CONFERENCIAS DE JOSÉ LUIS ETCHEVERRY EN LA UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY, FACULTAD DE PSICOLOGÍA, Lunes 16 de octubre de 1995.

Palabras del Decano de la Facultad: Prof.Dr.Ps. Alejandro Scherzer.
Palabras del Prof.Tit. del Area de Psicoanálisis: Dr. Martín Wolf.

"TRADUCCIÓN, CAMBIO Y TIEMPO".

(Primera conferencia -en horas de la mañana)


En primer lugar me gustaría decir que el título de la charla de hoy se debe apreciar por la sencillez que tiene, pero es una sencillez muy conceptual porque dice: «Traducción, tiempo y cambio». Querría entonces contar algo sobre el tiempo en que una traducción se hace y sobre los cambios que las traducciones pueden tener en el tiempo. Pero sobre la traducción en cuanto tal es muy poco lo que yo podría decir: es un tema muy controvertido, me parece que deberíamos convocar a especialistas en la teoría de la literatura, o en la filología, para considerar esto.
Pero si no me considero autorizado a decir nada serio sobre la traducción como tal, me gustaría decir mi juicio, por lo menos mi prejuicio. Quiero, para entrar en tema, ambientar la idea de la traducción en la obra misma de Freud. El leía, supongo que por las décadas de 1860 o de 1870, un trabajo de Hipólito Taine. Este hombre había escrito un trabajo sobre la inteligencia. Era el último representante de la tradición del llamado análisis que había tenido tal vez su iniciación en La lengua de los cálculos de Condillac, y expresiones en el análisis matemático y mecánico de Lagrange. Taine define, entonces, el análisis, y dice que el análisis es traducción. Entiende que el análisis es la reducción de fenómenos a ideas simples y el intento de deducir fenómenos a partir de ideas simples. Y Taine entiende que el análisis es traducción porque se trata siempre de traducir cosas en signos y signos en cosas. Esto puede parecer muy abstracto, pero es lo que hacemos, me parece, en la vida corriente, porque uno tiene visiones sobre las cosas, a estas visiones las traduce en ideas, a estas, en expresiones verbales, y a estas expresiones verbales las retraduce en concepciones de las cosas. O si no, traduce propósitos en acciones, y recíprocamente. Quiero decir que si la traducción fuera imposible, como ciertas tendencias de pensamiento lo quieren destacar, creo yo que la vida sería imposible; sería imposible vivir si no se pudiera traducir. Ese es mi prejuicio.
Por otra parte, los que argumentan sobre la imposibilidad de traducir, generalmente recurren al argumento de lo inefable, o sea: hay algo siempre en lo que uno dice que no tiene traducción porque la vivencia personal, o la vivencia de una lengua determinada, no son equiparables a otras vivencias. Pero lo que importa, a mí me parece, es lo que uno mismo traduce para la comunidad de los demás. Yo me fijo en este aspecto de la cuestión. Si un autor, como Freud, produce una obra, se entiende que la dirige a sus prójimos, o sea que tiene una idea implícita de una comunidad a la que se dirige. Creo que es posible la traducción en este sentido (a saber: en el sentido que acabo de atribuir a Freud). Nada más sobre la traducción en general.
Cuando yo empecé a traducir la obra de Freud, leíamos con mucho cuidado corrientes alemanas de la filología, la de Gadamer por ejemplo. En esta encontramos el concepto de historia de recepción de una obra —en alemán se dice "Aufnahme"—. La historia de recepción de una obra forma parte de la obra misma. Porque si una obra no se leyera, no existiría: si una obra escrita no se leyera no existiría, si un pensamiento de un autor no se cultivara, este pensamiento moriría; es sólo la comunidad humana, digamos de los hablantes, de los interesados en las mismas cuestiones, la que hace vivir una obra. Yo no llevaría esto a la exageración de decir que la obra misma no existe sino que en realidad existen sus traducciones porque las traducciones son de una lengua en otra pero, también, cada vez que uno lee la obra la está traduciendo, cada uno de ustedes la traduce cuando la lee. No llegaría entonces a decir que la historia de recepción es la que determina la naturaleza de la obra, pero sí que forma parte —por lo menos— esta historia de recepción de la naturaleza de la obra. Ahora, la recepción de la obra, de la obra de un autor importante, por ejemplo de Freud o de cualquier otro que imaginen hay que pensarla en relación con algún grupo de gente interesada en esa obra. Existe un grupo, digamos que la recepción supone siempre un colectivo social, un conjunto de individuos animados por propósitos semejantes que leen la obra. Entonces, la traducción de una obra no puede ser el acto caprichoso de alguien. Por eso tengo que exponer ante ustedes cuáles eran las expectativas de la gente, en Buenos Aires, que era hasta donde alcanzaba mi conocimiento en esa época, las expectativas que había en torno de la modalidad en que la obra de Freud se debía recibir. En Buenos Aires saben ustedes que el pensamiento de Lacan ha tenido mucha difusión. Ha tenido difusión quizá porque hubo un señor que escribía en "Marcha" de Montevideo hace muchos años, que era alguien que estaba buscando siempre la novedad, la novedad que se producía y la idea que pudiera ser la idea salvadora; por ejemplo descubrió a Heidegger, al joven Heidegger, después descubrió a Lukács, después descubrió a Lucien Goldman, después descubrió a Lacan; una personalidad, ya ha muerto este hombre, una personalidad muy inquieta y que fue él que introdujo a Lacan; era recibido en Filosofía me parece, Masotta; después, el lacanismo, se difundió con mucha fuerza en Buenos Aires. Ahora, lo que llegaba como una necesidad para la traducción de Freud era la consigna fuerte del "retorno a Freud".
