Sujeto y sociedad: apuntalamientos entre lo social y lo subjetivo.
Alejandro Klein 1
INTRODUCCION
En este trabajo trataré de introducir algunos puntos de debate de la articulación posible o existente, entre lo social y la subjetividad, con especial énfasis en el psicoanálisis contemporáneo, el marxismo y la teoría de las formaciones intermedias de R. Kaës.
EL PSICOANALISIS HOY
Meler y Burin (2) observan que: "Dentro del campo
psicoanalítico(...)ha sido muy frecuente la exposición no discriminada de agudas
observaciones clínicas, interesantes hipótesis teóricas y supuestos no analizados que
derivan de las tradiciones culturales características del sector social al que pertenecen
los autores " ( p. 349). Estas dificultades de incorporar lo social, no como fondo
impensable, sino como figura interpelante, se revela indefectiblemente en torno a núcleos
institucionales de poder consolidándose, " las lealtades implícitas, las
pertenencias anheladas y obtenidas, el reconocimiento social que proviene de los
pares" (ídem, p 350).
Sin embargo, y aunque no es un consenso generalizado, varios autores sostienen la
necesidad de incorporar lo social al estudio de la subjetividad . Las mismas autoras
indican cómo se ha impuesto una tradición teórica por la cual se "ha definido como
objeto de su indagación los efectos subjetivos y familiares de situaciones del
macrocontexto, tales como la actual crisis del sistema capitalista, las políticas de
ajuste económico que la caracterizan, el desempleo, la informalización del trabajo,
etcétera. Este tipo de estudios resulta útil para captar el enlace existente entre las
condiciones sociopolíticas y la subjetividad, y permite prevenir otra distorsión
epistemológica, el psicologismo" (ídem, p .348).
Uno de estos autores, para los cuales "resulta evidente que la subjetividad es
construida dentro de una red vincular" (ídem, p 364), es Yago Franco (3) quien tiene
una posición más radical aún que aquéllas: "hace a los fundamentos del
psicoanálisis (la) articulación (...) que se produce entre la cultura, el aparato
psíquico y el dispositivo de cura. La misma es la que permite sostener que si se producen
modificaciones en la cultura, la psique acusa cambios que pueden llegar a ser más o menos
estructurales, y ésto obliga a revisar el dispositivo de cura".
De esta manera: "no se trata de que el psicoanálisis no sirva para la actualidad de
la cultura, sino que hay psicoanalistas que han olvidado la articulación citada -
psiquismo/cultura/dispositivo ", con lo que Franco enuncia a continuación un
proyecto de articulación psique- sociedad de clarísimo cuño castoridiano: " es
necesario volver sobre la articulación mencionada, que podríamos reducir a la siguiente
proposición: psique y sociedad son dominios irreductibles. Tienen su propias legalidades,
elementos diferentes, oposiciones (...)Pero, al mismo tiempo, psique y sociedad son
inseparables: la psique no puede existir sin su socialización, para lo que necesita de
los elementos que la sociedad le provee; abandonada a su narcisismo no sobreviviría. Y la
sociedad, a su vez, no puede existir sin los elementos que le son provistos por la psique
de sus integrantes ".
De esta manera, se impone la idea que es claro y pertinente que el psicoanálisis puede
incorporar, respetando límites y especificidades, la trama social, en el entendido de que
desde un contexto social que se modifica, se modifican no sólo las condiciones de
subjetividad, sino también las formas de presentación y consolidación de diversas
patologías. Por otro lado, se plantea que la teoría social se puede enriquecer asimismo
con los elementos teóricos que provee el psicoanálisis (pulsión, represión, formación
de compromiso, Edipo, ). Marcuse, como desarrollaré enseguida, es un claro exponente en
tal sentido.
