En el principio era el masoquismo.
Hugo R. Mendez
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El masoquismo es un tópico con el que frecuentemente me encuentro y me confronto, y hasta diría, a veces me (a)trastorno, en la clínica analítica, cuando en la singularidad de cada análisis, la transferencia pone en acto la realidad sexual del inconsciente. El masoquismo, y su contra parte el sadismo, suelen ser un escenario de encrucijada a transitar, en el juego transferencial, especialmente, en el pasaje de un tiempo a otro de la cura. Digo entonces, que sitúo mis interrogantes con respecto a este tema, ligados a los impasses, y aún, a las interrupciones de la marcha de los análisis. Y digo más, si afirmo que creo que es, en el tiempo final de un análisis, donde la posición masoquista del analizante, alcanza su dimensión plena de obstáculo formidable. Desde otro lado, la problemática del masoquismo, ha trascendido el ámbito de aquellos que nos involucramos en la interrogación del inconsciente.
¿Quién no ha escuchado últimamente la pregunta - hasta cuando se soportarán los agravios que infligen los gobiernos de turno? Pregunta que insiste, con variaciones a veces mas anales, otros más genitales, pero que inevitablemente apuntan a interrogar cierto masoquismo general, al que se pretende denunciar. Del mismo tenor, el antiguo aforismo – cada pueblo tiene el gobierno que se merece – enunciado en tono casi siempre doctoral, me resulta una curiosa lectura del par sado-masoquista, ya que poniendo la causa, en un masoquismo colectivo radical, se exime al amo de cualquier responsabilidad. Pequeñas perlas entonces, que dicen de una presencia ineludible del masoquismo, en el horizonte de la subjetividad de nuestra época. Pero si la vertiente elegida para abordar el tópico, es la de la trasferencia analítica, quiero anotar, que ya en 1905, en los principios del psicoanálisis, Freud se ocupa del tema.