El "retorno a Freud": es un poco malévolo decir "el retorno a Freud" porque implica que alguien que está invocando a Freud se había apartado de él, ¿no es cierto? Retorno quiere decir eso. Sin embargo daba esto la posibilidad de librarse de prejuicios y de mirar los textos con ojos relativamente nuevos, en realidad no son nuevos, son los de un grupo social, digo un grupo social en ese sentido, colectivo social podría decir tal vez, colectivo de intenciones de gente. Entonces, la primera exigencia fue esa, la del "retorno a Freud" y el método de trabajo fue el de —me contaban los señores profesores que se cultivaba también en Montevideo— la lectura de textos en seminario. Uno toma un texto durante cuatro meses, un texto determinado de un autor importante, y entonces lo lee despaciosamente, y lo cruza a este texto con otras obras del mismo autor o con autores afines.
Por esos años nos estaba llegando el pensamiento de Jürgen Habermas, que sería el continuador de la Escuela de Frankfurt. Habermas elaboraba una teoría a la que tituló "la teoría de la acción comunicativa". Esta teoría pretendía ser una formulación de lo que se llama: "la pragmática". La pragmática ha nacido de las insuficiencias de la lógica y de las dificultades con que los lógicos se encontraron en la década del treinta, relacionadas estas dificultades con el problema de la verdad. Un lógico muy importante del que ustedes seguramente han oído hablar, Carnap, había propuesto crear una disciplina nueva, justamente "la pragmática". Esta pragmática lo que hacía era incorporar en la consideración al que enuncia el enunciado lógico. Incorporar al hablante, al que enuncia, incorporarlo como objeto de teoría. Y es lo que Habermas hacía. Lo menciono por esto, porque la célula básica del pensamiento de Habermas para "/.../toda situación de habla en la cual se profiere un enunciado que puede ser verdadero o falso es esta: ‘yo te digo que.../.../". Fíjense qué sencillo sería esto. Esta expresión yo te digo que contiene un sujeto: el "yo" que habla, el "te" que es el interlocutor —hay muchos supuestos allí con respecto al interlocutor porque cuando yo le digo algo a alguien estoy predicando, estoy suponiendo algo acerca de la naturaleza del otro—, el decir de "digo", que es un modo de comportamiento, y el que las cosas son así y así, que sería el "que". El esquema básico de Habermas estaría compuesto por cuatro términos: yo-te-digo-que, donde «que» introduce la cosa que uno dice. Lo que afirma Habermas es que este decir del yo-te-digo-que supone una metacomunicación. Es decir, meta significa que está más allá. Cuando yo digo algo, implícitamente hay una metacomunicación que es una especie de acuerdo entre las personas acerca de la naturaleza de este decir —qué significa este decir—. Me limito a especificarlo así. Este decir implica una comunidad de habla, para empezar, y una comunidad humana entre sujetos que se definen de cierta manera. Bueno, yo tomé este esquema y en realidad se me ocurrió plantear la traducción de esta manera: " yo te digo que, Freud dice que ". Lo que enrulaba la cuestión, producía un efecto de lazo. Este intento fue para responder al "retorno a Freud" y para que se viera la maquinaria, por así decir, de la traducción con el objeto de que el lector pudiera tener una actitud crítica frente al texto. La actitud crítica se facilita si los espaldares, por así decir, de la traducción están a la vista; puede haber trampas en eso, no lo dudo, pero por lo menos se trataba de un esfuerzo de objetivación que respondía a esta idea de un "retorno a Freud".