MARXISMO : RIGIDEZ O FLEXIBILIDAD
Visto lo anterior, cabe preguntarse si el marxismo, tomado como ejemplo
de teoría social, es capaz o no de aceptar el aporte de la subjetividad o de lo
imaginario. Como en el psicoanálisis, hay posiciones encontradas. Por ejemplo, en el
texto "Marxismo- Leninismo", de la Filosofskaia Enciclopedia Soviética (4), se
dice que: "El marxismo- leninismo es el sistema científico de las concepciones
revolucionarias de la clase obrera, de los trabajadores, que refleja las leyes objetivas
del desenvolvimiento del mundo y la experiencia de la lucha de clases de las masas
populares contra los explotadores, sistema que constantemente se desarrolla con base en la
generalización de esta experiencia y que constituya el programa, la estrategia y la
táctica de su lucha revolucionaria contra el capitalismo, para la revolución socialista
y la instauración de la dictadura del proletariado, con el objetivo de construir el
socialismo" (p. 111). Esta forma de acentuar lo "objetivo " , y lo
mecanicista, obviamente no deja lugar para procesos subjetivos, azarosos o irracionales,
por no decir pulsionales o imaginarios.
Es un marxismo solipsista incapaz de reconocer sus limitaciones, inmerso en un sistema
epistemológico que no reconoce obstáculos epistemológicos. Pero ¿qué
señala el propio Marx?. Por tomar una obra (5) , Marx indica que : "El hombre es, en
el sentido más literal, un animal político [ el original está en griego] no solamente
un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la
sociedad(...)cuando se habla de producción, se está hablando siempre de producción en
un estadio determinado del desarrollo social, de la producción de individuos en
sociedad(...)Sin embargo [está hablando de la producción] lo general o lo común,
extraído por comparaciónes, es a su vez algo completamente articulado y que se despliega
en distintas determinaciones. Algunas de éstas pertenecen a todas las época; otras son
comunes sólo a algunas "( p. 3 a 5).
El anterior párrafo es, para mi gusto, ambiguo. Definir al hombre como ser social -
animal social- imbuido en un proceso de producción social, no es mucho más que señalar
que no tiene sentido problematizar la cuestión. Es resolver las cosas a nivel de las
palabras. Una de las críticas que hace Castoriadis a Marx es justamente esta oscilación
entre dar primacía a factores económicos- mecanicistas o, por el contrario, ubicar lo
imaginario como actividad fundamental y fundante del ser humano (6).
En esta última perspectiva Coutinho enfatiza que "cabe recordar que el
concepto gramsciano de ideología como realidad ontológico- social es el momento en que
Gramsci se aproxima a Marx y se aparta de las posiciones mecanicistas que niegan o
minimizan el papel de las ideologías en las transformaciones sociales: basta pensar en la
frase de Marx, que Gramsci gustaba de citar, según la cual "la teoría se transforma
en poder material en la medida que se apodera de las masas [ la cita es de: "Crítica
de la filosofía del derecho de Hegel"] Para Gramsci, la conciencia humana no es un
mero epifenómeno, sino que -en la forma de ideología- es un elemento ontológicamente
determinante del ser social" (7, p.118). Pero conciencia no es lo mismo que
subjetividad, es éso y más. Implica azar, irracionalidad, lo inconsciente...