LAS COORDENADAS FREUDIANAS DEL MASOQUISMO

En Tres Ensayos de Teoría Sexual: ... en el principio era el sadismo "El sadismo responderá entonces, a un componente agresivo de la pulsión sexual, componente que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado por desplazamiento (descentrado), al papel principal (vale decir fijado). Y en cuanto al masoquismo – "no es otra cosa que una prosecución del sadismo vuelto hacia la propia persona, la cual en un principio hace las veces de objeto sexual".-
Señalar este comienzo, por donde Freud establece las coordenadas del emplazamiento del masoquismo, sirve para anotar, que si de la neurosis de trasferencia se trata, no da igual, en cuanto a la dirección de la cura, estar advertido, de la presencia de un componente agresivo autónomo, tomado como fundamento, que instituir en la teoría del sujeto, una localización especifica para la posición masoquista. En segundo lugar, la elección del sadismo como primario, no inhibe el camino freudiano, que va a ir discerniendo cuestiones centrales, aun antes de que en "El problema económico del Masoquismo", ponga el tema parado sobre sus pies, Me refiero a esa dupla que constituye La Pulsión y sus Destinos de 1915 y Pegan a un Niño, de 1919, articulo que en mi lectura, efectúa los avances alcanzados en el primer texto mencionado. Freud dirá en La pulsión y sus Destinos que el aparato psíquico debe hacer algo con las pulsiones, en pocas palabras: tramitarlas. Se extenderá en esos destinos a los que homologa a variedades de la defensa contra las pulsiones: Recuerdo brevemente estos destinos:
1) La transformación en lo contrario, que puede pensarse como el cambio de un fin activo (mirar-pegar) en un fin pasivo (ser mirado, ser pegado). 2) La vuelta hacia la propia persona: el sadismo pegar, deviene masoquismo, pegarse (Lacan anotará hacerse pegar). Se trata del cambio de objeto. 3) La represión, defensa paradigmática de las neurosis y su posibilidad estructural. Transformación de lo pulsional en síntoma y 4) La sublimación que elude el destino de la represión, desviando el fin y tomando la vía de una actividad creadora. Pero, lo central de este texto resulta probablemente, de la introducción de la gramática pulsional.
Tomando los primeros dos destinos, Freud va a construir una verdadera piedra roseta de Champollion estableciendo que el movimiento pulsional, se da a leer en las tres voces en las que empleamos al verbo: activa, reflexiva o media y pasiva. Aún ateniéndonos, de que este reverso significante es una cosa y otra muy distinta lo que este recubre, y aún enfatizando, como lo hará en El más allá del Principio del Placer, de que lo esencial de cada pulsión, es el vaivén con el que se estructura, esta captura del movimiento pulsional, en una formulación gramatical, permitirá el pasaje de una subjetividad acéfala, al advenimiento de un sujeto enganchado a la retórica del inconsciente. La formulación gramatical introducida, hace posible enlazar el real pulsional, a la grilla del inconsciente - estructurado como un lenguaje - y tal conexión, no es sin colocar, a ese Complejo de Edipo y su relación con la castración en el centro, en el núcleo mismo, por donde la transferencia analítica se pone en marcha. Seguramente no es poco. Pegan a un niño, dará sobrada muestra, de cómo se realiza esta operación.
Arribamos así al tercer tiempo de este apretado recorrido, por la indagación freudiana del masoquismo. En el articulo del 24, se producirá una verdadera inversión en el pensamiento de Freud. Finalmente: ... En el principio era el masoquismo. Tal afirmación retorna, no sin consecuencias para la posición del analista en la cura.- Un Freud, que parece conmocionado por la revolución que significa en su creación, el Más allá del Principio del Placer, abre el articulo mencionado con la frase: "Desde el punto de vista económico, la existencia de la aspiración masoquista, en la vida pulsional de los seres humanos puede con derecho calificarse de enigmática". En efecto, el masoquismo es incomprensible si el principio de placer gobierna los procesos anímicos.
No se puede seguir sosteniendo, que el propósito del aparato anímico, sea reducir a la nada las sumas de excitación o mantenerlas en el limite. El Principio de Nirvana no se homologa al Principio de Placer, que concebido en estos términos, estaría al servicio de la pulsión de muerte, cuya meta, es conducir a la inquietud de la vida, a la estabilidad de lo inorgánico. El Principio de Placer ha sido así destronado, conservando su titulo de guardián de la vida. Vale decir, que solo desplazando al Principio de Placer de su posición de regulador de la vida anímica, se hace posible avanzar en esta cuestión del masoquismo.
En el lugar de eje que portaba el Principio de Placer queda: la pulsión - y la pulsiòn en sentido estricto, es pulsión de muerte - . Retomaremos este punto, en particular referido a la transferencia.
Volviendo al masoquismo, Freud anota que se ofrece a la observación en tres figuras: "como condición a la que se sujeta la excitación sexual, masoquismo erógeno, como una expresión de la naturaleza femenina, masoquismo femenino y como una norma de la conducta en la vida, masoquismo moral. El primero, el masoquismo erógeno, el placer, el gusto de recibir dolor se encuentra en el fundamento de las otras dos formas. Si el goce obtenido al hacerse tratar como un niño díscolo, propio del masoquismo femenino, y el de hacerse castigar para expiar la culpa de un crimen supuestamente cometido, propio del masoquismo moral, se encuentran sostenidos, en ese masoquismo erógeno al que finalmente se le da la condición de primario, vamos a él: "En el ser vivo la libido se enfrenta con la pulsión de muerte, ésta que impera dentro de él y que querría desagregarlo. La tarea de la libido es entonces volver inocua ésta pulsión destructora. La desempeña, desviándola hacia afuera con la ayuda de la musculatura, dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior" Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento-voluntad de poder. Un sector de esta pulsión es puesto directamente al servicio de la función sexual, donde tiene a su cargo una importante operación. Es el sadismo propiamente dicho". Y he aquí lo que nos interesa: ... "Otro sector no obedece a ese traslado hacia afuera, permanece en el interior del organismo y allí es ligado libidamente con ayuda de la co-excitación sexual, antes mencionada; es en ese sector donde debemos discernir el masoquismo erógeno" originario .
Allí donde la pulsión de muerte y la libido se entrelazan, allí es precisamente, donde Freud indica discernir el masoquismo.
Si situamos esta afirmación freudiana en el marco transferencial, se comprenderá, que estamos muy lejos de aquella primera posición adjudicada al analista, donde el saber – hacer- ahí en trasferencia, se refería a un componente agresivo de la pulsión, automatizado. Si el masoquismo dice, de ese tiempo donde la libido y la pulsión de muerte se mezclan y se desmezclan, creemos que el problema crucial de la constitución del sujeto, está en juego. Es a ese escenario entonces, donde nos remitiremos, para despejar las funciones del sadismo y especialmente del masoquismo, en su carácter de obstáculos a dirimir en las transferencia analítica.-

