Por los laberintos del placer.
Rasia Friedler

Resumen

En el presente trabajo se describen algunos aspectos del psicoanálisis de una pareja conyugal que consulta por "pérdida del interés sexual". En el transcurso del proceso analítico, la fundación de la pareja aparece como una marca indeleble que se cuela a cada paso del discurso.
Los esposos atraviesan un lento y progresivo reconocimiento de la complejidad vincular facilitándose el despliegue de la palabra corporal. Se va esbozando un cuerpo vincular libidinal que dinamiza la lógica de la anatomía. La sensualidad se va entretejiendo en una búsqueda lúdica y estética, en la que el placer asoma por añadidura.

Abstract

This paper describes several aspects in the psychoanalysis of a married couple whose motivation for consultation was a "loss of sexual interest". Over the analytical process, the foundation of the couple appears as an everlasting marking, which finds its way once and again into the members discourse.
The couple achieves a slow and progressive acknowledgement of the complexitiy of their link, which facilitates the utilization of a corporal language. We thus witness the outline of a libidinal relational body, which grants dynamism to the anatomy s logic. Sensuality is interwoven within a game-like and esthetic search where pleasure is taken as a plus.



Compró a su esposa en una liquidación, colgada como estaba, junto con otras, en la gran percha circular. Sus finanzas no le permitían adquirir nuevos lanzamientos, modelos sofisticados. Por lo tanto se conformó con esa, fin de stock, pero a precio de ocasión.
Ya en su casa, sin embargo, lejos de la agitación del negocio -hombre eligiendo
mujer, hombre pagando mujer, hombre metiendo mujer en una bolsa y llevando a veces más de una para aprovechar la oportunidad- se dio cuenta de que el estado de su compra dejaba que desear.
Es claro, pensó notando la suciedad de los puños, las arrugas de la piel, los cachos de cabellos que apenas escondían algunas zonas del cuero cabelludo, ellos no iban a liquidar algo bueno...
Resignado, se acostó en la cama pensando que todavía podría darle algún uso. Y abriéndole las piernas, despejó allí dentro, una por una, bolitas blancas de naftalina.

Marina Colasanti

 

Los conflictos que llevan a una pareja a consultar conservan los rastros de las determinaciones inconscientes de la elección mutua. Aquellos elementos que en cierto momento determinan la elección pueden suscitar posteriormente un intenso sufrimiento vincular.
En su cuento, Colasanti logra captar con una buena dosis de humor los efectos inhibidores que aparecen en la sexualidad de una pareja a partir de condiciones de elección donde la accesibilidad del objeto amoroso va unida a su desvalorización. Al objeto accesible se le reserva un lugar sustitutivo de otro objeto que se supone ideal pero que resulta inaccesible para aquel sujeto deseante. El cuento deja en la oscuridad la perspectiva de las esposas que "se liquidan" y "cotizan" a precio de ocasión.

Describiré‚ a continuación, algunos aspectos del análisis de una pareja en la cual su fundación aparece como una marca indeleble que se cuela a cada paso del discurso.
Incluiré algunas intervenciones terapéuticas y líneas interpretativas que orientaron el proceso.
No es sencillo transmitir aquello que sucede en un proceso analítico. Emprendemos una compleja tarea evocativa que no hace justicia a la variedad e intensidad de los gestos. Las imágenes visuales permanecen mudas. Cuestiones éticas nos impiden revelar datos identificatorios. Se trata de narraciones fragmentarias o pálidas impresiones que permiten complejizar lo anecdótico y ayudan a calar en la hondura del vínculo. En ellas se amalgaman elementos que pueden resultar contradictorios.
Un sujeto delgado de mediana edad, de buena apariencia, a quien llamaremos Antonio, con una mirada que parecía quebrada por la fatiga o la tristeza, tomó asiento frente a una mujer, digámosle Pilar, de aspecto un tanto mayor que él, de rostro congestionado, de rasgos regulares, que movía sus manos incesantemente.