Por su parte Juan Carlos Volnovich y Enrique Guinsberg (8), intentan realizar una doble
crítica epistemológica que abarque tanto al psicoanálisis y al marxismo, redefiniendo
(problema clave) qué es la subjetividad ( lo que en definitiva lleva a la
situación de replantear qué es lo social ):
"La subjetividad es, ante todo, un problema político(...) El psicoanálisis es, ante todo, un problema político(... )Lo que nos impone, entonces, profundizar e innovar, más que desde la filosofía, desde la ciencia social, la economía política y la producción inconsciente. Inteligencia nuestra con la que deberíamos penetrar en la esencia del capitalismo contemporáneo como Marx lo consiguió para el capitalismo decimonónico(...)Esta condición de la producción inconsciente(...) ha quedado excluida -y sigue excluyéndose- de las leyes objetivas de la Historia(...)a la historia de los procesos sociales objetivos, (a la historia) de los modos de producción y (a la historia) de la lucha de clases descriptos por la teoría marxista, había que agregarle ahora una dimensión nueva: la historicidad del propio sujeto, cuyo secreto y su compleja estructura se desconocía. Marx radicaliza la historia objetiva de la sociedad e incluye al sujeto humano como determinado por ella: el cuerpo, la imaginación y la conciencia quedan fragmentados y una lógica nueva los organiza. Pero Freud lleva esa radicalidad hasta el otro extremo: profundiza la historicidad del propio sujeto, cosa de la cual el marxismo no había dado cuenta(...)Pero también está el otro problema: ¿qué pasa con la psicología llamada "marxista"?(...) ¿Donde están sus estudios sobre la subjetividad(...)?(...)¿Acaso esta Psicología "marxista" no ha hecho y hace lo mismo que el psicoanálisis domesticado, es decir deja de lado o no tiene una perspectiva crítica de la incidencia sobre la subjetividad de la realidad concreta? " .
Esta perspectiva de análisis crítico (tanto para el psicoanálisis como hacia el marxismo) en la forma de construir y cimentar un modelo flexible de interrelaciones y mutuos apuntalamientos que vaya más allá de los reproches y las suspicacias, y sustente un modelo de complejidad, creo que encuentra uno de sus mejores representantes en Anthony Elliot, del cual presentaré algunas de sus problematizaciones principales .
TEORIA SOCIAL Y PSICOANÁLISIS EN TRANSICIÓN
Anthony Elliot (9) realiza una serie de preguntas que intentan ubicar,
atinadamente, el debate posible entre lo social y lo subjetivo: "¿Cómo producen los
seres humanos una identidad propia, cómo elaboran un sentimiento de continuidad y de
existir, que después sustenten, consoliden y remodelen?(...) ¿Qué relaciones existen
entre sexualidad, identidad de género y formas de poder social? ¿Cómo entender las
relaciones complejas entre sujeto, sociedad y modos contemporáneos de dominación?
¿Cómo se enlazan psique y campo social?" (p.17).
Explicita así como en "la teoría social crítica de nuestros días se registra
muchísimo interés por el psicoanálisis con la expectativa de que sirva de base para
compulsar, examinar y reformular estas preguntas(...)Pero si los especialistas en teoría
social coinciden hoy en que esos nexos entre deseo y dominación son muchísimos más
complejos de lo que se creía, existe una notable falta de acuerdo sobre el mejor modo de
considerar(...)la subjetividad humana [por lo que] hace falta una reconceptualización
radical de las elaboraciones actuales de teoría social y psicoanálisis" (ídem, p.
17).Y agrega el autor: "En efecto, aunque se centre en las cualidades fragmentarias
de una experiencia humana por entre los efectos desintegradores de un deseo inconsciente,
el psicoanálisis importa mucho para una reapropiación crítica del sentido en la vida
social(...)La ley de las relaciones sociales es la fuente del sujeto deseante, pero, al
mismo tiempo, la dinámica creadora del deseo como tal, la replasma de manera
activa(...)En los debates contemporáneos sobre la índole de la acción humana creadora,
sobre las posibilidades de una transformación social y política y sobre la modernidad y
el posmodernismo, es esencial la cuestión de la naturaleza de la psique para analizar y
comprender la subjetividad humana" (ídem, p.19).
