Hacemos cuerpo jugando
Marilén Bettini
Sylvia Toledo
-La Clínica Psicoanalítica con niños no es la excepción, tiene como
motor principal a la transferencia; es decir que los tratamientos infantiles no escapan a
este punto nodular que es común a cualquier análisis que se pretenda llevar a cabo,
tenga el paciente la edad que tenga y la patología que sea.
Sin embargo no podemos negar que estos dos últimos factores mencionados (edad y
patología) nos confrontan a variaciones en la técnica respecto a aquellos elementos
fundamentales que junto con la transferencia la conforman.).
En el caso que nos compete, el psicoanálisis con niños, debemos tener en cuenta que ya
desde sus orígenes los psicoanalistas que en él incursionaron y abrieron camino dejaron
en claro a través de su testimonio sus particularidades.
Sobre todo nos interesa destacar a los fines de nuestro trabajo la importancia que
adquiere el juego como medio de expresión, vehículo del lenguaje y escenario
privilegiado de la realidad subjetiva del niño.
El establecimiento del vínculo transferencial entre paciente-niño y analista se
conformará cuando haya algo del jugar puesto en marcha, pero justamente se trata de
pensar a cerca de ese algo y de las múltiples formas que adquiere.
La participación del cuerpo del niño en el análisis a través del jugar ha sido
trabajada por mas de un psicoanalista.
Winnicott por ejemplo nos dice: " el juego compromete el cuerpo:
- 1) debido a la manipulación de objetos;
- 2) porque ciertos tipos de interés intenso se vinculan con algunos aspectos de la excitación corporal."
Arminda Aberastury por su parte nos enseña que " muchos de los
intereses de explorar del niño se hallarán en la base de su futura actividad de
juego" ubicando como principal motivo de exploración a lo largo de su obra el cuerpo
propio y el cuerpo de los demás.
En este sentido creemos que el cuerpo del analista funciona como un objeto privilegiado a
ser usado por el niño durante su análisis. De esta forma el cuerpo del analista en su
materialidad como un objeto más es puesto en la escena que ha de construir el paciente.
Tenemos entonces en transferencia el cuerpo y el juego como dos elementos inmersos y
enlazados a la labor analítica aunque más no sea en estado precario.
Al respecto vamos a introducir una viñeta clínica que ilustra:
Carlos de tres años de edad llegó a la consulta traído por sus padres debido a que no
se comunicaba con nadie en el jardín y a que en muchas situaciones ellos dudaban de que
el niño entendiera cuando le hablaban.
Recortamos de los primeros tiempos varios fragmentos de sesiones:
"... Carlos rompe papeles e indica a la analista que los pegue en una hoja.
-Dice dale, dale y ella entiende que debe apurarse.
-Mientras está muy ocupada pegando ( él rompe mas rápido de lo que ella pega) con una madera roza apenas su estomago, se ríe, lo hace mas fuerte en ese momento la analista le dice: -es mi panza, llamándose por su nombre; él sigue rozando sus piernas, brazos, pechos , cabeza, ojos, nariz, boca, pelo, no dice nada y la analista continúa nombrando las partes del cuerpo. Carlos se tapa la cabeza, se acuesta en el suelo, pide que le cante."
Fragmento de otra sección "...Carlos le da objetos a la analista
dejándolos caer en sus manos, sin tocarla, pide que los deje en una caja, se aleja, los
comienza a lanzar hacia ella diciendo agarralos- esto se hace cada vez mas rápido
cada uno que tira dice atrapa obteniendo la respuesta deseada. Comienza a tirar en
dirección a la cabeza de la analista, algunos son atrapados por esta pero cuando ya tiene
las manos llenas empieza a esquivarlos, algunos la golpean, cuando esto ocurre le dice que
le dio y que eso dolió (dejando chichones), él festeja, aplaude y ríe.
Al terminar mira los objetos atrapados y ella le dice: "algunos están en el suelo y
algunos de los del suelo me dieron", señalando su frente. Carlos se acerca toca con
un dedo apenas la mejilla y la frente de su analista y pone su cabeza sobre la de ella. A
partir de esta sesión comienza a llamarla por su nombre."
Establecida la transferencia el analista con su cuerpo permite al niño retomar los puntos
que hacen obstáculo en su vínculo con el otro y que dificultan su tránsito en la
conformación subjetiva.
En sus comienzos Carlos presentaba un relacionamiento muy pobre con su entorno marcado en
parte por el desinterés y la duda- de los otros- sobre si entendía lo que se le hablaba.
Nos preguntamos: ¿por qué arma su escena usando el cuerpo del otro? ¿por qué pasa del
romper y pegar a pegar al otro?.
Si pensamos que la transferencia se instaura a partir de la existencia de un tiempo
anterior, y que la escena se arma de acuerdo a las prioridades del paciente y la puesta en
juego de los síntomas, nos permitimos pensar que en el primer tiempo de encuentro con el
Otro primordial, algo del mismo no fue lo suficientemente operativo, lo cual hizo que
Carlos desistiera y quedara allí, anclado en un punto que a su llegada a la consulta
desconocíamos.