 

TIEMPOS DE CONSTITUCION DEL SUJETO

Desde el Seminario de la Etica, Lacan define que "La Cosa, es el primer exterior. Otro absoluto del sujeto, este soberano bien que es La cosa, que es la madre, que es el objeto del incesto, es un bien prohibido". Anota inmediatamente "Pero no hay Soberano Bien mas que mítico". La introducción primera de un significante - y el mas simple de ellos se llama rasgo unario -, en ese campo real del Otro, solo se sostendrá de ahí en mas, por intermediación significante. Solo por eso los hombres dialogan desde hace siglos denuncia en el Seminario X.
La intromisión del rasgo unario, abre para el sujeto el camino del duelo. Duelo por la perdida de esa fuente de todo goce que es Das Ding. Su búsqueda de reencuentro con ella, provocará la repetición fallida, cada vez que el sujeto es citado por un real, que no cesa en sustraerse.
Duelo del hombre, afectado por la intromisión simbólica en lo real, que lo condena a la finitud: Castración simbólica. Intento de reencuentro con el Otro, ahora marcado por el significante, y al atravesarlo, será la ley del significante quien dicte su destino deseante. ¿Deseante de que? Del objeto a, resto de la operación donde el sujeto adviene separado. Fragmento de La Cosa perdida, en verdad desde siempre, constituido en objeto, con el que el sujeto va a ligarse en el fantasma. Definitivamente objeto pulsional, vale decir: vacío del objeto, siempre en falta, repetición del encuentro con este vacío, que permite sostener, que la pulsión es pulsión de muerte. Tal es el objeto a, al que situamos, como causa del deseo, y del que es necesario distinguir, de los objetos del deseo. "La noción de causa pertenece a ese exterior, a ese lugar del objeto antes de toda interiorización".
El fetichismo, va a venir en auxilio, del intento de explicitar esa diferencia entre el objeto causa de deseo y el objeto de deseo común.
El fetiche, cumple la función de la que se soporta el deseo, lo que se necesita estando ahí, en la escena, llamase zapatito o prenda interior, como condición para que los objetos del deseo, puedan situarse en el cuerpo del partenaire. Situación clínica, que contribuye a establecer, esta diferencia que resulta necesaria para abordar las funciones del sadismo y el masoquismo. Pues "el objeto a, a nivel del sujeto analítico, de la fuente de lo que subsiste como cuerpo, que en parte nos hurta, por así decir, su propia voluntad, ese objeto a es la roca de que habla Freud, esa reserva ultima irreductible de la libido". Y ya decía Freud que es en el entramado de esa reserva ultima de la libido y la pulsión de muerte, donde debemos buscar el masoquismo originario.

 

