Winnicott y la interpretación.
Bruno Cancio.
En el presente trabajo pretendo reflexionar acerca de los aportes
winnicottianos a la interpretación como herramienta teórico-técnica, comparando la
concepción de dicho autor con las que se desprenden de la obra de Melanie Klein y Sigmund
Freud.
Lo primero que se observa al adentrarse en el tema es que para Winnicott lo central en una
interpretación va mucho más allá de la certeza o "puntería" de la misma. Lo
inteligente o "acertado" pasa a constituir un factor no siempre primario.
A diferencia del estilo kleiniano en el que es el analista quien interpreta de forma casi
permanente las fantasías transferenciales inconscientes del analizado, en Winnicott nos
encontramos con una enfática exhortación a permitir que sea el paciente quien cree
la interpretación. La mencionada convicción lo lleva a afirmar que las interpretaciones
producidas sin que el material disponga de la madurez suficiente producen adoctrinamiento
y acatamiento. Ruega a los analistas que no roben la capacidad de jugar de sus pacientes,
lo que a menudo sucede cuando estos intentan demostrar que saben demasiado. Propone
incluso el no transmitir al paciente las interpretaciones que a uno se le van ocurriendo
en el transcurso de la sesión a la espera de que sea éste quien, más tarde, llegue a
ellas por sí mismo. A diferencia de la anterior modalidad, en Klein nos encontramos a una
analista que brinda al paciente una interpretación tras otra, pareciendo recaer la
importancia en que las mismas describan de forma certera sus fantasías y funcionamiento
psíquico, interpretaciones que desde la perspectiva winnicottiana podrían pensarse como
"adoctrinantes".
Otro factor a tener en cuenta en la concepción del autor inglés acerca de la
interpretación es la de la zona en la que la misma se realiza. Para Winnicott la
resistencia aparecería cuando la interpretación se efectúa fuera de la superposición
de espacios transicionales, lugar en el que analista y paciente juegan juntos. En la misma
línea sostiene que "cuando aquel carece de capacidad para jugar, la interpretación
es inútil o provoca confusión" (1).
En lo que respecta al momento en el cual la interpretación debe ser formulada Winnicott
profundiza en la línea de aquel viejo consejo freudiano de 1913 que instaba a realizar la
interpretación cuando el paciente se encontrara a un paso de llegar a ella. Pero en este
punto avanza incluso un poco más al considerar no sólo el hecho de que el paciente esté
listo para recibir la interpretación, sino también la distancia hasta la que se puede
llevar al mismo: "pero el analista sólo puede llevar al paciente hasta una cierta
distancia del punto en que ya se encuentra" afirma en La Interpretación en
Psicoanálisis. No sólo se tiene en cuenta el lugar en el que se encuentra el
paciente a la hora de realizar la interpretación, sino también hasta que punto se lo
debe llevar: "es mejor adherir al principio de reflejar el material presentado, en
vez de pasarse al otro extremo, el las interpretaciones "inteligentes" que, por
más que sean exactas, pueden llevar al paciente más allá de lo que permite la confianza
transferencial, de modo tal que cuando el paciente deja al analista, la casi milagrosa
revelación que representa la interpretación se convierte de pronto en una amenaza, pues
toca un estadio del desarrollo emocional que el paciente todavía no ha alcanzado, al
menos como personalidad total" (2).
En relación al momento del tratamiento en el que conviene comenzar a interpretar,
Winnicott afirma que, antes de realizar una interpretación, el paciente debe de haber
adquirido la capacidad de usar al analista, lo que implicaría que éste último se
halla ubicado fuera de la zona de los fenómenos subjetivos del primero. Para que esto
acontezca, el analista debe de haber sido muerto, destruido como objeto subjetivo pero,
paradójicamente, sobrevivir para poder ser utilizado como objeto real. Lo esencial es que
el analista sobreviva a los ataques inconscientes de su paciente. Si el analista
interpreta mientras el analizando se encuentra en dicho proceso puede ocurrir que la
interpretación sea tomada como una autodefensa, en la que se rechaza el ataque y se toma
represalia. En Los designios del tratamiento psicoanalítico incluso llega a
afirmar que uno de los motivos por los que interpreta es para en algún momento no dar en
el blanco y, al equivocarse, adquirir cierta cualidad externa; sostiene que de no
interpretar nunca generaría en el paciente la fantasía de que lo sabe todo.
Asimismo, considera que para que se produzca el buscado insight la interpretación debe
ser formulada dentro de la misma sesión en la que se presentó el material que le dio
lugar a que se realizara. Si la interpretación es correcta pero efectuada al otro día o
luego de una supervisión no será provechosa: "desde una zona limitada el paciente
tiene insight y brinda material para una interpretación; el analista toma esa
información y la devuelve, y el paciente a quien la devuelve ya no está en esa zona de
insight con respecto a ese particular elemento o constelación psicoanalítica"(3).
De lo anteriormente citado se desprende la existencia de una zona de insight dentro de la
que deben ser realizadas la interpretaciones para que las mismas tengan efecto sobre el
paciente, concepto que no encontramos en las teorías de la interpretación freudiana o
kleiniana.