Bueno, no sé si va muy abstracto esto. ¿Va bien? Entonces, esto explica algunas cosas que conversábamos con los señores profesores acerca del carácter un poco —discúlpenme la familiaridad— un poco durito de la traducción. Eso es buscado. Es decir: un poco áspero, porque si se busca la forma bella o la forma fácil uno está sustituyéndolo al texto y ahí lo que quería hacer yo, era mostrarlo. Sería, para decirlo simplemente, lo que hace un actor en un escenario cuando representa una obra clásica; porque está el actor, es él, todo el mundo lo ve, sabe que es él, y sin embargo es Hamlet; entonces se produce ese efecto doble.
Ahora les quiero contar algo sobre lo que voy a abundar, pero les resumo antes una pequeña idea. Me gustaría responder a la pregunta sobre el tiempo de las traducciones en dos o tres veces. El primer intento de respuesta sería decir que uno debe responder a los intereses, a las aspiraciones, a las búsquedas de un determinado colectivo social o de una determinada época histórica, digamos que las traducciones se hacen en el espesor de un tiempo, de una circunstancia histórica de un conjunto de personas afines, esa sería la primera respuesta. Si cambiara el colectivo social -respecto del cambio de las traducciones-, si cambiara el colectivo social, si cambiaran los intereses de la época, debería cambiar la traducción, y entonces la historia de recepción de la obra se enriquecería seguramente porque otros intereses verían aspectos distintos en la misma obra; la obra sería una creación colectiva. Las obras de cultura son creaciones colectivas. Y eso es lo grande que tienen. No son sólo la inspiración de un individuo genial, puesto que muchas veces es cierto que un individuo genial las produjo. Pero siempre es colectiva la cultura. Eso es lo que creo.
Bueno, después de terminado mi trabajo me encontré con un ensayito de Goethe sobre la traducción. Yo no lo conocía. Este ensayito debe de ser del año 1814. Ustedes saben que los alemanes en esa época traducían todo. Estaban traduciendo todos los diálogos de Platón del griego, estaban traduciendo toda la poesía persa que encontraban, toda la poesía árabe que encontraban, traducían los Vedas, los Vedas del sánscrito, la generación de gente un poquito más joven que Goethe; Thieck, que hizo estudios sobre el indoeuropeo, había traducido el Quijote en esos años; todo Shakespeare se tradujo, todo Calderón de la Barca. Bueno, tenían experiencia en traducciones. ¿Por qué hacían traducciones? Probablemente porque se podría decir que la Revolución Francesa tal vez, la independencia de los EEUU, la Constitución norteamericana, habían provocado un cierto estado de optimismo histórico en los países alemanes que, como ustedes saben, estaban divididos en centenares de principados, de pequeños estados independientes donde imperaban instituciones que muchas de ellas venían de la época feudal. La intelectualidad alemana generó ilusiones de constitución -ilusiones, pero lo digo en el buen sentido- de constitución de una gran nación probablemente, y entonces querían que esta gran nación futura la más culta de la tierra, y traducían todo. Bueno, ese es el contexto en que Goethe cuenta qué cosa es traducir. A mí me sorprendió esto. Dice que -es cortito, tengo una hojita con tres frases-. Dice que hay tres épocas en las traducciones, tres épocas y tres maneras de hacer las traducciones. La primera época -lo leo porque lo traduje rápido para ustedes-, dice: "/.../la primera modalidad de hacer traducciones nos da a conocer lo extranjero/.../". Se entiende, traducciones de lengua en lengua: "/.../lo extranjero según nuestra propia mentalidad/.../". Es decir, nosotros los alemanes o los rioplatenses tenemos cierta mentalidad y traducimos lo extranjero a nuestra propia mentalidad. Este primer estilo -se está refiriendo a obras de literatura, aclaro eso, pero es interesante por eso mismo, se está refiriendo a la poesía, al drama, a la épica-; este primer estilo o época de traducciones, dice Goethe, es un estilo que él llama "prosaico" porque si está en verso el original, entonces se lo rinde en prosa, se lo devuelve en la propia lengua en prosa. Y hay una frase bonita; dice así Goethe: "/.../en nuestra casa nacional -vean ustedes el espíritu de esa época- en nuestra vida común, lo extranjero nos sorprende/.../". "Nos sorprende" quiere decir que nos trae algo nuevo que nos sorprende y digamos que la prosa le quita el entusiasmo que los valores estéticos más atractivos le dan a la obra y la presentan con una cierta desnudez; él pone el ejemplo de la traducción que Lutero hizo de la Biblia. Da a entender que Lutero no ha volcado el original poético de la Biblia, el aspecto poético de ella, sino que la ha presentado en la casa de los alemanes.