El silencio se rompió por un: -Necesitamos ayuda. Perdimos el interés sexual-
Pasados los primeros encuentros sexuales los intentos en busca de nuevos placeres habían resultado poco exitosos. Estaban casados hacía catorce años.
A partir de las primeras entrevistas se comenzó a remover un consenso tácito de
dejar en la sombra aspectos sinuosos de la prehistoria de la pareja. Lentamente comenzaron a describir una cotidianeidad agrietada por acontecimientos perturbadores, fundamentalmente referidos a fracasos económicos y abandonos.
Por momentos daban la impresión de estar reunidos por la desesperación y la
costumbre. Los episodios narrados revestían un peso simbólico que los sobrepasaba y definían una actitud vital. Resultaba inevitable plantearse paralelismos entre su modo de describir el mundo y su propio destino.
Un intenso sufrimiento se fue filtrando en las primeras palabras vacilantes.

Pilar - Cuando lo conocí, tuve la sensación de entrar en una historia ya empezada. Él acababa de salir de un noviazgo largo. Tuve que esperar años para enterarme que ella (Marta) lo dejó, pero siempre sentí que seguía estando allí. Hasta hoy cuando se queda en silencio me parece que piensa en ella.
Antonio la observaba en silencio y luego dijo: -Lo que pasó pasió.
Se los retomo: -¿Pasió?
Pilar- La pasión...
Me pregunté qué significaba pasión y Marta para esa pareja. ¿Se trataría del goce que asomaba en lo entredicho? ¿Aspectos narcisistas del vínculo proyectados en un objeto amoroso abandonante? ¿Algún personaje que perduraba y transmitía silenciosamente algo del orden de lo transgeneracional? ¿De qué abandono(s) estarían hablando?
Ambos se mostraban suplicantes de una mirada que se sustraía. Parecían cuatro ojos errantes en busca de una mirada perdida.
A partir de mi pregunta tomaron un hilo que fue abriendo significados de "pasió".
Antonio recordó que su madrina solía entonar una música religiosa que leía en un
libro llamado El pasionario. Pilar recordó entonces que conoció a Antonio en un marco musical del cual ambos participaban.

Pilar- Dejamos de tocar cuando falleció tu tío, después nunca más.

Esta declaración y las asociaciones siguientes me llevaron a barajar la hipótesis
de un duelo no elaborado que habría buscado un objeto (Marta) para mantenerse inmovilizado.
Algunos lapsus y actos fallidos iluminaron fugazmente aspectos de la trama vincular.
Despuntaron fragilidades y una profunda nostalgia ante el tránsito vital.

