000, El encuadre, Zona Erógena nº 48, pág. 23
4 Philippe Julien, Le retour à Freud de Jacques Lacan, Littroral 1986, Paris .Capitulo II
5 J. Lacan Mas allá del principio de realidad, pág. 84 en Escritos I, Siglo XXI Buenos Aires 1988
6 J. Lacan 1946, Acerca de la causalidad psíquica, pág.171 en Escritos I, Siglo XXI Buenos Aires 1988
7 J. Lacan, De nuestros antecedentes, pág. 8 en Escritos I, Siglo XXI México 1972
8 J. Lacan 1949, EL estadio del espejo como formación del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, pág. 16 en Escritos I, Siglo XXI México, 1972
9 J. Lacan, La pasión imaginaria en la cosa freudiana, pág. 171 en Escritos I, Siglo XXI México, 1972
10 J. Lacan 1948, Citando a San Agustín en la Tesis IV de La agresividad en psicoanálisis, en Escritos II, Siglo XXI, México 1975.
11 J. Lacan 1938, pág.68 en La familia, Ediciones Homo Sapiens, Buenos Aires, 1977.
12 D. Winnicott 1953, Objetos transicionales y fenómenos transicionales, en Realidad y Juego, Buenos Aires, Granica Editor, 1972.
13 D. Winnicott 1960, en el comentario para Virginia Axline, pág. 244. Exploraciones psicoanalíticas II, Paidós Buenos Aires, 1993.
14 D. Winnicott 1966, EL niño en el grupo familiar, pág. 156 en El hogar, nuestro punto de partida, Buenos Aires Paidós, 1993.
15 D. Winnicott 1965, Exploraciones Psicoanalíticas, Tomo I pág.276-277, Paidós Buenos Aires 1993
16 D. Winnicott 1966, EL niño en el grupo familiar, pág. 155 en El hogar, nuestro punto de partida, Buenos Aires Paidós, 1993.
17 D. Winnicott 1969, La experiencia de mutualidad entre la madre y el bebé, pág. 302 en Exploraciones psicoanalíticas I,, Buenos Aires Paidós, 1993.
18 D. Winnicott 1969, La experiencia de mutualidad entre la madre y el bebé, pág. 303 en Exploraciones psicoanalíticas I,, Buenos Aires Paidós, 1993.
19 D. Winnicott 1959, El destino del objeto transicoinal, pág. 72 en Exploraciones psicoanalíticas I,, Buenos Aires Paidós, 1993.
20 D. Winnicott 1969, El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones, en Realidad y Juego, Buenos Aires Granica, 1972.
21 D. Winnicott 1967, Papel de espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño, en Realidad y Juego, Buenos Aires Granica, 1972.
NOTAS
(I) Texto corregido de la presentación en X Jornadas Winnicottinas del 26 al 28 de Octubre del 2001, Santiago de Chile. Tema del panel, Papel de Espejo de la Madre y la Familia. (II) Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay. Rivera 2516 - 11300 Montevideo e-mail: mcasas@uyweb.com.uy (III) El término "estadio", lo toma del trabajo de Wallon 1934, pero lo incluye con un sentido distinto a la perspectiva evolucionista propia de este autor. (IV) El concepto de metáfora viva que planteo a lo largo del libro (Myrta Casas de Pereda, 1999), continua siendo objeto de mis investigaciones clínicas. (V) Me voy a referir en forma prevalente al texto central del autor sobre el tema, D. Winnicott 1967, Papel de espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño, en Realidad y Juego, Buenos Aires Granica, 1972