Con respecto a al factor numérico, Winnicott resalta la utilidad de ser económico a la
hora de interpretar. Frente a un paciente no se pregunta cuánto le está permitido hacer
sino con cuán poco le bastará a éste. Si uno compara casos clínicos expuestos
por Winnicott con historiales kleinianos como el de Richard o Rita notará que el número
de interpretaciones del primero es infinitamente menor. En este punto llega incluso a
afirmar que le alcanza con realizar una interpretación por sesión si la misma apunta a
un material aportado por lo que el llama "cooperación inconsciente" del
paciente.
Acerca de la forma en que deben de ser transmitidas sostiene la ventaja de realizar
interpretaciones a través de oraciones cortas, señalando que si una interpretación
contiene el nexo "además" ya toma el cariz de una explicación didáctica.
El interpretar a través de símbolos preestablecidos es desaconsejado por el autor, quien
considera que al trabajar con esta clase de interpretación el analista corre el grave
riesgo de utilizar sus propias ideas, las que pueden no adecuarse al punto de vista del
paciente en dicho momento.
En "La interpretación en psicoanálisis" afirma que la interpretación debe
consistir en que el analista refleje lo que el paciente le ha comunicado. Entre
otras utilidades se encuentra la de que la interpretación pueda "ser formulada a la
persona total, en tanto que el material para ella provino de sólo una parte de la persona
total"(4). Se trata también de realizar algo similar a la función de espejo que
cumple la madre en un primer momento y que luego pasa a ser desempeñada por otras
figuras.
Asimismo, el uso o no de interpretaciones así como la modalidad de las mismas dependerá
del tipo de paciente al que estén dirigidos los empeños terapéuticos. En
pacientes con escasa capacidad para la identificación introyectiva o proyectiva, plantea
que el trabajo analítico "consiste en extender el horizonte del paciente en lo
referente a las identificaciones cruzadas, cosa que se logra, no tanto con la labor de
intepretación como por medio de ciertas experiencias específicas en las sesiones
analíticas... Las interpretciones, por exactas y oportunas que fueren, no pueden dar la
respuesta completa"(5). Para ese tipo de casos, las interpretaciones que se decidan
realizar, deben pasar más por el verbalizar las experiencias vividas por el paciente en
el presente inmediato de la sesión y no tanto por hacer conciente lo inconsciente. Afirma
la necesidad de contener las ansiedades y parecerse a un "espejo humano".
A diferencia de la modalidad de análisis kleiniana y de la que Freud nos muestra en sus
historiales, en Winnicott adquiere un gran protagonismo el silencio. En "Dos
notas sobre el uso del silencio" utiliza conceptos y lenguaje kleiniano para
justificar una modalidad de análisis radicalmente diferente de la de dicha autora:
"en la actualidad la base del tratamiento es mi silencio... Hay muchos lenguajes para
describir esto, y uno de ellos consiste en que una interpretación es un pene atravesando
súbitamente el campo y el campo es el pecho con un bebé incapaz de habérselas con la
idea de un pene"(6).
Lo anteriormente expuesto nos muestra que la obra winnicottiana puede aportar una
interesante complejización de la interpretación como herramienta, en la que no
sólo importa lo certero de la misma, su contenido, sino que una multiplicidad de factores
pasan a ser tenidos en cuenta: el momento adecuado de formulación, la necesidad de que
sea el analizando quien la cree, la forma en que es más conveniente que sea enunciada,
así como la pertinencia o no de determinada modalidad interpretativa según el tipo de
paciente.
Desde otra perspectiva, se podría criticar lo que en algunos historiales impresiona como
una falta de jerarquización de la interpretación, una suerte de descuido del trabajo con
lo representacional o lo simbólico. Por momentos se recibe la impresión de que lo que
prima es una suerte de maternaje que, desde una perspectiva lacaniana, podría pensarse
como un engrosamiento del registro lo imaginario, que trae como riesgo la captura de
paciente y analista en la fascinación de lo especular, con todo lo que esto implica
(alineación, paranoia). En una línea opuesta a la anterior, nos encontramos con la
opinión de Robert Rodman, quien sostiene que "quienes afirman que Winnicott ubicaba
el valor terapéutico de la relación con el analista por encima del proceso de
interpretación comprenden mal, y trivializan su concepción, que era mucho más
compleja... Siguió siendo en todo momento un lector del inconsciente y creyendo siempre
que el principal instrumento de cambio eran las interpretaciones exactas, brindadas en el
momento oportuno"(7).
Comparando la modalidad interpretativa de Winnicott y Klein se puede analizar el
posicionamiento subyacente de cada uno de los autores con respecto al poder y saber.
Mientras que en Klein se encuentran predominantemente del lado del analista en Winnicott
el poder se descentra, apreciándose un intento por que sea devuelto hacia el paciente.
Tal es así que en Realidad y Juego sostiene que "en lo fundamental interpreto
para que el paciente conozca los límites de mi comprensión"(8), y acto seguido
afirma que quien verdaderamente conoce las respuestas es el analizando. Siguiendo
nuevamente a Lacan podría plantearse que para Winnicott adquiere importancia el que la
interpretación sea formulada por Otro barrado y no por un Otro completo, garante absoluto
de toda verdad.