Antonio- Es que vos no me inspirás. Vamos a suponer que ella me habló de un asunto y yo no tengo nada que opinar porque pienso lo mismo. Ella me dice que no puede ser que siempre esté pensando lo mismo. Pero a mí no se me ocurre nada más.
Pilar- Los únicos que pueden pensar siempre lo mismo son los muertos.
Terapeuta- Parecería que no queda muy claro entre ustedes si alguien debe inspirar para que el otro respire o si cada uno debe inspirar para que puedan respirar y vivir.
Antonio- Yo siento que nuestra pareja necesita oxígeno.
Pilar- Sí, pero ¿por qué tengo que ser siempre yo la que lo de?
Terapeuta- Es como si entre ustedes Pilar hubiese quedado con la función de proveer palabras-oxígeno y Antonio con la de portar en su silencio la presencia de aquellos que ya no están. De este modo podrían hacer de cuenta que nunca se fueron.
Antonio - A mí nunca me afectó la muerte de él. Siempre me decían que me parecía a él.
Terapeuta - Sin embargo después de su muerte dejaron de tocar...
Pilar- ¡Y también de tocarnos!
Algunas interpretaciones lograron contrarrestar el esfuerzo de cada polo del vínculo de convertir al otro en un objeto intrasubjetivo. El objeto amoroso tenía en el vínculo una valencia negativa y frustrante.
Proveniente de un hogar donde siempre escaseó la comunicación y la estabilidad emocional, Antonio había optado por refugiarse, así como su padre y su tío, en un manto de silencio y de añoranza de momentos fugados.
Antonio- No sé qué comentar. Nos pasa a menudo de no hablar. Capaz que falta tema...
Pilar- Antonio es una persona que no da espacio. Cuando habla es muy tajante. Si habla tiene que ser lo que él dice. Cuando nos casamos no contaba que era casado.
Antonio- Me gustaba la soledad, hasta hoy.
Pilar- A mí eso siempre me molestó. A veces nos encontramos con gente que conoce a toda la familia, hasta a su novia de antes, pero mi nombre no lo saben...
Terapeuta- Capaz que el tema que falta tiene que ver con un espacio para sentirse
pareja, para mostrarse las cosas de cada uno que no corresponden con lo que el otro supone o espera. Quizás los dos crean que las cosas deben ser sólo como dice Antonio y no se atrevan a verlas de otro modo, como si sólo dependiera de Antonio que Pilar pudiera verse como esposa o como si Antonio no pudiera permitirse dudar de lo que afirma.
Pilar debía ubicarse en un lugar de no-lugar de Esposa para permitirle a Antonio
mantener la denegación de la muerte de su tío. Ubicarse principalmente como objeto al servicio del deseo de Antonio le permitía conservar una modalidad vincular proveniente de sus modelos infantiles. Yo tenía la impresión de que había algo denegado a nivel familiar, quizás relacionado con la muerte del tío, que asumía formas de lo negativo en el vínculo de pareja actual. Procuré abrir la posibilidad de historizarlo para que pudieran reintegrarlo a la cadena asociativa.
A menudo me planteaba como dosificar mis intervenciones para elegir lo más asequible para la pareja, aquello en lo que puedan re-conocerse.
Por momentos, el silencio analítico desencadenaba en Pilar vivencias de abandono, de minusvalía. En Antonio surgieron desgarradoras fantasías de muerte. A menudo me preguntaba hasta qué punto cierta parquedad analítica voluntaria podía rendir réditos expresivos y asociativos y hasta donde podría contribuir a un desborde de excitación. Me preguntaba, sin embargo, ¿cómo hurgar en la dialéctica entre lo Uno y lo Otro sin albergar ese fondo irreductible de silencio? Encontré que mi parquedad constituía una vía privilegiada para penetrar en aquello que desbordaba lo consciente. El silencio de puntuación, al posibilitar el relanzamiento asociativo, permitía empujar los límites de la palabra y recuperar el asombro, el extrañamiento.
Me generaba una fuerte sensación de impotencia palpar el clima agobiante en que vivían, viendo sus sueños golpeados reiteradamente ante los vaivenes de sus dificultades económicas.
Parecía que les hubiese faltado valor, palabras o un espacio de terceridad para rastrear en los aconteceres de su intimidad amorosa sin pudor de sus modestos regocijos o sin disimulo de sus penosas frustraciones.
Lo innombrable se desplazó a sucesos traumáticos de las infancias de ambos. Mis preguntas se fueron abriendo paso entre sus cuerpos distantes. Fui tomando sus palabras en el armado de mis frases.

Pilar- A él le va mal porque vive en el pasado, y yo me quedo sola con mi hijo en el presente atajando el futuro que siempre se nos viene encima.
Antonio- La que vive en el pasado sos vos, que seguís hablando de Marta en vez de preocuparte por lo que pasa entre nosotros.
Terapeuta- ¿Qué será lo que temen que se les venga encima si hablan de lo que pasa entre ustedes?
Pilar- Una separación, por eso no hablamos y nos vamos encerrando cada vez más.
Terapeuta- Creen que para seguir unidos deben callar y sienten que el silencio los separa.
Gradualmente nos vamos internando en el terreno de las paradojas.
Como casi todo en sus vidas los sucesos fundantes parecían haber transcurrido rápida y sorpresivamente. Su historia en común se había desarrollado bajo la mirada inquisitiva de figuras autoritarias que presidieron casi todas sus grandes decisiones y ellos aceptaron con una abrumadora docilidad.
Los episodios memorables de sus vidas personales se confundían de tal modo que por momentos parecía inútil intentar diferenciarlos, esos recuerdos hacían parte del acervo mnémico de la pareja (memoria vincular).
El fútbol había conformado en Antonio un espacio de evasión y de drenaje de deseos sofocados. El ejercicio de la maternidad y otras tareas habían ocupado los días de Pilar.
En cierto momento la memoria conjunta pegó un salto y se alejó de aquella visión obstinada y deslucida de su vida amorosa actual para aterrizar en una noche fatídica de la infancia de Antonio en que su padre abandonó el hogar, al que no regresó jamás. A partir de allí se desplegó una sucesión de amores obsesivos dirigidos a objetos amorosos inaccesibles o abandonantes en los que Antonio parecía recrear una y otra vez el enigmático abandono paterno. En Pilar aparecieron algunas representaciones de escenas infantiles donde las parejas de su entorno, incluida naturalmente la de sus padres, lucían desavenidas, faltas de vitalidad y de alternativas.
La mirada analítica planeaba sobre el vínculo. Personajes transgeneracionales poblaban la densa trama fantasmática que conformaban con obstinados retornos a algunas circunstancias y sucesos particularmente dolorosos.
A medida que avanzaron los meses comenzaron a develarse secuencias que avisoraron una alentadora posibilidad de cambio.
En este caso, la elección mutua había quedado signada por una vivencia de fragilidad que los habría llevado a elegirse como un resguardo frente al temor de
vivir un amor intenso, capaz de ocasionarles nuevamente insoportables sufrimientos.
Por las digresiones entramos en la dimensión de una insularidad y soledad que les resulta intolerable y que necesitaban romper. Lugar de no-lugar, silencio de lo silenciado, deseo de no-deseo. El componente antiestético depositado en Pilar era una expresión de lo que vivían como fealdad del vínculo, percibido como insatisfactorio.
En el transcurso del análisis continuaron surgiendo hallazgos relevantes.