Ahora a la luz de los recortes clínicos tenemos un cierto balizamiento que nos permite
pensar y realizar algunas hipótesis a cerca de lo que a Carlos le sucede. La primera
baliza tiene que ver con el lugar que él le da en su escena al cuerpo del analista. Este
tiene que estar pegado- tal vez indiscriminadamente como un todo, ser algo suyo y debe
resistir el ser pegado, marcado, casi lastimado para demostrar que con este cuerpo se
puede "jugar" a que es otro, aquel con el que se encontró en un principio y con
el que no pudo hacer todo lo necesario para continuar el tránsito hacia la asunción de
su propia subjetividad.
Ese cuerpo que puede jugar como el de otros debe "prestarse" y dejarse moldear
para ir tomando diferentes lugares y formas a lo largo del análisis con Carlos.
De aquí que anteriormente nos planteáramos la idea del uso del cuerpo del analista como
un instrumento, una cosa, tal vez un juguete más, del cuál solo sabremos que funcionó
en tanto tal a posteriori, es decir después de haber sido utilizado y también desechado
por el niño.
Este cuerpo que es "pegado" y marcado (chichones) por Carlos igual sigue de pie,
mostrándole sus límites, sigue ahí, y soporta, se presta hasta que llegue el momento en
que no sea necesitado, pero para eso en el trabajo analítico realizado con Carlos aún
falta. Recién es el tiempo de reconocer las marcas producto de su propio quehacer, las
mira, las toca, se ríe y festeja como si dijera ¡las encontré, existen porque yo las
hice!, "frente con frente" con su analista se acuesta y se tapa...
"El sujeto localiza y reconoce originariamente el deseo por intermedio no solo de su
propia imagen, sino del cuerpo de su semejante. Exactamente en ese momento, se aísla en
el ser humano la conciencia en tanto conciencia de sí. Porque reconoce su deseo en el
cuerpo del otro, el intercambio se efectúa.
Es porque su deseo ha pasado del otro lado que él se asimila al cuerpo del otro, y se
reconoce como cuerpo.
Nos reconocemos como cuerpo en la medida en que esos otros indispensables para reconocer
nuestro deseo, también tienen un cuerpo, o más exactamente que nosotros al igual que
ellos lo tenemos."(J. Lacan 1953-54).
Pensamos que en primera instancia es el otro materno en su accionar quien promueve no solo
la circulación pulsional del infans sino el juego necesario de presencia ausencia.
Siguiendo a Freud la pulsión impone a lo psíquico un trabajo como consecuencia de su
nexo con lo corporal. Pulsión implica empuje, movimiento, que si bien es detenido
momentáneamente por medio de un objeto se caracteriza por su insistencia y la
imposibilidad de satisfacción absoluta.
En el transcurso de un tiempo y espacio quien ocupe la función materna investirá
libidinalmente al recién nacido.
Siempre hay una historia que transcurre para todo ser humano a lo largo de la cual este es
marcado, envuelto por libido, quedando a su vez expuesto a los reclamos pulsionales
propios y del otro.
Retomando el caso de Carlos nos encontramos con que a su llegada a la consulta, el niño
de tres años de edad, presentaba un marcado aislamiento de su entorno, evidenciado en una
escasa comunicación con los otros y una actitud desinteresada en general.
Si ahora tenemos en cuenta que la constitución de la realidad, el intercambio con el
afuera, no son independientes sino correlativos a la conformación del yo con la asunción
de un cuerpo propio; nos permitimos plantear que el punto de dificultad en Carlos se
ubica, en este tiempo de intercambio con el otro que se encuentra problematizado. Otro que
como vimos es quien va a facilitar el despliegue pulsional devolviendo a partir de su
propio cuerpo en tanto espejo, una imagen unificada, que va a ser fuente de
identificación para el infans por el reconocimiento que a partir de su palabra le ofrece.
De ahí la importancia que para Carlos va a ir adquiriendo el cuerpo de su analista,
cuerpo que en un principio no puede tocar y en particular le resulta amenazante su mirada,
pero que con el establecimiento y sostenimiento de la transferencia logra por medio del
juego tocar fraccionadamente, tocar que es acompasado por el decir del analista.
En el transcurso del tratamiento el cuerpo de la analista ha sido puesto a trabajar allí
donde la estructuración subjetiva de Carlos hacía síntoma.
Bibliografía
-Aberastury, A. "El niño y sus juegos" Ed. Paidós. (1987)
-Assoun, P.L. "Cuerpo y Síntoma" Ed.Siglo XXI
-Dolto, F. "La imagen inconsciente del cuerpo" Ed. Piados (1994)
-Freud, S. "Tres ensayos de teoría sexual" Ed. Amorrortu. T.VII (1996)
-Freud, S. "Introducción del Narcisismo" Ed. Amorrortu. T. XIV (1996)
-Freud, S. "Pulsiones y destinos de pulsión" Ed. Amorrortu. T. XIV (1996)
-Freud, S. "El yo y el ello" Ed. Amorrortu. T. XIX (1996)
-Hornstein, L. "Narcisismo". Ed. Paidós. (2000)
-Lefort, R. y R. "Maryse se hace una niña" Ed. Paidós. (1996)
-Lacan, J. "Seminario 1" Ed. Paidós. (1992)
-Lacan, J. "Intervenciones y Textos 2" Ed. Manantial (1993)
-Winnicott, D.W. "Realidad y juego" Ed. Celtia. (1971)