Ideología y Psicoanálisis: una asíntota.
Juan Carlos Capo

 

Advertencia: Esta ponencia leída hoy puede producir más de un efecto desorientador, sino anacrónico. Fue escrita en el año 1985, cuando yo era un egresado en psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay, y lo hice respondiendo a una convocatoria de la Organización de Candidatos Latinoamericanos, encuentro que tuvo lugar en Buenos Aires, ese mismo año.
El tema de la convocatoria era: "La ideología en la formación del candidato a analista".
Ante la invitación de la revista QUERENCIA, pensé en esta nota porque puede ser ilustrativa de (y merecer) consideraciones doctrinarias, históricas, ontológicas (o casi ontológicas) a 18 años de escrita. El lector considerará si mantiene (o no) algo de vigencia.
Para someterla a la redacción de la revista la releí y me atreví a hacerle mínimas correciones formales, y no de fondo, para mantenerme -en lo posible-fiel al texto original.

                                                                                J.C.C.

Nota Previa:

Al volver la vista atrás, en el pasado inmediato de nuestra experiencia reciente de formación psicoanalítica, surge un primer asidero al que acudir. Esa palabra es PESTE. Es una palabra rotunda, contundente; Freud la usó cuando fue a dar unas conferencias a la Universidad de Clark, y las habría pronunciado en el puerto de la ciudad de Nueva York, según testimonio que Jung le hiciera a Lacan. He aquí la frase: -"No saben que les traemos la peste".
Y yo buscaba una palabra que pudiera trasmitir la esencia del objeto estudio del psicoanálisis, el INCONSCIENTE, y esa palabra PESTE me parecía adecuada.
Sirva lo anterior como pórtico introductorio a las proposiciones que vendrán después concernientes a la compleja dimensión de juntar ideología y formación, que es el punto al que estas Jornadas convocan.
Lo que ofrezco es un panorama recogido deprisa, lo más sucinto posible; busca transmitir impresiones, y no he podido evitar referencias personales, autobiográficas inclusive, que opté al fin por dejarlas tal como surgieron en el momento.


EL CANDIDATO Y LA TORRE DE BABEL

Ahora bien, transcurridos los años de formación, ¿qué nos dejan esos años? ¿Qué instrumentos nos alcanzan para abordar este punto?
Somos expresados -sin duda-por nuestra tarea con los pacientes en nuestros consultorios, por nuestra cumplida triple formación (análisis personal, supervisiones, asistencia a seminarios), por los reciclajes teóricos -¡cómo consumimos papeles con letras!- por nuestros intercambios, y también por nuestros linajes psicoanalíticos y pre-psicoanalíticos. Estas palabras arrastran, seguramente, resonancias heráldicas y emblemáticas; y asimismo por la elección que hayamos hecho de nuestros personales héroes en psicoanálisis (y fuera de él). Así por ejemplo, algunos de nosotros se entregan con entusiasmo a saber más del joven Freud con su espíritu romántico y transgresor, ese que está en la correspondencia con Fliess, aun incompleta, aun censurada -quizás solo por un corto tiempo más- en fin: un Freud audaz y profanador que lo llevó a recoger la llave de las madres que dejó caer Breuer. A otros, por el contrario, la lectura del Freud de ese período no les moverá un pelo y preferirán otros tramos de su obra.
Sirva lo anterior como muestra de la elección "en libertad" que la obra de Freud hace posible por su diversidad.
¿Y qué decir de los ríos de tinta que vinieron después? Un colega argentino, Willy Perinot, en un ya lejano 1981, describía con acierto y con humor el literal bombardeo al que se veía sometido el candidato al traspasar el umbral de la institución, y se disponía a iniciar el camino dentro del "templo analítico". El colega enumeraba: Freud, Klein, Bion, Winnicott, Lacan, Saussure, Lévi-Strauss, sin olvidar a muchos otros.
Por supuesto que la recorrida por este bosque, por esta torre de Babel, puede dejar su sedimento, siempre que el candidato sobreviva. De esa montaña de papeles, se habrá de incorporar, y podrá descubrir que puede tener algo entre manos, quizás una herramienta más o menos "funcional": un residuo que sea de utilidad, una resina que tenga poder ligador, instrumentos que animen a seguir al candidato o al novel analista en el camino de este ejercicio imposible que es el psicoanálisis.
Las elecciones teóricas de cada cual son, pues, tan determinadas, indeterminadas, forzadas, inforzadas, como las más personales elecciones que dejan siempre a la razón que se encuentra ante ellas con un margen, un trecho, siempre no ocupable.