Creo interesante desarrollar brevemente, el análisis y las críticas de Elliot a la
Escuela de Frankfurt, la que patentizó uno de los primeros intentos en plantear tales
problemas dentro de la teoría social contemporánea. Marcuse y Adorno pusieron de relieve
el concepto de fragmentación, por el que entienden "el proceso de
individuación gobernado por un impulso inconsciente de autoconservación que tiene la
consecuencia paradójica de disolver la virtualidad de acción autónoma y creadora del
sujeto humano(...)el individuo, en la época moderna, se ha quedado con su sola
apariencia narcisista, después que reprimió su subjetividad como algo ajeno
[por lo que] el sujeto está sujeto a un sistema autorregulado de control totalitario,
captado por la fuerza abrumadora de una ideología hegemónica"(ídem, p.22). Elliot
señala críticamente, que esta presentación se basa en una interpretación dudosa del
complejo de Edipo, tomándolo en el sentido reductor de acatamiento a la ley, pero
recuerda que , como señala Julia Kristeva, "cuando Freud presenta el Edipo no es
para rendir `pleitesía´ a la ley paterna de tabúes que bosquejan nuestro trato social
[sino más bien, para ] dilucidar los tipos de representaciones de los que un sujeto es
capaz" (ídem, p. 106). Por otro lado agregaría que esta edipización del marco
social deja de lado los aspectos preedípicos y pregenitales de la subjetividad, los que
seguramente tienen un papel fundamental en la inserción social, si recordamos que los
segundos forman parte de los procesos de sublimación.
Asimismo Elliot indica que Marcuse denuncia la "disolución del sujeto individual en
los campos psíquico y social de la modernidad [entendiendo que] el insidioso ascenso de
los sistemas tecnológicos y burocráticos ha producido una quiebra de los rasgos estables
de la identidad propia [generando] la progresiva subsunción y manipulación de los
sujetos humanos [Pero] a despecho de las formaciones represivas que predominan en la
sociedad, la existencia de [un ámbito instintivo] indica que subsiste siempre un núcleo
personal, independiente, de autonomía del sujeto que reside en el inconsciente de manera
atemporal [aunque de cualquier manera] la civilización impone necesariamente una
transformación represiva de los impulsos libidinales" (ídem, p. 81 y 82). Pero,
como a juicio de Marcuse , la lucha con la naturaleza es la base de la
existencia material humana, juzga inevitablemente necesaria la renuncia al deseo
inconsciente para el desarrollo social y cultural. Pero aclarando que el nivel de
represión que el progreso de la civilización requiere no es algo fijo. De esta manera
" La creciente complejidad de la organización social exige que la represión
psicológica se refuerce y aumente de continuo" (ídem, p. 83). En definitiva se
llega a la situación en que se "trata la subjetividad humana como objeto uniforme de
una compulsión social interiorizada" (ídem, p. 106), sin prestar atención a los
intentos de cambio y transformación social.
Por mi parte agregaría que a mi entender, esta concepción de sujeto con un supuesto
fondo instintivo natural se enlaza a una idea rousseauniana del hombre natural y `previo´
a lo social. Pero por otro lado, observo cierta idea de la imposición del grupo al
individuo, del todo sobre la parte y el sujeto, que me parece remite a una óptica
durkheimiana. De esta manera la problemática de la condición social se enuncia en
Marcuse simplemente como un menos, una renuncia, eludiendo un sentido más
positivo, que presentaré a partir de Kaës, de reciprocidad, de una renuncia que afirma
un derecho. Analizado desde este ángulo, Marcuse ignora la posible concepción de
ciudadanía , como concreción de un (aunque sea ilusorio) contrato social.
Es interesante indicar que el énfasis en lo represivo que practica Marcuse, termina por
ser un criterio netamente cuantitativo. La cantidad de dominación se funda y
relaciona a cantidad de represión. Para dominar más, hay que reprimir más,
suponiendo que la sociedad se basa sólo en control y dominación. Pero con este
agravante: la represión freudiana es inseparable del síntoma y la formación de
compromiso, o sea de alternativa y construcción, mientras que la dominación marcusiana
es inseparable de control social.
La teoría marcusiana utiliza de esta manera, curiosamente, uno de los ejes teóricos
menos subjetivos y más controvertidos de Freud: el punto de vista económico. Por
supuesto, al hacer depender el control social de correlación de fuerzas, termina por
consolidar un esquema que se puede aplicar siempre y en todos lados, sin necesidad de
profundiza en contextos sociales y variables históricas.