Hay una segunda época dice Goethe, en que el traductor lo que hace es ir a la cultura extranjera, tratar de apropiarse de la cultura extranjera con mucha energía y tratar de volcar en los términos de su propia mentalidad esa comprensión que obtuvo; a este método llama Goethe "paródico". Esto es una parodia en el sentido concreto del término, este tipo de traducción es una parodia del original. Me parece que es lo que suelen hacer los franceses cuando traducen -salvo la última traducción de Freud, que es otra cosa-; pero los franceses suelen hacer parodias, por ejemplo, uno lee Aristóteles y lee Platón y lee en francés y son siempre franceses, parecen franceses nativos, no hay nada «extranjero» en eso, hay una enérgica apropiación por parte de los franceses. Bueno. La tercera época —y aquí viene lo que a mí me sorprendió— "/.../querría hacer la traducción idéntica al original, tal que la traducción pudiera hacer las veces del original. Para eso el traductor se apega al original, se pega, se mantiene fiel al original y renuncia en parte a la originalidad de su nación, a la originalidad de la mentalidad propia /.../". Así, lo que se genera acá -dice Goethe- es "algo tercero". Es diferente del primer caso, que consistía en volcar en términos propios una mentalidad de una obra extranjera pero haciendo ver esta mentalidad, también lo es del segundo caso donde uno repite la mentalidad de la nación propia y toma la obra, digamos así, después de un trabajo de apropiación. Ahora nace algo tercero. ¿Esto tercero, por qué le gusta a Goethe? Porque está claro que a Goethe le gusta este último modo de traducción. ¿Por qué es tercero? Porque el traductor muestra, a medio camino entre las lenguas, algo que no es familiar, que no parece familiar en la lengua propia pero lo hace con el objeto de que la mentalidad propia o la cultura propia se amplíe. Sólo así se amplía. Si uno ve algo distinto de lo que es propio se amplía. Yo creo que los franceses cuando traducen a Aristóteles y a Platón como dijimos que lo hacen, lo único que ven es el alma francesa. En cambio, si se hace un esfuerzo para lograr este tipo de traducción tercera, como dice Goethe, entonces uno puede «espiar», dentro de los términos de la lengua propia, aunque algo forzada esta para reproducir los términos de la lengua extranjera, el alma de la lengua y la cultura de los otros. Esa es la idea.
¿A ver si hay algo más que sea bonito aquí? /-Busca en las notas de su traducción del ensayo de Goethe y continúa-/. Dice que el ideal de esto sería una edición que pueda ser interlineal. ¿Interlineal, qué quiere decir? Que hay una línea del original y abajo está la traducción. Y, bueno, entonces, esta noción de la traducción tercera para mí sería, como para Goethe —y no estoy en mala compañía—, sería el ideal, bah, si yo pudiera hacerlo. Lo que ocurrió es que la traducción que yo hice en cierto modo es una mezcla de la primera modalidad que Goethe cuenta y un poquito de la tercera, de la segunda no; al estilo francés yo lo rechacé de entrada: salvo algunos franceses (hay unas traducciones de los clásicos de Leconte de Lisle de fines de siglo que son hermosas), en general el francés adecua la obra a su propia nación. Los alemanes en este terreno tienen el gusto por lo extranjero. Tomemos a Platero y yo: hay muchas versiones en alemán y hay una que presentan diciendo que rehace particularmente el ambiente andaluz y trata de mostrar el ambiente andaluz; naturalmente lo tienen que hacer con recursos un poco ajenos al lector alemán, buscan recursos evocadores. La conclusión que yo saco, provisional, de esto, es que la traducción no es de lenguas en lenguas, eso sería muy sencillo. La traducción es de culturas en culturas, no es una lengua lo que está en juego, creo que ninguna máquina podría, en el límite, sustituir la tarea de trasiego, porque justamente se trata de volcar modos de pensamiento y de sensibilidad de una época y de una cultura y no sólo una lengua en otra. Entonces, mi segundo intento de respuesta sería que me gustaría mucho poder hacer lo que Goethe recomienda, es decir, una traducción interlineal, de término a término, de giro lingüístico a giro lingüístico, pero que tampoco perdiera ese carácter un poco ajeno.