EL AUTORITARISMO EN LOS ORÍGENES. PRECISIONES POSTERIORES

Fin de siglo. Sugestión y catarsis. Un mundo, una época llegan a su fin. El imperio austro-húngaro. El militarismo. El valor de uso de la mujer: sirvientas, cortesanas, jóvenes burguesas con destino cierto: ser burguesas amas de casa. Un mundo hecho por hombres, un mundo de burócratas y militares. Es el mundo de las novelas de Franz Kafka. El espíritu de la época será caracterizado por algunos como el antiespíritu del autoritarismo.
El tratamiento de la paciente Emmy por parte de Freud, fue tildado por algunos, precisamente, de autoritario. De ahí la rebelión de Emmy ante Freud, de cómo con su reclamo de libertad, ella lo introdujo en las vislumbres de la asociación libre. --"Déjeme hablar y no me esté interrumpiendo con esto y lo otro"-le dijo. Freud aceptó a regañadientes, dejó la práctica hipnótica, ya que ella no se mostraba tan fascinada con el método, ya que no se dormía y él, entonces, la dejó hablar, y se dispuso a escuchar.
Anotemos que años más tarde, en la correspondencia con el pastor Pfister, Freud hará estas consideraciones sobre la autoridad: "Ex-profeso puse mi persona por delante como ejemplo, jamás como modelo y menos aun como la de un venerable (carta del 10 de mayo de 1909), y en otra carta del 26 de febrero de 1911, dice: "Ciertamente me fijé siempre por principio el ser tolerante y no ejercer ninguna autoridad, pero en la realidad eso no marcha".
Freud dejará asentada además esta advertencia sobre el lugar que le cabe al analista en cuanto a privación en las relaciones con el analizando: "Nos negamos de manera terminante a hacer del paciente que se pone en nuestras manos en busca de auxilio un patrimonio personal, a plasmar por él su destino, a imponerle nuestros ideales y, con la arrogancia del creador, a complacernos en nuestra obra luego de haberlo formado a nuestra imagen y semejanza" ("Nuevos caminos de la terapia analítica", 1918).

 

CRISIS DEL DISCURSO MÉDICO. EL HECHO NUEVO

En "Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico", Freud describe así a Breuer: "Él era médico internista y una absorbente práctica médica lo reclamaba; yo solo a disgusto me hice médico, pero en ese tiempo tenía un fuerte motivo para querer ayudar a los enfermos nerviosos o, al menos, comprender algo de sus estados".
Breuer a su vez se describió a sí mismo de este modo (carta a Forel hablando de Anna O.) : "Así en aquel entonces aprendí mucho: mucho de valor científico, pero también algo de importancia práctica, es decir, que era imposible para un ‘médico general’ tratar un caso de este tipo sin terminar completamente con sus actividades y con su modo de vida. Juré en aquel entonces no volver a pasar nunca más por semejante prueba".La idea nueva y original rondaba la mente de Freud, se esbozaba, aparecía y desaparecía en los encuentros con Chrobak, Charcot, Berheim, Breuer. Freud abandona la "fisiología" de los estados hipnoides, deja el auxilio de la hipnosis, la joven ciencia se levanta: son los años del "espléndido aislamiento" aconsejado por Fliess. Una nueva epidemia psíquica, al decir de un detractor, se propaga entre los médicos: es el psicoanálisis.