Antonio- Yo no quería saber más nada de mujeres lindas.
Pilar- A mí me gustó que era diferente, no era salidor como mi padre y a él no le importó que yo fuera de otra clase social.
Terapeuta- Parece que se eligieron por no tener cualidades que para ustedes representan una amenaza de separación o de abandono.

Otra sesión, al principio silenciosa, cobró intensidad al ponerse en juego afectos aparentemente adormecidos de un doloroso pasado. Nos encontrábamos en el sexto mes de tratamiento.

Pilar- Creés que porque me tuviste muy fácil no valgo.
Antonio- Pero vos también podrías arreglarte un poco más...
Se rieron los dos intensamente, luego permanecieron algunos minutos en silencio.
Antonio- Quiero decirle algo que me acordé sobre mi tío. Un día me dijo que no se puede convivir con alguien a quien se quiere demasiado.

En Antonio la elección de objeto amoroso habría reposado en la convicción de no poder amar a una persona y a la vez ser amado por esta, como si el tiempo de amar y ser amado jamás pudieran reunirse en una pareja. Era como si el acuerdo inconsciente fuera no amar para ser amado, que se complementaba con la idea profundamente arraigada de Pilar acerca de su incapacidad o incompetencia para suscitar amor. Una vez descifrado este acuerdo mediante la labor interpretativa, se enriqueció el trabajo simbólico de la pareja. Trajeron nuevas asociaciones y restos de su mundo onírico. Comenzaron a aparecer redescubrimientos "accidentales" de la sensualidad.
La primacía del coito quedó en entredicho.
Algunas sesiones después Antonio comentó que casualmente ha descubierto un secreto familiar: su tío se había suicidado. Su abuela lo atribuyó a un fracaso amoroso.
Lo reprimido habría estado entonces allí, como un operador negativo y actuante. Una fragilidad se transmitía silenciosamente por vía de los hombres de la familia.
Antonio pasó a preguntarse si el abandono paterno también encubriría un suicidio.
Emprendió una búsqueda desesperada de sus orígenes para terminar descubriendo que su padre se fue internando cada vez más en su adicción, se habría ido de su casa a pedido de la esposa, "una mujer linda", de que no volviera a pisar la casa para no dañar a los niños.
En ese momento se pusieron en juego mecanismos de defensa primarios con la pretensión de proteger el vínculo, amenazado de desvínculo, con angustias de vacío.
Sentía que me iba internando por los laberintos de sus anhelos inconfesados, por momentos difíciles de descifrar.
Referían experimentar una sensación de irrealidad, de anestesia vital, tal vez como efecto de una maniobra defensiva de aislamiento que se había acentuado en los últimos años, quedando ambos sumidos en hondas vivencias de desasimiento y soledad.
Parecían haber construido acuerdos y pactos que apenas les permitían resolver un espectro cada vez más restringido de problemas que se les presentaban a diario.
Convicciones pesimistas acerca de la conyugalidad se habían ido consolidando progresivamente sin posibilidades de resignificación. La limitación de la relación a los aspectos más pragmáticos parecía un modo de preservarse, en la fantasía, de deseos incestuosos.