Ahora pasaría a una tercera cosa y si después me quieren acompañar un poquito en un ejemplo, me gustaría ponerles un ejemplo. Voy a tratar de indicar cómo se podría llegar a hacer una traducción interlineal, en el sentido de Goethe; voy a hacer un intento de respuesta. Este señor Masotta que mencionaba, que escribía en "Marcha" de Montevideo, que era tan inquieto, introdujo entre nosotros a Lucien Goldman. Lucien Goldman era profesor en París por esos años y tiene una "Sociología de la Literatura". En ella presenta un método que yo trataré de explicar sencillamente, a ver si puedo hacerlo. Estamos frente a una obra -¿es muy abstracto esto? ¿no?-, estamos frente a una obra de un autor, por ejemplo Freud, y elegimos una obra determinada, los ensayos de la metapsicología del año 14. Entonces, si uno lee la obra en el original con miras a traducirla, se trata de especificar cada frase con las otras frases, cada término con los otros términos y de formarse un diccionario interno para tratar de elaborar una sintaxis de esos trabajos. Una vez que se ha hecho eso suficientemente se puede decir que uno comprendió, ha comprendido la obra; "Verstehung" se dice en alemán "comprensión". Goldman decía que el método filológico consistía en una dialéctica entre "comprensión" y "explicación". ¿Cuál sería la "explicación"? La "explicación" sería referir la metapsicología del año 14 a las circunstancias que lo llevaron a Freud a producirla, es decir, los problemas que tal vez se planteaba Freud allí, las cosas que intentaba resolver: uno especifica eso y obtiene una explicación de la metapsicología. Ahora, si agranda el punto de mira e incluye esas circunstancias, y otras obras además de la metapsicología, puede decir que otra vez comprende. Si uno toma una totalidad pequeña, a ésta la comprende; y a esta totalidad de obra, de texto, la puede insertar en un texto más grande que la explica. Sin embargo, una vez que los unió, está comprendiendo, y puede repetir estos pasos que una y otra vez alternan comprensión y explicación hasta agotar la cuestión.
Les voy a poner un ejemplo, no es sencillo pero lo que me interesa es el ejemplo. ¿No hay tiza? No importa, yo lo digo. Ustedes saben que ¡ah, gracias! /-Edgardo Korovsky le alcanza un trozo de tiza-/. Yo tengo mala letra, tengo mala letra. /-Se acerca al pizarrón-/. ¿Se ve así? /-Escribe:-/ "...und dass ihr Wesen nur in der Abweisung und Fernhaltung vom Bewussten besteht" /pág.250, v.X, G.W./.
Les cuento de qué se trata. Aquí, esta definición, es la definición de la represión. Ustedes se van a encontrar, en mi traducción, con que dice algo así: "/.../y su esencia consiste -esto de la esencia sería la Wesen esa que está ahí; esto se podría traducir de otra manera, también- y su esencia consiste sólo en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella/.../". Lo curioso es que después que estuvo hecho todo el trabajo me fui a fijar en la versión de Strachey y era exactamente igual, salvada la distancia de la lengua, ¿no? Su espíritu era el mismo: que la esencia de la represión consiste en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella. Después llegó la versión de los franceses de la "Presses Universitaires" que está dirigida por Jean Laplanche, y Laplanche mismo ha hecho las traducciones de la Metapsicología, así que es muy importante ese trabajo; Laplanche dice algo parecido, algo semejante a esto. Ahora, yo siempre me pregunté qué quería decir eso de que la esencia de la represión consiste en rechazar algo de la conciencia (no es literal pero es más o menos lo que está en el libro). Esto para mí crea un problema porque ¿quién es el que rechaza? Sí, rechazar algo de la conciencia ¿qué quiere decir?
Bueno, ahora les voy a sembrar una duda, fuerte, esta duda la siembro, trato de sembrarla y no la voy a resolver porque se trata de una Universidad, donde estamos para plantear problemas más bien. Me sucedió, tiempo después, que leí un trabajo de Emmanuel Kant, conocen el filósofo alemán, sí, el autor de las tres Críticas. Les quiero decir por qué lo leí. Porque en la época de Freud, cuando Freud se formaba, se leía mucho Kant, pero no tanto las Críticas, ustedes conocen la Crítica del Juicio, la Crítica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica, sino lo que los comentaristas llaman las Obras pre-críticas de Kant. Entre otras obras pre-críticas hay una que se llama "La disertación de 1770". Se la conoce así en la historia del pensamiento: "Disertación de 1770". Esta disertación tiene un título: "De mundus sensibilis atque intelligibilis", etc., "Acerca de la forma y de los principios del mundo sensible y del mundo inteligible". Aquí me encuentro con unas sorpresas. Leo algunos capítulos de La represión de Freud y algunos capítulos de Lo inconciente, de estas obras de Freud de la Metapsicología, y las leo en paralelo con la Disertación de 1770 de Kant y encuentro unos parecidos extraordinarios en la marcha de la argumentación. Voy a simplificar mucho porque son temas de filosofía que requerirían tiempo, y exponerlos de manera compleja en un tiempo breve sería descortés. Kant habla de un proceso de análisis y de un proceso de síntesis, y este análisis y esta síntesis -dice- se pueden hacer por coordinación o por subordinación. Yo hago un análisis por vía de coordinación si tomo un elemento de un todo, de una