 

EL DESVÍO DELIRANTE: GRODDECK Y FLIESS

De las concepciones del primero diremos que un "cientificismo" mágico de raíz cósmica está en su base. El Ello de Groddeck puede con todo y Groddeck puede con ese Ello. Así Groddeck repudiará las vacunas, la alimentación al lactante con leche, sostendrá que el cáncer no debe ser operado y las hemorragias aunque sean debidas a cavernas tuberculosas pulmonares deben ser recibidas como un augurio beneficioso , sean de Dios o de la Naturaleza, puesto que la mujer, ella también, sangra.
No están tan lejos de estos presupuestos "científicos" las opiniones de Fliess, también salidas de cauce, en torno a los números, la nariz, la neurosis nasal refleja. El todo configuraba, al decir de Octave Mannoni, un querer saber sobre el delirio que se iba tornando un delirio de saber.

 

EL PSICOANÁLISIS NO ES UN HUMANISMO

"Siempre me mantuve en la planta baja o en el subsuelo del edificio. Usted pretende que cuando se cambia de punto de vista, se ve también un estado superior donde se alojan huéspedes tan distinguidos como la religión, el arte, etcétera.. Desde este punto de vista, usted no es el único, la mayor parte de los especímenes cultivados del homo natura piensan lo mismo. A este respecto, usted es conservador y yo revolucionario. Si tuviera aun ante mí una existencia de trabajo, osaría ofrecer también a estos huéspedes bien nacidos un lugar en mi habitación de los bajos. Ya encontré uno para la religión desde que encontré la categoría de las neurosis de la humanidad. Pero probablemente no podemos establecer entre nosotros diálogo, y pasarán siglos antes que nuestra querella esté cerrada". (Carta de Freud a Binswanger del 8 de octubre de 1936).
Lo rechazado en esa concepción es el humanismo entendido como sistema de ideas, de creencias, basado en una supuesta totalidad a la que podría aspirar el hombre y que toma sus raíces en el humanismo renacentista. El psicoanálisis no es un humanismo y por lo tanto que no se le haga decir o hacer más allá de lo que el psicoanálisis podría encarar.
"Nuestro estimado amigo J.J. Putnam, en esos Estados Unidos que ahora nos son tan hostiles, deberá perdonarnos que tampoco podamos aceptar su reclamo de poner el psicoanálisis al servicio de una determinada cosmovisión filósofica e imponérsela al paciente con el fin de ennoblecerlo. Me atrevería a decir que sería un acto de violencia, por más que invoque los más nobles propósitos". (Nuevos caminos de la terapia analítica, Freud, 1918.)

 

PSICOLOGISMO

Tampoco el psicoanálisis es una psicología con todos los supuestos implicados por esta palabra, en tanto se disponga a manipular atomísticamente, o casi, los elementos que deben entrar en el campo de una psicología de la conciencia, de las representaciones, de la afectividad, pero dichos elementos batidos en forma tal que resulta en una dialéctica mecanicista y empobrecedora, que trae sus afluentes de la psicología del siglo diecinueve, en que se hacen solamente jugar opuestos como realidad-ilusión, negativo-positivo, vivencia-intelectualismo, lo que resulta en una cosificación, en un concretismo de los instrumentos que inciden en psicoanálisis y que obturan la especulación teórica ante las encrucijadas y los non liquet ("no está claro") que Freud subrayaba. Parece yuxtaponerse asimismo una cierta preferencia por la nosología, venida de la Psiquiatría y así se entra en el hacer jugar los pares antinómicos normalidad-patología, teoría-clínica, y tantos otros que desalientan reflexiones teóricas, en aras de un "cliniquismo" empirista.