El caso Dick resulta particularmente ilustrativo para pensar la postura de Melanie Klein a
la hora de interpretar en pacientes graves o psicóticos. Hoy en día nadie dudaría en
diagnosticar a Dick como autista, pero en 1930 Kanner aun no había acuñado la entidad
nosográfica, por lo que Klein habla de esquizofrenia infantil. En el citado historial la
vemos centrando toda la labor terapéutica en lo interpretativo, intentando hacer
manifiesta la angustia latente y provocar la "supresión de represiones". Las
interpretaciones presentan las siguientes características: son realizadas desde el inicio
de la primera sesión, predomina el uso del simbolismo y van mucho más allá del material
aportado por el paciente, hasta el punto de hacer pensar en el ejercicio de la violencia
primaria, o aún secundaria, planteadas por Piera Aullagnier. No en vano, Lacan a exclama
escandalizado: "...Hay que ver con qué brutalidad Melanie Klein le enchufa al
pequeño Dick el simbolismo! Comienza de entrada lanzándole las interpretaciones mayores.
Le suelta una verbalización brutal del mito edípico, casi tan escandalosa para nosotros
como para cualquier lector: tú eres el pequeño tren, quieres cogerte a tu
madre..."(9).
Por otro lado, en Winnicott las interpretaciones pasan a constituir una herramienta
más, ocupando un lugar no central, o estando incluso contraindicadas en un primer momento
en pacientes graves o psicóticos en los que la conflictiva se centra en fallas de la
adaptación ambiental ocurridas en fases precoces del desarrollo. En estos casos, entre
los que se situaría el de Dick, para Winnicott la labor fundamental no pasa por hacer
conciente lo inconsciente, sino que hace primar otro tipo de recursos terapéuticos tales
como la regresión. Acerca del tratamiento del autismo, resulta interesante contraponer la
técnica utilizada por Klein con un comentario sobre el tratamiento de un niño autista
que realiza Winnicott en una carta dirigida a Michael Fordham (10): "Sé de un niño
autista que fue tratado mediante interpretaciones muy inteligentes y progresó bastante.
Sin embargo, lo que puso en marcha el tratamiento fue algo que hizo su primera analista, y
lo extraño es que jamás pude conseguir que su segundo analista reconociera la
importancia de lo que paso a describir... La doctora Hall se encontró con este niño, que
se había vuelto autista después de ser normal, y se sentó en el cuarto con él y
estableció una comunicación haciendo todo lo que él hacía. Si él se quedaba quieto en
su asiento durante un cuarto de hora, y luego avanzaba un poco uno de sus pies, ella
avanzaba uno de sus pies. Él movía un dedo y ella lo imitaba; y así siguiendo durante
largo tiempo. A partir de estos indicios, todo mostró signos de desarrollo, hasta que
ella murió"(11). Winnicott aplaude entusiasmado la intervención de la analista que,
podría pensarse, apunta a proporcionar una experiencia especular al pequeño paciente
dirigida a reforzar y reparar fallas en la constitución de su yo (en tanto moi).
Asimismo, nos abre las puertas para pensar al estadio del espejo como conceptualización a
tener en cuenta en el tratamiento del autismo, en pacientes en los cuales el moi es, sino
inexistente, muy deficitariamente estructurado y la experiencia con el otro en tanto
semejante se encuentra seriamente trastornada. Acerca del segundo analista menciona:
"si yo hubiera podido lograr que el inteligente analista se sumase a todo esto, creo
que a la fecha podría haber algo parecido a una cura..."(12).
LIC. BRUNO CANCIO
Notas:
1. Winnicott; Donald (1971): Realidad y Juego. Gedisa, Barcelona, pág. 76
2. Winnicott; Donald (1968): La Interpretación en Psicoanálisis En Exploraciones
Psicoanalíticas. Paidós, Bs. As., pág. 255.
3. Winnicott; Donald (1968): La Interpretación en Psicoanálisis En Exploraciones
Psicoanalíticas. Paidós, Bs. As., pág. 253.
4. Ibidem.
5. Winnicott; Donald (1971): Realidad y Juego. Gedisa, Barcelona, pág. 158.
6. Winnicott; Donald (1962): Dos Notas Sobre el Uso del Silencio en Exploraciones
Psicoanalíticas I. Paidós, Bs. As. 1991., pág. 104.
7. Rodman; Robert (1990): El Gesto Espontáneo. Paidós, Bs. As., pag. 40.
8. Winnicott; Donald (1971): Realidad y Juego. Gedisa, Barcelona, pág. 118.
9. Lacan; Jacques (1954): Seminario I Los Escritos Técnicos de Freud. Paidós, Bs.
As.
10. Analista jungiano, amigo de Donald Winnicott.
11. Winnicott; Donald (1965): Carta a Michael Fordham En El gesto espontáneo.
Paidós, Bs. As., pag. 240.
12. Ibidem.
BIBLIOGRAFÍA
·
Castoriadios-Aulagnier; Piera: La violencia de la interpretación, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1997.