SADISMO Y MASOQUISMO UN VELO SOBRE LA CASTRACION SIMBOLICA

PROBLEMAS EN LA TRANSFERENCIA ANALITICA

Si separado del goce mítico del Uno, por un corte de lenguaje, el sujeto adviene, atravesado por la castración simbólica, al beneficio del único goce posible, el goce fálico, las funciones del sadismo y el masoquismo, oficiaran a veces de espeso velo. De ello da testimonio la clínica analítica.
Lo que llamamos deseo sádico, respetando su enigma, "no es articulable, no es formulable, sino por el esfuerzo, la disociación, que el apunta a introducir en el otro al imponerle, dentro de ciertos limites, esa división que hay en su existencia de sujeto, por el hecho de que puede padecer en su cuerpo. Y es a tal punto esa abertura, lo que se trata de interrogar, que no es tanto el sufrimiento del otro lo que se busca en la intención sádica, sino su angustia. "La angustia del Otro, su existencia esencial como sujeto, con relación a esa angustia, esto es lo que el deseo sádico quiere hacer vibrar". El sádico se hace fetiche negro dice Lacan. La equivalencia entre el i (a) y el A (barrado) está fallida para la ocasión de su acción. La actuación la hace, claro está, sobre la escena y sobre la escena el sádico no se ve.
Muy diferente es la posición del masoquista, para quien el fin declarado, es su propia encarnación como objeto". Su identificación seguramente, es con ese otro objeto, objeto común, objeto intercambiable, con el que pretende ocultar la causa del deseo. Va en la vía de buscar entonces lo imposible: aprehenderse por lo que es, en tanto que como cualquiera el es un "a".
"Reconocerse como objeto del propio deseo es siempre masoquista".
Si esta perspectiva, es la que se ofrece en la pequeña escena, montada por el masoquista, para ignorar ese a que es y no quiere saber, su posición jaquea las vueltas del análisis, en especial si la irrupción de tal insistencia, se yergue en el final de su análisis. Hemos aprendido de Freud, y de Lacan, y fundamentalmente de nuestro análisis, que no será prescindiendo de la lectura del Complejo de Edipo y su necesaria articulación con el Complejo de Castración, que el psicoanálisis logrará ponerse en marcha. En cuanto al masoquismo, vale la pena anotar que el mito de Edipo no tiene para decir mas – que el deseo del padre hizo la ley. El masoquismo, asume en esa perspectiva, la función de aparecer, cuando el deseo y la ley se encuentran juntos, porque es claramente su intención, al montar la escena, que el deseo del Otro haga la ley. Esta podría ser, una segunda formula de definición de la posición masoquista. En la escena, el deseo del Otro se hará ley y el ocupará el lugar del deyecto, lo arrojado afuera. También ese es el lugar frecuentemente elegido para jugar en la neurosis de transferencia. Impasse, interrupción que dice de la dificultad para dar el giro necesario, que va de la castración imaginaria a la castración simbólica. El masoquista toma ese puesto de resto, lo que va al tacho de la basura, por no poder ponerlo en otra parte. Si la roca de la castración, sé presentifica, teniendo en el horizonte, ese enlace y desenlace de la pulsión de muerte y la libido, el objeto a, su equivalente en el sujeto analítico, el masoquista no lo reconoce sino sobre la escena, En esta dirección, el Caso de la Joven Homosexual alcanza su estatuto paradigmatico.
Será en la singularidad de cada análisis, donde se escriba la historia de cada uno y entre otras operaciones se construya la secuencia fantasmatica, donde habrá que dar cuenta de esta posición masoquista. Y seguramente, no se prescindirá de la grilla edípica articulada a la castración del Otro y a la propia, por donde se intentará dilucidarla en trasferencia. Pero quiero para terminar este trabajo, decir, que en mi experiencia, si la posición prescripta para el analista, es la de abstenerse de desear para su analizante, es específicamente necesario que así sea, cuando el analizante insiste en tomarse como objeto de su propio deseo. Aun más, la insistencia interpretativa, o la simple lectura significante, es significada por el analizante, emplazado en esa posición, como expresión de lo que el analista quiere para él. El recurso al silencio del analista, indicará al analizante, que debe encontrar otro camino para proseguir. Que su giro, puede realizarlo por otro lado.
Si este cuadro transferencial, al que me refiero, se sitúa en el tiempo final de un análisis: un analista en posición de semblante de a, sostendrá fundamentalmente con su presencia, a pesar de la angustia y la vivencia de abandono, propias de ese tiempo, la invitación a que el analizante realice esa creación, esa vuelta por un lado, que en modo alguno es hacerse objeto, creación digo, que marcará el final del recorrido. Jugada de cierre, el analista irá al lugar de un objeto común, y el analizante, recuperará para sí la relación con a la causa del deseo.

 

Este articulo recoge algunos puntos del Seminario "El Problema Económico del Masoquismo en los Tiempos de la Constitución del Sujeto" brindado en la E.F.M. en la primavera del año 2002, a cuyos asistentes agradezco. Fue posteriormente presentado en las Jornadas de la Escuela.

BIBLIOGRAFIA

S. Freud Tres ensayos sobre teoría sexual O.C. Amorrortu T. VII

S. Freud Pulsiones y destinos de la pulsión O.C. Amorrortu T. XIV

S. Freud Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales.
    O.C. Amorrortu T. XVIII

S. Freud El Yo y el Ello O.C. Amorrortu T. XIX

S. Freud El problema económico del masoquismo O.C. Amorrortu T. XIX

J. Lacan Seminario de la Ética del psicoanálisis Ed. Paidos SEM VII

J. Lacan Clases del 21 de Noviembre de 1962 y 16 de Enero de 1963 del Seminario de
La Angustia Inédito

Lía Quijano La angustia en el duelo y en la melancolía.Revista Anudar Publicación de la E.F.M.