 

EL AQUÍ Y AHORA

Un analista contemporáneo-Christopher Bollas en "La revelación del Aquí y Ahora". Idéaux. N. R.P. No. 27,Gallimard, París, 1983.- en un útil informe que se detiene en la polémica que ocupó a los analistas británicos -kleinianos versus Grupo independiente (Heimann, Winnicott, Balint)- protesta contra el uso abusivo de esta tendencia del psicoanálisis que entiende que todo lo que es aportado por el analizado tiene relación con la transferencia. Bollas se detiene asimismo en las correlaciones políticas y sociales desde el "aquí y ahora" psicoanalítico con un "aquí y ahora" social. Y pasa revista en su artículo a relevantes sucesos políticos en Estados Unidos, América Latina, Francia, en los años sesentas y setentas. El existencialismo francés y americano (en su vertiente beatnik). La problemática del absurdo, planteada por Albert Camus con su novela "El extranjero", el suicidio como problema filosófico, la generación hippy y beatnik de California, la lucha por la integración racial, las campañas de repudio a la guerra de Vietnam y también las luchas de liberación en nuestro continente. Recuerdo que el escritor uruguayo Mario Benedetti, en el desaparecido semanario "Marcha" titulaba una sección "Aquí y Ahora". Y con esa perentoriedad que ambos términos dictan, el escritor hacía unas reflexiones sobre el ser montevideano y la realidad de aquel período.
Hecha esta digresión vuelvo a Christopher Bollas que de vuelta de su recorrida sociológica plantea que el "aquí y ahora" psicoanalítico produce una idea de detención, de parálisis, como una convocatoria de presente congelado en una atmósfera cerrada, dual, no dialéctica, que excluye por ejemplo el "allá lejos y hace tiempo".

 

NOCION DE IDEOLOGÍA

Traemos en nuestro auxilio al tratadista de filosofía Nicolás Abbagnano que enfoca la historia del concepto de "ideología" que encierra el término creado por Destut de Tracy en 1801. Napoleón adoptó luego esa palabra y la usó en sentido despectivo llamando "ideólogos" a personas privadas de sentido político. Pero la entrada en la acepción moderna del término se hace en el entendido de ser la ideología una doctrina más o menos carente de validez objetiva, pero mantenida por los intereses de los que usan la palabra. Más adelante Abbagnano sigue a Pareto, que emparenta la ideología con la teoría y que la distingue como teoría no científica, oponiéndola a las teorías lógico experimentales. Se deduce de esto las características de estas "teorías" (ideologías): 1) su aspecto objetivo, es decir, su relación con la experiencia, 2) su aspecto subjetivo, esto es su capacidad persuasiva y 3) su utilidad social, o sea, su utilidad para el que la produce o la acoge. Queda establecido un punto importante, el de la función de la ideología que es, en primer lugar, el de persuadir, esto es, de dirigir la acción.
Mannheim distingue un concepto particular de ideología como el conjunto de las imitaciones más o menos deliberadas de una situación real con cuyo exacto conocimiento contrastan los intereses del que sostiene la ideología misma. Y en un sentido más general se entiende por ideología la total "visión del mundo" de cualquier grupo humano.

 