Era como si hubiesen construido un falso vínculo amoroso, en el cual se cumplían aquellos actos más visibles de la conyugalidad pero acompañados de sentimientos de futilidad o de  sinsentido, como un modo de defenderse de fantasías de fusión devoradora. El debilitamiento de la atracción sexual estaba también al servicio de una evitación de fantasías de intrusión.
Lemaire (l986) se ha referido a la vivencia de amenaza para el yo ante el riesgo de un compromiso emocional intenso experimentada por algunos sujetos, que los lleva a elecciones amorosas con un compromiso emocional mínimo, suficiente para ayudarles en su desempeño social, pero no tan intensos como para provocarles un quebrantamiento psíquico. Se eligen objetos poco satisfactorios, pero también, poco poderosos o amenazadores.
En el caso de la elección de un objeto degradado el fin sería ocultar la propia vulnerabilidad.
Pilar encarnaba una identidad negativa, lo cual permitía a Antonio ejercer cierto control sobre sus propios aspectos depresivos, como una vía de restauración
narcisista. Las formas de lo negativo aludían a un vínculo narcisista con una base depresiva.
En el discurso aparecía un velado maltrato mutuo descalificador, del cual no parecían percatarse. De esta forma Pilar podía proyectar en Antonio aspectos de su ideal del yo, que habría vivido con intensa culpa en el caso de percibirlos como propios. Resultaba menos amenazador presentarse de un modo desvalorizado en el vínculo conyugal.

En su relación conmigo expresaban que les parecía increíble que su pobre y polvorienta relación pudiera ser objeto de tanta atención y análisis. La consulta se produjo en un momento en que la intensificación de las aspectos sádico-masoquistas colocó en riesgo el acuerdo inconsciente de evitación de un compromiso emocional más profundo. También coincidió con el hecho de que Antonio alcanzó la edad que tenía su tío al morir, aflorando un duelo no resuelto.
Representaciones vinculares de objetos-pareja platónicos y abandonantes operaban bloqueando sus posibilidades amorosas actuales.
Los diálogos mínimos sostenían una indagación sobre el deseo y cierta ética de la responsabilidad. La tensión entre la libertad, los azares del deseo, y ciertos imperativos sociales protectores de la estabilidad matrimonial, esto es, la voluntad de ser "sexualmente correcto", cobró gran intensidad. Comenzó a iluminarse la dialéctica entre el deber y el querer, entre el hacer y las culpas. ¿Cómo conciliar el orden conyugal con el desorden erótico? Entendieron la evitación de sus relaciones sexuales codificadas y "normalizadas" como una forma de resistir al sofocamiento progresivo de su sensualidad. Lentamente, empezaron a reconocer su propia colaboración en esa pérdida de intimidad y a acceder a otras representaciones que los descubrían en nuevas formas de desnudez. El guión amoroso podía ser modificado.
En el segundo año de tratamiento se pudieron plantear la posibilidad de disolución de la pareja que luego descartaron, ampliándose el margen de opción.
Cierta previsibilidad de las secuencias repetitivas de sus relaciones sexuales se relacionaba con la fantasía, expresada por Antonio, de que dar rienda suelta a nuevas emociones le impediría mantener su potencia. Pilar expresaba de otro modo el temor a perder el control.
Los intentos caseros, previos al análisis, de modificar sus encuentros sexuales habían tendido a aumentar sensiblemente la ansiedad de Antonio ante un posible fracaso sexual.
Por momentos yo experimentaba cierto temor a involucrarme demasiado y por otros cierta tendencia a identificarme alternativamente con uno u otro polo del vínculo.
La sensualidad reapareció como por descuido. Stendhal ubicaba la mayor probabilidad de un placer intenso en aquel momento en que la situación erótica resultaba tan imprevista que la duda, la espera y la reflexión no hubiesen tenido tiempo de instalarse. La erotización posible se fue entretejiendo en una búsqueda lúdica y estética. Retomaron actividades musicales en las que incluyeron al hijo.
El placer estético constituyó un placer de los sentidos.
Pilar- Los otros días se nos dio por jugar al Boggle. Yo vi algunas palabras subidas de tono y no quise ponerlas. Pero él sí las puso y le dije si eso vale entonces yo también las voy a poner. Terminamos jugando a que sólo valían esas palabras. Creo que nunca habíamos hecho el amor con tantas ganas.
Lentamente comenzaron a recuperar el interés sexual y a dejar caer las serias intenciones.
Arango (l990), en un libro rico en referencias culturales, señaló el valor afrodisíaco de las "malas palabras" para la vida amorosa, así como su valor para el psicoanálisis. El tabú de nombrarlas estaría relacionado con su peculiar fuerza alucinatoria. Con el desuso de las "palabras interdictas" se podría limitar la riqueza de la vida erótica. Reivindicó la importancia de devolverle al deseo todas las palabras que le pertenecían. En este caso la restitución de dichas palabras surgió como un hallazgo casual y sorprendente para ellos.
El miedo a la intimidad fue cediendo pero los encuentros sexuales permanecieron aún durante algún tiempo circunscritos a condiciones particularmente propicias y poco frecuentes.
De mientras siguieron disipando brumas en la cuestión de la sexualidad, reconociendo sus singularidades. El trabajo sobre algunas representaciones vinculares corporales permitió nuevos avances. Las representaciones del objeto pareja se resignificaron y la unión dejó de resultar tan amenazadora para su integridad psíquica, la ambivalencia se fue atemperando.
Pilar pudo trasladarse desde una posición de exclusión de un vínculo de pareja a la posibilidad de apropiarse del lugar de Esposa. Antonio pasó desde una tendencia a negativizar a Pilar como objeto de deseo a la posibilidad de reconocerla en su condición de sujeto deseante y posible objeto de deseo.
A veces las parejas emprenden el análisis con urgencia y lo terminan sin apuro. La
finalización se fue esbozando naturalmente, a partir de mediados del segundo año, como un momento de síntesis de nuestro proyecto compartido, en que fueron surgiendo y desarrollándose nuevos proyectos de la pareja. En una de las últimas sesiones surgió el siguiente comentario:

Pilar- Ahora me parece que siempre entramos en historias empezadas, no existe otra forma de amar. Pero cuando estamos en la historia aún podemos cambiarla.

Algunas veces es la intensidad del clima vincular lo que singulariza un análisis.
Pilar y Antonio pudieron reapropiarse gradualmente de la exploración de sus cuerpos emprendiendo una búsqueda más activa del placer. Cada uno se fue posicionando gradualmente como objeto de deseo del otro.
Después de un tiempo de finalizar este trayecto analítico compartido persiste aún algo inefable que permanece mudo sobre estas páginas. Posiblemente tenga que ver con aquello que le da un sentido a la vida amorosa y que es imposible aprehender desde el campo de la razón. Porque en psicoanálisis, como escribió Daniel Mazzone, "la verdad no es un sitio donde quedarse mucho tiempo".

Bibliografía

Arango, A. "Las malas palabras. Virtudes terapéuticas de la obscenidad". Ed. Planeta. Bs. As. 1990.
Aulagnier, P. El aprendiz de historiador y el maestro brujo. Amorrortu Ed. Bs. As. 1992.
Friedler, R. "Algunas consideraciones sobre el lugar de Esposa". Rev. Asociación de Psicología y Psicoterapia de grupo (AAPPG). T. XVII. Nº 2. 1994.
Le Du, Jean El cuerpo hablado. Psicoanálisis de la expresión corporal. Ed. Paidós. Bs. As. 1992.
Lemaire, J. La pareja humana: su vida, su muerte y su estructura. .Fondo de Cultura Económica. Méjico. l986. p.45.
Mazzone, D. "Desamores". Ed. Arca. Montevideo. 1993.
Puget, J. y Berenstein, I. Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Ed. Paidós. Bs. As. 1988.
Puget, J. Las paradojas en la pareja matrimonial, en Rev. Arg. de Clínica Psicológica. Vol. II. Nº 1. Abril 1993. Ed. Aigle. Bs. As.