totalidad, y busco los elementos complementarios a éste para formar el todo. Esto sería coordinar. Y en cuanto a subordinar, les digo simplemente que tiene relación con la causa y el efecto, pero esto no viene al caso. Freud, cuando describe en Lo inconciente, en el capítulo... me parece que es el capítulo, a ver, cinco, que se titula «las propiedades particulares del sistema inconciente», dice que el núcleo inconciente consiste en unos representantes de pulsión etc. etc. y, después, que estos están einander koordiniert /p.285, v.X, G.W./, están coordinados unos con otros. Primera cosa, esta expresión "coordinados" es extrañísima, porque ¿cómo va a decir que elementos del inconciente están coordinados unos con otros? He visto que Laplanche reflexiona: ¡no, debe de ser un error de imprenta, estarán descoordinados! Pero esto presenta una coincidencia fuerte con aquel texto de Kant. En Kant —no voy a seguir mucho lo de Kant porque es complejo, como les decía—, pero hay un uso de un verbo alemán que es abziehen que lo emplea para decir Kant abstraer. Abziehen les cuento que es quitar ¿no? Retirar ¿verdad? Quitar. Y en Kant sin embargo esto tiene relación con el proceso de la abstracción. [Es el mismo término que emplea Freud en «Lo inconciente», donde se ha traducido «quitar investiduras».] Y hay otra coincidencia textual. A continuación Freud dice que el inconciente no conoce la contradicción. ¿Por qué no conoce la contradicción? Porque no conoce el tiempo. Y Kant, en la Disertación de 1770, dice que nada puede ser contradictorio si no es en función del tiempo. ¿Por qué? Porque si yo digo A es B y después digo A es C, esto es contradictorio, pero siempre en relación con el tiempo, porque A puede ser B primero, C después, pero al mismo tiempo no puede ser. Ahí tenemos parecido extraordinario [textual, temático] entre Lo inconciente y La represión de Freud y esta obra de Kant. Después, un poco más adelante, Freud explica que los elementos inconcientes son, dice: existenz-unfähig /p286, v.X, G.W./, quiere decir: son insusceptibles de existencia. ¡Qué expresión rara! Está en Kant; en Kant, en esa época, quiere decir que esos elementos son simbólicos. No abundo en esto, muestro los paralelos que hay. Entonces, la sorpresa es que cuando uno traduce esto: "...y que", miren la frase con puntos suspensivos ahí, ese dass quiere decir "que", ihr Wesen, "su esencia", nur, "sólo", el verbo está al final: besteht, "consiste" en der Abweisung und Fernhaltung dice ahí, vom Bewussten, el "tener algo apartado de la conciencia, rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella". Ahora bien, partiré de la hipótesis de que aquí hay un juego de términos (porque he visto un paralelismo textual, según expuse antes, entre la Disertación de Kant y esta obra de Freud). El juego está compuesto por los términos ya mencionados: abstraer-quitar, coordinar, la contradicción, el tiempo. Pero en el uso correspondiente de Kant esta expresión Fernhaltung no quiere decir mantener algo apartado, sino que quiere decir prescindir. (Aclaremos que la Disertación de Kant está escrita en latín y fue traducida en alemán poco después; Kant más adelante traduce en alemán la filosofía clásica de lengua latina; él conocía mucho a los pensadores de los siglos III, IV después de Cristo que escribían en latín, los estoicos, los académicos, etc. etc, y traducía del latín al alemán. ¿Para qué? Para formar su lengua nacional, para hacer filosofía en su propia lengua nacional. ) Este Fernhaltung es un intento de Kant por traducir ¿qué cosa? el término prescindentia del latín: prescindencia. Y entonces yo les propongo una traducción distinta sobre la base de que, en efecto, el juego de los términos en cuestión cobra significación como una totalidad recíproca de los términos koordiniert con abziehen -abziehen dijimos que era retirar, quitar, abstraer-, y con la cuestión del "tiempo" y de la "contradicción" (dice Freud que en el inconciente "no hay contradicción"). La traducción sorprendentemente sería esta ahora: "/.../y su esencia -la esencia de la represión- consiste sólo en el desdén -digamos desdén para no decir rechazo- y la prescindencia de lo conciente -donde lo conciente ahora es activo-/.../". Fíjense la diferencia de la frase, dice: "/.../y su esencia consiste sólo en el desdén y la prescindencia de parte de lo conciente -se podría decir si se entiende este vom como una especie de complemento agente en un muñón de voz pasiva; la voz pasiva se construye a veces con este von que es una preposición, von, vom Bewussten -lo abrevié porque no me entraba /-dice señalando hacia lo que está escrito en el pizarrón-/-. Entonces, sería que la esencia de la represión según esta tentativa de versión referida a un horizonte kantiano, sería: "/.../y su esencia consiste sólo en el desdén y la prescindencia de parte de lo conciente/.../", donde lo conciente se vuelve algo activo allí. Lo conciente se vuelve algo activo. Hay una nota por ahí de Strachey en la traducción de las obras completas en inglés donde dice que "para Freud lo conciente era pasivo". Supongo que no es cierto, no me parece. Lo que pasa es que conciente se dice de dos maneras: por un lado Freud parece entender lo conciente como una superficie donde cosas se reflejan, pero también hay un proceso de apercepción, de enérgica apercepción que él no trata en su obra.