Se deja de lado la calidad, lo cualitativo, pero lo seductor y de ahí probablemente su
difusión , es que se ofrece una teoría general y universal de la inserción del sujeto
en la sociedad, aunque olvida que los procesos sociales y subjetivos no pueden ser iguales
en épocas históricas distintas. Para Elliot "El inconciente (...) es más cuestión
de actividad de representación individual y colectiva, que de
lenguaje; es más efecto productivo de formas de representación, de impulsos
y de afectos que significación(...)hace un papel organizador en la constitución y
reproducción de una subjetividad dentro de las relaciones de poder y de los intereses
sociales contemporáneos. Pero ello no obliga a verlo como un subproducto pasivo del campo
social" (ídem, p.28).
Por cierto, para concebir este inconsciente capaz de cambio y transformación, Elliot se
ciñe a las ideas de Castoriadis ( el imaginario radical) con un entusiasmo
que ciertamente sorprende, si se tiene en cuenta como despliega una abundante crítica
ante otros autores...
EL APORTE DE RENE KAËS:LAS FORMACIONES INTERMEDIAS
Kaës (10) realiza una interesante presentación de la problemática en
juego en un párrafo que cito extensamente: "Pensamos que la inserción social es
impuesta e incluye al individuo en una historia que le precede y postcede, tiene una
cualidad inconsciente y transforma al sujeto en transmisor y actor de una organización
social en la cual se es sujeto activo y objeto pasivo. Será portador de un código
referido a su pertenencia a la estructura social. La realidad social es entonces aquella
que nos habla de todos los hombres existentes en un contexto dado(...) El infante es el
Sujeto de la estructura social en la cual está inserto, antes de serlo de sus vínculos
parentales [ así] La inserción social no se deriva de la estructura
familiar(...)Sostener que la realidad social está mediatizada por el superyó de los
padres o que el infante accede a ella directamente son dos hipótesis diferentes(...)En
consecuencia podremos proponer que el sujeto está inmerso en un mundo de estímulos que
puede percibir directamente sin la mediación de los objetos parentales(...)El discurso de
las figuras parentales y el discurso social proponen al Yo diferentes diálogos(...)del
discurso social depende la identidad como individuo y del discurso edípico la identidad
como sujeto" (p.26-27) .
He transcripto esta larga cita para mostrar un programa de vinculación sujeto- sociedad
nítidamente diferente al de Marcuse, Elliot u otros. Aquí el punto esencial es la
recepción, a la par que la elaboración, de una herencia que incide en el vaivén entre
sujeto activo- sujeto pasivo. Así como Elliot (11) insiste " en los nexos
recíprocos entre psique y campo social, sujeto y sociedad, que hasta hoy no se han
formulado de manera adecuada y exigen una reconsideración sustancial" (p. 30), Kaës
reafirma el principio de heterogeneidad entre lo social y lo subjetivo, remarcando las
formaciones intermedias y de relación entre ambos.
Kaës (12) señala que " se trata de explicar el destino de estas formaciones y de
estos procesos que atraviesan los espacios y los tiempos psíquicos de cada sujeto de un
conjunto, que los transitan, y que determinan en parte la organización tópica,
dinámica, económica y estructural de cada sujeto en tanto forma parte de este
conjunto" (p. 130 ). Tal idea, en realidad y como el mismo autor lo recuerda, ya
está sugerida por Freud en "Introducción al Narcisismo", así , "el
individuo lleva una doble existencia: en tanto es para sí mismo su propio fin, y en tanto
es miembro de una cadena a la que está sujeto contra su voluntad o, al menos, sin la
intervención de ésta" (ídem, p.132). Por tanto el sujeto es para sí mismo su
propio fin, sujeto de los procesos inconscientes, y sujeto también de una cadena de la
que él es miembro, "parte constituyente y parte constituida, heredero y transmisor,
eslabón en un conjunto" (ídem, p.133).