MATERIALISMO DIALÉCTICO Y PSICOANÁLISIS

Así se titula un pequeño libro de Wilhem Reich no desprovisto de interés. El autor busca hacer coincidir psicoanálisis y marxismo. Nos produce un curioso efecto al leer un Freud marxizado -Reich entiende "que la fuerza productiva, ‘fuerza de trabajo’, constituye en su núcleo energético un problema de economía sexual humana, esto es, que resulta ser un destino o vicisitud evolutiva de la libido"- Más adelante Reich deduce que la vigencia del complejo de Edipo está limitada a cierto tipo de sociedad y, al mismo tiempo, caracteriza al complejo de Edipo como un fenómeno determinado socialmente y, en última instancia, determinado por la economía. En contrapartida Reich hace aparecer a un Marx freudizado y extrae de este extracto marxista estos conceptos "casi psicoanalíticos": "Los individuos han tenido que partir siempre de si mismos en toda circunstancia, pero como nunca pudieron prescindir de los otros, puesto que sus necesidades, su naturaleza y la forma en que las satisfacían los ponían en relación a unos con otros (relaciones sexuales, intercambios, distribución del trabajo, etc.), (...) de ahí que fuera precisamente el comportamiento personal, individual, su comportamiento recíproco como individuos entre sí, el que creó y sigue creando diariamente las relaciones sociales existentes. Entraron en relación de intercambio como lo que eran, partiendo ‘de sí mismos’, cualquiera que fuese su concepción de la vida".
En el Río de la Plata, dar cuenta del ímprobo esfuerzo sincrético de aunar psicoanálisis y marxismo debe empezar por nombrar y rendir homenaje a la memoria de José Bleger, que dejó testimonio de ese intento en sus libros "Psicoanálisis y dialéctica materialista" y "Psicología de la conducta", este último poco menos que libro de cabecera de todo estudiante de psicología, psicoanálisis, psiquiatría, a fines de la década de los sesentas.
En esta línea se ubica el libro "Teoría de las ideologías y psicoanálisis", de Bernardo Luis Horstein. Lleva por subtítulo "Modo de producción y complejo de Edipo". Horstein se apoya en Ricoeur alineando a Marx, Freud y Nietzsche como tres maestros de la sospecha que no del escepticismo, ya que despejan el horizonte para una palabra más auténtica. (Este agrupamiento no parece, sin embargo, demasiado revelador).Tienen los tres pensadores como categoría fundamental para sus interrogantes y esclarecimientos la cuestión de la relación oculto-aparente. "Es así que la genealogía de la moral en el caso de Nietzsche, la teoría de las ideologías en el sentido marxista y la teoría de los ideales, valores e ilusiones en el discurso freudiano representan tres procedimientos convergentes de desmistificación". Horstein deja abierta además la tarea para crear una teoría de las ideologías, y en tal sentido toma aportes de Althusser, sobre los aparatos ideológicos del estado. Y en lo que puede ser quizás el núcleo esencial de su libro, Horstein sostiene: "Una teoría de las ideologías debería analizar el proceso que desde la estructura social global a través de los aparatos ideológicos del Estado ya mencionados, y a partir de las prácticas concretas en que un individuo se halla inscripto desde su lugar en el proceso de producción, determina un universo de significaciones que hacen impacto en el sujeto, que a su vez los elabora a nivel imaginario con su estructura psíquica, dando como resultado una ideología internalizada. Es por ello que la articulación del discurso marxista, como ciencia de las formaciones sociales, y el discurso freudiano como ciencia del inconsciente, debe efectuarse para dar cuenta de todo el proceso"
La impresión que prima luego de la lectura de estos autores es la de un esfuerzo tremendo, hecha con mucho forzamiento, en que se sienten crujir las estructuras por las ideas que acusan pertenencia a uno y otro ámbito y que no es nada fácil de hacer articular. El trabajo de articulación puede haber sido tremendo, pero no menos cierto es que por tener metas muy cercanas al orden de lo global, de lo absoluto, el esfuerzo se torna fallante por la carga de ideal que lo sostiene.

 

FREUD TERCIA EN LA CUESTIÓN

Freud dice en "El porvenir de una ilusión": "Puede creerse en la posibilidad de una regulación de las relaciones humanas, que cegará las fuentes del descontento ante la cultura, renunciando a la coerción y a la yugulación de los instintos, de manera que los hombres puedan consagrarse, sin ser perturbados por la discordia interior, a la adquisición y al disfrute de los bienes terrenos. Esto sería la edad de oro, pero es muy dudoso que pueda llegarse a ello".
En la 35ª. de las nuevas Conferencias, Freud define así la cosmovisión: "es una construcción intelectual que soluciona de manera unitaria todos los problemas de nuestra existencia a partir de una hipótesis suprema; dentro de ella, por tanto, ninguna cuestión permanece abierta y todo lo que recaba nuestro interés halla su lugar preciso". Es fácilmente comprensible que poseer una cosmovisión así se cuente entre los deseos ideales de los hombres.
Me pregunto si a la neurosis religiosa que Freud contraponía en "El porvenir de una ilusión", con quien sale sin ella a enfrentar la prepotencia de la Naturaleza y la dura vida enemiga, me pregunto si a esa neurosis no tendremos que adscribirle en los tiempos actuales, una neurosis ideológica derivada de aquella primitiva concepción religiosa. Del reino de Dios a un Paraíso en la Tierra, como lo subrayó Freud en la conferencia citada.