Este sería un ejemplo de aplicación del método de Goldman porque, si uno encuentra que para leer estos trabajos de Freud del año 14 es pertinente incluirlos en un contexto del interés de Freud mismo y de los contemporáneos de Freud por los trabajos del Kant inicial, entonces uno obtiene una cierta explicación del uso de algunos términos y entonces podría generar un horizonte de comprensión mayor.

Bueno, yo hasta ahí llego, no sé. /-Alguien del público pide que explique un poco mas-/.

¡Sí! ¿Un poquito mas? Entonces, la justificación para traer la consideración de Kant al pensamiento de Freud sería esta: existió en el siglo XIX, más o menos por 1837, un señor Johannes Müller. Este Johannes Müller fue nombrado profesor de la cátedra de Fisiología en Berlín, me parece que en Berlín. Johannes Müller era un estudioso de las ciencias naturales y tenía una potente formación en fisiología, por ejemplo la fisiología de Müller está en la Facultad de Medicina, la fui a ver en la biblioteca de medicina de Buenos Aires; se ve que algunas generaciones de médicos todavía estudiaron con esa Fisiología. Se suele decir, lo ha dicho el biógrafo de Freud, Jones, que el espíritu de Freud era el de su maestro Brücke y que Brücke y un señor que se llama Dubois Raymond habían hecho una especie de juramento en Berlín: el de explicar todos los procesos de la vida y del mundo por procesos físico-químicos; un juramento de una especie de hermandad que podría ser hasta sectaria. Bueno: estos dos eran discípulos de Johannes Müller. Johannes Müller fue el que descubrió lo que se llama "las cantidades", "la energía específica" sería esto. Había un problema en el siglo XVIII con la Óptica, con la teoría de la Luz. ¿Por qué la luz se descompone? Newton tenía un cierto punto de vista sobre eso. Pero había muchísimas confusiones debidas al hecho de que la biología y la fisiología no habían intervenido lo suficiente para separar en el fenómeno de la luz lo que provenía de la materia inerte por así decir y lo que provenía de la reconstitución perceptiva por parte del sujeto humano, porque la estructura de la retina y los tiempos de la retina y el modo de funcionamiento de ésta en relación con el nervio óptico, etc., eso no se conocía. Johannes Müller sostiene que los nervios tienen lo que él llama una "energía específica", entonces, quiere decir, el sujeto biológico es un sujeto del mundo y tiene la misma fuerza de acción causal este sujeto biológico, la misma fuerza que se podría atribuir a la materia inanimada, es decir, también es un proceso material éste. Poco tiempo después Helmholtz, habrán oído nombrar a este físico, es el creador de la termodinámica dijo: lo que ha hecho Johannes Müller con la teoría de las cantidades específicas, atribuir energías específicas a los nervios y a la percepción es realizar y ejemplificar la teoría de Kant. Kant sostenía que cuando uno percibe tiene unas formas adentro de uno, unas formas que son el espacio y el tiempo, y que el espacio y el tiempo son puestos por el sujeto. Por su parte, Johannes Müller mostraba, con esta teoría de las energías específicas, pero desde un punto de vista materialista, cómo el tiempo y el espacio eran puestos por el sujeto biológico. Es decir, que no es gratuito el intento de remitir unos ensayos de Freud, puesto que formaban parte de la misma tradición de pensamiento del materialismo médico, no es gratuito leerlos junto con Kant. Bueno, yo les dejo planteado este problema; para una interpretación del alemán moderno este texto diría: la represión consiste en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella, y para una interpretación que sitúa el texto y los términos y el uso de los términos y la significación de ellos en relación con Kant, esto diría: y su esencia consiste en un desdén y una prescindencia de parte de lo conciente. Es distinto. Es distinto y ¿qué hacemos? No lo sé. Bueno. He dicho.


APLAUSOS MUY FUERTES Y SOSTENIDOS.