Sin pasar de la historia individual a la estructura de la cadena, o sea, sin privilegiar
ni lo individual ni lo colectivo, sino sus puntos de anudamiento, se hace necesario
establecer y comprender lo que sucede en la cadena, es decir en las formaciones
intermedias, " en tanto reúne a los sujetos que a ella se sujetan y a quienes
sujeta; en tanto éstos producen en ella formaciones psíquicas que tienen sus funciones
en el conjunto y para el conjunto; en tanto la estructura y el funcionamiento de cada
psique singular resultan afectados por la cadena" (ídem, p.133). La investigación
recae "sobre esos puntos de anudamiento de las subjetividades singulares con las
formaciones de la realidad psíquica que ellas producen y que las producen dentro de un
conjunto transubjetivo" (ídem, p.133).
Se trata de estudiar finalmente, el estatuto de formaciones y procesos psíquicos que
`pertenecen ´ a cada sujeto en su singularidad, y "Dentro del conjunto, la parte de
la realidad psíquica que cada sujeto ha depositado, proyectado, delegado o
desplazado(...) en una tópica, una economía y una dinámica que son propias de
éste(...)una metapsicología transpsíquica ( o trans-subjetiva)"( ídem, p.134
-135).
Kaës niega entonces la hipótesis de un inconsciente del conjunto, para proponer la idea
de "que ciertas formaciones del inconsciente acaso deban algunos de sus contenidos y
una parte de sus destinos al hecho de estar constituidos dentro del conjunto y de ser
constitutivas de éste" (ídem, p.135)
Observo que para Kaës aquello que surge por existir el conjunto, son las figuras
intermedias, de tipo bifásico y mediador. Articulaciones que tienen una doble dimensión
de estatuto y de función en el espacio intrapsíquico de los sujetos singulares y en el
espacio transpsíquico del conjunto. "Estos conceptos tienen por tarea articular las
correlaciones entre esos espacios, que permanecen sometidos al orden que les es
propio" (ídem, p.136). Una formación bifásica fundamental sería el pacto
denegativo, otra, las alianzas inconscientes.Todas ellas satisfacen a la vez algunos de
los intereses de los sujetos como tales, y las exigencias propias del mantenimiento del
vínculo (lo social) contraído por ellos y que los asocia.
Por último me parece importante, para ilustrar mejor este campo conceptual difícil, pero
sin duda interesante, otra formación bifásica que el autor menciona: la comunidad de
renuncia. La misma, ignorada por Marcuse, se deduce de la observación freudiana [ en
"Malestar en la Cultura"] de que: "Para alcanzar semejante mantenerse
juntos, es indispensable la renuncia. Esta es lo que se debe perder en placer para que el
vínculo se pueda formar y mantener. La civilización está construida sobre la
sofocación de las pulsiones y sobre la renuncia" (ídem, p.161). Pero desde este
constreñimiento y renuncia se obtienen compensaciones y un contrato : "Así la
comunidad como derecho protege de la violencia del individuo, impone la necesidad y hace
posible el amor: en el límite de la adhesión al conjunto; en términos que se inscriben
en las exigencias del contrato narcisista y del pacto denegativo" (ídem, p.162).
En otras palabras, se trata del fundamento subjetivo e intersubjetivo del
contrato social propio de la modernidad. Con lo que cabe preguntarse si todo
modelo de relación psique/sociedad , sujeto/ sociedad no se basa por comparación,
resignificación o contraste con aquél que se creó y consolidó desde el siglo XVIII
aproximadamente, en adelante. Modelo por antonomasia del `contrato social´, que desde el
medioevo o el neoliberalismo, se erige en un modelo `ideal´, sustentado en las ideas de
ciudadanía, participación, reciprocidad y mutua regulación. Kaës, al menos, así
parece suponerlo.-
Notas:
1
Doctor en Servicio Social por la Universidad Federal do Rio de Janeiro. Psicólogo-Psicodramatista. Investigador del Grupo de Pesquisa "Transversões" de la UFRJ. Docente e Investigador de la Facultad de Psicología .Psicoterapeuta del Área de Adolescencia- Clínica Psiquiátrica-. Psicólogo de la IMM. Socio Activo de AUPCV. alejandroklein@hotmail.com