 

DISCURSO UNIVERSITARIO. REFORMA DE CÓRDOBA. LEY ORGÁNICA DE 1958.

En nuestro juventud, los claustros de la Universidad con su pátina y aura del "demos" universitario, del movimiento estudiantil, de la comparecencia de los tres órdenes en el manejo de la cosa universitaria, de la vida, que ahora evocamos desde una reminiscencia imaginaria, como la de nuestra vida de estudiantes "en que éramos libres", no teníamos intereses y deletreábamos a José Ingenieros: "Juventud sin rebeldía es servilismo precoz". O si no esta otra: "los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan", del Manifiesto de Córdoba. El ser insurrectos-en un primer tiempo- fue decidir sobre nuestros planes de estudio, participar en la vida universitaria, llevar nuestra acción al medio social, esto es, la extensión universitaria. Todo esto fue plasmado en el Uruguay con la Ley Orgánica del año 1958, hito legendario para innumerables jóvenes universitarios que ahora con el resurgimiento democrático vuelven sobre aquellos imperativos casi sagrados. ¿Es posible que aquellos significantes se hayan colapsado? Es una posibilidad que no hay que descartar.
De todas maneras como psicoanalistas se nos convoca a participar en planes extensivos de salud mental, insertos en un plan más vasto de salud.
Freud vio el problema y lo planteó así: "Y también es muy probable que en la aplicación de nuestra terapia a las masas nos veamos precisados a alear el oro puro del análisis con el cobre de la sugestión directa, y quizás el influjo hipnótico vuelva a hallar cabida (...) puesto que las neurosis no constituyen menor amenaza para la salud popular que la tuberculosis, y por tanto, lo mismo que a esta, no se las puede dejar libradas al impotente cuidado del individuo perteneciente a las filas del pueblo(...) nos veremos precisados a buscar para nuestras doctrinas teóricas la expresión más simple e intuitiva. Haremos probablemente la experiencia de que el pobre está todavía menos dispuesto que el rico a renunciar a su neurosis; en efecto no lo seduce la dura vida que le espera, y la condición de enfermo le significa otro título para la asistencia social". (Freud, "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica", 1918).

 

EL TRAYECTO RECORRIDO

Quise resumir resumida e insuficientemente tramos de una prehistoria psicoanalítica personal, universitaria, índice tal vez de una situación más general, con la ideología que esto conlleva, con puntos emergentes de la historia del pensamiento psicoanalítico que particularmente me impresionaron (el autoritarismo, el humanismo; no pude incluir, lo hago ahora, referencias al oscurantismo en la polémica de Freud con los surrealistas, la doctrina transferencial del aquí y ahora, con otras inmediateces urgentes que se correspondían en el plano social, la crisis de los discursos médico y psicológico, por las que debemos atravesar los que nos acercamos al psicoanálisis), como pasar asimismo revista a los esfuerzos sincréticos psicoanalítico-marxistas, que han dejado remarcables trazas en libros que así lo testimonian; también la invariable oposición de Freud a estos esfuerzos, como también su preocupación por la extensión del psicoanálisis al medio social.
Lo demás es historia presente, no las incluí en esta ponencia y nos convoca a todos: el espacio del candidato, el complejo problema de su inserción institucional, el estudio de la problemática del exilio, del retorno de los exiliados, de su vuelta a estar entre nosotros, con el resurgir democrático, y de nuestro "inxilio", las huellas que ha dejado, por los sombríos años vividos.