Martín Wolf - Si alguien quiere plantear alguna pregunta o formular alguna interrogante.

/-Silencio-/. Doris Hajer - No, yo no sé si quiero hacer una pregunta, sólo que bueno, desde que vengo escuchando a José Luis Etcheverry cada vez estoy más contenta de encontrar que una traducción es algo mas que un pasaje literal de una palabra a otra de otra lengua y que en este caso que es una traducción que nosotros hemos respetado mucho y tratado de trabajar como las que él hizo de las Obras Completas de Freud, está basada en este profundísimo estudio de, bueno, la filosofía que pudo haber influido, pudo haber pesado sobre el modo de pensar de Freud y puede hacer aquello que de ahí en mas se pueda traducir, teniendo en cuenta estas contextualizaciones filosóficas, históricas y tal vez también sociales. Fundamentalmente era un poco subrayar cosas que ya dijo él y me parece muy importante poder ver que un concepto no es una cosa fija, sino que es una cosa muy móvil y que según se estudie de dónde viene, se puede entender de un modo u otro. Este ejemplo me parece así, una joyita ¿no? para comprender estas cosas. Bueno. Y preguntas habría tantas que, no sé, no quiero empezar.

José Luis Etcheverry - Permiso. Quiero decir que me han invitado los profesores de la casa a reunirme un rato con ellos y con algunas personas. En función de lo que dije a mi me interesa muchísimo porque ellos son el colectivo social del que yo hablaba. Es decir, por eso quiero contar cosas un poquito más específicas esta noche y ver cómo reaccionan /-sonriente-/. Les voy a mirar la cara /-sonriente-/. /-Hilaridad-/. Bueno. Gracias.

Edgardo Korovsky - Yo no querría ponerlo en un compromiso pero me gustaría mucho, si usted pudiera caracterizar sobre la base de la división que hacía Goethe de las traducciones, cómo ubicaríamos la traducción -con la que nos formamos originalmente- de López Ballesteros.

José Luis Etcheverry - Y a mi me parece que es una de las que Goethe dice del segundo tipo. Es decir, alguien que va a la otra cultura, a la cultura alemana y al pensamiento de Freud y dice: bueno, pues hombre, Freud dice esto y esto y esto y esto. Es algo, bueno, que en cierto modo ya sabíamos. Es un intento. Por eso es más grata la lectura, es estéticamente más bella la lectura, porque está en un castellano incluso diría parecido al de Galdós, es un castellano canario creo yo. Supongo que López Ballesteros debe haber nacido en las Islas Canarias porque tiene un estilo muy americano, nos gusta en el Río de la Plata porque tiene un castellano muy parecido al nuestro. Pero lo que tiene es eso, que es una asimilación muy enérgica a la cultura de lengua castellana. No tiene ese grado de ajenidad. Ha servido mucho, es valiosísima. Goethe dice que estos tres tipos de traducciones pueden combinarse en una sola o pueden escandirse -como se dice esto- en épocas distintas, en una época una, en otra época el otro tipo y en otra el tercer tipo y en este círculo entre unas traducciones y otras se forma la apropiación y la comprensión de una obra extranjera. Pero por eso es valiosísima. Porque lo ha vestido a Freud en lengua castellana. Ustedes saben que Freud conocía el castellano. Lo conocía bien. Lo escribía. Se escribía de joven con un amigo y se llamaban Cipión y Berganza por "El coloquio de los Perros" de Cervantes. Así que supo apreciar Freud y lo apreció y es sincero en la carta /-que le envió a López B.-/. Es muy linda traducción. Además ha estado muy bastardeada por los editores porque está llena de erratas que la culpa no es del original. Y desdichadamente la versión que hoy se conoce no es la de Ballesteros exactamente. Sería bonito poder tener los originales de la traducción de Ballesteros, sería una buena cosa. Porque es un documento histórico importantísimo. Entonces esa sería una época. Y esta otra traducción que yo hice es más para estudio; quizás si yo pudiera dentro de veinte años, si el Señor me da vida /-muy sonriente-/ no creo /-sigue muy sonriente-/, podría intentar hacer ese círculo, ese movimiento de cultura. Intenté que la lectura pudiera ser crítica, que sea crítica verdaderamente y que sea crítica de la traducción también y que pueda serlo, eso es lo que importa, por lo que decía la doctora. Por lo que decía la doctora acerca del espíritu crítico y de esas cosas. Bueno. /-Silencio-/.

Martín Wolf - Bueno, muchísimas gracias profesor José Luis Etcheverry. Y nos vemos luego a las 20:00 .

APLAUSOS MUY FUERTES Y SOSTENIDOS.